Restaurante 7 Puertas, Barcelona
En Barcelona, la masonería que tuvo más arraigo es la logia francmasónica,
surgida tras la Revolución Francesa y que hace extensivo sus valores de
libertad, igualdad y fraternidad, que incluso hoy en día forma una
comunidad de más de 2000 miembros. Aunque la presencia de masones se daba
ya en la Edad Media, sobre todo entre el gremio de los constructores, y ya
sabemos la fuerza que tenía en la Barcelona medieval los poderes
gremiales.
El término ‘masón’ proviene del francés ‘maçon’, que significa
constructor: profesión muy ligada a su extensión en la Edad Media
Este gremio destacaba frente a otros por su grado de especialización,
requiriendo un largo aprendizaje y grados jerárquicos según la destreza de
cada miembro. Perfectamente organizados, celebraban ritos de iniciación
así como ceremonias en las que compartían conocimiento y los maestros
instruían públicamente a sus pupilos.
Tal era el interés que causaban estas prácticas que del ámbito
constructor, se amplió a otros gremios hasta convertirse en organizaciones
filosóficas abiertas que, con los años, llegaron a cautivar a alcaldes,
presidentes y otras personalidades relevantes de la vida pública.
La logia francmasónica ha dejado multitud de símbolos e historias ocultas
en la ciudad. Descubre todos los secretos de la ruta de la Barcelona
masónica
Índice:
1. Como llegar a Barcelona
EN COCHE
Autopista AP-7 Francia.
Destinos del Mediterráneo de España.
Autopista AP-2Zaragoza, Madrid y Bilbao.
EN AVIÓN
Conexiones:Vuelos directos con numerosas ciudades europeas e importantes
capitales de todo el mundo.
Puente aéreo Madrid - Barcelona, con vuelos cada 30-60 minutos.
Conexiones diarias con las principales ciudades españolas.
Situación/Servicios:
Situado a 12 kilómetros de la ciudad.Servicios de taxi, autobús, metro y
tren para llegar a la ciudad.
EN AUTOBÚS
Estación del Nord
Conexiones:Destinos nacionales e internacionales.
Servicios:Servicios regulares de metro, autobús y taxis.
Estación de Sants
EN TREN
Renfe Spain PassSe trata de un pase que permite viajar en tren por
España a todos aquellos que no sean residentes.
Es un sistema muy útil, ya que puede utilizarse en todos los trenes de
AVE Larga Distancia y Media Distancia.
EN BARCO
Conexiones:Trayectos regulares en ferry a Mallorca, Ibiza, Menorca,
Francia, Argelia, Marruecos e Italia.
Punto de partida y escala de cruceros turísticos.
2. Algo de Historia
Los orígenes de la francmasonería en España se remontan al siglo xviii.
Desde entonces han existido en España obediencias masónicas importantes,
como el Gran Oriente de España, el Gran Oriente Nacional de España o el
Grande Oriente Español, entre otras de las que cabe destacar El Derecho
Humano por ser la primera Obediencia mixta que, ya en los años 20 del
siglo xx, se instala en España.
Siglo xviii
La masonería no tuvo en la España del siglo xviii existencia orgánica. La
primera logia fue fundada en 1728 en Madrid por seis ingleses que se
acogieron al patrocinio del duque de Wharton y fue conocida con el nombre
de «La Matritense».
Estaba adscrita a la Gran Logia de Inglaterra, en cuyas listas apareció
hasta 1768, aunque la última noticia de ella fue de solo una año posterior
al de su creación.
Las escasas logias que se fundaron, sobre todo por comerciantes y
militares extranjeros al servicio del rey de España, tuvieron una vida
breve y precaria debido a que la Inquisición española se ocupó muy pronto
de perseguirlas, haciendo cumplir las bulas papales y el decreto de
Fernando VI de 2 de julio de 1751 que prohibían la masonería —por ejemplo,
la logia fundada en Barcelona en 1748 por un militar que se había iniciado
en Niza fue denunciada a la Inquisición solo dos años después y
desmantelada; se reorganizó en 1776, pero de nuevo la Inquisición acabó
con ella y detuvo a todos sus dirigentes—.
Un año después de la promulgación de la Real Cédula de Fernando VI de 1751
que prohibía la masonería, el padre franciscano José Torrubia publicó
Centinela contra francmasones, una recopilación de textos antimasones
extranjeros.
El masón quedó así anatemizado y asociado con términos como "hereje",
"judío", "ateísta", "jansenista", "maniqueo", etc. El frecuente uso de
estos vocablos para referirse a los masones es lo que explica que hasta
1843 no apareciera el término francmasonería en el Diccionario de la Real
Academia Española, que la definía de forma bastante imprecisa: "asociación
clandestina, en que se usan varios símbolos tomados de la albañilería,
como escuadras, niveles, etc.".
En la segunda mitad del siglo se habría fundado la Gran Logia por el conde
de Aranda, que a partir de 1780 habría pasado a denominarse Gran Oriente
de España y que dependería ideológicamente de los grupos masónicos
franceses
Retrato del Conde de Aranda por Francisco Jover y
Casanova.
. En 1800, bajo la dirección del sucesor de Aranda, el conde de Montijo,
el Gran Oriente integraría unas 400 logias.
Su mera existencia, envuelta en contradicciones —en 1789 no había un conde
de Montijo para suceder a Aranda y no lo hubo hasta 1808— es harto
discutible, fruto, según Ferrer Benimeli, de un tiempo en que la
historiografía masónica «fabricó» una historia manipulada y legendaria de
la masonería a fin de dotarla de antigüedad y prestigio.
Así lo advirtió también Benito Pérez Galdós, tan interesado por lo
relacionado con la masonería en sus Episodios nacionales, donde escribe:
Yo tengo para mí que antes de 1809, época en que los franceses
establecieron formalmente la masonería, en España ser masón y no ser nada
eran una misma cosa. Y no me digan que Carlos III, el conde de Aranda, el
de Campomanes y otros célebres personajes eran masones, pues como nunca
los he tenido por tontos, presumo que esta afirmación es hija del celo
excesivo de aquellos buscadores de prosélitos que, no hallándolos en torno
a sí, llevan su banderín de recluta por los campos de la Historia, para
echar mano del mismo padre Adán, si le cogen descuidado.
Benito Pérez Galdós, Napoleón en Chamart
ín, cap. I
La masonería española obediencial nace en 1809 del impulso de la logia de
San José (en honor del rey José I) con el nombre de Gran Logia Nacional de
España (GLNE). Formaron parte de ella la logia Beneficencia de Josefina,
la Santa Julia, Los Filadelfos, Estrella de Napoleón, Napoleón el Grande y
La Edad de Oro, todas ellas radicadas en Madrid. Permaneció activa entre
1809 y 1812. La GLNE fue la primera obediencia masónica española, además
una organización legal y sus miembros pudieron reunirse y trabajar en
libertad. La GLNE fue una masonería de afinidad francesa (vinculada con la
administración de José I, que figuró como Gran Maestre) pero netamente
española.
Reinado de Fernando VII (1808-1833)
Con la invasión de las tropas napoleónicas de 1808 se fundan logias que en
realidad son un instrumento de la política de Napoleón -en Barcelona hubo
seis, una de ellas llevaba el significativo título de "Los Amigos Fieles
de Napoleón", y estaban integradas en su mayoría por franceses-, pero este
tipo de masonería bonapartista desapareció en cuanto las tropas francesas
abandonaron el país en 1813.
Al igual que en la España "afrancesada" de la Monarquía de José I
Bonaparte, en la España "patriota" (la que no reconocía las abdicaciones
de Bayona y que por tanto seguía considerando como su rey legítimo a
Fernando VII) también proliferaron las logias masónicas, así como los
periódicos antimasónicos, como el El Sol de Cádiz (1812-1813) en el que se
decía que "se ha derramado por toda España una casta de hombres
perniciosos, que no desean otra cosa que la subversión del Estado y
aniquilamiento de la Religión".
Otro mito que aparece entonces es el de "nocturnidad" con la que actúan
los masones. En un texto publicado en 1812 se lanza la siguiente
advertencia: "Malagueños, huid de estos lobos que de noche hacen sus
presas". Así pues, "se mantiene inmutable... el discurso descalificador y
apocalíptico del antimasonismo dieciochesco".
Retrato de Juan Van Halen. Obra anónima de 1853, Museo Naval de
Madrid.
El momento álgido de la persecución de la masonería por la Inquisición
española se produjo tras la restauración en 1814 de la
Monarquía absoluta
por Fernando VII.
El nuevo inquisidor general, el obispo Mier y Campillo, una de cuyas
obsesiones era la masonería, la condenó en dos edictos publicados a
principios de 1815, siguiendo las directrices de la Santa Sede. Mier acusó
a los masones de conspirar "no solamente contra los tronos, sino mucho más
contra la religión" y alentó a la población a que los delatara,
garantizándoles el secreto.
Se produjeron muchas denuncias, algunas falsas, y también
autoinculpaciones, que llevaron al cierre de logias y a la confiscación de
sus bienes.
A los masones extranjeros se los expulsó de España y a los españoles se
les obligó a realizar ejercicios espirituales. Sin embargo, hubo masones
que no recibieron un trato tan benévolo, como le sucedió al militar
liberal Juan van Halen que en 1817 fue torturado durante dos días tras ser
detenido por la Inquisición. El propio van Halen narró su experiencia diez
años después y Pío Baroja se ocupó de su caso en Juan van Halen, el
oficial aventurero.
"Las listas de masones sospechosos elaboradas entonces (buena parte de
ellas fueron guardadas por el rey...) fueron un útil instrumento en manos
del poder para desembarazarse de personas políticamente incómodas, aunque
en realidad no pertenecieran a la masonería (la investigación, al menos,
no ha podido confirmar la condición masónica de muchos de los incluidos en
estas relaciones)", afirman Emilio La Parra y María Ángeles Casado.
La masonería reaparece en el Trienio Liberal, en el que desarrolla un
papel político, siendo reprimida de nuevo durante la década ominosa -en
1824 Fernando VII promulgó una real cédula prohibiendo "en los dominios de
España e Indias, todas las Congregaciones de Francmasones, Comuneros y
otras Sectas Secretas"-.
Reinado de Isabel II (1833-1868)
En 1834 la regente María Cristiana de Borbón decreta una amnistía para los
francmasones pero manteniendo la prohibición de la misma. Poco después se
funda en Lisboa el Gran Oriente Nacional de España y en 1839 el Soberano
Capítulo Departamental de Barcelona dependiente del Gran Oriente.
Durante este período los masones permanecen en la clandestinidad, lo que
no impide que a partir del bienio progresista (1854-1856) la masonería
cobre nuevo impulso, especialmente en Cuba, donde algunas logias masónicas
participarán en el movimiento independentista, como ya había sucedido en
las colonias americanas que se emanciparon de España entre 1810 y 1825.
Sexenio Democrático (1868-1874)
Gobierno provisional de 1869 Desde izquierda: Laureano Figuerola,
Manuel Ruiz Zorrilla, Práxedes Mateo Sagasta, Juan Prim, Francisco
Serrano y Domínguez, Juan Bautista Topete, Adelardo López de Ayala, Juan
Álvarez Lorenzana y Antonio Romero Ortiz (foto de J. Laurent).
En negrita, los ministros que eran masones.
La expansión de la masonería se produce durante el Sexenio Democrático.
Aprovechando la libertad proclamada por la Revolución Gloriosa de 1868,
las logias proliferaron aunque también surgieron conflictos entre las dos
obediencias, el Gran Oriente Nacional de España y el Gran Oriente de
España.
Esta última contaba como Gran Maestre a Manuel Ruiz Zorrilla, uno de los
políticos más destacados del Sexenio y que fue presidente del gobierno en
1872-1873 durante el reinado de Amadeo I.
En 1876 le sustituyó Práxedes Mateo Sagasta, otro político prominente de
la época y uno de los pilares, junto con Cánovas del Castillo, de la
Restauración borbónica en España; ese mismo año de 1876 el senador marqués
de Seoane pasaba a dirigir la Gran Oriente Nacional de España.
Durante este período los masones pudieron darse a conocer y expresar
públicamente sus opiniones. El 1 de mayo de 1871 comenzó a publicarse el
Boletín Oficial del Gran Oriente de España y al año siguiente veía la luz
el Diccionario Masónico de bolsillo, de Pertusa.
Según Pere Sánchez, "esta fue una masonería con una muy poco disimulada
vocación política en la que no pocos personajes utilizaban su estructura e
influencia para escalar al poder y al prestigio, a lo que —justo es
decirlo— no hacía ningún asco la institución siempre que el político en
cuestión favoreciese sus intereses. No es exagerado afirmar que a algunos
de ellos se le concedieron los 33 grados en tres días y que muchos otros,
que ostentaban cargos importantes, difícilmente sabían algo de la
masonería y no asistían a los trabajos masónicos.
De ideología progresista y composición burguesa, era entonces el prototipo
de masonería latina, de características bastante diferentes de la
anglosajona, como el anticlericalismo militante o el apoyo a determinadas
revoluciones políticas.
Durante el Sexenio proliferaron asimismo las obras antimasónicas. Algunas
expresaban su desconcierto ante el hecho de que "una asociación de
carácter civilizador, benéfico y moral" tuviera que "estar velada tras el
misterio", y que "para hacer el bien necesite envolverse en las tinieblas,
por lo que concluía:
La masonería se oculta sistemáticamente a los ojos de todos, y la
asociación que así obra no puede representar el bien y la verdad
Restauración borbónica (1875-1902)
Detalle del sepulcro de la familia Figueroa (1878) en el Cementerio de La
Almudena de Madrid
La "época dorada" de la masonería española iniciada en el Sexenio se
prolongó durante la Restauración -por ejemplo, en 1890 había en Barcelona
más de cuarenta logias en activo, se publicaban diversas revistas
masónicas y funcionaba un monte de piedad que auxiliaba a los familiares
de los masones difuntos, los socorría en caso de enfermedad y les prestaba
asistencia médica-.
En 1889 nace el Gran Oriente Español, bajo la presidencia de Miguel
Morayta, aunque en Cataluña tuvo que compartir la hegemonía con la Gran
Logia Simbólica Regional Catalano Balear, de tendencia nacionalista
catalana, creada tres años antes y que fue la primera obediencia
peninsular que no obligó a sus miembros a reconocer la existencia del Gran
Arquitecto del Universo.
Durante estos años también crece la antimasonería, en 1884 León XIII
publica la encíclica Humanus Genus en la que vuelve a condenar
extensamente a la masonería— que la considera uno de sus principales
enemigos. Según Pere Sánchez, "los motivos para atacarla con tanta
virulencia eran de diferente tipo.
A un cierto nivel, la masonería desautorizaba espiritualmente el
catolicismo y tenía la pretensión de ser la religión de «recambio», sin
dogmas, que sustituiría a la católica. Por si eso fuera poco, se había
situado en el bando enemigo.
La masonería hizo del anticlericalismo uno de los ejes básicos de su
intervención en la política y en la sociedad...". Un ejemplo es una
obra publicada en 1899 por el valenciano Manuel Polo y Peyrolón en la
que decía lo siguiente sobre la masonería:
La Masonería es un monstruo que conspira en las cavernas de Adonirán para
cometer toda clase de felonías y crímenes; es el Deus ex machina de todos
los asesinatos, envenenamientos,
regicidios,
persecuciones contra el Altar, el Trono y la Patria, guerras, crisis
políticas, calumnias, venganzas, sacrilegios, misterios de iniquidad,
culto luciferano y paládico, y, en suma de cuanto más horriblemente
misterioso, diabólico, criminal y nefando ha ocurrido y ocurre en el
mundo.
Este clima explica que, cuando estallaron las insurrecciones cubana y
filipina en 1896, la masonería fuera acusada de colaborar con los
independentistas y que la policía clausurara las sedes en Madrid del Gran
Oriente Español y del Gran Oriente Nacional de España, incautándose de
toda la documentación y deteniendo a algunos dirigentes.
Esta presión policial, además de las razones endógenas, explica la crisis
que vivió la masonería en el cambio de siglo, después de la cual no volvió
a recuperar la "época dorada" del último tercio del siglo xix —por
ejemplo, en 1920 el número de logias de Barcelona no sobrepasaba la
docena—.
Reinado constitucional de Alfonso XIII y Dictadura de Primo de Rivera
(1902-1930)
Mausoleo masónico de los vizcondes de Llanteno en Madrid (construido
en 1910).
La masonería no fue en absoluto ajena a los conflictos políticos que se
vivieron en España en las primeras décadas del siglo xx.
Tal vez el que más repercusiones tuvo en su organización fue el de la
"cuestión regional", en la que se enfrentaban dos concepciones del Estado
español: una centralista y otra separatista.
Así el Gran Oriente Español defendía un modelo centralizado con sede en
Madrid, mientras que la Gran Logia Simbólica Regional Catalano Balear era
partidaria del nacionalismo, lo que le llevó a operar en toda España a
partir de 1921 bajo el nuevo nombre de Gran Logia Española, amenazando así
la hegemonía que hasta entonces tenía el Gran Oriente Español.
El modelo que quería seguir la Gran Logia Española era el de la masonería
de Estados Unidos, por lo que se propuso crear una Gran Logia
independiente en cada región o nacionalidad ibérica (que incluía a
Portugal).
La respuesta del Gran Oriente Español fue dotarse dos años después, a
propuesta de las logias catalanas, de una estructura similar. Su
organización en Cataluña, por ejemplo, pasó a llamarse Gran Logia del
Nordeste de España.
Por otro lado, en este primer tercio del siglo xx, las logias dejaron de
ser un lugar exclusivo de las "clases medias" al irse incorporando la
clase obrera, aunque fue minoritaria. Los pioneros fueron algunos
anarquistas catalanes que desde finales del XIX se habían integrado en las
sociedades masónicas, como algunos dirigentes de la FTRE, entre los que
destacó Anselmo Lorenzo, que desde 1883 mantuvo una intensa actividad en
la logia barcelonesa Hijos del Trabajo y después llegó a ser Maestro
Venerable y Orador de la logia Lealtad.
Sin embargo, tras el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia,
la III Internacional creada por los dirigentes bolcheviques prohibió en
1921 la pertenencia a la masonería a los miembros de los partidos que se
integraran en ella, al considerarla una institución "burguesa".
Ese mismo año las logias catalanas Lealtad (a la que se incorporó al año
siguiente Luís Companys) y Fénix, integradas en el Gran Oriente Español,
editaron un folleto (firmado por Manuel Portela Valladares) condenando a
la III Internacional.
En Madrid se celebraba la VI Asamblea Nacional Simbólica (mayo de 1927),
durante ese tiempo el Gran Oriente Español siguió siendo hegemónico, pues
contaba con más de cien logias, aunque la Gran Logia Española sobrepasaba
las cincuenta.
Segunda República Española (1931-1936)
La proclamación de la Segunda República Española abrió una nueva etapa en
la historia de la masonería española. Es cierto que en las Cortes
Constituyentes de 1931 hubo una importante presencia de diputados que eran
miembros de alguna logia masónica aunque no eran mayoría: exactamente,
según Ferrer Benimeli, 183 de un total de 458.
Se encontraban principalmente en los grupos parlamentarios republicanos
de izquierda
(en Esquerra Republicana de Cataluña, 10 diputados de 26 eran masones; en
Acción Republicana, 19 de 28; en el Partido Radical-Socialista, 34 de 54;
en los federales de diversas tendencias, 48 de 89) y en el grupo del
Partido Socialista Obrero Español (con 44 de 119).
En el Gobierno Provisional de la Segunda República Española seis de los
once ministros eran masones.
Guerra Civil y Franquismo (1936-1975)
Templo Masónico de Santa Cruz de Tenerife, uno de los pocos templos
masónicos que sobrevivieron al Franquismo en España.
Durante la guerra civil española los masones fueron perseguidos en la zona
sublevada, y cuando acabó la guerra habían sido desmanteladas todas las
logias.
En 1940 Franco promulgó la Ley para la Represión de la Masonería y el
Comunismo . En virtud de esa ley se creó el Tribunal Especial para la
Represión de la Masonería y del Comunismo, que actuó hasta 1963.
La masonería española durante el franquismo solo existió en el
exilio. El gran maestre del Gran Oriente Español era Antonio de Villar
Massó, quien junto a otros masones españoles exiliados, como Joan Bertran
Deu, habían sido acogidos por el Gran Oriente de Francia.
Transición democrática (1975-1982)
Tras la aprobación de la Constitución de 1978, la masonería fue legalizada
en España el 19 de mayo de 1979 por una sentencia de la Sala de lo
Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional, que anuló una
resolución de la Dirección General de Política Interior del 7 de febrero
de ese mismo año que había declarado ilegal a la Asociación Grande Oriente
Español (Masonería Española Simbólica Regular).
El motivo de la anulación de la resolución fue que «la Dirección General
de Política Interior, al declarar ilegal la Masonería Española Simbólica
Regular, se excedió en la restringida habilitación legal que la
Constitución confiere a la autoridad gubernativa» «y menos para llevar a
cabo un juicio de las verdaderas y supuestas ocultas intenciones de los
que promueven su creación». La Audiencia Nacional basó su sentencia en el
libre derecho de asociación, reconocido y amparado en la Constitución.
La masonería en la actualidad
El panorama actual de organizaciones masónicas en España es plural con
presencia de diversas corrientes de regularidad masónica.
En este sentido podemos encontrar hoy en España, dentro de las
organizaciones existentes, distintos tipos de logias: liberales,
conservadoras, tradicionales, laicas, deístas, esotéricas, de ámbito
regional, nacional o internacional, así como masculinas, mixtas y
femeninas.
En 1979 reanuda sus trabajos la Federación Española de la Orden Masónica
Mixta Internacional Le Droit Humain - El Derecho Humano que continúa los
trabajos interrumpidos en 1938 aunque, como otras instituciones y
organizaciones españolas tras la Guerra Civil, mantuvo la luz encendida en
el exilio. Le Droit Humain es la primera y más antigua Orden masónica
mixta, en estos momentos se extiende por más de cincuenta países. En 1980
y 1981 se fundaron la Gran Logia Simbólica Española y la Gran Logia de
España, respectivamente.
Tiempo después nace La Gran Logia Federal de España, siendo esta junto con
la Gran Logia de España los únicos Grandes Orientes “regulares” españoles,
aunque solo la Gran Logia de España es reconocida por el resto de Grandes
Logia regulares del mundo.
Se suman a estas el Gran Oriente Femenino de España y la Gran Logia
Femenina de España, en el marco de la masonería femenina, así como otras
de implantación regional, como la Gran Logia de Canarias, la Gran Logia de
Cataluña y el Gran Oriente de Cataluña.
En España están presentes también organizaciones masónicas de carácter
internacional, como el Gran Oriente de Francia. Asimismo existen logias de
otras organizaciones masónicas, como la Gran Logia de Francia o la Gran
Logia Tradicional y Simbólica entre otras.
De igual modo, en el año 2001, se crea el Grande Oriente Ibérico,
obediencia liberal que, al igual que la Gran Logia Simbólica de España,
acoge a talleres masculinos, femeninos y mixtos y que trabaja
mayoritariamente en el Rito Francés tanto en la península ibérica como en
México y Francia. En 2010 contaba con trece logias, una de ellas en la
ciudad de México y dos en París.
En 2007 surgió la Gran Logia Ibérica Unida, obediencia que se sitúa dentro
de la regularidad tradicional y no adscrita al marco de "reconocimiento"
de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
En 2011 la Gran Logia de España (la agrupación masónica más importante de
España, pues congrega a casi 3.000 de los 3.600 masones que se calcula que
viven en el país, la mayoría de ellos españoles, aunque también hay
británicos y franceses) publicó el primer Barómetro Masónico, en el que
ofrecía un retrato de cómo son y qué les preocupa a los miembros de este
colectivo.
3. Principales símbolos de la Barcelona Masónica
Farolas de Paseo Luís Companys, Barcelona
Pese a no ser una sociedad del todo secreta tal como hemos indicado, han
sido largamente perseguidos por su carácter místico y por ir en contra de
toda muestra política y religiosa (está prohibido abordar estos temas en
sus reuniones). Esto les ha llevado a desarrollar un lenguaje de signos y
símbolos propio que marcaban discretamente en edificios y otros lugares
para dejar constancia de sus pensamientos libertarios o del uso de ese
lugar para sus reuniones.
Son símbolos muy numerosos y cargados de significado, pero los principales
que nos encontramos en esta ruta son:El triángulo: representante del
equilibrio máximo.
Heredera de la Santísima Trinidad, significa los tres grados en los que se
divide una logia: maestro, compañero y aprendiz; a la par que los tres
principios básicos: rectitud, metodología y ley (en la francmasónica
también libertad, igualdad y fraternidad).
La llana y los ladrillos:
símbolos heredados del pasado como gremio constructor, significan la
perfección con la que la logia debe esforzarse para crear un mundo mejor
basado en la benevolencia. Con estas herramientas deben construir los
cimientos de la solidaridad entre hermanos.
La regla de 24 pulgadas:
representa la rectitud del tiempo y recuerda la practica de no
malgastarlo. Según la logia, 8 horas se deben dedicar al ocio y descansar,
8 a trabajar y 8 a meditar.
Regla Masónica de 24 pulgadas
El compás: símbolo de la
medida y la justicia. Muestra dualidad (las dos puntas) y la unión (su
eje).
La escuadra: otro de los
elementos que aporta rectitud y firmeza, simbolizando el macrocosmos y el
microcosmos, enfrentado a cualquier escritura sagrada.
El nº 33: tal como hemos
visto, pese al rechazo a la religión, mucha de su simbología es
hereditaria de éstas. Es el caso de las referencias al nº 33, máximo nivel
de aspiración masónica.
Escuadra y Compás Masónico
El nº 7: de forma menor que
el 33, el 7 también es venerado por los masones al asemejarse su forma al
de la llave mágica, aquella que abre todas las puertas del conocimiento
La estrella de cinco y seis puntas:
es un símbolo pre-medieval, que ya se daba como elemento icónico en las
construcciones que imitaban al Templo de Salomón (la que se cree primera
construcción masónica y génesis de sus estándares).
La estrella de cinco puntas representa el microcosmos, el ser
individualizado, mientras que la de seis puntas, el macrocosmos, el
universo como centro de todo.
Las acacias: es la representación vegetal por excelencia de los
masones, al representar la presencia del gran maestre. La razón es que la
acacia, al ser espinosa, simboliza las penas que el iniciado debe pasar
hasta llegar al nivel de Maestro Perfecto.
Debido a la Extraordinaria Riqueza Monumental de nuestra ruta ,vamos a
Subdividirla en Dos Partes
7. Biblioteca Arús
Biblioteca Arús, Barcelona
Solo nos hace falta mirar hacia el lado montaña y caminar recto para
dirigirnos al número 20 del Passeig de Sant Joan, momento álgido de la
ruta ya que nos encontramos ante un auténtico templo de la masonería en
Barcelona: la biblioteca Arús.
Tal es la importancia del lugar para los masones que, una vez ingresas
como miembro, te regalan el carnet de esta biblioteca como rito
iniciático. El motivo es que estamos ante la casa de Rossend Arús, Gran
Maestro de la Gran Logia Regional Catalana Balear (dentro de la masonería
tienen sus propias «liguillas») y uno de los más importantes difusores de
la cultura masónica, hasta el punto de crearse bajo su dirección y
mecenazgo El Diccionario Enciclopédico de la Masonería, obra capital del
estudio de la logia.
Tras su muerte, legó a la comunidad su casa para que se convirtiera en
biblioteca especializada en masonería, anarquismo y movimientos sociales,
siendo aún a día de hoy, el espacio más completo de divulgación de estas
tres materias.
Como impronta masónica, aparecen de nuevo las acacias, pero este detalle
deja de importar al momento que descubrimos el elemento más destacable de
su interior y también de los más curiosos de Barcelona: una reproducción
de dos metros de la Estatua de la Libertad. ¿Qué hace allí? Para dar
respuesta solo tenemos que recordar que este símbolo de Nueva York, fue un
regalo de Francia en el centenario de su Revolución, la cual se llevó a
cabo bajo las reclamas de «liberté, egalité et fraternité».
Una réplica de la Estatua de la Libertad recibe a los visitantes de la
Biblioteca Pública Arús en lo alto de una imponente escalinata.
Es el primer hito de una ruta iniciática por los símbolos y los lugares
relacionados con la masonería.
La biblioteca fue una donación a la ciudad del dramaturgo y periodista
catalán Rossend Arús, el gran impulsor de la masonería en Cataluña a
mediados del siglo xix, que dejó establecido en su testamento que su
residencia se dedicara a este fin para formar a la clase obrera.
Masonería y movimiento obrero son sus dos grandes
especialidades.
La orden de incautación de la policía franquista no se ejecutó nunca. La
biblioteca simplemente fue cerrada y alguien, que debía de ser muy
influyente, veló por que no sufriera ningún daño hasta que se reabrió a
mediados de la década de los años sesenta.
En esta ruta uno ya puede impregnarse de la atmósfera de los misterios de
la sociedad secreta –o discreta, como prefieren calificarla los masones–,
además de consultar centenares de libros y documentos e, incluso,
enterarse de que los colores del Barça pueden tener origen en una logia,
Avant, a la que pertenecían el mismo Arús y el suizo Emili Gaissert, un
pariente que alojó a Joan Gamper.
8. Arco del Triunfo
Arco del Triunfo, Barcelona
Tras esta breve entrada en el barrio del Born, volvemos a
encaminarnos para encarar el Arc de Triomf, que supone nuestra
siguiente parada. Nos encontramos ante una obra que, a pesar de contar
con multitud de detalles, los típicos de la logia masónica no se
encuentran entre ellos. Aquí el elemento masónico es más conceptual que
explícito.
Esto se debe a que estamos ante el primer Arco del Triunfo que no se
alzó como recuerdo a una batalla ganada, tal como ocurre con el de París
o Roma. Aquí, la victoria es de las artes y la cultura, un principio muy
masónico como los arquitectos que estaban detrás de su construcción (tal
como hemos avanzado, la Exposición del 88 fue un hervidero para que los
francmasones, en pleno auge, exhibieran sus valores).
Arco del Triunfo, Barcelona
El verdadero triunfo por tanto era el de los ideales que los masones
promulgaban: entrabas a la exposición y todo lo que te rodeaba rezumaba
logia: valores como la hospitalidad y hermandad, el fomento de la
industria, la agricultura y el comercio como pilares de la economía, una
ciudad que respiraba ciencia, arte y cultura, y que gracias a Falqués,
el horizonte hacia ella venía dibujado con escuadra y compás.
9. Cascada Monumental en el Parque de la Ciudadela
Cascada Monumental en el Parque de la Ciudadela, Barcelona
Tomamos el paseo del Born hacia el bellísimo Mercat. bordeándolo
llegaremos al paseo Picasso y con él, al parque de la Ciutadella.
Con calma nos dirigimos hacia su extremo nordeste, donde se encuentra su
afamada y emblemática cascada monumental, no sin antes disfrutar de
estos bellos jardines que los barceloneses no solo celebran por ser uno
de sus pulmones verdes más reconocibles, sino también por construirse en
los terrenos que dejó liberados el derribo de la terrible fortaleza de
Felipe V (otro saludito…).
La cascada se comenzó a construir en 1875 con la idea de estar lista
para la gran Exposición de 1888 bajo la dirección de Josep Fontsere
(reconocido masón) el cuál, aprovechó la ocasión para llenarla de sutil
simbología con la ayuda de su joven delineante en prácticas: Antoni
Gaudí. Esta simbología venía ya plasmada desde los mismos planos,
concibiéndose una cascada de 70 metros de base con 7 saltos (ya estamos
a vueltas con el 7…) en forma semicircular con orientación este – oeste
(en referencia al trayecto del sol, como mandan los preceptos de… ya
sabéis quienes).
La obra se completa con otros ornamentos para la ocasión en la zona
contigua como los dedicados al escritor Buenaventura Aribau, en cuyo
busto aparece de nuevo la acacia y la estrella de 5 puntas (esta gente
otra cosa no, pero iconografía tenían para cubrir la torre Mapfre
entera).
¿Fue Gaudí masón?
Es una teoría muy debatida, sobre todo porque su obra está repleta de
simbología oculta. Pero su fervorosa religiosidad, el hecho de que esta
simbología sea más mitológica que masona, y que no se le conozca
pertenencia a logia como sí a sus compañeros Falqués, Domènech y a
coetáneos como Andreu Nin, Pi i Margall o Ferrer i Guàrdia, siembran
demasiadas dudas como para haceros desviaros hasta la Sagrada Familia,
que queda lejos.
Paseo de Sant Joan abajo y cruzando el Arco de Triunfo y el Salón de Luís
Companys –el presidente de la Generalitat fue, por cierto, masón–, se
llega al parque de la Ciutadella, donde en la esquina con el paseo de
Picasso se halla el actual Museo de Ciencias Naturales, edificio también
conocido como
Castillo de los Tres Dragones.
10. Castillo de los Tres Dragones
Castillo de los Tres Dragones, Barcelona
No salimos del Parc de la Ciutadella pero sí cambiamos el rumbo hacia su
esquina noroeste, donde nos encontramos con un edificio de ladrillo
visto que simula un castillo de planta cuadrada. Se trata del Castell
dels Tres Dragons, edificio del arquitecto Domènech i Montaner levantado
entre 1887 y 1888 como café-restaurante, también para la Exposición
Universal de Barcelona de 1888.
Además de la conocida pertenencia también de Domenech i Montaner a
cierto club que nos va a hacer recorrer todo el centro de Barcelona,
encontramos el sellito masónico de turno en uno de los plafones
cerámicos que decoran el friso bajo las almenas.
Castillo de los Tres Dragones, Barcelona
Allí apreciamos una estrella de mar (que se asemeja a la estrella de
cinco puntas) en cuyo interior aparece la letra G en mayúscula. ¿Qué nos
quieren decir nuestros amigos iconofílicos con esta inicial? Hace
referencia a ‘GADU’, siglas que esconden la denominación del Gran
Arquitecto Del Universo, nombre con el que es designado a su Dios
(escapaban de la religión, pero eso no quiere decir que no tuvieran sus
propios preceptos teológicos).
Fue diseñado por Lluís Domènech i Montaner como restaurante de la
Exposición Universal de 1888. Su perímetro superior está rodeado de unas
piezas de cerámica donde aparecen dibujadas especies animales.
Una de ellas es
una estrella de mar de cinco patas que en el centro tiene algo parecido
a una G.
Puede ser casualidad, pero una estrella de cinco puntas con una G en su
interior es uno de los símbolos más importantes de la masonería. La G
representa el origen, el génesis, la geometría, a Dios, God en inglés.
Milicia y gastronomía
Cerca de la Ciutadella está la calle del Comerç, y antes de llegar al Born
encontramos el cuartel construido en el siglo xviii en el espacio del
antiguo Convento de San Agustín, edificio que hoy aloja el
centro cívico de Ciutat Vella, el Archivo Fotográfico de Barcelona y el
Museo del Chocolate.
Pues bien, sobre dos de las tres puertas de la calle del Comerç se puede
ver el símbolo masónico más conocido, una escuadra y un compás, lo
que hace pensar que en el edificio quizás hubo una logia, bien cuando lo
ocupó el ejército de Napoleón o más tarde cuando fue la sede de la
Academia Militar de Matemáticas.
En la tercera puerta no hay ningún símbolo, pero se ve claramente que lo
eliminaron: seguramente los militares franquistas se debieron de cansar
antes de acabar el trabajo y dejaron las otras dos puertas intactas.
11. Antiguo Convento de San Agustín
Antiguo Convento de San Agustín, Barcelona
Este edificio es relevante para el motivo de nuestra ruta porque su
adhesión a la causa masónica no fue producto de un seguidor de ésta,
sino directamente de quienes se encargaron de introducirla en el país:
los francmasones.
Esto se debe a que el convento fue invadido durante las Guerras
Napoleónicas por las tropas francesas, al mando de José Bonaparte en
1808 ya como rey de España (nuestro Pepe Botella).
Este rey ilegítimo (que no es que viniera a sustituir a uno mejor… de
aquellos lodos estos fangos) era Gran Maestre de la Masonería
Francesa, por lo que no es de extrañar que sus ejércitos quisieran dejar
rastro de su paso, como ocurrió al colocar en las tres puertas de
entrada la escuadra y el compás.
Estas escuadras y compases no están colocados de forma idéntica. En la
puerta derecha la escuadra se encuentra girada 90º grados hacia la
derecha, lo que nos hace pensar que en la puerta izquierda sucedía la
misma inversión hacia la izquierda.
Antiguo Convento de San Agustín, Barcelona
Decimos «nos hace pensar» puesto que la puerta que hoy ocupa la entrada
al Museo del Chocolate carece de sus símbolos, debido a que en los años
60 el franquismo, los retiró
También encontramos las letras F y M en la puerta principal, iniciales
de Franco Masonería.
12. Santa María del Mar
Santa María del Mar, Barcelona
Una vez hemos disfrutado del arroz parellada que da fama al 7 portes,
solo tenemos que continuar recto por Pla de Palau para sumergirnos por
las callejuelas del Born (incluso tener la experiencia de atravesar
la calle más pequeña de Barcelona). Al poco nos encontraremos de
bruces con la imponente Catedral del Mar.
Debemos confesar que más allá de la realidad que los gremios
constructores fueron quienes originaron la logia tal como hoy en día
se le conoce en Barcelona, no hay mayor relación directa entre Santa
María del Mar y los masones.
Santa María del Mar, Barcelona
Pero aprovechando que el «Pisuerga pasa por Valladolid», queremos que
visitéis una de las vidrieras más afamadas del monumento: aquella en
la que aparece el escudo del Barça (por no haceros ir al Camp Nou, que
queda bien lejos de aquí).
Cómo ha llegado ese escudo aquí da para otra historia (spoiler: el
F.C. Barcelona financió parte de la reconstrucción ), pero es la
excusa perfecta no solo para integrar esta espectacular iglesia gótica
en la ruta, sino para contaros cómo el blaugrana llegó a ser los
colores del Barcelona, que como no podría ser de otra forma, tiene
razones masónicas.
El mandil de maestro se distinguía del de aprendiz, que era blanco,
por los colores azul y grana que los decora. La importancia del mandil
en la logia residía en que era todo un símbolo de los orígenes, ya que
era fundamental su uso para que los constructores protegieran su
cuerpo de potenciales daños al picar o trabajar la piedra.
Hasta aquí podría ser todo una casualidad, pero resulta que existe una
conexión entre Rossend Arús (cuyo papel fundamental en el conocimiento
de la logia en Barcelona, descubriremos más adelante) y Joan Gamper,
el fundador del F.C. Barcelona.
Esta conexión es un pariente de Gamper, que era discípulo de Arús y
participó directamente en la fundación del club. ¿Otra simple
casualidad? Puede, pero dada la fecha de fundación y los enlaces todo
apunta a que puede existir esta conexión… ¡así que no estropees una
bonita historia con dudas y disfruta de las vidrieras!
Santa María del Mar, Barcelona
Desde aquí podemos dirigirnos a la calle de Avinyó. Llegados al número 27, buscamos el timbre de la Gran Logia Simbólica Española (GLSE), la segunda organización masónica más importante del
país.
Tanto si tenemos cita previa como si convencemos a la persona que haya
en ese momento, podremos visitar el templo y el resto de las
instalaciones. También podemos intentar que nos reciban otras
organizaciones: la Gran Logia de España (Gran Vía, 617), la Gran Logia Femenina de
España (Josep Estivill, 32) y el Gran Orient de Catalunya (Mallorca,
125).
Ahora volvemos hacia el Born y Santa María del Mar para acabar en el paseo
de Isabel II, donde se encuentran los conocidos
Porticos de Xifré.
13. Pórticos de Xifré
Pórticos de Xifré, Barcelona
Para nuestra segunda parada abandonamos la Barceloneta a través de la
plaza de Pau Vila, frente al Palau de Mar, dirigiéndonos hacia Pla de
Palau. A mano izquierda nos encontraremos un edificio en piedra muy
característico por sus pórticos. Estamos ante els Porxos d’en
Xifré. Este edificio es toda una oda masónica, repleto de detalles
decorativos que nos anuncia a gritos la suscripción a la logia de su
creador, el indiano Josep Xifré.
Las crónicas de Thot: La casa Xifré
Conocido por su posición alejada a todo pensamiento teológico, Xifré
quiso plasmar en su edificio distinta simbología alegórica del
pensamiento masón, como se aprecia notablemente en el frontispicio, en
el que podemos leer:
“Uranie coeli motus scrutatus et astra” (Urania está siempre atenta del
movimiento del cielo y las estrellas). Urania (diosa griega de la
astronomía y astrología) se la representa con el compás, que una de las
figuras que lo decora, sujeta en sus manos.
Por si uno de los símbolos por excelencia del imaginario masón no fuera
suficiente, vemos como en el reloj solo se representan los números uno,
dos, tres, seis, nueve y doce, que sumados dan 33…
El edificio lo financió Josep Xifré, indiano que hizo fortuna en América.
Aunque muchos quieren ver abundantes elementos masónicos en la fachada,
seguramente tienen más relación con la mitología del mar y el
Zodiaco.
Donde sí encontramos rastros masónicos es en el conocido
Restaurante Set Portes de los bajos.
14. Restaurante 7 Puertas
Restaurante 7 Puertas, Barcelona
No nos tenemos que ir muy lejos de los Porxos d’en Xifré para dar con la
tercera parada de la ruta masónica en Barcelona. Concretamente ni nos
moveremos del lugar, ya que en la esquina de este edificio con Pla de
Palau nos encontramos con el centenario restaurante 7 Portes.
Promulgado por el propio Xifré (se cree que precisamente como punto de
reunión de la logia al que pertenecía) abrió sus puertas en el año 1836
a cargo del comerciante catalán Josep Cuyás.
Solo basta con mirar su solería para ratificar su condición de punto de
reunión masón, al ser la típica de tablero de ajedrez que indica lugar
simbólico para la logia, al que le sigue el uso del 7 en su
denominación. Otros elementos decorativos como las hojas de acacia, que
simboliza la inmortalidad y designa al maese masón, no hacen más que
justificar la presencia de este emblemático local en la ruta masónica.
Dicen que el primer propietario, Josep Cuyàs, era masón, y de hecho el
local lo frecuentaban muchos masones durante el siglo xix.
El suelo en forma de tablero de ajedrez, como el de
las logias, y las hojas de acacia –otro de los símbolos de los
maestros masones– por todo el restaurante hacen pensar que en el
establecimiento tenían lugar actividades mucho más secretas que servir
cafés y platos de cocina.
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