Una Ruta por las Villas Medievales de Navarra : De Ujué a Los Arcos
Palacio Real de Olite, Navarra
Ujué, Navarra
Cerco de Artajona, Navarra
Tafalla, Navarra
Estella, Navarra
Puente la Reina, Navarra
Los Arcos, Navarra
Visitar la Zona Media de Navarra es como pasear por un libro de historia. A
cada paso salen al encuentro fortalezas, palacios y castillos que relatan su
importancia estratégica en la Edad Media. En cada página se descubren
iglesias, monasterios y pueblos nacidos en torno al Camino de
Santiago.
Así, en Puente la Reina confluyen las dos vías del Camino Francés
procedentes de Roncesvalles y Sangüesa.
La Navarra Media es tierra de fortalezas y castillos construidos por los
reyes navarros frente a los árabes y otras monarquías. Aquí descansan
pueblos medievales, yacimientos romanos, dólmenes prehistóricos y un sin fin
de monumentos a través de los cuales el visitante puede adentrarse a la
historia del Reyno, conocer sus gentes y degustar la gastronomía típica del
lugar en un ambiente acogedor y festivo.
La Zona Media de Navarra, lugar de transición entre los Pirineos y la ribera
del Ebro, encrucijada de caminos, también recogió muestras de ese fenómeno.
Un legado, que sin duda hubiera sido distinto, de no ser por la influencia
del Camino de Santiago.
Es en Navarra, donde se unifican las diferentes vías del Camino,
convirtiéndose en una sola, a partir de Puente la Reina. También es loable
la actitud que tuvieron los monarcas navarros en lo referente al Camino. Eso
se puede ver a través de las donaciones y de las distiantas construcciones,
civiles y religiosas, que realizaron para suerte de los antiguos peregrinos
y de los actuales visitantes de Navarra.
Pero no solo se nos acerca el románico, sino también el gótico en todo su
esplendor, tanto en edificios civiles como eclesiásticos. La Navarra Media,
“el corazón del Reyno”, alberga joyas como el Castillo de Olite, el cerco
medieval de Artajona, la iglesia-fortaleza de Ujué, y otros muchos que te
invitamos a descubrir y conocer.
Conociendo la Navarra Media se puede comprobar la importancia del Corazón
del Reyno a la hora de vertebrar Navarra y atenuar los contrastes entre el
norte y el sur.
La Zona Media de Navarra se erige como punto de encuentro donde confluyen
culturas, tradiciones, paisajes e historias. Una diversidad que no podrás
olvidar.
Ujué es un pequeño pueblo medieval lleno de encanto, situado en la zona
media oriental de Navarra, a 53 Km de Pamplona y 20 Km de Tafalla.
2. Algo de Historia Medieval sobre el Reyno de Navarra
Romanización
Los primeros contactos de vascones y romanos pueden situarse en el siglo
II A.C. La intensidad de los contactos aumenta durante las Guerras
Sertorianas, Pompeyo se retira a estas tierras como retaguardia, lo que
indica la confianza en su control, y funda Pompaelo (en el alto que
actualmente ocupa la catedral) en 79 A.C., junto a un asentamiento
indígena (en el alto que hoy ocupa el archivo de Navarra que en la edad
media se conoció como Burgo de San Miguel).
La construcción de calzadas, como Ab Asturica Burdigalam de Burdeos a
Astorga, el establecimiento de pesos y medidas, y en general, el orden
romano, fomentó el comercio.
El hecho de emitir moneda, no frecuente en la península, denota la
existencia de una civitas, que en el derecho romano da idea de una unidad
organizada autónoma. En agricultura se inició el cultivo de la vid y el
olivo y se implantaron nuevas tecnologías como el arado romano.
En general la romanización fue intensa como lo acreditan los vestigios
arqueológicos de Pamplona, Andelos, Liédena, Santacara, Arellano, Santa
Cruz y otros, denotando el nivel de integración cultural y, en muchos
casos, la prosperidad económica.
No hay noticias de conflicto en el contacto de ambas culturas, a
diferencia de lo ocurrido con otros grupos étnicos. Los quinientos años de
romanización supusieron un gran desarrollo, expansión geográfica,
demográfica y económica.
Visigodos
Históricamente se relaciona a los vascones con el fenómeno de los
bagaudas.
Los bagaudas son descritos por los hispanorromanos, en el siglo V, como
bandoleros y saqueadores a lo largo del valle del Ebro. Fueron combatidos
por el general romano Asturius en 441 y 442 en tierras de aracelitanos,
saquearon Turiassone (Tarazona) y asesinaron al obispo en 449; en 455 el
rey suevo Requiario realizó un ataque contra bagaudas y Federico, hermano
del rey godo Teodorico, los derrotó en 456.
Los reyes visigodos emprendieron campañas contra los
bagaudas: Recaredo (590–601), Gundemaro (610–612), Suintila (621),
Recesvinto (653), Wamba (672) y Rodrigo (710), que se mencionan, entre
otras crónicas, en las de Isidoro de Sevilla.
La estrategia de dominación visigoda creó una línea de fortificaciones
como Fitero, Olite (Oligito fundada por Suintila como "civitas gothorum"),
Pamplona y Vitoria, defendidas militarmente y legitimadas en el
cristianismo episcopal.
Pamplona fue sede episcopal de la iglesia visigoda, el obispo Liliolo
suscribe las actas del III Concilio de Toledo en 589. El texto De laude
Pampilone se corresponde a este periodo de fortificación visigoda en
tierra de bárbaros.
Están documentadas necrópolis visigodas en Pamplona, siempre en
extramuros, en la zona de la calle Leyre, excavada a finales del siglo XIX
por Iturralde y Suit, en la Plaza del Castillo, excavadas durante las
obras del aparcamiento, y en el solar de la Casa del Condestable,
excavadas en las recientes obras de rehabilitación.
El carácter episcopal de Pamplona durará toda la Edad Media.
Invasión musulmana de la península ibérica en el siglo VIII
El rey de los visigodos, Roderico, estaba en tierras de Pamplona cuando
recibió la noticia del desembarco en Algeciras. Durante el invierno de
713 los ejércitos califales alcanzaron el valle medio del Ebro, que se
encontraba gobernado por el Conde Casio; este pactó someterse al califa
Omeya y convertirse al islam a cambio de mantener su poder en la región,
consiguiendo así continuar señoreando esa zona del valle del Ebro y
prolongando este poder entre los de su estirpe (los Banu Qasi), que,
durante generaciones, afirmarán su poder en el sur del actual territorio
navarro, aliándose con los Arista en diversas ocasiones en contra del
poder central del emirato cordobés, o del afán expansionista del Imperio
carolingio.
Los Banu Qasi, desempeñarán el gobierno de la cuenca del Ebro como
frontera norte del Califato de Córdoba. Su centro geográfico estaba en
Calahorra; pertenecían a una estirpe de señores locales romanizados.
Mantenían estrechas relaciones, incluso de parentesco con los Íñigos de
Pamplona. Casan en 784 a Musa ibn Fortún con Onneca, viuda de Íñigo
Jiménez y madre de Íñigo Íñiguez, que más tarde sería el primer rey de
Pamplona . Hasta el año 1000 su poder se extendió hasta Zaragoza y Huesca.
Fueron los fundadores de Tudela.
Pamplona fue finalmente ocupada, tras oponer resistencia, en torno a 718 y
obligada a pagar tributo a los gobernadores musulmanes; a cambio
conservaron heredades, tradiciones jurídicas, culturales y religiosas, e
incluso, con el mantenimiento de sus propias autoridades locales. Esta
situación fue inestable y en periodos sucesivos se vio a Pamplona pagando
tributo, siendo gobernada por carolingios como Velasco, o simplemente sin
poder reconocido.
Los condados de la Marca Hispánica.
La derrota musulmana en la batalla de Poitiers en 732 frente a los francos
de Carlos Martel debilitó la posición musulmana, pero el valí Uqba
recondujo la situación instalando una guarnición militar en la ciudad de
Pamplona entre 734 y 741.
El Imperio carolingio organizó el territorio ganado a los musulmanes, al
sur de los Pirineos, en la Marca Hispánica como frontera político-militar,
mediante guarniciones militares que se extendían de Pamplona a
Barcelona.
Pronto los condados occidentales alcanzan gran independencia y mantienen
relaciones equidistantes con el Imperio y el Califato.
Carlomagno aprovechó la rebelión del valí de Zaragoza o Saraqusta para
intervenir en la Península y apoyar a Sulaymán al-Arabi, que pretendía
alzarse como emir de Córdoba con el apoyo de los francos, a cambio de
entregar la plaza de Saraqusta. Atravesó con su ejército el territorio
y Pamplona le recibió capitulando.
Al llegar a las puertas de Zaragoza, un cambio de alianzas entre
musulmanes, negó la entrada al ejército carolingio a la ciudad, y los
francos le pusieron cerco. Por la complejidad que suponía un largo asedio
a una plaza fortificada, con un ejército alejado de su centro logístico y
dado que llegaron noticias de la sublevación de los sajones, Carlomagno
desistió. En la retirada, al pasar por Pamplona destruyó sus murallas y la
ciudad.
Muerte de Roldán, en las Grandes Crónicas de Francia, hacia
1455-1460.
El 15 de agosto de 778, entre el collado de Ibañeta y la hondonada de
Valcarlos el ejército imperial sufrió una emboscada por partidas de
pamploneses y calagurritanos, de su retaguardia, en la denominada batalla
de Roncesvalles.
La acción provocó un descalabro general de esa parte del ejército, mandada
por Roldán, sobrino del Emperador, que murió en la batalla.
Siglos después la Chanson de Roland, inmortalizó el evento. La
independencia de los condados occidentales respecto del Imperio Carolingio
se decidió en el fracaso de la toma de Saraqusta.
Reino de Pamplona / Reino de Navarra
Los Íñigos de Pamplona afianzaron su poder en una ciudad sin control
extranjero estable y con el apoyo indirecto de los Banu Qasi, ya que,
encargados de la frontera norte del Califato nunca emprendieron una
conquista sistemática de Navarra. La derrota Carolingia en la batalla de
Roncesvalles por la alianza de Ínigos y Banu Qasi acabó con la amenaza del
Imperio sobre el naciente reino.
Hacia el año 900-1000 desaparece el poder Banu Qasi y también el de los
Íñigos de Pamplona. A partir de ese momento comienza la conquista de los
territorios musulmanes y las campañas de castigo por parte del Califato de
Córdoba como las realizadas en 911 por Al-Tawil desde Huesca, en 920 por
Abd Al-Rahman III (campaña de Muez), en 924 Abd Al-Rahman III (campaña de
Pamplona), en 937 Abd Al-Rahman III y en 998 y 1002 Almanzor.
Es a principios del siglo XI cuando aparecen en Navarra las primeras
manifestaciones del románico, como el Monasterio de Leyre o Eunate, entre
otros muchos. El arte románico, que se puede considerar como un de los
fenómenos culturales más importantes de la Edad Media.
Dinastía Íñiga
La estirpe de los Íñigos estaba territorialmente vinculada a Pamplona,
zona donde desde antiguo mantenía relaciones de poder
Iñigo (810-851) es considerado como primer monarca. La identidad
propia del reino nace entre tinieblas que nunca se lograrán despejar
totalmente, en las crónicas musulmanas aparece como señor, conde o
príncipe considerándolo como tributario del emir cordobés.
La dinastía solo cuenta con tres miembros; a Arista le sucedió García
Íñiguez (851-882) que en 859 es secuestrado por los normandos y liberado
tras pagar un rescate; en 860 es derrotado por el emir Muhammad I y debe
entregar a su hijo Fortún Garcés, quien es llevado a Córdoba para ser
educado. En 882 Fortún Garcés sucede a su padre como rey de Pamplona.
En 905 Sancho Garcés I se alzó como rey de Pamplona (surrexit rex in
Pampilona) destronando al último Íñigo y cambiando de dinastía, como
consecuencia de una conspiración .
El periodo de los Íñigos fue el del germen de la nación y su principal
logro consistió en la resistencia y consolidación del nuevo reino.
Desde el reino Astur-Leonés venía una nueva forma de pensar más militante
y de reconquista que no coincidía plenamente con la actitud Íñiga de
contemporización con los musulmanes, ni con la superficial cristianización
que representaban.
Dinastía Jimena
Finalizada en el 905 la dinastía Íñiga con el destronamiento de Fortún
Garcés, se inicia la dinastía Jimena con el reinado de Sancho Garcés I, la
dinastía continuaría con su hijo García Sánchez I.
Sancho Garcés II de Navarra (970–994), es el primero del que existe
constancia escrita de que se denominara "Rey de Navarra" con motivo de la
donación de la villa de Alastué hecha por el rey de Pamplona al monasterio
de San Juan de la Peña en 987:
Sancho II.Codex Vigilanus
"reinando Yo, D. Sancho, rey de Navarra, en Aragón, en Nájera y hasta
Montes de Oca ..."
En su etapa de mayor expansión territorial, durante el reinado de Sancho
Garcés III el Mayor (1000–1035), el reino ocupaba casi todo el tercio
norte peninsular, desde Astorga a Ribagorza; incluyendo territorios
atlánticos y territorios situados en las comunidades autónomas
contemporáneas de Aragón, Cantabria, Castilla y León,
La Rioja, País Vasco y las regiones administrativas francesas de Aquitania
y Mediodía-Pirineos, en las antiguas provincias de Gascuña y
Occitania.
Este rey fue el gran impulsor de la ciudad de Nájera, convirtiéndola en la
capital.
En ella celebró Cortes y le otorgó el famoso fuero de Nájera, origen de la
legislación navarra. Durante su reinado en Nájera se acuñó la primera
moneda de la Reconquista con su efigie y la palabra "IMPERATOR" en su
anverso y "NAIARA" junto a una cruz en el reverso. Favoreció las
peregrinaciones a Santiago de Compostela, estableciendo albergues y
hospitales, y convirtiendo a la ciudad en punto clave de la ruta jacobea.
Dominios musulmanes
Tras su muerte correspondió al primogénito García Sánchez III el Reino de
Navarra y la gestión personal de los territorios patrimoniales de Nájera y
Pamplona, así como la hegemonía política sobre los demás, cuya
administración se encargó a sus demás hijos Fernando I de Castilla, Ramiro
I de Aragón y Gonzalo Sánchez. El testamento paterno no fue respetado y
cada hijo se hizo dueño de los territorios que le fueron concedidos
entablándose disputas territoriales entre ellos.
En 1083 es nombrado obispo de Pamplona Pedro de Roda (Pierre Rodez)
monje benedictino de Toulouse con el encargo de extender la reforma del
papa Gregorio VII o Reforma gregoriana. Consolida y dignifica el solio
obispal y promueve una colonización del reino desde el Languedoc y la
Provenza.
Cambistas y mercaderes se instalaron extramuros de la ciudad dando
origen al Burgo, por excelencia, el de San Cernin, conociendo un pujante
desarrollo junto al Camino de Santiago que en ese momento estaba en
pleno auge.
En esta periodo histórico se gesta la leyenda de San Fermín, primer
obispo de Pamplona, convertido al cristianismo, precisamente, por San
Saturnino (Saint-Sernin) de Toulouse. Son muchas las concesiones y
encomiendas a religiosos del Mediodía francés, pero cabe destacar la
donación de Artajona cuyo cerco e iglesia de San Saturnino pasaron a ser
detentadas por los canónigos de Toulouse.
El prestigio y poder de estos mercaderes provenzales se extendió toda la
Edad Media, hasta el punto que muchos siglos después toda la
documentación mercantil y contractual de Pamplona se redactaba en lengua
provenzal.
Alfonso I el Batallador (1104-1134) emprendió un gran ofensiva contra
los reinos musulmanes, llegando a duplicar la extensión de su reino y
conseguir la conquista clave de Zaragoza. Temporalmente, y gracias a su
matrimonio con doña Urraca, posteriormente anulado, forzado por la
oposición nobiliaria, gobernó sobre León, Castilla, Toledo, Navarra y
Aragón haciéndose llamar entre 1109–1114 «emperador de León».
Por el sur conquistó hasta Teruel y por el este hasta Tortosa como
salida al mar. En su intento de conquistar Lérida entra en conflicto con
Ramón Berenguer III conde de Barcelona. Por el norte acudió en ayuda de
sus vasallos del Bearne, Foix y Cominges en contra del Duque de
Aquitania, conquistando Bayona en 1131.
Alfonso I el Batallador dejó testamento a su muerte a favor de las
órdenes militares de Templarios, Hospitalarios y Santo Sepulcro. El
reino y las propias órdenes militares consideraron el testamento
irrealizable abriendo negociaciones.
Ramón Berenguer, conde de Barcelona, aprovechó la situación de
interinidad para apoyar al hermano del rey fallecido Ramiro II el Monje
entronizado en Jaca como rey de Aragón por los partidarios del Conde de
Barcelona, paralelamente García Ramírez (1134-1150) se convertía en rey
de Pamplona, con lo que los territorios de Alfonso I de Aragón se
volvieron a dividir en dos reinos.
Reino de Navarra a la muerte de Sancho III
Al inicio de su reinado, Sancho VI el Sabio (1150-1194), debió enfrentarse
a dificultades que lo impulsaron a realizar reformas jurídicas y
administrativas destinadas a mejorar la hacienda real. Castilla estaba
empeñada en la conquista del territorio de La Rioja desde el siglo
X.
En 1176 Sancho VI y Alfonso VIII de Castilla, tras firmar una tregua,
admitieron al rey de Inglaterra Enrique II como árbitro, éste emitió el
Laudo arbitral del Rey Enrique II de Inglaterra en marzo de 1177, por el
cual Navarra perdía casi todo lo que actualmente es La Rioja, pasando a
poder de Castilla. Sancho VI funda con fuero de villa la ciudad de San
Sebastián en 1180.
En 1212 Sancho VII participó en la Batalla de Las Navas de Tolosa junto a
otros monarcas peninsulares con la intención de conseguir prestigio entre
los reinos cristianos y poder negociar la devolución de sus territorios
perdidos.
En esta batalla se fraguó siglos después la leyenda del rey cortando las
cadenas que protegían la tienda del rey Miramamolín y que se asocian a las
cadenas del escudo de Navarra. Durante su reinado recibió el vasallaje de
la nobleza de los valles de Baja Navarra incorporándose ese territorio a
Navarra.
Dinastía de Champaña y Capeta
A la muerte sin descendencia de Sancho VII, subió al trono en Tudela el 7
de abril de 1234 su sobrino Teobaldo I el Trovador, iniciando la dinastía
de Champaña. Selló pactos con Castilla, Aragón e Inglaterra, que le
permitieron consolidarse en la corona.
Teobaldo II de Navarra
Ante la imposibilidad de establecer su corte en Pamplona por ser ciudad
episcopal, construye un castillo y establece su residencia en la población
de Tiebas.
Los abusos e incumplimientos de fueros y usos realizados por su antecesor
crearon un ambiente hostil, de prevención, a su llegada.
Los infanzones, ricohombres y nobles, organizados en las Juntas de
Infanzones de Obanos lograron del monarca la firma de la ratificación de
sus derechos, fueros, usos y costumbres en el Fuero General, vinculando la
libertad de sus gentes a la propia libertad del reino en el famoso lema:
Pro libertate patria, gens libera state. Estos hechos son similares al
proceso que obligó al rey de Inglaterra Juan sin Tierra a firmar la Carta
Magna.
Teobaldo II el Joven, heredó el trono en 1253 con tan sólo catorce años de
edad. Continuó con la mejora de la administración de ingresos y gastos del
reino ya iniciados por su antecesor, realizando el primer censo de
población del reino, cuya cifra aproximada se situó en más de 30.000
fuegos, unos 150.000 habitantes.
Participó en la octava Cruzada contra Túnez promovida por su suegro San
Luis de Francia donde murió.
Su sucesor Enrique I el Gordo tuvo un corto reinado entre 1270 y 1274, y
la corona pasó a su hija Juana I, que sería reina de Francia entre 1285 y
1305 por su boda con Felipe el Hermoso rey de Francia.
Reina con apenas tres años de edad, actuó de regente su madre y esta
situación supuso un aumento de las presiones de castellanos, aragoneses y
franceses por casarse con la heredera, finalmente se concertó matrimonio
con el heredero de Francia.
Su primogénito, Luis I de Navarra, comenzó la dinastía Capeta en Navarra.
Según otras versiones, fue su esposo quien siguió como rey de Navarra, no
gobernando el hijo hasta la muerte de su padre en 1314, cuando se
convirtió en Luis I de Navarra y X de Francia.
Los tres hijos de Juana y Felipe:Luis, Felipe y Carlos fueron
sucesivamente, y a un tiempo, reyes de Francia y Navarra, ya que todos
murieron sin descendencia. Al morir Carlos, se planteó en Francia un
problema sucesorio que llevaría al estallido de la Guerra de los Cien
Años; sin embargo, en Navarra no tenía vigencia la ley sálica, es decir,
que las mujeres no quedaban excluidas de la sucesión al trono, lo que
permitió que una hija de Luis I, Juana II fuese Reina de Navarra entre
1328 y 1349.
Los Capetos no residieron en Navarra y su forma de gobierno fue mediante
gobernadores con plenos poderes, no siempre respetuosos con los fueros,
usos y costumbres del Reino. Fueron continuas las protestas de agravio de
las Cortes e incluso consideraron a la dinastía aragonesa como alternativa
para trono de Navarra. El capítulo más sangriento fue la Guerra de la
Navarrería en 1276 narrada por Guilhem de Anelier donde este Burgo de
Pamplona quedó completamente en ruinas por más de cincuenta años.
Dinastía Evreux
Juana había contraído matrimonio, a los seis años, con Felipe de Évreux,
con doce años, de manera nacía una nueva dinastía: Casa de Evreux.
En su reinado se "amejoró" el fuero y tuvo lugar la creación de algunos
órganos de gobierno, como el Consejo Real que colaboró con el rey en
tareas legislativas y judiciales como tribunal superior de justicia, así
como la Cámara de Comptos encargada de la recaudación de impuestos y de la
hacienda regia.
Carlos II de Navarra
Carlos II el Malo, rey de Navarra de 1349 a 1387, fue protagonista de una
desmedida política internacional que desbordó los limitados recursos del
reino.
Carlos III de Navarra
Carlos III el Noble Su matrimonio con Leonor de Trastámara, hija del rey
Enrique II de Castilla, en 1375 puso fin a los conflictos entre ambos
reinos y creó una relación de amistad que continuó en tiempos de los reyes
de Castilla Juan I y Enrique III.
Procuró la distensión de relaciones con Castilla, Aragón, Francia e
Inglaterra mediante una política de colaboración, apoyo al papado de
Aviñón y relaciones matrimoniales. Instituyó el título de Príncipe de
Viana en 1423 para los herederos al trono del reino navarro, siendo el
primero su nieto Carlos.
Destacó como impulsor de las artes, pues concluyó la catedral gótica de
Pamplona e hizo edificar los palacios reales de Tafalla y de Olite, donde
murió en 1425. Fue el unificador de Pamplona bajo el llamado "Privilegio
de la Unión" en 1423 que puso fin a las guerras de Los burgos de Pamplona.
Heredó el trono su hija Blanca I, en 1402 contrajo matrimonio con Martín
el Joven, rey de Sicilia y heredero de la Corona de Aragón. Muerto éste en
1409 pasó a gobernar dicha isla, regresó a Navarra y contrajo matrimonio
en segundas nupcias con Juan II de Aragón.
De la unión con Juan II de Aragón nació su hijo Carlos, príncipe de Viana,
quien, según las capitulaciones matrimoniales de 1419, debía heredar el
reino de Navarra a la muerte de su madre. Pero al morir doña Blanca, su
esposo usurpó el trono navarro, alegando entre otras razones el testamento
en el que la reina recomendaba a Carlos que no se hiciese coronar sin
consentimiento de su padre.
Carlos de Viana, declaró la guerra a su padre, lo que supuso una guerra
civil en Navarra, Carlos reclutó el apoyo de Luis de Beaumont
(Beaumonteses) y del propio condestable castellano, Álvaro de Luna. Juan
II era apoyado por los Agramonteses, ambas facciones disfrutaron del apoyo
de las facciones guipuzcoanas de Gamboínos y Oñacinos respectivamente.
Dicha guerra interna persistió a la muerte de Carlos en 1461 y también a
la de Juan II en 1479.
Pero Juan II le derrotó una y otra vez, al tiempo que se casaba con la
castellana Juana Enríquez en 1447 que le daría un hijo, el futuro Fernando
el Católico.
Dinastía Foix
Guerra Civil de Navarra
Leonor de Foix, por casarse en 1441 con Gastón IV de Foix, pasa a ser
instrumento del rey aragonés en contra del resto de sus hijos. Al
desheredar Juan II a su hijo Carlos, Príncipe de Viana y caer en desgracia
la otra hija, Blanca, hizo proclamar herederos del reino a Leonor y a
Gastón, e instituyó gobernadora general del reino a Leonor, que se
estableció en Sangüesa.
Leonor en su testamento dispuso que fuera heredero Francisco I de Foix
("Febo"), su nieto, recomendándole que adoptara la protección del rey de
Francia. Durante su breve reinado ejerció la regencia su madre Magdalena
de Francia, hermana del rey Luis XI de Francia.
Al principio de su regencia (1479) consiguió que Agramonteses y
Beaumonteses firmasen la paz en Aoiz, la regente creyó haber conseguido la
paz definitiva, sin embargo resultó efímera. Este es el origen del escudo
de Aoiz, las dos banderías, simbolizadas por espadas que quedan debajo de
la corona real.
La prematura muerte de Francisco (1483) convirtió a Catalina de Foix, su
hermana, en reina de Navarra. Doña Magdalena continuó en la regencia los
primeros años. Hubo fuertes presiones del rey católico para acordar la
boda de Catalina con Juan príncipe de Asturias recién nacido. El
matrimonio de Catalina se convirtió en cuestión de delicada diplomacia en
una coyuntura de ambiciones territoriales sobre Navara, tanto de Francia,
como de la unión Castellano-Aragonesa. Finalmente la opción fue Juan III
de Albret (1484), que contaba con el beneplácito del rey de Francia.
La guerra civil de Navarra estaba en su fase más cruenta. Ya nadie
recordaba cómo había empezado, ya no existía un enfrentamiento dinástico
entre el Rey Juan y su hijo Carlos el Príncipe que la originó.
Ahora los Beaumonteses, liderados por Luis de Beaumont, Conde de Lerin,
Condestable de Navarra, y los Agramonteses que rodeaban a los reyes
de Navarra, ocupando los más importantes cargos del reino como Juan de
Jaso, Señor de Javier, presidente del Real Consejo o el Mariscal Pedro de
Navarra, con claro apoyo del rey de Francia.
La guerra civil asolaba campos y villas, como Rada que resultó destruida y
abandonada; se practicaba el sabotaje con talas de arboledas y viñas,
quema de aldeas; los cargos públicos se concedían por bandería y reinaba
la corrupción moral con traiciones, deslealtades, robos y crímenes.
La guerra quedó abierta entre el Rey Juan Albret y el Conde de Lerín,
decretándose el embargo de todas las haciendas del Conde que salió
exiliado a Castilla.
Sin embargo el de Lerín continuó el acoso al Rey con conquistas y sitios
de pueblos y ciudades. En el sitio de Viana murió César Borgia, duque de
Valentinois, hijo del Papa Alejandro VI, que debiendo huir de Roma por la
persecución del Papa actual, se había refugiado en Navarra bajo la
protección de Juan de Albret su cuñado.
El difícil equilibrio internacional de Navarra se vio definitivamente roto
al declarar la guerra a Francia la coalición de Castilla e Inglaterra que
suponía para Navarra, tanto neutral como beligerante, una guerra que le
iba a afectar.
Fernando el Católico, tras pedir permiso a las Cortes de Aragón, invadió
el Reino el 21 de julio de 1512. Un ejército castellano entró en
Navarra desde Álava, al mando de Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez,
segundo duque de Alba.
Para esta acción, se argumentó que los reyes de Navarra habían firmado el
tratado de Blois con el rey de Francia, por el que se afirmaba «ser
enemigos de mis enemigos», habiéndose convertido por tanto Navarra en un
estado beligerante y no neutral en la guerra de Castilla e Inglaterra
contra Francia.
El papa
Julio II excomulgó a
los reyes de Navarra, en las bulas Exigit Contumacium y Pastor Ille
Caelestis, y por tanto quedaban desposeídos del reino, por las
connivencias de la casa real navarra con el protestantismo que se estaba
extendiendo por el sur de Francia y su alianza con el monarca francés,
declarado cismático en el V Concilio de Letrán. A ello se sumaron a las
negociaciones para casar a su primogénito Enrique, Príncipe de Viana, con
una hija de Luis XII de Francia.
El hecho de que Pamplona, la capital, se rindiera en tres días (cayó el 25
de julio), determinó el control total en el reino. En otros lugares, la
resistencia fue mayor: Lumbier hasta el 10 de agosto, Estella hasta
agosto, Roncal hasta el 9 de septiembre, al igual que Tudela, que fue el
mayor bastión agramontés.
Los reyes navarros Juan y Catalina se refugiaron en sus dominios del
Bearne.
En 1513, las Cortes de Navarra, convocadas en Pamplona por el virrey
castellano, nombraron al rey de Aragón Fernando el Católico rey de
Navarra. El 7 de julio de 1515 las Cortes de Castilla en Burgos,
anexionan el Reino de Navarra al de Castilla.
El nuevo rey se comprometió a respetar los fueros del reino.
Catalina de Foix y Juan III de Albret, y posteriormente Enrique II,
apoyados por los monarcas franceses, hicieron hasta tres intentos
militares de recobrar el reino.
El primero lo realizaron ese mismo año, en noviembre, cuando un ejército
de navarros
Agramonteses,
franceses y mercenarios se adentraron en el reino con 15.000 hombres al
mando de Juan de Albret y el general La Palice.
Ante la llegada de refuerzos castellanos por el Perdón, se realizó un
asalto precipitado el 27 de noviembre de Pamplona, que fracasó. Debido a
la proximidad del invierno, las tropas franco-navarras iniciaron la
retirada hacia el Baztán. En el puerto de Velate, la retaguardia fue
sorprendida por fuerzas castellanas, en las que predominaban guipuzcoanos
al mando de López de Ayala.
La batalla de Velate terminó con la derrota y pérdida de más de mil
hombres y doce piezas de artillería de los franco-navarros. Hasta fechas
recientes han figurado en el escudo de Guipúzcoa las doce piezas de
artillería en recuerdo de la gesta.
La segunda tuvo lugar en 1516, aprovechando la muerte de Fernando el
Católico y la complicada sucesión castellana. El ejército, al mando del
mariscal Pedro de Navarra, mal pertrechado y equipado, fue derrotado en el
Roncal por el coronel Cristóbal Villalba.
Para evitar posteriores problemas, el cardenal Cisneros, regente de
Castilla, ordena eliminar todos los lugares defensivos de Navarra,
exceptuando los estratégicos, debido a la imposibilidad de defender con el
ejército castellano todos los castillos. Orden que fue cumplida salvo en
el caso del castillo de Marcilla por la férrea oposición mostrada por Doña
Ana de Velasco, marquesa de Falces.
Al no prosperar la vía militar, se intentó la diplomática. Así tuvieron
lugar dos encuentros entre las partes, en Noyón (1516) y Montpellier
(1519), que no arrojaron ningún éxito, por lo que los reyes navarros,
apoyados por Francia, realizaron un último intento bélico.
En 1521, aprovechando la Guerra de las Comunidades que asolaba Castilla, y
reinando Enrique II, que contaba con el apoyo incondicional de su cuñado
Francisco I de Francia, deseoso de debilitar a toda costa a Carlos I de
España, tuvo lugar un alzamiento en Navarra, al tiempo que un ejército
franco-navarro que vino por el norte, consiguió reconquistar toda Navarra.
Sin embargo, el ataque se había demorado demasiado, no produciéndose hasta
mayo, cuando en abril los comuneros habían sido aplastados por las tropas
reales. Además, en vez de consolidar la victoria, el ejército navarro
quiso entrar en Logroño, lo que permitió que el ejército castellano se
reorganizara con tres cuerpos de ejército. Finalmente, el ejército navarro
se constituyó en un ejército de ocupación de facto, impidiendo el retorno
del rey Enrique a Pamplona, lo que causó el descontento popular.
Íñigo de Loyola herido
El enfrentamiento se produjo en la cruenta batalla de Noáin (30 de junio
de 1521), a las afueras de Pamplona, donde no menos de 5.000 combatientes
perdieron la vida. Tras esta derrota, los restos del ejército
franco-navarro se dispersaron, aunque hacia octubre algunos combatientes
se hicieron fuertes en el castillo de Maya (valle de Baztán), donde
resistieron hasta el 19 de julio de 1522 y en Fuenterrabía, que resistió
hasta marzo de 1524.
En diciembre de 1523, Carlos I decretó un perdón para los sublevados,
excluyendo a unos setenta miembros de la nobleza navarra. Tras la caída de
Fuenterrabía, el emperador decretó un nuevo perdón, incluyendo a los
excluidos del anterior, a condición de que se le prestase juramento de
fidelidad. Así terminaron los intentos tanto por recobrar la independencia
de la Alta Navarra como de consolidar la influencia sobre ella de la
corona francesa.
En mayo de 1521, defendiendo Pamplona de la sublevación de los habitantes
de la ciudad, cuando fuerzas navarro-gasconas entraron en la Alta Navarra
para recuperar el reino, resultó gravemente herido Íñigo López de Loyola,
encuadrado en el ejército de Castilla que ocupaba Navarra.
En 1528, siendo ya Ignacio de Loyola, en la Universidad de París tuvo como
alumno aventajado a Francisco de Jaso y Azpilicueta, Francisco Javier, que
llegaría a ser copatrón de Navarra en 1622.
Alta Navarra
En 1513 las Cortes nombran rey de Navarra a Fernando y en 1515 las Cortes
de Castilla incorporan Navarra a la Corona de Castilla. El gobierno es
ejercido por un Virrey, se mantiene,a todos los efectos, la condición de
reino, en unión principal, esto es, siendo reino distinto con el mismo rey
que Castilla.
La política seguida por el Emperador Carlos de conceder indulto
apaciguó los ánimos. Un primer perdón, en 1523, excluía a unos setenta
nombres y un segundo perdón, tras la caída de Fuenterrabía, fue general y
sin excepciones.
El rey Carlos I de España y V de Alemania manifestó escrúpulos morales
sobre la posesión de Navarra, si bien defendía la actuación de su abuelo
en la conquista, no tenía tan claro la retención y posesión del reino. Así
en el testamento oficial sugiere a su sucesor, Felipe, que contraiga
matrimonio con la heredera Juana de Albret, para solucionar la cuestión
dinástica
Escudo de Carlos I en la muralla de Viana.
En un codicilo aparte del testamento manifiesta expresamente sus dudas
sobre el mantenimiento de reino y pide a su sucesor: “para la mayor
tranquilidad de nuestra conciencia, haga examinar y acreditar, lo más
pronto posible y con sinceridad, si en razón y justicia está obligado a
restituir el mencionado reino, o si debe dar por él una compensación a
quien corresponda.
Lo que fuere hallado y declarado justo, se efectuará, a fin de que mi alma
y conciencia queden tranquilas sobre este particular”.
Este encargo, y los reparos que contiene, se trasmitieron de Felipe II de
España a Felipe III de España sin resolver, y este último, finalmente,
convoca una junta de testamentarios para resolver el asunto.
En el informe que se eleva al rey se resuelve la cuestión, afirmando, sin
dudas, la legitimidad moral de la conquista, basada en la excomunión de
los reyes legítimos, en la unidad que ya existió con los godos y en la
prescripción habida por el tiempo transcurrido de cualquier ilegalidad.
Después de 1529 la situación se estabiliza. La asimilación por Castilla,
que en ese momento era potencia mundial emergente, tuvo grandes ventajas
para las clases dominantes navarras. La aristocracia tenía nuevas
posibilidades en una nueva corte, no tan estrecha como la de Pamplona: Los
matrimonios convenidos con la aristocracia castellana, la colonización
americana, las guerras de España en Europa, fueron factores que
permitieron a muchos navarros encumbrarse socialmente.
El esquema social vigente en Castilla en ese momento, donde la
superioridad social la daba la acreditación de limpieza de sangre o
hidalguía, no era problema para ningún navarro, ya que la nobleza
colectiva, de villas o valles, era práctica común desde hacía siglos en
Navarra. La sola acreditación de ser natural del Baztán, por ejemplo,
bastaba para que cualquier tribunal castellano reconociera hidalguía.
Este periodo del Reino de Navarra, entre 1513 y 1839 se caracteriza por
una institucionalización y dirección burocrática de altos funcionarios. Se
constituyó un Virreinato para la representación real y se desarrollaron
instituciones como las Cortes de Navarra, la Diputación del Reino, la
Cámara de Comptos, formadas exclusivamente por navarros y el Consejo Real
máximo órgano judicial y administrativo, de constitución mixta: navarra y
castellana. Tras la conquista castellana el estado navarro pierde su
soberanía en la política internacional y en la capacidad de declaración de
guerra.
En 1571 comienza la construcción de la Ciudadela como moderna fortaleza
para la defensa de la ciudad, dentro de una remodelación general de las
murallas de Pamplona y el derribo de las defensas medievales.
3. La Zona Media de Navarra
La Zona Media es una de las comarcas geográficas en que se encuentra
dividida la comunidad Navarra. El río Arga la divide en dos partes,
conocidas como Navarra Media Occidental o Tierra Estella y Navarra Media
Oriental.
Situada en la zona del centro de la comunidad, como podemos deducir por
su nombre, puede ser considerada como una zona de transición entre la
zona del norte de Navarra, donde se encuentra la cordillera pirenaica, y
la del sur, un territorio más bien llano.
La Zona Media recoge parte de ambas, y se caracteriza pues por ser
montañosa al norte, mientras que en el sur son abundantes las
llanuras.
En su paisaje abundan los valles, así como las extensiones de viñedos y
de olivos, que se alternan con los campos de secano.
Rodeada por sierras como la de Urbasa o la de Andía, es un destino
idóneo para el turismo rural, un enclave con bellos parajes muy
apropiados para el senderismo y las excursiones, así como para un gran
número de actividades al aire libre.
Zona Media de Navarra
Al igual que es una comarca que entusiasmará a los amantes de los bellos
paisajes, también va a satisfacer enormemente a los aficionados al Arte,
ya que posee un gran número de fortalezas, palacios y castillos, muestra
evidente de la importancia que la zona tuvo durante la Edad Media.
Además, al formar parte del Camino de Santiago, podremos también
ver un gran número de iglesias y monasterios, así como de pequeños
pueblos que fueron fundados alrededor de dicho Camino.
En las localidades pertenecientes a la Zona Media de Navarra,
encontraremos importantes legados arquitectónicos, ya que la historia ha
dejado en esta zona del país una profunda huella. Dejamos a continuación
una pequeña muestra de ello.
Muy cerca de Tafalla encontraremos el municipio de Olite, que posee
obras como el Palacio Real, una parte del cual se encuentra actualmente
convertida en Parador Nacional. También encontramos el Palacio Nuevo, y
las iglesias de Santa María y San Pedro. Cabe comentar además que en
este municipio se halla el Centro de Exposición de la Viña y el Vino.
Estella, una localidad situada a orillas de un meandro del río Gea, es
otra de las que no debemos dejar de visitar, Entre sus muchas obras,
sobresale la Iglesia de San Pedro de la Rúa, con un maravilloso
claustro, o la Basílica de Nuestra Señora del Puy. Podremos ver su
Castillo Mayor, que se supone levantado entre los siglos X y XI, así
como el llamado Palacio de los Reyes de Navarra.
En la localidad de Los Arcos se halla la Basílica de San Gregorio
Ostiense, y muy cerca, en Torres del Río, el Santuario de Nuestra
Señora de Codes. En San Martín de Unx veremos el Templo de San Martín
de Tours y la Ermita de San Miguel, aunque también es muy atractivo su
casco urbano medieval.
Y fuera de nuestra ruta, no muy lejos, hacia el Sur, en la
localidad de Carcastillo, se halla el
Monasterio de la Oliva, casi una visita obligatoria. Se trata de
un majestuoso monasterio cisterciense de mediados del siglo XII,
considerado como una de las construcciones más relevantes del románico
navarro.
Monasterio Cisterciense de Santa Maria la Real de la Oliva
Si el patrimonio arquitectónico de la comarca es de una gran riqueza, el
natural no se queda atrás, con espacios protegidos como el Parque
Natural de Urbasa-Andía, con una gran riqueza en cuanto a fauna y
flora,
Tambien fuera de nuestra ruta, y hacia el norte, encontramos
parajes tan importantes desde el punto de vista ecológico como la
Reserva Natural del Nacedero del Río Urederra, que vierte sus
aguas en el Ega.
Se trata de un paraje de excepcional belleza, en el que las aguas del
río forman al nacer una cascada de unos 30 metros, y donde podemos ir
siguiendo la llamada Ruta de las Cascadas de Baquedano, que parte del
aparcamiento de la población que lleva este nombre, Baquedano.
Nacedero del Río Urederra, Navara
Tambien hacia el Sur, y fuera de nuestra ruta, existe otra atractiva
visita , Reserva Natural de la Laguna de Pitillas, un gran
humedal en el que hay un observatorio de aves.
Es conocida también como Laguna de Sabasán, y está considerada como el
más importante humedal del valle del Ebro.
Reserva Natural de la Laguna de Pitillas
Su extensión es de 300 Hectáreas, y su profundidad no supera los 2
metros.
No debemos dejar de aprovechar la ocasión para disfrutar de la
gastronomía de esta comarca, muy basada en los frescos productos de sus
fértiles huertas, como los espárragos o los pimientos.
Es de destacar su queso de Urbasa, que posee la denominación de origen
Idiazabal.
Entre sus dulces, destacan las pastas que se elaboran en Viana, las
rocas del Puy o las llamadas alpargatas. Todo ello sin olvidar sus
excelentes vinos, que se encuentran formando parte de las denominaciones
de origen Rioja y Navarra.
4. Croquis de nuestra Ruta
Comenzamos nuestra ruta en :
5. Ujué
Ujué, Navarra
Su enclave es único, ya que está situado en la cima de una montaña
dominando la sierra de Ujué.
Con una altitud de 815 metros sobre el nivel del mar Ujué constituye una
autentica atalaya desde la que en los días claros se dominan desde la
codillera Pirenaica por el norte hasta la ribera del Ebro y la silueta
del Moncayo por el sur.
Está situada al este de Tafalla en la sierra de San Pedro y se
estratifica en el cerro de la Guerinda. La zona más elevada, como era de
esperar, la ocupa su iglesia fortificada y en torno a la misma el
caserío se dispone en forma concéntrica. Lugar documentado desde
antiguo. Se cree que ya en los siglos VIII o IX estableció Iñigo Arista
fortificación frente al enemigo islámico.
El templo dedicado a santa María se halla documentalmente acreditada
desde el X. El templo románico que se edificó en los S XI a XII se
erigió sobre otro anterior prerrománico. Fue el monarca Sancho Ramírez
"Rey de Aragoneses y Pamploneses" quien ordenó su edificación.
En 1089 se documenta donación del monarca para su edificación. Al igual
que hizo con su capital del reino, Jaca, dotó a Ujué de Fueros. (25 de
agosto de 2004).
Santa Maria La Real de Ujué
Santa Maria La Real de Ujué, Navarra
El santuario de Santa María de Ujué se edificó sobre una iglesia
románica del siglo XI, habiéndose encontrado testimonio escrito del
siglo X, sobre la existencia previa de un templo prerrománico en el
mismo lugar.
Iglesia Santuario de Santa Maria La Real de Ujué, Navarra
Fue Sancho Ramírez (1076- 1094), quien ordenó su construcción y dotó a
la Villa de Fueros propios.
Carlos II el Malo, ordenó el derribo de parte de las naves para
construir una amplia nave central gótica.
La Villa Medieval
La visita a Ujué representa todo un viaje en el tiempo ya que el
carácter Medieval y defensivo de la localidad permanece intacto.
Ujué, Navarra
Su casco urbano está formado por un abigarrado conjunto de antiguas
casas dispuestas en torno a la Iglesia-fortaleza de de Santa María
(siglos XI-XIV), la cual se encuentra en lo alto de Ujué.
Paseando por las empinadas callejuelas empedradas que recorren el
pueblo, aún parecen escucharse los sonidos metálicos propios de
caballeros y soldados.
La Virgen de Ujué
La imagen de la Virgen de Ujué es una talla única elaborada en madera
hacia 1190.
Obra cumbre de la imaginería del románico en Navarra, Carlos II el Malo,
de la Casa de Evreux, mandó forrarla en plata en el siglo XIV, como
muestra de su especial predilección tanto por la Villa como por la
adoración de la Virgen de Ujué.
La Virgen de Ujué
En su testamento dejó escrito el deseo de que su corazón reposara junto
a la imagen, como así se puede comprobar por el arca que lo contiene, a
los pies de Nuestra Señora de Ujué.
El Paisaje de Ujué
El excepcional enclave de Ujué, situado en una de las cimas que
componen la sierra del mismo nombre, constituye un lugar ideal para la
observación, en los días despejados se divisan desde la cordillera
pirenaica al norte hasta las llanuras de la ribera del Ebro y la
silueta del Moncayo por el sur.
La vegetación que podemos contemplar es de tipo mediterráneo, rodales
de pino carrasco, matorrales con gran densidad de plantas aromáticas,
pastizales donde todavía pastorean alrededor de 2500 cabezas de ganado
ovino, todo ello salpicado de tierras de labor destinadas al cultivo
del cereal, el olivo, el almendro y la vid.
6. Comer en Ujué
Restaurante Meson las Torres
Calle Santa Maria 9,
31496 Ujué España
+34 948 73 90 52
Restaurante Asador Uxue
Calle San Isidro 43,
31496 Ujué España
+34 948 39 93 67
Casa Tomás Asador Restaurante Calle 13 de Septiembre 1,
31495 San Martín de Unx España
+34 948 73 80 34
Desde Ujeé partimos hacia
7. Olite
Olite, Navarra
Olite, considerado como uno de los pueblos más bonitos de España, es uno
de los conjuntos monumentales más importantes de toda Navarra. Su
historia data de la época romana, cuyas murallas fueron construidas en
el siglo I.
Ubicado en pleno centro de Navarra, a 45 km de Pamplona, es famoso por
albergar el Palacio Real de los Reyes de Navarra, uno de los castillos
más bonitos de España y su principal reclamo; Además del Palacio Viejo,
la torre de Chapitel, las galerías medievales, el parador de Olite y
muchos otros.
Palacio Real de Olite
El Palacio Real es la obra cumbre del rey Carlos III “el Noble”
(1387-1425) y el emblema más representativo del viejo Reino de Navarra.
Carlos III y su esposa doña Leonor van a ser los artífices de la
construcción del Palacio Real “que tenía tantas habitaciones como días
el año”. El derroche económico, creatividad y capricho va a convertirlo
en un palacio de ensueño, uno de los palacios más esplendidos de Europa
en su época.
El Palacio es un complejo conjunto irregular de torres, estancias,
galerías, jardines y patios que le confieren un aspecto anárquico y una
singular silueta que sobresale sobre el caserío de la ciudad. A pesar de
esa aparente anarquía el aspecto exterior es majestuoso.
Destacamos en las obras a Martín Périz de Estella, maestro mayor de
mazonería y director de la obra de cantería, y al moro tudelano Lope el
“Barbicano” encargado de las obras de carpintería.
Acompañaron al monarca y conocieron los castillos franceses de la
familia de Carlos III y los castellanos de la familia de la reina
Leonor.
Mención especial merece Jehan Lome de Tournay, tallador de imágenes, que
sería el escultor más destacado en las obras del palacio y en todo el
reino de Navarra.
Numerosos artistas y de muy diversa procedencia se encargaron de decorar
elegantemente el Palacio: así, moros y franceses realizaron hermosas
yeserías, moros tudelanos se encargaron de cocer ladrillos barnizados y
azulejos, pintores catalanes decoraron las estancias, además de otros
artesanos entre los que se encontraban vidrieros, tapiceros, bordadores,
argenteros, relojeros y armeros.
Comienzan las obras a impulsos de doña Leonor en 1399, que mandó
construir junto a la iglesia de Santa María la capilla de San Jorge y la
“Cambra et morada” de la reina.
Iglesia de Santa María la Real, Olite
A partir de 1400 Carlos III continuará las obras y seguirá de cerca el
proceso constructivo.
Primero se levanta el núcleo central donde se alojaba la gran cámara del
rey y a partir de él se fueron añadiendo las principales construcciones:
las cámaras del Rey y de la Reina, la galería de yeserías mudéjares, el
Mirador del Rey de elegante tracería gótica, la torre del Homenaje, la
torre del Aljibe, la torre Ochavada o de las Tres Coronas, la torre de
los Cuatro Vientos y la torre de la “Joyeuse Garde”, atalaya, o del
vigía.
Especial cuidado se pone en la adecuación de cuidados jardines,
como el Jardín de la Reina adosado a las cámaras reales, los patios
inferiores de los Toronjales y la Pajarera, y amplios jardines
exteriores con vides, frutales y exóticas flores.
Destaca el complejo hidráulico que dotaba de agua a los jardines.
El agua venía por conducciones desde el Cidacos y era remontada a
la Torre del Aljibe por medio de un mecanismo con
cangilones para ser distribuida por tuberías de plomo a las fuentes y
jardines.
Jardines colgantes, toronjales (naranjos), gayolas (jaulas) de pájaros y
ardillas, el estanque de la “taillada” con cisnes, aves de rapiña
(azores y halcones) y jaurías de perros para las cacerías, y un
verdadero zoológico: leones, un lobo cerval, un camello, varios gamos,
un avestruz … incrementándose en tiempos del Príncipe de Viana con
jabalíes, lobos, una jirafa, un papagayo y varios búfalos, completaban
la imagen colorista y llena de vida y agitación de la Corte del rey
Noble dándole un toque exótico.
Durante el reinado de Carlos III Olite gozó de paz, prosperidad y
fastuosidad palaciega. Se celebraron varias veces Cortes del Reino. Aquí
muere la reina doña Leonor en 1415 y diez años más tarde su esposo
Carlos III.
Grandes fiestas con muchos comensales y suculentos manjares, amenizadas
por músicos y juglares, tenían lugar en las estancias del Palacio.
El Archivo General de Navarra – sección de Comptos Reales conserva los
libros de cuentas de las obras del Palacio que nos hablan de los
artistas y artesanos, materiales empleados, motivos decorativos, precios
y salarios.
Además de Carlos III y doña Leonor otros personajes ligados a la vida en
palacio fueron su hija Doña Blanca y su nieto Carlos Príncipe de Viana.
El Príncipe pasó su infancia y aquí se celebró con suntuosidad su boda
con la joven flamenca Agnes de Clèves.
Una bella estampa nos proporciona el viajero alemán Muncer que se
detiene aquí al tiempo de contraer matrimonio el Príncipe de Viana con
Agnes de Clèves (1439).
“Caminando pues por dicho reyno, llegue a una buena ciudad llamada Olite
en la cual estaba el principe que por entonces era Rey de Nabarra,
puesto que el reyno entero le obedecia mas que a su mismo padre el cual
andaba siempre enemistado con su pueblo.
Llebome un heraldo ante dicho principe o Rey el cual era muy joben;
tratome amistosamente; hizo lo que yo le pedi y mando que me condujesen
al aposento de su mujer, que era de nacimiento de la casa de
Clebes.
El heraldo me hizo ber el palacio; seguro estoy que no hay rey que tenga
palacio ni castillo mas hermoso, de tantas habitaciones doradas. Vilo yo
entonces bien; no se podria decir ni aun se podria siquiera imaginar
cuan magnifico y suntuoso es dicho palacio”.
El Palacio fue residencia ocasional de don Francisco Febo y su madre
doña Magdalena, así como la de don Juan de Labrit y doña Catalina, los
últimos reyes de Navarra. En 1512 se entregó al Duque de Alba.
EDAD MODERNA:
Tras la conquista de Navarra en 1512 el palacio se convertirá en
residencia de los virreyes al cuidado de un conserje o alcaide, según lo
acordado en las cortes que Fernando el Católico convocó en Burgos en
1515. Durante la Edad Moderna fue mansión ocasional de los virreyes y
escala esporádica de los monarcas españoles en sus visitas a Navarra.
Por merced real se había autorizado (1556) a los marqueses de Cortes
para ocuparlo por una renta anual de 50.000 maravedís y los oportunos
gastos de reparación; su alcaldío fue concedido luego por juro de
heredad a los Ezpeleta de Beire, que lo ostentaron hasta el siglo XIX.
Con el declive de la importancia política de Olite su uso va a ser menor
y le va a llevar a una fase de deterioro continuo debido al abandono y
lo costoso de su mantenimiento. Muchas de las notas de ésta época se
refieren a los gastos de las reparaciones y arreglos sucesivos.
En 1542 para en Olite el propio Emperador Carlos, en momento delicado
para las fronteras, amenazadas por Francia. Posteriormente hará estancia
en Palacio Felipe II (1592) y otros monarcas visitarán la ciudad en sus
desplazamientos por el norte: Felipe IV en 1646 y Felipe V en 1719.
Alfonso XII y Alfonso XIII conocieron el Palacio en ruinas.
En 1718 el virrey de Navarra hizo la propuesta de enajenar los palacios
de Olite y Tafalla con sus tierras anejas. Su objetivo era recaudar
fondos debido a la gran penuria de la hacienda después de la Guerra de
Sucesión. Ofrecía como aliciente los privilegios de los palacios de cabo
de armería, exención de cuarteles, asiento en cortes y demás beneficios
de que gozaban estos solares. La venta no prosperó.
En 1739 con motivo de la visita de la reina viuda doña Ana de Neoburg se
realizan diversas reparaciones. A los pocos meses llega a Navarra la
infanta francesa Luisa Isabel de Borbón, hija de Luis XV, que, en virtud
de uno de los pactos entre ambas monarquías, iba a casar con el infante
don Felipe y ser futura Duquesa de Parma.
Durante la Guerra de la Convención el Palacio es utilizado como almacén
por el ejército y contribuye a su deterioro. Un incendio, provocado
durante la preparación del rancho de los soldados instalados en la Torre
de la Prisión (Torre de las Tres Coronas), destruye buena parte de los
ricos artesonados y techumbres. Es el preámbulo de próximas desgracias.
EDAD CONTEMPORÁNEA:
Es en la Guerra de la Independencia cuando recibe el golpe de gracia que
le llevará a su casi completa destrucción.
En febrero de 1813 el general Francisco Espoz y Mina ordena prenderle
fuego y destruirlo con pretexto de que los franceses no se hicieran
fuertes en él. El parte que dirigió al general Mendizábal en 16 de
febrero de 1813 dice:
“Así ha fenecido el sitio y la plaza de Tafalla, y tal ha sido el
resultado de su guarnición, después de tres años de pacífica posesión,
a la que jamás pude oponerme por falta de artillería. Concluida esta
operación he mandado demoler el fuerte y destruir todas las obras de
fortificación, así un convento inmediato que fue de recoletas y un
palacio contiguo por considerarlo el enemigo.
Lo que
igualmente he execuitado con otro Convento y palacio de Olite, a fin
de tener expedita la carretera desde Pamplona a Tudela, y obviar que
el enemigo pueda cobijarse”.
Por espacio de más de un siglo el palacio estuvo expuesto al abandono
y buen número de sillares pasaron a formar parte de edificios y obras
particulares. El conde de Ezpeleta siguió en posesión del Palacio Real
y su administrador Señor Lacalle, con un taller de carpintería, un
granero, dos bodegas y un corral de ganado lanar en su interior.
El pintor Jenaro Pérez Villaamil plasma en sus grabados el Palacio en
ruinas y anota la saca diaria de ocho carretas de piedra por él
presenciada.
El palacio fue adquirido en 1913 por la Diputación Foral de Navarra.
En 1923 convocó un concurso entre arquitectos resultando ganador el
proyecto de los hermanos José y Javier Yárnoz Larrosa y en 1937
comenzó su reconstrucción de la mano José Yarnoz.
Fue declarado Monumento Nacional (conjuntamente con la iglesia de Santa
María) el 17 de enero de 1925.
Jardines del Castillo de Olite, un must que ver en
Olite
Justo en frente dell Convento de San Francisco se encuentra otro
de los lugares más bonitos que ver en Olite, los jardines del
Palacio Real, ubicados en la calle Ronda del Castillo.
Se encuentran en la parte exterior de la muralla y desde aquí se
tienen unas vistas inmejorables del Castillo y a una de sus
torres. Nosotros nos entretuvimos un buen rato por aquí tomando
fotos en los diferentes niveles.
En la parte baja hay unos jardines con un bonito paseo lleno de
cipreses y unas mesas donde los turistas y locales se sientan a
hacer un picnic mientras disfrutan de las vistas y la tranquilidad
de la zona.
Si subís las escaleras llegaréis a un segundo nivel donde se tiene
otra perspectiva del palacio.
Plaza de Carlos III «El Noble», la más bonita que ver en
Olite
Plaza de Carlos III El Noble, Olite
Esta es la plaza principal y la más importante que visitar en Olite. Se
extiende desde la entrada del Palacio Real y llega hasta una de las
salidas de la muralla del «Cerco de fuera». En sus alrededores, alberga
alguno de los monumentos más importantes de la villa como el propio
Palacio Real, las Galerías Medievales, la Torre del Chapitel (que era
una de las entradas al recinto Romano) y el Ayuntamiento.
Junto al Castillo, hay un pequeño paseo muy agradable con banquitos
desde donde se tienen bonitas vistas a las torres. En esta zona de la
plaza tiene también una pirámide como las del Museo de Louvre del París
pero en miniatura.
A sus alrededores hay muchos bares donde podéis comer y tiendas donde
comprar algunos souvenirs. También es el punto de encuentro principal de
sus habitantes.
Palacio viejo o Palacio de los Teobaldos
El Palacio Viejo, ubicado en la plaza de los Teobaldos al lado de la
Iglesia de Santa María, se construyó antes que el Palacio Real y era
parte de la fortaleza romana.
Palacio viejo o Palacio de los Teobaldos, Olite
Con la llegada de los monarcas navarros a Olite fue utilizado como
palacio y residencia de los mismos.
Del Palacio Viejo solo quedan las murallas y las torres, ya que en su
época sufrió las destrucciones de la guerra de la independencia en 1814
y más tarde, en el siglo XIX, sufrió varios saqueos.
En 1923 fue restaurado junto al Palacio Real. En la actualidad no se
puede ver por dentro ya que es un hotel.
Iglesia de Santa María, un imprescindible que ver en
Olite
Iglesia de Santa María, Olite
Después de hacer algunas fotos en el Palacio Viejo fuimos a la Iglesia
de Santa María, otro de los lugares que ver en Olite imprescindibles.
Fue construida en el año 1300 y su arquitectura tiene influencias de la
Catedral de Notre Dame de París. Su fachada tiene un estilo gótico y es
una de las representaciones más importantes de la escultura navarra.
En el interior de la iglesia encontraréis una arquitectura de estilo
renacentista y unas pinturas con influencia italiana, flamenca y
alemana.
Torre del Chapitel o Torre del Reloj
La Torre del Chapitel es conocida también como torre del reloj, ya que
en el siglo XIV se construyó en la parte superior el primer reloj de
campana de la península.
Torre del Chapitel o Torre del Reloj, Olite
La torre se encuentra en uno de los laterales de la Plaza de Carlos III
y, en su momento, fue usada como un puesto de venta de productos; años
más tarde fue sede del consejo de Olite. Hoy en día es una de las
entradas a la plaza.
En la parte baja de la torre se ubican un grupo de músicos que tocan
melodías de la zona para animar a los turistas a cambio de unas monedas.
Galerías Medievales, lo más tradicional que ver en Olite
Las Galerías medievales se encuentran en medio de la Plaza de Carlos III
y en frente de la torre del Chapitel. Tendréis que bajar unas escaleras
para verlas.
Galerías Medievales, Olite
Allí encontraréis un museo donde se exponen obras se la antigua corte de
Olite. A día de hoy se desconoce el motivo de su construcción, solo se
sabe que datan del siglo XIV.
Iglesia de San Pedro
Ya eran más de las 15 horas así que decidimos comer en uno de los bares
de la plaza y luego proseguimos nuestra visita.
Iglesia de San Pedro. Olite
Caminando por la plaza en dirección al castillo paseamos por la Rúa
Villavieja y llegamos a la Iglesia de San Pedro.
Se trata de un templo de estilo románico que llama la atención porque su
torre es la más alta y se puede apreciar desde varios puntos de la
villa. En la época medieval muchos peregrinos que recorrían el camino de
Santiago se desviaban para visitar Olite, no solo por el Palacio Real,
sino también por sus iglesias y entre ellas la de San Pedro.
En su interior se puede apreciar una figura de Santiago con su bastón de
peregrino. Su arquitectura es una mezcla de estilos románico, gótico y
barroco.
Monasterio de Santa Clara
Desde la iglesia de San Pedro cruzamos por la plaza de El Fosal y
caminando por la Rúa Hospital nos topamos con la plaza de San Antón que
alberga el Monasterio de San Clara, ubicada ya en el parte exterior de
la muralla o del «Cerco de fuera».
En este convento se solía atender a los antiguos peregrinos del camino
de Santiago. La iglesia data del siglo XIII, pero en los siglos XVII y
XVIII fue reformada y es como la vemos actualmente.
Convento de San Francisco
Monasterio de San Francisco, Olite
Cuando terminamos de ver el Monasterio de Santa Clara aprovechamos para
visitar la parte exterior de la Muralla de Olite así que continuamos
nuestro paseo por la Rúa Alcalde de Maillata, la Rúa Romana y la Calle
de la Estación donde nos encontramos con el Convento de San Francisco,
ubicado en las afueras de la muralla.
Este convento data del siglo XV pero en el siglo XVIII sufrio algunas
reformas aunque la puerta se mantiene. Cuenta la leyenda que este
convento fue fundado por el mismo San Francisco de Asís, que mientras
hacía su peregrinación a Santiago de Compostela se detuvo en Olite.
Museo del vino y la Viña de Navarra
Museo del vino y la Viña de Navarra, Olite
Entramos nuevamente a la villa hasta llegar a la plaza de Teobaldos.
Frente al Palacio Viejo se encuentra el Palacio del Santo Ángel, que
data del siglo XVII.
Este edificio es un museo dedicado netamente al vino y consta de 4
plantas. Cada una de ellas está dedicada a un aspecto distinto del mundo
vinícola: historia del vino, viticultura, enología y mucha información
sobre cómo catar el vino correctamente.
Olite es conocido como la capital del vino de Navarra por su amplia
tradición vinícola y la gran cantidad de viñedos y bodegas que hay en
los alrededores. Tanto es así que el Gobierno de Navarra fundó en 1982
la Estación de viticultura y etnología de Navarra (EVENA) dedicado al
estudio, experimentación y promoción de distintas técnicas para el
cultivo dela viña y la elaboración del vino.
Así que si os gusta el vino este museo es una de las paradas obligadas
que visitar en Olite.
Pasear por las calles medievales de Olite
Calles Medievales de Olite
Lo mejor para visitar Olite es guardar los mapas, el GPS y
perderse por sus calles medievales como la Rúa de San Francisco, la Rúa
Mayor, la Rúa del fondo y visitar sus plazas como la plaza de Teobaldos,
la plaza del Fosal, la plaza de la Cantarería, la plaza de la Rueda y la
plaza de Carlos III.
Además de todos los monumentos, hay muchos rinconcitos muy agradables e
instagrameables que iréis encontrando por el camino.
El pueblo es muy pequeño por lo que no tardaréis más de 2 horas en
visitarlo, sin incluir el Palacio Real de los Reyes de Navarra que es
una visita aparte.
Nosotros estuvimos en Olite unas 3 horas por lo que no pudimos pasar la
noche ahí ya que debíamos continuar nuestra ruta hacia Pamplona.
Ermita de Santa Brígida
Ermita de Santa Brígida, Olite
Otro de los lugares que ver en Olite es la Ermita de Santa Brígida. Está
ubicada fuera de las murallas, en el Monte Encinar, a unos 3 km de
Olite. No pudimos visitarla por falta de tiempo, pero leímos que dentro
se pueden ver frescos y pinturas.
Además por los alrededores de la Ermita hay un encinar, considerado uno
de los paisajes más bonitos que ver en Olite.
Las Fiestas Medievales
son una de las celebraciones más importantes de Olite. Sus calles y
castillos son el entorno perfecto para revivir la Edad Media.
Estas fiestas se celebran uno fin de semana de agosto y se congregan
miles de personas.
Fiestas Medievales de Olite
Cada una de las calles está decorada con escudos y espadas y las
personas se disfrazan de caballeros, mercaderes, artesanos, malabaristas
y jinetes que van alegrando cada una de sus rúas.
Uno de los lugares más importantes que ver en Olite, durante las
fiestas, es su mercado ambientado en la Edad Media. Ahí se pueden
encontrar muchos productos de la zona preparados artesanalmente.
En las fiestas medievales también se elaboran cenas y comidas de la
época en cada uno de sus restaurantes. Además hay pasacalles de reyes,
princesas y exhibiciones de arqueros.
8. para Comer cerca de Olite
Restaurante Túbal Tafalla
Plaza Francisco de Navarra, 6,
31300 Tafalla, España
+34 948 70 08 52
Restaurante Merindad de Olite
Rua de la Juderia, 11,
31390 Olite, España
+34 948 74 07 35
Parador de Olite. Restaurante Teobaldos
Plaza Teobaldos 2, .
31390 Olite, España
+34 948 74 00 00
y algo mas económico
Meson El Sol en Olite
Plaza Carlos III El Noble S/N,
31390 Olite, España
+34 948 74 03 25
9. Tafalla
PLaza de Navarra, Tafalla
Tafalla es una ciudad de más de 10.000 habitantes que ejerce de capital en
la Navarra Media. Asentada a los pies del cerro de Santa Lucía, desde
donde se extiende su casco antiguo hasta las orillas del río Cidacos.
Cabeza comarcal y centro de servicios de la zona, Tafalla se encuentra 37
km. al sur de Pamplona, muy próxima a Olite. Atravesada por el río
Cidacos, la ciudad mantiene el sabor medieval en su zona alta y ofrece un
aire más moderno en la zona céntrica, dedicada al comercio y los
servicios.
La Plaza de los Fueros es punto de reunión de los tafalleses y
escenario de los principales acontecimientos.
La original fuente es casi un símbolo de la ciudad.
Calles de Tafalla
La tradición popular atribuye su fundación al primer poblador de la
Península Ibérica, Túbal, que da nombre a una calle y al restaurante más
afamado de la localidad.
Las estrechas rúas medievales del casco histórico, flanqueadas por casas
de piedra invitan a pasear sin prisas para descubrir su patrimonio.
Tafalla posee algunos conventos barrocos, como el de las Recoletas con un
bellísimo retablo que anteriormente adornaba la iglesia abacial de la
Oliva y que se considera la obra más destacada del manierismo navarro,
unido al Palacio de los Mencos por un arco conforma una de las
imágenes más representadas del lugar
Palacio de los Mencos, Tafalla
El convento comunica a través de un singular arco con pasadizo, con el
Palacio de los Mencos (Condes de Guenduláin), del siglo XVII.
También tienen interes algunos palacios renacentistas entre los que
destacan el de los Mariscales, cercano a la
iglesia de San Pedro, y neoclásicos, como el del
Marqués de Feria junto a la Plaza de Navarra, porticada de estilo
neoclásico y presidida por la Casa Consistorial.
10. Comer en Tafalla
Restaurante Túbal Tafalla
Plaza Francisco de Navarra, 6,
31300 Tafalla España
+34 948 70 08 52
Bar Nuevo Hostaf Plaza Fueros 1,
31300 Tafalla España
+34 630 78 61 49
La Peña
Tubal, 14,
31300 Tafalla España
+34 948 70 00 19
Brasas Asador
Avenida Sangüesa, 15-17,
31300 Tafalla España
+34 948 70 31 48
11. Artajona
Adaptándose al dibujo de la loma sobre la que se asienta, la fortaleza
de Artajona dibuja, desde lejos, el lomo de un dragón almenado.
Cerco de Artajona
Perfectamente adaptado al perfil que dibuja el cerro sobre el que se
asienta, el Cerco de Artajona te ofrece la oportunidad de disfrutar de
la fortificación popular medieval más importante de la Zona Media de
Navarra.
Un paseo por su interior te descubrirá un conjunto amurallado del siglo
XI que originariamente tuvo catorce torreones almenados, de los que sólo
quedan nueve, unidos por el camino de ronda. Accede al recinto por
cualquiera de los dos primitivos portales que se conservan, el de San
Miguel y el de Remahua y retrocede en el tiempo hasta la Edad Media.
Imagina el espacio habitado por reyes, nobles a caballo, juglares,
obispos y labriegos vestidos con pesados ropajes. Recrea épocas pasadas
y trata de imaginar cómo se vivió en este recinto coronado por la
iglesia-fortaleza de San Saturnino, un sólido e imponente edificio del
siglo XIII, declarada Monumento Histórico Artístico.
En la parte más alta de Artajona se abre a la vista un impresionante
lienzo salpicado de torreones almenados que se adapta al terreno
dibujando un perfil arriñonado rodeado de campos. El origen de esta
fabulosa fortificación, conocida como “El Cerco”, se remonta al año
1085, fecha en la que se iniciaron los trabajos encargados por los
canónigos de Saint Sernin, de Toulouse, obras que finalizaron en 1109.
El lugar ha sido, a lo largo de los siglos, anhelado por reyes, señores
y clérigos, lo que provocó numerosas luchas que hicieron necesarias
varias reconstrucciones de la fortaleza, especialmente durante el
reinado de Carlos II el Malo (XIV).
Tras superar las empinadas cuestas que llevan hasta la muralla, podrás
acceder libremente al recinto a través de dos primitivos puentes, el de
San Miguel y el de Remahua. Los robustos lienzos de sillería estaban
vigilados por catorce torres, de las que se han conservado nueve de
forma cúbica y almenada, unidas por la muralla del siglo XII y por un
paseo de ronda.
Todo el conjunto protege a la iglesia-fortaleza de San Saturnino que,
además de ejercer de campanario, supuso un importante punto de vigía.
Construida en el siglo XIII sobre las ruinas de un templo románico,
formó parte de la defensa del conjunto, y así lo evidencian sus robustos
muros y contrafuertes, el paso de ronda sobre la bóveda de la nave que
sirvió de calabozo, el pozo de agua, el uso que hicieron de la sacristía
como cárcel y la torre prismática del siglo XIV utilizada como puesto de
guardia en el siglo XV.
Iglesia-fortaleza de San Saturnino, Artajona, Navarra
Destaca especialmente su monumental portada gótica de finales del siglo
XIII; doce arquivoltas ricamente decoradas enmarcan el tímpano en el que
están talladas las imágenes del martirio de San Saturnino y de la reina
Juana de Navarra y su esposo Felipe el Hermoso.
Otra pieza curiosa es el aljibe medieval. Recientemente encontrado en el
lado norte de la iglesia, tiene una superficie de siete por cuatro
metros, así como tres metros de profundidad.
Aparece cortado en su parte superior, pero se conservan las ménsulas
de arranque de los arcos de las bóvedas de crucería que debió tener.
Si tu visita coincide con la apertura ocasional de la iglesia podrás
contemplar un retablo gótico realizado entre 1505 y 1515 que alberga
una talla sedente de San Saturnino, una talla gótica de la Virgen con
el Niño, y un calvario de estilo gótico hispano-flamenco que se
completa con pinturas y abundantes oros. Asimismo, en el ábside
también podrás disfrutar de interesantes pinturas murales góticas.
Tras recorrer la fortificación asómate al imponente caserío
de Artajona que desciende por la ladera del cerro y disfruta
de una impresionante vista sobre el conjunto de este pueblo medieval.
La presencia de pobladores francos en este privilegiado cruce de
caminos que es Puente la Reina, cabría asimilarla en su cronología y en
sus formas de acogida de población ultrapirenaica con el primitivo burgo
de Estella.
Puente la Reina, Navarra
O dicho de otro modo, casi con toda seguridad antes de 1080 inmigrantes
–en su mayoría franceses (francigenae)– habían constituido una colonia
habitada junto al Ponte del Arga.
Su rápido crecimiento estuvo ligado a su condición de cijada, donde
convergen los peregrinos que, a través de las grandes arterias
aquitanas, han hollado los pasos de Somport y Roncesvalles.
No se conoce con exactitud el primitivo emplazamiento del barrio judío,
aunque como el resto de sus compañeros de aventura debieron acomodarse
en el poblado de Murugarren, al que, en 1122, Alfonso el Batallador le
dotó de un término y licencia para edificar y al que extendió el fuero
de los francos de Estella.
Puente la Reina, Navarra
Los sucesivos aportes de población favorecieron su transformación –desde
mediados del siglo XII– en una villa de planta rectangular, con cuatro
portales (San Pedro, de Suso, el Mercantil y del Puente) y dos ejes
transversales de calles, que seccionaban la rúa Mayor.
En los extremos de esta arteria principal se localizan las iglesias del
Crucifijo –llamada también de Santa María de los Huertos–, al este y al
oeste la de San Pedro.
Esta villa-camino, que aparece tan bien planificada a juzgar por los
elementos de su morfología, acoge a los distintos grupos sociales que la
integran en cinco barrios: de la Navarrería o de la Población, que
ampara a las gentes del lugar; los de Suso, los Cambios y la Carnicería
agrupan a los emigrados venidos de otras tierras, generalmente francos;
y, San Pedro, formado por labriegos del término de Murugarren, en cuyo
extremo occidental, frente a la iglesia parroquial cabe situar la
judería, cuyo vecindario podría estar constituido por unas 15 o 20
familias.
Entre ellas, los Ensabrut, Abolfaça, Leví y Bergerac, originarios de
Francia en su mayoría, operan en los mercados de Puente y las aldeas
vecinas como prestamistas, mercaderes y artesanos. Sin embargo, su nivel
demográfico muestra cierto estancamiento.
La movilidad es frecuente como se desprende del uso que de esta judería
hacen los llegados de más allá de Ultrapuertos (Bona de Saint Maixent,
viuda de Orcely, Leonet de Gerona o Orsel de Perpiñán), instalados en
ella de forma provisional antes de marchar a tierras de Aragón.
Iglesia del Crucifijo, Puente la Reina
Así, en 1366 el vecindario de los distintos barrios antes citados era de
unos 120 hogares, de los cuales algo más de un diez por ciento
corresponde a los judíos.
Es decir, con valores muy próximos
a los referidos un siglo atrás.
Esta circunstancia, unida a su estratégica situación, hacía que su
comunidad basculase entre la jurisdicción de la aljama de Estella y la
de Pamplona, hasta quedar definitivamente adscrita a este última desde
el segundo tercio del siglo XIV. Idénticas oscilaciones de adscripción
muestra, al menos en un principio, la judería de Monreal.
Esta villa, situada a piedemonte de la Higa –máxima altitud de la Sierra
de Alaiz–, sirve de unión, como etapa final del Camino de Santiago,
entre las villas de Sangüesa y Puente la Reina.
Por ese eje transversal circulan los peregrinos que utilizan la ruta
provenzal. Quizá para reforzar esa función de acogida, García Ramírez el
Restaurador, en 1149, le concede el fuero de los francos de Estella.
Puente la Reina, Navarra
Semejante texto normativo pudo amparar la existencia, más o menos
consolidada, de emigrados judíos y cuya posterior vinculación con la
judería de Pamplona quedará ampliamente documentada.
Entre los elementos de su topografía urbana cabe destacar –además del
Castillo, uno de los más importante del reino– las iglesias de San
Martín, Santa María y San Juan; el puente sobre el río Elorz y la
judería, situada intramuros, al pie del promontorio defensivo que se
alza sobre el cerro que domina la villa.
Además de la sinagoga y el fosal, de los que no se conserva resto
alguno, el recinto de la judería casi llegó a figurar como una
dependencia de esta especie de Burgo castral, verdadero guardián
defensivo de la Cuenca de Pamplona.
Los portales del barrio judío, línea divisoria de ambos mundos, serían
testigos mudos del vivir de sus moradores y espacio donde se dirimen
conflictos de jurisdicción. Dada su proximidad a la capital del reino, durante varios
decenios albergó una de las casas de la moneda y desde comienzos del
siglo XIV posee la condición de “buena villa”, es decir representación
en las cortes o asambleas representativas del reino.
14. Comer en Puente la Reina
Asador el fogón de etayo
Calle Cerco Viejo 78 78,
31100 Puente la Reina España
+34 948 34 05 12
Restaurante La Conrada
Paseo los Fueros 17,
31100 Puente la Reina España
+34 948 34 00 52
y algo mas económicos
Vinoteca Ganbara Calle Mayor, 86 86 Bajo, 31100 Puente la Reina España +34
618 45 58 80
La Fonda de Tito
Calle Mayor, 50,
31100 Puente la Reina España
+34 948 34 00 75
15. Estella
Estella, Navarra
Una ciudad representada en su escudo con una estrella de ocho
puntas. Quién sabe si la misma estrella de la Vía Láctea que guiaba
a los peregrinos en su caminar. Y es que palpas su ambiente jacobeo
por todas partes; peregrinos, símbolos, puentes, iglesias y palacios
por doquier.
Además, su judería -fue la tercera en importancia después de
las aljamas de Tudela y Pamplona-, envuelve toda la ciudad.
La Plaza de los Fueros
La Plaza de los Fueros, Estella
Todo recorrido por Estella debe comenzar en la plaza de los Fueros,
centro neurálgico de la localidad. Se trata de una plaza amplia con
varios edificios a su alrededor que llaman tu atención. En especial
una casa justo a la derecha de la Iglesia con muchos balcones de
reja perfectamente en hilera, algunos de ellos con geranios.
Apunta estas tres joyas románicas: el
Palacio de los Reyes de Navarra,el claustro de San Pedro de la Rúa y la portada de San Miguel.
Ponte en el medio de la plaza y mira a tu alrededor. Descubrirás que
la plaza está llena de bares con historia: el Florida el Monjardín,
La Terraza, etc. Son de esos bares con aire antiguo en los que ves
mayoritariamente personas de edad sentadas en la terraza y
disfrutando con sosiego del café mientras se entretienen viendo a la
gente pasar.
En el centro destaca sobre el resto la Iglesia de San Juan Bautista
una iglesia de piedra amarilla con tintes neoclásicos. Date una
vuelta alrededor de ella y descubrirás que está sepultada a ambos
lados por construcciones posteriores.
Vimos viviendas, un bar e incluso un locutorio. Te prometo que tras
el susto inicial no me atrevo a decir si el contraste entre las
personas que entran al templo por la puerta románica y las que lo
hacen por la puerta del locutorio, justo a la derecha de la misma,
es puro feísmo o un ejemplo de integración que debe perdurar.
Palacio de los Reyes de Navarra
Palacio de los Reyes de Navarra, Estella
En Estella, en la plaza de San Martín, donde brilla con todo su esplendor
el recuerdo de la ciudad medieval antiguamente poblada por francos
y judíos, se encuentra el Palacio de los Reyes de Navarra, también
conocido como Palacio de los Duques de Granada de Ega. Es el único
edificio románico de carácter civil que existe en Navarra y fue
declarado Monumento Nacional en 1931.
Levantado en el último tercio del siglo XII y orientado hacia
la iglesia de San Pedro de la Rúa, nos descubre una magnífica
fachada con dos capiteles historiados, uno de los cuales
representa la lucha de Roldán y el gigante Ferragut. En la
actualidad, alberga el Museo Gustavo de Maeztu.
Palacio de los Reyes de Navarra, sede del Museo Gustavo de
Maeztu
En la estellesa plaza de San Martín, ocupando la esquina con la
calle de San Nicolás, antigua rúa de los Peregrinos, se alza el
Palacio de los Reyes de Navarra, una de las joyas arquitectónicas
de la ciudad de Estella y único ejemplo del románico
civil de la Comunidad Foral.
Palacio de los Reyes de Navarra, Estella
El elemento más significativo de este edificio de planta
rectangular es su bella y armoniosa fachada, articulada en tres
cuerpos y dos torreones.
Su piso inferior presenta una galería de cuatro robustos arcos
de medio punto, mientras que en el segundo cuerpo destacan sus
cuatro grandes ventanales, divididos cada uno de ellos por
cuatro arquillos apoyados en finas columnas encapiteladas.
La parte superior, cuya ampliación fue realizada en el siglo
XVII, es un ático de sillería provisto de tres saeteras y
protegido en los ángulos por dos torreones.
La fachada está enmarcada en los extremos por dos columnas
superpuestas con cuatro hermosos capiteles, dos vegetales y dos
historiados. El capitel inferior de la columna izquierda, es el
más famoso de los dos historiados y en él podrá distinguir la
lucha de Roldán y Ferragut, siendo el primero paladín de
Carlomagno, y el segundo, un gigante moro. El capitel recoge el
momento en el que el héroe cristiano vence al musulmán al
atacarle en su único punto débil, el ombligo.
En la columna de la derecha, el capitel superior recoge dos
escenas sin conexión entre sí. En la parte izquierda, se
representa la fábula del burro tañendo el arpa que escucha un
león sentado sobre sus cuartos traseros, y en la derecha,
aparecen dos avaros, de cuyos cuellos cuelgan las bolsas del
dinero, que caminan hacia su castigo cogidos por un cepo. A su
lado, los condenados se queman en una caldera vigilada por
cuatro diablos.
El segundo cuerpo de la fachada está culminado por un tejadillo
con retícula de rombos sobre canes, pencas y otros temas
vegetales, además de volutas, lóbulos, puntas de diamantes y un
pez.
La Plaza de Santiago
un doble triángulo
Está muy cerquita de la plaza de los fueros y se trata de una plaza
de nueva construcción.
Su forma triangular le da un aspecto curioso, sobre todo porque los
árboles que rodean la fuente central tienen exactamente la misma
colocación.
La Calle Mayor
epicentro de la vida de Estella
Una vez hayas visitado ambas plazas busca la calle Mayor y comienza
a caminar hacia la izquierda. Encontrarás una calle animada con un
gran número de tiendas. Nos encantó ver como en Estella el comercio
tradicional resiste y esta calle es el mejor ejemplo de ello. Casi
nadie daba la sensación de turista, solo vimos personas de allí
paseando y haciendo sus compras.
Hay tiendas tan diversas como una de alimentación ecológica, varias
tiendas de ropa, mercería, papelería y la que más nos llamó la
atención; la tienda de vinos y licores de Hermenegildo Elcano que te
teletransporta a los años 50 del siglo pasado.
Recuerda mirar también hacia arriba. A mitad de la calle a mano
derecha hay un palacio barroco con unos balcones con forma de concha
que a buen seguro llamarán tu atención. También hay con arcos
que aguantan unas casas con otras, el más bonito es la Calleja del
Chapitel ya casi llegando a la Iglesia de San Miguel.
Iglesia de San Miguel
Iglesia de San Miguel, Estella
Este templo aparece de repente ante ti a mano izquierda mientras
caminas por la calle Mayor. Y es que la Iglesia de San Miguel está
enclavada en lo alto de una roca por lo que da la sensación de que
te encuentras ante un castillo.
Se puede subir por la escalinata o acceder dando un rodeo por la
calle que se abre ante ti. Te recomiendo lo primero, encontrarás un
bonito patio con un olivo que le da un toque bastante bucólico en la
parte de atrás del templo.
Fíjate en la torre. ¿No te parece que es un añadido un poco raro? Si
sabes la historia me la puedes contar en los comentarios… Por
cierto, también nos encontramos el templo abierto y sin nadie que lo
cuide, algo que ya no se ve y que es una prueba de los tranquila que
es Estella.
El Puente de la Cárcel
Puente de la Cárcel, Estella
Continúa bajando hacia el río desde la Iglesia de San Miguel y te
encontrarás con el Puente de la Cárcel. Parece antiguo, pero fue
construido en los años 70 tratando de conservar un poco del estilo
del primer puente que hubo en ese lugar. Un puente románico que fue
destruido por los liberales en 1873 en el marco de la Tercera Guerra
Carlista.
Al cruzar el puente tuerce la izquierda y ve a ver la Iglesia del
Santo Sepulcro. Tiene una portada románica con varias escenas de la
pasión entre las que destaca la última cena en la parte inferior de
la misma.
Esa calle es la que da entrada a los peregrinos por lo que no será
difícil que te cruces con alguno. También es la zona donde se va a
hacer deporte y pasear. Si miras un poco hacia arriba verás el
Convento de Santo Domingo, un bonito edificio que en la actualidad
es una residencia de ancianos. No se puede visitar, pero desde fuera
llama la atención.
Calle Curtidores y el Museo del Carlismo
Continúa imitando la entrada que hacen los peregrinos a la ciudad,
recorre toda la calle Curtidores. Mientras caminas te irás
encontrando albergues y otros negocios que dan servicio a los
peregrinos a cada lado de la calle.
En esta calle también está el Museo del Carlismo, que te recomiendo
especialmente. Un museo público, creado con rigor histórico, que
hace un completo análisis de este movimiento. Te explico un poco… El
Carlismo se originó con el nombramiento de Isabel II como reina tras
suspender su padre Fernando VII la ley sálica que impedía reinar a
las mujeres.
Su primo el infante Don Carlos reivindico el trono como primer varón
en la línea sucesoria lo que desencadenó varias guerras y
enfrentamientos que llegan casi hasta nuestros días. De hecho, aún
hay un descendiente de este último que reivindica el trono.
Iglesia de San Pedro de la Rúa
Claustro de la Iglesia de San Pedro de la Rúa, Estella
La Calle Curtidores te lleva hasta la plaza de San Martín otro de
los sitios más bonitos de Estella. Allí encontrarás la oficina de
turismo en el edificio del antiguo ayuntamiento y justo a la derecha
la Iglesia de San Pedro de la Rúa que es el edificio más imponente
de la localidad y donde destacan sobre todo su gran escalinata y el
claustro interior. Fue de los sitios que ver en Estella que más nos
gustaron.
Justo enfrente de la oficina de turismo está el Palacio de los Reyes
de Navarra que alberga el Museo Gustavo de Maeztu, pintor y hermano
del conocido pensador. Este museo fue otro de los agradables
descubrimientos que nos brindó Estella.
No dejes de caminar hasta el final de la calle para ver la Puerta de
Castilla, es de lo poco que se conserva de la muralla medieval de
Estella.
Parque de los Llanos y el Edificio de la Estación
Una vez hayas visto la puerta vuelve sobre tus pasos para cruzar el
río por el puente del Azucadero, desde allí hay una vista del río
muy chula. Para mí es la postal más bonita de Estella, de hecho es
la vista que he elegido como foto de portada del artículo.
Al cruzar el puente tuerce a la izquierda y llegarás al Parque de
los Llanos, auténtico pulmón verde de la ciudad.
Juderia de Estella
Poco después de superado el ecuador del siglo XI, ya se sabe que
había presencia judía en la zona de Estella, pero la ciudad como
tal no se funda hasta 1090, cuando el rey Sancho Ramírez decide
asegurar la zona frente a las agresiones musulmanas y proteger el
Camino de Santiago.
Para ello eligió un lugar en el que hubo un poblado, en una
franja de terreno entre el río Ega y la montaña, en un principio
fue habitada sólo por ciudadanos francos, es decir, comerciantes y
hombres libres de vasallaje, sin nobles, clérigos ni
campesinos.
El rey dotó a la ciudad de un fuero a imagen del de Jaca y con el
que trata de dirigirla hacia un desarrollo basado en el comercio y
los servicios, para el que es propicio el lugar elegido en la
fundación.
En Estella ocurre un suceso terrible: en 1328, aprovechando el
vacío de poder tras la muerte del rey Carlos I, se produce un
asalto a la judería en el que muchas casas son saqueadas y no
pocos judíos asesinatos.
La reina Juana II multó a la ciudad por estos hechos y hubo
también condenas -incluso de muerte- a los principales implicados,
pero al parecer buena parte de estos castigos no se llegaron a
ejecutar.
La judería logró, no obstante, recuperarse y tres décadas después
tenía tantos habitantes como antes del asalto, si bien muchos de
ellos eran judíos franceses e ingleses, ya que los que habían
huido en el asalto no volvieron a la ciudad.
Una buena
forma de empezar es en la oficina de turismo, en la que una
maqueta reproduce lo que debía ser la villa durante la época
medieval, con su judería separada del resto del casco urbano por
su propia muralla.
Los lienzos de esta muralla que aún se conservan son,
sin lugar a dudas, el resto más importante del pasado sefardí en
Estella, además de ser bastante excepcionales en el conjunto de
España, donde estas defensas internas no se han conservado
prácticamente en ningún lugar.
Protegido por esa muralla se encuentra el espacio de la llamada
judería nueva, en el que se han realizado excavaciones
arqueológicas ya en el siglo XXI, en las que se han encontrado
diferentes materiales de construcción y restos a partir de los
cuales se puede asegurar que las viviendas de la judería estaban
construidas en terrazas que se adaptaban a la inclinación de la
colina.
Tampoco deben perderse
la iglesia de Santa María Jus del Castillo, un templo
románico levantado exactamente en el solar que tenía la primera
sinagoga.
Por último, una curiosidad interesante son las dos figuras de
hombres judíos que sostienen el dintel de la iglesia del Santo
Sepulcro, probablemente imágenes hechas para representar un papel
negativo de los sefardíes y un buen reflejo del ambiente que se
respiró en la ciudad a finales del siglo XIII y que acabó llevando
al asalto de la judería de 1328.
Estella: de la judería vieja de Elgacena a la “nueva” de
Belmecher
Como es sabido de todos, el primer burgo de francos en suelo
navarro corresponde a Estella, enclave social inédito hasta
ahora, regido por un texto normativo o fuero, otorgado por
Sancho Ramírez –soberano con el que se inicia la unión dinástica
de los reinos de Pamplona y Aragón– al poco de ceñir la corona,
entre los años 1076 y 1077.
En dicho fuero se alude asimismo a los inmigrantes judíos, cuya
instalación en este territorio debió de ser simultánea al de la
población cristiana y, en cierta medida, quedaban equiparados
ambos grupos sociales .
Ya en 1089, el rey de aragoneses y pamploneses, hizo uso de la
pecha (paria), décima, pleitos y homicidios de los judíos de
Estella –junto a la lezda de los de Lizarrarella– en la
concesión de diversos derechos y propiedades a la iglesia de
Santiago de Funes .
Poco después, en 1093, se hace donación al monasterio de
Montearagón del diezmo de los judíos de Estella y de los
instalados en la villa que llaman Lizarrarella .
A tenor de estos textos, puede pensarse en la existencia de dos
espacios –el castillo de Estella y la villa antes mencionada–,
netamente diferenciados.
Diez años más tarde, en 1145, el obispo de Pamplona don Lope de
Artajona consiguió del monarca navarro la cesión de la sinagoga
y otras dependencias de la misma ya en desuso, con destino a la
construcción de una cuarta parroquia –en este caso directamente
vinculada a la sede iruñesa–, dedicada a Santa María y a Todos
los Santos, conocida con el tiempo como Santa María Jus del
Castillo o simplemente Santa María de la Judería8 .
Semejantes reajustes topográficos y de devoción obedecen a un
claro propósito de la corona de contentar a la iglesia ante las
evidentes muestras de amparo y protección dispensadas a los
emprendedores judíos estelleses, dotándolos de un solar amplio y
mejor protegido, acorde con el proceso acelerado de urbanización
a que estaba siendo sometida la ciudad del Ega en la segunda
mitad del siglo XII.
El favor dispensado por los soberanos de la dinastía “sancha” se
manifiesta, entre otras actuaciones, en la confirmación del
legendario Fuero de los judíos de Nájera a las aljamas de Tudela
(1170 y 1211) y Funes (1171), al que se añaden otros
privilegios, pero la judería estellesa no cambió su régimen
jurídico, permaneciendo sujeta desde su inicio al fuero de
francos, más real y acorde con las promesas de los monarcas
repobladores
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17. Los Arcos
Los Arcos, Navarra
La presencia de judíos en la villa, apoyada en este documento, la
encontramos en el siglo xiii, si bien los más numerosos tienen su
aljama en el siglo xiv, perfectamente afincados en sus labores
mercantiles.
La documentación manejada en este apartado está tomada, casi en
su totalidad, de «Navarra Judaica».
En las múltiples y breves escrituras notariales transcritas en
la monumental obra, se nos ofrece una nómina enorme de vecinos,
tanto cristianos como judíos, lógicamente sin obedecer pautas de
empadronamiento por calles o barrios.
A los judíos los encontramos presentes desde el siglo xiii si
bien, en esos primeros textos, no figuran en Los Arcos
individuos concretos, excepto los citados por Juan Carrasco
tomándolos del documento v de la catedral de Pamplona.
Puerta de Castilla, Los Arcos, Navarra
En los Registros de Comptos se habla, por ejemplo, de
impuestos cobrados en la villa del tributo de la «fossaderie
prope tincture et scripture judeorum 1285».
Otras veces señala «... de Arcubus per tributo fossaderie et
omnibus caloniarum usque ad 60 s. et scriptura cartarum judeorum
per annum... 1290»
El último judío localizado en la época estudiada es Simuel
Algamiz. Consta su nombre en una comisión y mandamiento de Carlos
III el Noble a Miguel de Igúzquiza, portero real, para que se
embarguen los bienes del citado judío que había huido del reino
sin permiso del monarca; pero este sujeto ya consta como
prestamista en 1407.
En todo ese tiempo, en torno a los dos siglos, los nombres
distintos de otros tantos judíos registrados en Los Arcos rondan
los 120. No quiere decir que no hubiese habido más; de esos, al
menos, hay constancia documental.
Por otra parte, en cuanto a los nombres, no resulta fácil la
identificación de los sujetos debido a la diversa grafía.
Dependiendo del escribano o notario de turno, hay variaciones.
Los Arcos, Navarra
A título de ejemplo, el nombre Abraham lo encontramos así:
Abran, Abram, Abraham, Auran; si le acompaña el apellido, la
cuestión se aclara solo en parte, porque hay un Abram Ambolat,
mercader de 1381, y un Abram Embolat, también mercader, en 1366.
El apellido Benayon lo escriben así: Venayon, Uenayon y
Euenayon.
Sirvan estos casos para indicar la dificultad de aclarar quién
es quién, por cuestiones tan elementales. La fecha, más o menos
próxima en que figuran con una u otra grafía, puede ayudar a
identificarlos.
La familia más numerosa es la de los Embolat o Enbolat, del que
hemos localizado los siguientes personajes: Abraham, Elezer o
Helezer, Gento, Jacob, Juce (el más frecuente) Mose o Mosse,
Salamon o Salomon, Symuele y Ximuel. Con el apellido Leui o Levi,
se cita a: Abram, Achac, Aya o Haya, Juce, Judas, Salamon y
Salomone.
Algunos llevan el calificativo don indicando cierta notoriedad.
Los nombres de mujeres son escasos; algunas vienen citadas con su
marido: Algoer, «judia muger qui fue de Juce Enbolant (sic) qui
fue»; dona Jamila, mujer de Juce Benquis; Dueyna, mujer de Juce
Embolat; dona Merian, probablemente identificada con Myrien;
Solbeillita, «muller de Junez Enabez, judios morantes en Los
Arcos», constando sus nombres por la pena impuesta de una carta
iudeuenca de obligación.
De otra mujer, Mesieylla, daremos noticias posteriormente. Si
hablamos de la profesión u oficio de estos vecinos judíos, la
mayoría vive como negociantes prestamistas, otras veces se
implican en operaciones de compraventa de casas o tierras,
frecuentemente de viñas. En estas operaciones, el prestamista o
comprador suele aparecer acompañado por otro gionario como testigo
u apoderado, ante el notario o guardasellos del rey en la villa.
Actúan con la característica crematística judía en todas las
latitudes: comerciantes, sobre todo, con dinero, aunque en
ocasiones también los encontramos traficando con trigo. Algunas
de las mujeres citadas, como la de Juce Embolat, dona Dueyna,
siguen las mismas ocupaciones laborales que el marido, si bien
se diría hacerlo por cuenta propia, ya que ella es la acreedora.
Judería y sinagoga en el barrio de los Infanzones
Al parecer, la zona de la villa ocupada por los judíos estaría
situada en el barrio de los Infanzones.
Nos apoyamos en el inventario de los papeles del cabildo
parroquial de Los Arcos, manuscrito en 1472.
Al enumerar los censos, hallamos esta referencia: Yten, sobre las
cassas de los Infanzones, que antiguamente fue la sinoga (sic) y
al presente tiene por atenençias la casa que fue de Gil Soria y, a
la otra parte, la casa de su padre de don Barriofrio (que fue uno
de los beneficiados de la parroquia) y, sobre la pieça del losal
de los judios, se pagan, en cada un año, treinta y seis groses.
Item, compro Pero Sanchiz el peligero vnas casas de la nuera de
Judas de Nauarrete, en el Barrio de los Infanzones, pueden valer12
libras. Paga a mi, Remon, 60 sueldos30.
Más adelante conoceremos nuevas referencias sobre este barrio en
relación con los judíos; pero la primera noticia con el nombre de
ese barrio nos la da un documento de la catedral de
Pamplona.
En la actualidad, con transformaciones seculares en las viviendas,
borradas las huellas de muros y probablemente de cimentación, el
paraje se ubicaría, en su mayor parte, en la calle San
Antón.
El primitivo trazado de callejuelas, discurriendo en el espacio
y patios interiores desde la actual calle Carramucera a la de
Santa Eulalia (antes conocida como de Tejedores –con muy posible
referencia a los tecedores judíos–) próximo a la muralla, sería
el habitual escenario de los judíos artesanos y de su sinagoga.
En documentación del año 1381, por ejemplo, aparecen gran
cantidad de transacciones mercantiles, afectadas por el gravamen
que debía pagarse a la hacienda real por las mismas, carga que
suponía un 25 %. Es muy probable que, para librarse de impuestos
tan fuertes, muchos judíos emigrasen a los reinos limítrofes de
Aragón y Castilla.
Como ejemplo de transacciones mercantiles en las que figuran:
vecinos cristianos normales –incluido el alcalde– matrimonios,
clérigos, con comerciantes judíos, transcribimos, un poco más
adelante, relación de heredades que estos vendieron a cristianos
en el año 1381. Se señala el gravamen que debían pagar a la
hacienda real: hasta un 25 %.
Carlos II introduce (había introducido años antes, decimos
nosotros) una forma especial de «ayuda», conocida con el nombre
de «alcabala», a imitación de lo que venía haciéndose en
Castilla: el pago de ciertas cantidades por las transacciones
comerciales; autorizada como una nueva «ayuda» o impuesto
extraordinario, y por tanto, temporal y pasajero, acaba por
generalizarse y renovarse periódicamente con tasas diversas.
De acuerdo con el Libro de fuegos o de la ayuda de los cuarenta
mil florines otorgados al rey en la villa de Tudela (año 1366),
a Los Arcos, que entonces contaba 124 fuegos, de los cuales doce
eran de judíos, le supuso una ayuda impuesta de 310 florines.
Nos llama la atención porque, según Carrasco, en el Libro del
monedaje de Tierras de Estella (1350), habla de los que en Los
Arcos, moran «en el Mercado», o en el «quinnon del Castro» y,
finalmente, en el «quinnon de Roytegui». Podríamos identificar a
la Poblation Susana con Roytegui, la Poblation Jusana con la del
Mercado, junto a la parroquia.
El Castro –cuyo nombre figura en el fuero de 1176 otorgado por
Sancho el Sabio con vocablo latino sinónimo del castillo– se
mantiene con idéntico nombre. Las heredades más numerosas
inventariadas son las viñas, no menos de sesenta y cinco. Resulta
imposible determinar su superficie cultivada, ya que no se
especifica las peonadas de cada una.
Las tierras de pan llevar fueron las menos. Se desprende de
los datos conocidos que la familia judía más adinerada en la villa
era la de los Embolat, no solo en estas operaciones de compraventa
apresurada, sino como prestamistas habituales.
18. y para Comer en Los Arcos
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y en los proximidades, siguiendo el Camino de Santiago
encontramos
19. Torres del Rio
Torres del Rio, Navarra
Torres del Río es un pueblo antiguo de casas de piedra apiñadas en torno
a la iglesia parroquial de San Andrés y a la iglesia del Santo Sepulcro
que es su monumento más singular y una de las joyas del románico navarro
del siglo XII.
Zona fronteriza entre los reinos de Castilla y Navarra, Torres del Río
alcanzó prosperidad por su posición estratégica en el Camino de
Santiago.
Hoy en día mantiene el carácter hospitalario con varios establecimientos
hosteleros y algún restaurante. Un corto paseo nos llevará hasta el
antiguo lavadero y desde la vecina localidad de Sansol podremos
disfrutar las mejores panorámicas de este bello pueblo.Leer más
IGLESIA DEL SANTO SEPULCRO.
Su originalidad viene dada por su planta centralizada, que nos recuerda
mucho a la iglesia de Santa María de Eunate, pero que aquí adopta mayor
monumentalidad y perfección arquitectónica. Este esquema tan simétrico y
centralizado se explicaría por su advocación como Santo Sepulcro.
El octógono de su planta se convierte en un módulo que se traslada y
repite en todo el conjunto del templo, lo que da lugar a una extrema
perfección constructiva. En la planta se marca el eje longitudinal
formado por ábside, octógono central y torreón-escalera, destacando la
cubierta estrellada que tiene claras reminiscencias de la arquitectura
mahometana.
La fama de esta iglesia románica del Santo Sepulcro de Torres del
Río viene determinado por ser uno de los templos poligonales de España y
de Navarra.
También por su belleza y rigurosa calidad
constructiva, de magnífica sillería, buenas proporciones y cuidada
terminación en todos los detalles.
Frente al templo del Santo Sepulcro nos interrogamos por qué en algunos
libros eruditos y no tanto, tildan el románico como un estilo horizontal
y pesado. Basta con contemplar esta iglesia desde la fachada principal
o, aún mejor, desde su interior, para darnos cuenta que su arquitectura
orienta la mirada -a pesar de sus reducidas dimensiones- hacia la
verticalidad.
Origen
Torres del Río ha sido atribuida tradicionalmente -como es habitual en
las iglesias de planta centralizada- a la Orden del Temple, si bien no
hay de ello ninguna prueba documental.
Se sabe que hubo en Torres del Río un monasterio dependiente de Irache,
pero tampoco se puede establecer con seguridad un origen monástico de la
iglesia.
Actualmente se piensa que pudo ser una construcción de la Orden del
Santo Sepulcro y que su arquitectura peculiar evocase el Santo Sepulcro
de Jerusalén.
Parece bastante aceptado que el uso de esta iglesia fue principalmente
funerario. Su linterna superior se ha asociado con un "faro o linterna
de los muertos".
Planta
La planta de la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río es la
de un octógono ligeramente irregular unido a un ábside de planta
semicircular al este y una torre cilíndrica al oeste con escalera
embebida.
Exterior
El cuerpo de la iglesia
Si miramos este templo desde el sur, de frente a su portada, observamos
el citado sentido ascensional y de gran verticalidad del templo. El
cuerpo principal es el de un prisma octogonal dividido en alzado en tres
pisos.
El primero es liso salvo en el segmento de la puerta. El segundo
nivel cuenta con arcos apuntados de descarga y cobija dos ventanales
flanqueando la cabecera. El cuerpo superior es el más hermoso, con
ventanales de arquivoltas sobre columnillas que rodean pequeñas celosías
cuya función es iluminar el interior.
Este prisma octogonal está reforzado y embellecido por columnas en
los vértices que llegan hasta su alero.
Los canecillos de esta cornisa son trilobulados, de influencia
musulmana.
La puerta de ingreso se encuentra en el paño meridional. Es muy sencilla
y bastante reconstruida como se aprecia en las columnas, cuyos capiteles
son lisos.
La linterna
Emergente de este cuerpo principal se encuentra la torrecita superior
que reproduce, en pequeño y de forma simplificada, los volúmenes y
formas del cuerpo inferior. Es otro prisma de base octogonal, dividido
en tres niveles por cenefas. En los lados correspondientes a los puntos
cardinales se abre un ventanal. También tiene columnitas en las aristas.
La función de esta torrecita o linterna parece que es doble. Se mantenía
encendido un fuego en su interior que permitía ser avistada desde largas
distancias por los peregrinos.
Por otro lado, esta llama tenía el valor simbólico de fuego purificador
que evoca la aspiración a la Resurrección. Tal era la función de las
llamadas "linternas de muertos" que abundaron en los cementerios
europeos medievales (especialmente en Francia).
Ábside y escalera
En el costado oriental, como es preceptivo, aparece el ábside que es un
tambor semicilíndrico prácticamente liso salvo por una cenefa y un
sencillo vano de iluminación en el centro.
En el lateral contrario -el occidental- aparece otro cubo cilíndrico más
alto que es la torre con la escalera de caracol que conduce al tejado y
al cuerpo superior o linterna. Exteriormente se aprecian algunas
aspilleras de iluminación de dicha escalera.
Interior
El cuerpo con forma de prisma octogonal
La entrada por primera vez a la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del
Río genera un impacto inusual incluso para quienes estás acostumbrados a
la diversidad del arte románico. Su verticalidad, cuidada construcción y
equilibradas líneas logran que su recuerdo sea completamente imborrable.
Salvo el muro occidental, donde se abre el ábside del que luego nos
ocuparemos, las siete paredes perimetrales restantes repiten la
disposición de sus elementos decorativos (cenefas) segmentando los muros
en distintos niveles semejantes a los vistos al exterior. También
encontramos los mismos ventanales en el cuerpo inferior.
En las esquinas de este cuerpo prismático octogonal se adosaron columnas
de las que surgirán unos breves nervios que se encajarán en la estrella
de ocho puntos de la bóveda. Las correspondientes al muro del ábside se
acortaron y auparon sobre ménsulas ubicadas en las enjutas del arco
triunfal. En ellas se esculpieron cabezas de animales, una de las cuales
devora a una presa.
Ábside
El ábside se abre al cuerpo octogonal por un arco triunfal apuntado y
doblado. Hay que fijarse bien en sus dos capiteles pues su iconografía
está muy relacionada con la función funeraria que se le supone a esta
iglesia.
En efecto, en uno de ellos aparece la escena del Descendimiento de
Cristo, patético momento que representa el dolor de la muerte del
Salvador y, en el otro, la Resurrección con las Tres Marías ante el
sepulcro vacío, que simboliza la esperanza en la vida eterna y el
triunfo sobre la muerte.
Este arco triunfal abre paso a la bóveda de medio cañón apuntado del
brevísimo espacio presbiterial que sin solución de continuidad se une
con la bóveda de horno del ábside.
En el hemiciclo absidal se abre una ventana con arco doblado de medio
punto y gran derrame interior.
La bóveda
Con todo, lo mejor de la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río
es su estructura vertical y, en especial, su abovedamiento.
La
bóveda del cuerpo principal es de evidente raigambre califal, con ocho
arcos apuntados que se entrecruzan sin unirse en el centro, de tal modo
que se conforma una estrella de ocho puntas que deja en el medio un
espacio ochavado que a su vez se cubre con bóveda cupuliforme y sirve de
base a la torre o linterna superior.
Se ha relacionado esta peculiar bóveda con la de la iglesia soriana de
San Miguel de Almazán. Ciertamente el juego de arcos es similar, aunque
en este último caso, el octógono formado no está abovedado.
Hay que fijarse meticulosamente en estos nervios y en sus apoyos.
Veremos que dichos nervios surgen por parejas del centro de cada cara
del polígono. Entre ellos queda un espacio horadado mediante una celosía
que corresponde a la luz de los ventanales exteriores del cuerpo
superior. Estas aberturas van coronadas por lo que se viene considerando
representaciones de castillos, aunque creemos que se trata de relieves
alusivos a la Jerusalén Celestial.
En los citados nervios aparecen pintados los nombres de los Apóstoles,
así como un texto alusivo a la autoría de la iglesia: "Me fecit".
Imagen de un Cristo románico
En la embocadura del ábside nos encontramos con una muy agradable
sorpresa.
Si no nos dejamos embriagar sólo por la sabia arquitectura de la iglesia
podremos apreciar una pequeña joya románica (en tamaño pero no en
calidad)
Nos referimos al Cristo románico de cuatro clavos y corona que se
conserva en perfecto estado. Es posiblemente la "guinda" de una iglesia
que se hace inolvidable al viajero amante de este arte.
CASCO HISTÓRICO. Pasearemos por sus estrechas y empinadas calles donde
en muchas de las fachadas de sus grandes casonas de piedra encontraremos
interesantes escudos finamente labrados.
IGLESIA DE SAN ANDRÉS. En lo alto del pueblo, junta a una amplia plaza y
un cuidad jardín encontramos esta obra gótico-renacentista de Juanes de
Larrañaga constuirda hacia 1599-1629. Su planta en cruz latina se cubre
con bellas bóvedas estrelladas de terceletes.
LAVADERO Y PUENTE. Llegando por el Camino de Santiago encontraremos un
antiguo puente de piedra y el recientemente restaurando lavadero.
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