domingo, 12 de febrero de 2023

Ruta por los Lugares de Leyenda en Toledo (y II): Intramuros



Leyendas en la Catedral de Toledo

Mezquita del Cristo de la Luz, Toledo

Real Colegio de Doncellas Nobles, Toledo

Barrio Judio de Toledo

Leyenda del Pozo Amargo, Toledo

Cadenas de San Juan de los Reyes, Toledo

Toledo es una de las ciudades de mayor patrimonio del España, cargada de historia, magia y misterio. 

Este artículo es la II Parte y continuación de la I etapa de nuestra ruta, que a modo de enlace le recordamos :




Indice:

  1. Como Llegar a Toledo
  2. Croquis de Nuestra Ruta
  3. ¿Que ver y hacer en Toledo?
  4. Leyenda de la Piedra Blanca de la Mezquita del Cristo de la Luz
  5. Leyenda del Conde de Benacazón - Palacio de Benacazón
  6. Leyenda del Cristo de la Calavera - Alcázar de Toledo
  7. La Enigmática Virgen del Tiro - Catedral de Toledo
  8. Leyenda de El Diablo Confesor - Catedral de Toledo
  9. Leyenda de la Calle del Hombre de Palo
  10. Leyenda de El Pozo Amargo de Toledo
  11. Leyenda de la Iglesia de San Andrés
  12. Leyenda de la Cátedra Subterránea
  13. Leyenda del Convento de San Pedro Mártir
  14. Leyenda del Cantar de la Mora Zaida
  15. Leyenda de Alfonso VIII y la Bella Raquel
  16. Leyenda de Isaac el Judío - Travesía del Arquillo
  17. Leyenda del Taller del Moro
  18. Epitafio sobre la Leyenda del Señor de Orgaz - Iglesia de Santo Tomé
  19. Leyenda de la Casa de las Cadenas - Monasterio de San Juan de los Reyes
  20. Leyenda del Zapatero y el Cardenal - Real Colegio de Doncellas Nobles
  21. Leyenda de la Dama de los ojos sin brillo - Santo Domingo el Real
  22. Leyenda de la Cueva de los Siete Cerrojos de Toledo
  23. Hacer una visita guiada Nocturna por Toledo
  24. De Tapas por Toledo
  25. Donde Comer en Toledo
  26. Otras Rutas Cercanas
1. Como Llegar a Toledo

Imagen relacionadaSu localización en el centro de la península ibérica y su cercanía a Madrid lo convierten en un lugar ideal para descubrir en un par de días.

Toledo es una visita ansiada para muchos, una visita pendiente para otros, un recuerdo para algunos que vinieron hace años pero se sintieron fascinados por el encanto que desprende. 

Si has Llegado en avión, y necesitas transporte hasta tu destino, puedes conseguirlo aquí

Cómo ir en tren AVE a Toledo desde Madrid

Sin duda, la alternativa más rápida y cómoda es el tren de alta velocidad que sale de la Estación de Atocha.

En concreto son trenes tipo AVANT que en solo 33 minutos te llevan desde Atocha a Toledo.

Eso sí, en cuanto a los horarios de los trenes, no son muchas las frecuencias disponibles, pero seguro que hay alguna hora que se adapta a tus necesidades.

           


Así, te comentaré que tanto en días laborables como en festivos tienes trenes de Madrid a Toledo con una frecuencia de cada hora.

Así, por ejemplo, tienes trenes que salen de Madrid a las 8:50, 9:20, 10:20 y 11:20 horas; y para regresar, tienes también cada hora hasta las 21:20 horas.

Autobuses a Toledo

Otra alternativa más barata que tienes es ir a Toledo en autobús interurbano, el cual parte del Intercambiador de la plaza Elíptica, al que llegas a través de las líneas 6 y 11 de Metro.

Este servicio de autobuses lo lleva a cabo la empresa ALSA, con una frecuencia de cada media hora, y una duración del trayecto de una hora para los autobuses que hacen el servicio directo.

Los autobuses salen desde la Estación de la Plaza Elíptica.

El precio del billete de autobús de Madrid a Toledo (2019) es de 5,55 euros por trayecto, si bien tienes la opción del billete de ida y vuelta que cuesta 9,99 euros.

         

2. Croquis de nuestra Ruta



3. ¿Qué ver y hacer en Toledo ?









4. Leyenda de la Piedra Blanca de la Mezquita del Cristo de la Luz



La piedra blanca de la mezquita del Cristo de la Luz en Toledo

Aún quedan testimonios que permiten ubicar algunas famosas leyendas de Toledo en las calles de la ciudad. En la calle del Cristo de la Luz, justo delante de la antigua mezquita, un adoquín, una piedra blanca, destaca entre el gris que le rodea: cuenta la leyenda que…

A continuación ofrecemos el texto con la legendaria explicación de la piedra blanca que, desgastada, encontramos justo frente a una pequeña mezquita de Toledo (de las dos que se conservan), hoy denominada El Cristo de la Luz (y durante la dominación musulmana Mezquita de Bab al-Mardum (en árabe, مسجد باب المردوم), un monumento del siglo X, muy visitado en la ciudad, siendo además el más antiguo conservado.

La piedra blanca de la mezquita del Cristo de la Luz en Toledo

El 25 de mayo de 1085, hace su entrada triunfal en Toledo Alfonso VI, con la santa enseña de la Cruz y el invicto pendón de Castilla. Pasa el Rey por la puerta de Bisagra vieja. Avanza por Santiago del Arrabal con su ejército. Llegan a la ermita, convertida en mezquita por los árabes.

El caballo del Rey se arrodilla, y Babieca, el de Rodrigo Díaz de Vivar, hace lo mismo. Todos intentan levantar los caballos; empeño inútil. Aquello es una viso del cielo, al o cual asiente el Arzobispo don Bernardo, confesor del Rey.

Se ordena hacer un minucioso registro, cuyo resultado fue el encontrar en un nicho al crucificado, ahumado por la luz de una lamparilla que ardió durante los 370 años que duró la dominación sarracena en Toledo.

En memoria de tan fausto acontecimiento y para testimoniarlo a las generaciones venideras, se colocó una piedra blanca en el mismo lugar en que se arrodillaron los caballos de Alfonso VI y el del Cid.

La piedra blanca de la mezquita del Cristo de la Luz en Toledo, detalle.

Varias veces intentaron los árabes arrancar esta piedra, pero siempre, providencialmente, algo les impedía realizar su acción. 

Y así ha llegado hasta nuestros días, destacando su blancura de entre los demás guijarros, siendo pregonera de esta piadosa tradición.

Viajero: si quieres contemplar la imagen del Cristo de la Luz, de pequeñas dimensiones y ennegrecida por el humo de la lámpara, acércate al Museo de Santa Cruz.

Actualmente, la piedra sigue en su lugar, como lo atestiguan estas fotografías

El crucifijo original, que estuvo ubicado en esta antigua mezquita, se encuentra en el Museo de Santa Cruz de Toledo (ver imagen en Ceres)

Hay más leyendas sobre esta antigua mezquita, que puedes leer aquí: El Cristo de la Luz. Si te interesa su historia, más allá de las leyendas, también puedes pulsar aquí: historia de la mezquita del Cristo de la Luz de Toledo.

Mezquita del Cristo de La Luz

Situada junto a una de las puertas del recinto amurallado y conservado íntegramente, es uno de los monumentos más importantes de la arquitectura hispano-musulmana y mudéjar en España y la más importante muestra de arte islámico de Toledo. 

Resultado de imagen de Mezquita del Cristo de La Luz

Pequeño como las joyas, este valioso edificio milenario supone un ejemplo único de la pervivencia del arte de al-Ándalus: una mezquita o pequeño oratorio de época califal a la que dos siglos después, al ser transformada en iglesia se va a añadir un ábside siguiendo el estilo del edificio primitivo dando lugar al arte mudéjar, en perfecta combinación y simbiosis.

Los nueve espacios en que se divide su interior, cubiertos de bóvedas nervadas, reflejan el momento de esplendor califal en que se construyó: el año 999. 

Sus capiteles visigóticos sustentando arcos de herradura y la cabecera románico-mudéjar del siglo XII son un perfecto ejemplo de cómo las diferentes culturas se han influenciado mutuamente en la ciudad.

En cuanto al subsuelo de la mezquita, se ha llegado hasta el terreno natural recuperándose los niveles originales más bajos del pavimento y se ha dejado bóvedas ventiladas que preservarán al edificio de las peligrosas humedades.

Bajo el ábside cristiano (s. XII) se han dejado a la vista unas estructuras excavadas en la roca, presumiblemente de la etapa romana paleocristiana (s. III d.C).

5. Leyenda del Conde de Benacazón - Palacio de Benacazón
Historia de un Titulo Inventado

Palacio de Benacazón o de los Pantoja - Foto Aldus - 1929 - Fuente Toledo Olvidado

Palacio de Benacazón o de los Pantoja - Foto Aldus - 1929 - Fuente Toledo Olvidado


El conocido como Palacio de Benacazón en verdad debería de conocerse como palacio de los Pantoja, Benacazón no fue hasta el siglo XX un condado sino un mayorazgo situado en Mocejon

Anastasio Páramo Barranco que así se llamaba nuestro particular conde no era un noble como tal sino que fue un título inventado. 

Se casó con María Dolores Pantoja Portocarrero Cataumber cuya ascendencia había fundado el mayorazgo de Benacazón

El abuelo de su mujer Anselmo Pantoja y Portocarrero (antes Baquero) era señor territorial de Benacazón.

Una serie de circunstancias y juicio por la herencia hacen que las propiedades de los abuelos de Mª Dolores pasen a ésta y posteriormente a su muerte pasen a su marido. este se dedicó mucho a la investigación genealógica. 

Dado que su familia tenía poca ascendencia noble se dedicó a investigar más sobre la familia de su esposa llevando incluso a Toledo a su estudio de trabajo el archivo de Benacazón para su correspondiente estudio.

Ya anciano y próximo a morir el protagonista de nuestra historia se otorga a sí mismo el nombre de Anastasio Páramo y Pantoja Cepeda así como los títulos de conde de Benacazón señor de Mocejón y Benacazón

El origen del palacio es incierto:

Para unos fue residencia palaciega de Pedro I; para otros sede del Santo Oficio toledano de modo que su patio central era conocido popularmente por el nombre de “Patio de los Presos”.

Antigua propiedad de Fernán Pérez de Pantoja fue casa solariega de los Pantoja y los Gaytán siendo llamada desde el siglo XVI como Palacio de los Pantoja

Es entre 1920-1940 cuando Anastasio Páramo le cambia el nombre por el de Palacio de Benacazón

Durante la guerra civil fue saqueado y vivió momentos de incuria al permanecer semiabandonado y muchos de sus tesoros fueron expoliados (es el caso de la mayoría de sus vetustos azulejos) quedando casi en ruinas.

la Caja de Ahorro Provincial hacia 1970 lo adquirió y en la actualidad ha sido rehabilitado para celebrar eventos culturales y radicado en la angosta calle de Recoletos sólo decir que esta añeja construcción de estilo mudéjar es un edificio ecléctico de tres pisos repleto de motivos arquitectónicos y decorativos romanos (bóvedas de cimentación) mudéjares (yesería artesonados) talaveranos (azulejería de cuerda) góticos e italianizantes.

6. Leyenda del Cristo de la Calavera - Alcázar de Toledo

Las calles de Toledo se hallan repletas de pequeñas hornacinas con santos, Vírgenes y Crucificados que han servido de inspiración a multitud de historias y leyendas.

Gustavo Adolfo Bécquer, autor por excelencia de gran número de leyendas toledanas, cedió ante el encanto de estas imágenes escribiendo su relato sobre el “Cristo de la Calavera”, siendo una de las historias más conocidas de este gran autor.

El monarca castellano se disponía a partir a la guerra contra los moros acompañado por los caballeros más destacados de la nobleza de su reino. La noche anterior a la partida, y para reunirse antes con todos sus súbditos, celebró un lujoso convite en el Alcázar toledano.

Normalmente era un lugar bastante tranquilo, pero aquella noche, a causa de la gran cantidad de bulliciosos pajes y sirvientes que se hallaban en el patio, el ruido era considerable.

En los salones de la fortaleza celebraban mientras el sarao lo más florido de la nobleza, entre una nube de damas ataviadas con ricas vestiduras y caras joyas.

Eran hermosas y numerosas las mujeres que allí se encontraban, aunque de entre todas ellas destacaba por su belleza sin par una mujer que había sido aclamada reina de la hermosura y se había ganado el corazón de la mayoría de los caballeros de su época.


Muchos eran los pretendientes de doña Inés de Tordesillas, que así se llamaba la dama, a pesar de su orgullo y vanidad. Unos, animados por una falsa sonrisa que habían visto florecer en sus labios; otros, que habían creído cruzar una ardiente mirada con la hermosa joven, no cesaban en sus intentos por hacerse con los favores de doña Inés. 

Pero entre todos ellos había dos que destacaban por su tesón e insistencia, y ellos parecían ser los más cercanos al corazón de la dama. Los dos caballeros en cuestión se llamaban Alonso de Carrillo y Lope de Sandoval.

Ambos eran toledanos, y se habían criado juntos en las armas. Y el mismo día, al conocer ambos a doña Inés, se enamoraron de ella sin poder ocultar, tal vez de forma no intencionada, lo que sentían por ella. 

No desperdiciaban los galanes las oportunidades que se presentaban de rivalizar entre sí para destacar ante la bella. Aquella noche no podía ser una excepción, comenzando los dos caballeros una batalla de ingeniosas y románticas frases.

Todos los testigos reían y animaban las entonadas palabras que cada vez se iban haciendo más duras e hirientes hacia el rival, mientras la joven orgullosa aprobaba con una sonrisa aquel reto dialéctico.

Las frases eran cada vez más corteses en su contenido, pero la pronunciación y el tono eran cada vez más duros y desafiantes, mientras la cólera comenzaba a asomar en el rostro de los rivales.

La situación se estaba tornando insostenible, y la dama, que así lo comprendió, se levantó dispuesta a abandonar el escenario del desaguisado. Pero un nuevo incidente vino entonces a crear una situación aún más tensa. 

Doña Inés, al levantarse, había dejado caer al suelo, nunca sabremos si de forma intencionada o por descuido, unos de sus guantes. Todos sus acompañantes se inclinaron con presteza al suelo cuando lo vieron, disputándose el honor de escuchar unas palabras de gratitud en honor a su galantería.

Los labios de doña Inés esbozaron una vanidosa sonrisa al notar la precipitación con que todos hicieron el gesto de inclinarse. Después hizo un saludo general a los galanes que tanto se empeñaban en servirla, y con la mirada alta tendió la mano en la dirección en que se encontraban Lope y Alonso, los que parecían haber llegado primero al sitio en que cayera. Más aquí surgió el problema.

 En efecto los dos habían visto caer cerca el guante, los dos se habían inclinado con igual presteza y, al incorporarse, cada cual lo tenía agarrado por un extremo. La dama dejó escapar un involuntario grito al verlos en actitud desafiante, negándose a ceder e privilegio al rival. El grito de la orgullosa quedó ahogado por el murmullo de los espectadores.

Sin embargo Lope y Alonso permanecían inalterables, diciéndose con la enfrentada mirada lo que los labios no pronunciaban. La tensión crecía y la gente se agrupaba en torno a los protagonistas. La catástrofe parecía inevitable. Los jóvenes intercambiaban ya algunas palabras agarrando las empuñaduras de sus espadas. Pero entonces, en ese momento, apareció en rey entre el público.

Su rostro permanecía sereno, sin mostrar enfado o indignación, y con sólo tender una mirada a su alrededor comprendió lo que estaba ocurriendo. Se acercó a los dos caballeros, tomó el guante de sus manos que se abrieron sin dificultad, y volviéndose a doña Inés le dio el guante diciendo:

–Tened cuidado, señora, de que no se vuelva a caer, pues la próxima vez tal vez os lo devuelvan manchado en sangre.

La dama, al oír estas palabras, se desvaneció en brazos de los que la rodeaban, no acertaremos a decir si por la emoción o por salir airosa de la situación.

Alonso y Lope, sin embargo, aún permanecían clavándose una mirada intensa, como si esa mirada encerrara un duelo a muerte, que equivalía a un guante arrojado al rostro, a un desafío a muerte…

Al llegar el fin de fiesta los reyes se retiraron a su cámara y finalizó el alboroto. Entonces comenzó por las calles toledanas un largo desfile de nobles que se retiraban a sus alojamientos y de curiosos que se acercaban a ver la extraña comitiva.

 Poco a poco se fue haciendo el silencio, roto únicamente por los pasos de un caballero que apareció en lo alto de la escalinata del Alcázar. Echó un vistazo a su alrededor como buscando a alguien con quien hubiera quedado, y descendió calle abajo hasta Zocodover.

Allí volvió a mirar a su alrededor, pero no vio a nadie. Había luna nueva y no se observaba ninguna estrella en el cielo, por lo que la noche era extremadamente oscura y no se podía distinguir a distancia. Llevaba poco tiempo cuando otro caballero se unió a él.

El procedente del Alcázar era Alonso de Carrillo, quien por su puesto cercano al rey se había visto obligado a acompañarle a su cámara. El que llegó después era Lope de Sandoval. Una vez juntos comenzaron a intercambiar palabras susurrantes:

–Suponía que me estarías esperando –dijo uno-.

–Esperaba que así lo hicieras –contestó el otro-.

–¿Y a dónde iremos?.

–Cualquier lugar solitario con un poco de luz que nos permita luchar será bueno.

Finalizado este escueto diálogo los dos rivales se adentraron por las calles toledanas buscando un lugar adecuado para solventar sus diferencias. Largo rato estuvieron recorriendo callejones, cobertizos y plazuelas sin encontrar un lugar digno para sus intenciones, pues la escasez de luz lo imposibilitaba.

 Pero continuaban con empeño buscando un lugar, pues ambos deseaban batirse y deberían hacerlo aquella misma noche, pues Alonso partiría con el rey al amanecer.

Prosiguieron atravesando plazas y calles hasta que por fin divisaron a los lejos una tenue luz que formaba una dudosa claridad.

Se trataba de la luz del farolillo que alumbraba al Cristo conocido como el “de la Calavera”, que en aquella época iluminaba a la imagen.

Ambos dejaron escapar una exclamación de satisfacción al verla, y se apresuraron a llegar a su lado.

El retablo estaba presidido por un Crucificado, a cuyos pies reposaba una calavera sin que se sepa el motivo concreto. Un pequeño farolillo de hojalata, alrededor del cual habían crecido enredadas ramas de hiedra, facilitaba al conjunto una débil luminosidad.

Los caballeros saludaron respetuosamente a la imagen susurrando una oración, se familiarizaron con el terreno y echaron sus mantos al suelo. Luego se prepararon para el combate y cruzaron los estoques haciéndose una señal con la mirada, dando de esta forma el combate por empezado. 

Pero nada más rozarse sus espadas, y antes de que ninguno hubiera iniciado el ataque, el farolillo se apagó y la calle quedó inmersa en la más profunda oscuridad. Los dos combatientes dieron un paso atrás al verse rodeados de las inesperadas tinieblas, y bajaron sus aceros. Al poco la luz volvió a cobrar vida.

–Sin duda habrá sido algún golpe de aire que ha abatido la llama –exclamó Alonso que se puso en guardia previniendo a Lope, que parecía preocupado-.

Éste se adelantó para recuperar el terreno perdido, estiró su brazo y los aceros volvieron a tocarse. Pero la luz se apagó de nuevo, permaneciendo así hasta que se separaron los aceros.

–¿No te parece esto muy extraño? –preguntó Lope mirando al farolillo, que ya se había encendido por sí mismo y esparcía un resplandor trémulo-. Aparentemente no existe ninguna corriente de aire que explique la extinción de la llama.

–¿Dónde está el misterio? –respondió Alonso-. Posiblemente la beata encargada del retablo sisa a los fieles y no compra aceite suficiente, por lo que la llama está en las últimas y por esto se apaga.

Y dichas estas palabras el impulsivo joven volvió a colocarse en actitud de defensa, imitándole su adversario al instante. Pero esta vez no sólo volvió a envolverlos la oscuridad más intensa, sino que a la vez se escuchó un misterioso y aterrador lamento.

Qué dijo aquella voz no lo supieron, pero al oírla ambos caballeros se sintieron aterrorizados. Las espadas cayeron de sus manos, el cabello se les erizó y un escalofrío recorrió sus cuerpos.

La luz apagada con anterioridad se encendió, acabando con las tinieblas.

–¡Ah! –dijo Lope al ver al que era su mejor amigo y ahora adversario pálido e inmóvil como él-. Dios no desea este combate porque es una lucha innecesaria y estúpida, porque una disputa entre nosotros ofendería al Cielo, ante el que hemos jurado mil veces amistad eterna.

Y se arrojó en los brazos de Alonso que le estrechó con fuerza y efusión indecibles, pasando así unos instantes entre palabras de reconciliación. Alonso, con la voz aún temblorosa por la escena anterior, le dijo a su amigo:

–Lope, los dos amamos a doña Inés. Ignoro si tú tanto como yo. Ya que parece totalmente imposible un duelo entre nosotros dejemos que sea ella quien decida nuestra desdicha o felicidad. Ambos respetaremos su decisión, y el que no resulte elegido partirá mañana con el rey buscando consuelo en la agitación de la guerra.

–Me parece una excelente idea, amigo mío. Así lo haremos –contestó Lope-.

Y el uno abrazado al otro emprendieron el camino que conducía a la plaza donde se situaba el palacio en el que moraba doña Inés de Tordesillas.

Empujados por la esperanza llegaron a las cercanías del edificio, pero cuando se acercaron un fuerte ruido captó su atención. Se ocultaron tras una esquina y vieron con asombro cómo se abría el balcón de su amada y un hombre se descolgaba de él ayudado por una cuerda. Doña Inés se asomó e intercambió algunas frases amorosas de despedida con su misterioso amante.


La primera reacción de Lope y Alonso fue llevar la mano a la empuñadura de su espada, pero detenidos al unísono se miraron entre sí, y se hubieron de encontrar con una cara de asombro tan cómica que no pudieron contener una carcajada que resonó en toda la plaza.

Doña Inés desapareció en el balcón al oírla, cerrando las puertas con violencia y quedando todo en silencio.

A la mañana siguiente la reina veía desfilar ante sí el ejército que marchaba a la guerra de moros. Junto a la soberana estaban las damas más importantes de Toledo, entre las que estaba doña Inés de Tordesillas, que era el centro de atención. Lo extraño era que los caballeros presentes, en lugar de mirarla como siempre, acompañaban sus miradas con sonrisas burlonas.

Ello la inquietaba, sobre todo por las ruidosas carcajadas que había oído la noche anterior mientras se despedía de su amante.

Cuando vio pasar ante el estrado a Lope y Alonso juntos, envueltos en sus brillante armaduras y unidos los pendones de sus casas, y al ver la significativa sonrisa que le dirigieron los dos antiguos rivales al saludar a la reina, lo comprendió todo, y el carmín de la vergüenza enrojeció su rostro mientras por sus mejillas rodaba una lágrima de despecho.

7. La Enigmática Virgen del Tiro - Catedral de Toledo

Toledo, ciudad universal y emblema cultural de primera magnitud.Axis Mundi desde tiempo inmemorial. Lugar donde la Magia y la Tradición persisten a través de los siglos, en base a los elementos multiculturales que han llegado hasta nosotros, muchos de ellos envueltos en un halo extraordinario de leyenda.

 Elementos, otros muchos, que continuamente, y durante la época de lluvias, el Tajo deposita, con criterio justiciero, cabría pensar, en las orillas.

Pieza clave antes y durante la Reconquista, quebradero de cabeza para los emires cordobeses, resultaría, de hecho, decepcionante, no observar la implicación de la Orden del Temple en alguno de sus enigmas. 

Quizás uno de los más controvertidos, pero, sin duda, también de los más interesantes, sea la aureola mistérica que se cierne sobre la propiedad, el origen y la autenticidad de ésta sorprendente Virgen Negra, conocida como la Virgen del Tiro.

La Virgen del Tiro, tiene todos los caracteres de una "Dama Negra del Grial", heredera de los viejos cultos a la Madre Tierra.

Por su color, postura, atributos y tamaño, parece una imagen de fines del s.XII o comienzos del XIII. Muy estilizada, la vestimenta de la madre y la postura lateral del Niño los asemejan -salvando las distancias- a la imagen negra de la Mare de Dèu del Claustre, en Solsona (Lleida), que dicen es una copia de la Virgen Negra de la Daurade, en Toulouse (Francia), aquella esotérica "Dama de los Trovadores".

Curiosamente es la única imagen, en todo Toledo, sobre la que no quedan datos, pues de todas las demás, incluidas otras dos que tienen ciertos caracteres de Virgen Negra: la del Sagrario (en la Catedral) y la de San Cipriano -que por cierto, dicen que "son primas"-, se conserva algún recuerdo de sus orígenes y andanzas.

 ¿Estamos ante la imagen perdida que recibió culto en la capilla templaria?

El cajetín que la contiene se localiza, extramuros, en la fachada sur de la catedral y queda enfrente, curiosamente, de una estrecha cajelluela que desciende, de forma gradual y empinada, hasta la misma orilla del Tajo, a escasos metros de un pequeño embarcadero que -detalle no menos curioso- suelen rondar, mendicante y juguetonamente, las familias de ocas que anidan a lo largo de la ribera.

El nombre de la calle, para añadir, quizás, un poquito más de pimienta al fantástico universo del símbolo, es del Barco. 

Mucho se ha especulado sobre la identidad y el origen de ésta Dama Negra, difícil de observar y más complicado aún de fotografiar, detrás del cristal que la protege, aunque se tienen ciertas sospechas de que quizás fuera la originaria Virgen Negra -¿la Virgen de los Dolores?- que los templarios veneraban en la iglesia de San Miguel el Alto.

Referente a esta Virgen de los Dolores, que se localizaba en la iglesia de San Miguel el Alto, se cuenta que fue salvada por un vecino durante los terribles avatares de la Guerra de la Independencia, ante la avidez de la soldadesca napoleónica, que arramplaba, como una plaga de langosta, con todos los objetos de valor que se encontraba a su paso. 

También parece ser que, en recompensa a su acción, se le otorgó a la familia del individuo en cuestión -de nombre Munera- el honor de custoridar la imagen. Honor que, también parece ser, se llevó a cabo durante generaciones.
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Cuando el Temple fue extinguido, en 1312, el arzobispo toledano don Gutierre Gómez de Toledo tomó posesión de las riquezas de la Orden, tras perseguir, encarcelar, y hacer torturar hasta la muerte, a los caballeros. Tales bienes fueron empleados según conveniencia.

Generalmente, los objetos de culto, como cálices, relicarios, crucifijos e imágenes, eran reutilizados tras un examen minucioso para borrar posibles símbolos templarios. Aunque no sería hasta la época barroca, cuando se dieron los casos más descarados de ocultación. 

A veces, en el caso de imágenes de santos, cristos, o vírgenes, sobre todo si eran famosas y de gran veneración en santuarios de la Orden, se retiraban del culto por un tiempo. Luego, volvían a aparecer, cambiados su hábitos, su color, sus símbolos, e incluso sus tradiciones y leyendas. Otras, eran relegadas a destinos humildes, poco destacados, como ermitas, humilladeros y hornacinas...
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¿Acabó, la Virgen Negra del Temple, en los desvanes catedralicios, hasta que en el s.XVI alguien decidió utilizarla en la hornacina del edificio de Enrique Egas

8. Leyenda de El Diablo Confesor - Catedral de Toledo

El Diablo no sólo forma parte del callejero Toledano. 

También la catedral aloja entre sus góticos muros una de las leyendas más “infernales” de la ciudad; un tema recurrente en las leyendas toledanas.

Era el noble Don Ángel de Arellano uno de los más conocidos y respetados de la ciudad de Toledo. 

Vivía con su hijo Gonzalo en un pequeño palacio en el callejón de San Pedro, en el corazón de la ciudad y no muy lejos de la Catedral. 

Muchos respetaban a Don Ángel por su bondad y sabiduría, y el noble perdía gran parte de su tiempo en ayudar a todo aquél que podía.

Creía que con sus buenas acciones podría enterrar la mala fama que su hijo tenía en la ciudad, pues el joven, a sus pocos años ya era un ejemplo de mezquindad, maldad y todos los peores adjetivos que un noble no debería acompañar a su apellido.

No había pelea en Zocodover en la que no se viera comprometido el honor de los Arellano, moza que no viera mancillado su honor ante la sucia verborrea del joven, apuesta económica de la que el bolsillo de Don Ángel no se repercutiera o embuste que procediera de la boca de Gonzalo. Todo lo malo que el padre había evitado durante su ya larga vida formaba parte de lo cotidiano en Don Gonzalo.

Transcurrido el tiempo y cuando la paciencia del padre llegaba a su fin dio la casualidad que Gonzalo se enamoró de una bella moza, hija de un pobre pescador del Tajo. Sagrario era su nombre y su belleza sedujo el duro corazón del joven.

La sencillez de la joven no sólo ablandó el corazón de Gonzalo, sino que también provocó un cambio radical en la personalidad del joven, hasta el punto de convertirse en poco tiempo en uno de los hombres más pacífico y honrado de la ciudad.

Los conocidos y el propio padre no daban crédito al cambio, tan sólo explicable por la intervención divina o de algún santo que hubiera intercedido por él.

Pero el dolor llegó en forma de habladurías a la casa de Don Ángel, pues al poco descubrió que la moza que pretendía su hijo era de las más pobres de la ciudad, y esta baja condición supuso un importante impedimento para que autorizara el matrimonio de su hijo.

Esto provocó no pocas discusiones entre padre e hijo, tan duras que algunos vecinos oían gritos en mitad de la noche, durante el día, e incluso afirmaban haber oído en alguna ocasión el frío sonido del acero toledano saliendo de sus vaina.

Un jueves santo, tras una agria discusión por el amor de la joven, Don Ángel se dirigió a la Catedral, buscando consuelo y confesar sus pecados, pero entrando en la Primada y viendo el gran número de personas que aguardaban narrar al sacerdote sus pecados, por ser día de fiesta, se desesperó, y estando decidido a abandonar el templo observó un viejo y desvencijado confesionario solitario, junto a la Puerta del Perdón, más parecido a un armario de vieja factura, al que decidió acercarse, arrodillarse y comenzar el relato de los hechos que hasta allí le habían llevado.

Poco después le vieron abandonar el confesionario con el semblante bañado en lágrimas, dando aspecto de estar aterrorizado y como si al mismísimo diablo hubiera visto en aquel lugar. Algunos se aproximaron al confesionario, animados también por la poca afluencia de gente al mismo y no encontraron en él a sacerdote alguno, pensando que Don Ángel se había vuelto completamente loco.

La sangre caía a borbotones del cuerpo tendido en el suelo. Era la sangre de Gonzalo de Arellano, muerto acuchillado por la espalda con la daga propiedad de su propio padre. Don Ángel se entregó confesando ser el autor de los hechos y así lo confesó:

“Conté al sacerdote, en la Catedral, cómo Gonzalo pretendía a una joven hija de un pescador, y esto nos había llevado a sucumbir en el insulto y a punto había estado de provocar un daño mayor si no hubiese salido de casa camino de la confesión. La voz que había en el confesionario, profunda, convincente, me avisó de las pocas posibilidades de recuperar a mi hijo, y que éste caería para siempre en desgracia al casar con esa mujer.

La muerte era la única solución a tamaño despropósito, pues es preferible antes de la deshonra… Su voz, era tan convincente que el enorme sacrificio no suponía problema alguno, sino un alivio para mi corazón, y aún a sabiendas de lo duro de la decisión, seguí el consejo dado por el sacerdote y partí de la Catedral hacia el fatal destino para mi hijo, buscando la salvación de su alma”.

El Cabildo confirmó que aquella mañana ningún sacerdote había confesado junto a la Puerta del Perdón. Los alguaciles encontraron a los testigos que vieron salir a Don Ángel y que confirmaron que ninguna persona había estado en el viejo confesionario. En lo que sí coincidieron todos por separado fue en el intenso olor a azufre que se desprendía del interior del confesionario...

Poco después, en Toledo corrió la noticia de que el mismo Satanás, vestido de sacerdote, había tomado confesión y convencido a Don Ángel de Arellano para asesinar a su hijo, buscando acabar con su bondad y el nuevo amor que había surgido, y de paso condenando el alma del padre para toda la eternidad.

La Catedral quitó el confesionario en el que supuestamente había tomado confesión el Diablo, y muchos toledanos tardaron en volver a la Catedral a confesar sus pecados… Cuenta la leyenda que desde entonces, nadie toma confesión cerca de la Puerta del Perdón.

Catedral de Toledo

La Catedral de Toledo es el monumento más representativo de la ciudad.

Aunque hayas visitado muchas catedrales góticas, estamos convencidos de que nunca has visto una catedral como la de Toledo.

Las catedrales han sido lugar de forja de nuestra cultura occidental y europea; en ellas estuvo el embrión de las actuales universidades, anticiparon labores asistenciales y fueron talleres de arte. Hoy las catedrales son testigos de esa cultura y mensaje de transcendencia y de valores para las personas de hoy.

La Santa Iglesia Catedral, Consagrada a la Virgen María en su Asunción a los cielos, comienza a construirse en el año 1226, bajo el mandato del Arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada, sobre los cimientos de la Catedral visigoda del S. VI, que fue utilizada como mezquita.

Construida entre 1226 y 1493, la catedral es una mezcla única de diferentes estilos artísticos que reflejan las épocas en la que se realizaron.

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 Fachada Catedral de Toledo

La construcción es de estilo gótico con una clara influencia francesa. Mide 120 m de largo por 60 m de ancho. Está compuesta por 5 naves, sostenida por 88 columnas y 72 bóvedas. 

Resultado de imagen de plano catedral de toledoLas naves laterales se prolongan por detrás de la Capilla Mayor rodeando el presbiterio y creando una girola con un doble pasillo semicircular.

Su primer arquitecto es el maestro Martín, de origen francés, a quien se deben las trazas de la planta y los comienzos de la obra en la cabecera del templo.

Hasta el siglo XIV no se pudieron cerrar las naves laterales, y es en este mismo siglo cuando se construye, en época del Arzobispo D. Pedro Tenorio y en el costado norte, el claustro bajo con sus dependencias, siendo la más notable la Capilla de San Blas que le servirá de enterramiento.

En el siglo XV, se levanta la capilla de San Pedro junto a la entrada del claustro, y posteriormente se construye, en la cabecera, la Capilla de Santiago, panteón familiar de la familia Luna. 

Al finalizar este siglo, en 1493, siendo Arzobispo don Pedro González de Mendoza, consejero del Isabel la Católica, se cierra la última bóveda dándose por concluida esta magna construcción.

En el siglo XVI se construye el retablo, parte alta del coro y rejas. En la primera mitad del siglo, se cierran todas las vidrieras y se realizan diversas modificaciones de planta como son la sala capitular y capilla Mozárabe con Cisneros, y la capilla de los Reyes Nuevos con Fonseca.

Su belleza y riqueza arquitectónica bien justifican la visita, pero además, esta Santa Iglesia Catedral Primada ha sido testigo de coronaciones, bodas y enterramientos reales.

La Catedral se puede visitar todos los días de la semana. El horario de lunes a sábado es de 10:00 h a 18:30 h (18:00 cierre de taquillas).

 Los domingos puede visitarse desde las 14:00 hasta las 18:30 (18:00 h cierre de taquillas).

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Interior Catedral de Toledo

El monumento es inmenso (la segunda catedral más grande de España) y tiene tantas cosas para ver que, a veces, da la sensación de no saber por dónde empezar.

    

Por ello, una de las mejores formas para no dejarse nada en el tintero, y conocer todos sus secretos es realizar una visita guiada.

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Coro Catedral de Toledo

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Transparente de la Catedral de Toledo

Dentro de la Catedral de Toledo no debes perderte la impresionante Custodia de Arfe, los bellos estalos del coro, el impresionante retablo mayor o el “celestial” transparente.

    


9. Leyenda de la Calle del Hombre de Palo

Historia de la Calle del Hombre de Palo de Toledo

Volvemos a patear por calles y a descubrir las historias de sus nombres y lo que en ellas ocurrieron. 

En esta ocasión nos vamos a Toledo y vamos a conocer una calle con un nombre curioso, la calle del hombre de palo. Y de eso vamos a hablar hoy, de la calle del hombre de palo de Toledo.

Localización

Esta calle de Toledo es la primera que encontramos si nos dirigimos desde la plaza del Ayuntamiento hacia Zocodover por el arco de Palacio. 

Si tomamos como referencia la Catedral de Toledo, se encuentra bordeando el claustro catedralicio por su costado septentrional.

Su localización hace que los turistas pasen por ella de forma natural en su deambular por la Toledo monumental, sorprendiéndose con el curioso nombre de la calle (único en el mundo, ya que no hay otra calle en el planeta con ese nombre) y que vamos a pasar a explicar.

Calle del hombre de Palo, Toledo

Un poco de historia

La calle que nos ocupa se encontraba en la judería menor en la Edad Media, situándose en ella pequeños comercios y que fue asolada en levantamiento contra los judíos ocurrido en 1391 en Toledo. 

Aun se puede localizar perpendicular a la calle que nos ocupa, pero sin salida a esta, la calle de la Sinagoga. El cabildo aprovecho el levantamiento contra los judíos para expropiar la zona, dando lugar al trazado de la calle existente actualmente, que recibió sucesivamente hasta el siglo XV los nombres de Cal de Francos, Asaderías y Lonja. 

En el siglo XVI empieza a recibir el nombre de la Calle del Hombre de Palo, según parece debido a un “autómata” que, construido por Juanelo Turriano, llego a “andar” por esta calle. Hablemos de este notable que es comparado con el mismo Leonardo da Vinci.

Juanelo Turriano

Giovanni Torriani (él mismo castellanizó su nombre a Juanelo Turriano al venir a vivir a la Corte Española) nació en Cremona, cerca de Milán, en 1501. Fue inventor, arquitecto, matemático, astrónomo, ingeniero y Relojero Real de Carlos I. 

Este puesto lo logró en 1529, ocupándose de la colección de relojes del emperador, reparando y creando relojes astronómicos, como el que se llamó el Cristalino que daba la hora y la fecha y marcaba la posición del sol, la luna y los planetas. En la retirada de Carlos V al monasterio de Yuste y debido a la amistad que les unía, Juanelo Turriano acompañó al Esperador hasta la muerte, jugando con él al ajedrez y construyendo para él autómatas. Nombrado Felipe II rey de España, el que fue Relojero Real es nombrado Matemático Mayor de la Corte. 

Este puesto no le impide participar en la reforma del calendario cuya ayuda en 1579 es solicitada por el Papa Gregorio XIII, creando el calendario vigente en la actualidad, el calendario Gregoriano. En España, por petición de Juan de Herrera (arquitecto del Monasterio de El Escorial y muy amigo de Juanelo) se encargó del diseño de las campanas del Monasterio de El Escorial.

A Turriano se le atribuye “Los veintiún libros de los ingenios y máquinas de Juanelo Turriano” no publicados en vida ya que se puede considerar una verdadera enciclopedia tecnológica del siglo XVI, lo que provocó que los militares consideraran su contenido como secreto de estado. 

En la obra se pueden ver los planos de construcción tanto de construcciones civiles (como molinos portátiles, presas, relojes de bolsillo, observatorios astronómicos) como construcciones militares (autómatas soldado, simuladores de combate, máquinas volantes). 

En Toledo construye el llamado Artificio de Juanelo (que realmente eran dos). Se trataba de un complicado sistema de norias y cucharas de madera y metal que, aprovechando la propia energía del río, era capaz de elevar un caudal de 11,8 litros por minuto, sobre un desnivel de 100 metros y con una inclinación del 33%. Y este fue el origen de su ruina y al parecer del origen del hombre de palo.

Juanelo construyó una máquina elevadora que llevaba el agua desde el tajo hasta el Alcázar, propiedad del ejército, quien se quedó con la máquina, pero que no pagó alegando que no la habían pedido.

El contrato de construcción le obligaba a costear tanto la construcción como el posterior mantenimiento del mismo, a cambio de recibir una renta perpetua por el agua bombeada, pero como el agua no llegaba a terrenos del Ayuntamiento, sino del ejército, no recibió dicha renta.

Felipe II encargó otro ingenio a Juanelo, que desembocara en terreno municipal, que fue construido, pero este segundo ingenio tampoco fue pagado, ya que Turriano había dejado de pagar el mantenimiento del primero, que se deterioró y esto sirvió a Felipe II para quedarse con el ingenio y no pagar al ingeniero, lo que provocó que Juanelo Turriano se arruinara por completo.

Historia en cartel de la Calle del hombre de Palo

Juanelo Turriano y el hombre de palo

Cuanta la leyenda Toledana, que muchas hay en Toledo, que Juanelo construyó un autómata de madera (de ahí el nombre de “Hombre de palo”) y que recorría la calle que nos ocupa desde la casa de Juanelo recolectando limosnas y poseyendo la capacidad para mover piernas y brazos que utilizaba para inclinarse haciendo una reverencia cuando recibía alguna moneda. Sobre la todavía existencia de dicho hombre de palo, parece imposible ya que las crónicas hablan de que fue quemado cuando aún Turriano estaba con vida.

Parece que además de este autómata, construyó algunos más, como el que se considera un antecedente en doscientos años al Tamborilero de Vaucanson y que recibe el nombre de La Tamborilera, o el autómata de San Alberto o la mosca mecánica de Resiomontano.

Lo más curioso de todo esto es que existen de la época en el que vivió Juanelo Turriano algunos autómatas, uno de los cuales está en Smithsonian Institute de Washington quienes se han dedicado a su estudio y puesta en marcha como se puede ver aquí o en este video de youtube.

Y para terminar, tres curiosidades sobre el hombre de palo:

Ramón Rodríguez Correa, buen amigo de Gustavo Adolfo Bécquer a los 7 años de la muerte de este, prologó la primera edición de “Obras de Gustavo Adolfo Bécquer” donde señala que “Tenía perfectamente ideadas las siguientes leyendas toledanas:

El Cristo de la Vega, pintando un judío. -La fe salva. -La fundadora de conventos. -El hombre de palo, estudio sobre Juanelo. -La casa de Padilla, ocurrido sobre el solar abandonado. -La salve. -Los ángeles músicos. -La locura del genio, estudio sobre el Greco. -La lepra de la infancia, estudio sobre el Condestable de Borbón”.

Existe una curiosa teoría, según la cual Doménico Teotocopulos, El Greco, en su obra “El entierro del Conde de Orgaz” muestra al hombre de palo.

10. Leyenda de El Pozo Amargo de Toledo


El Pozo Amargo: una leyenda inolvidable en Toledo

Entre la calle Ave María y el pasaje que da nombre a esta triste historia se encuentra una pequeña plaza que alberga un pozo de piedra. 

Su antigua función era la de proveer el agua a los toledanos para beber, cocinar y fregar, hasta que un día las lágrimas de una bella judía convirtieron su agua en amarga.

Si no conoces esta leyenda de nuestra ciudad, te desvelamos todos los detalles de una de las historias más conocidas de Toledo en la época de la Edad Media.

Leyenda del Pozo Amargo

Ella se llamaba Raquel y era hija de Leví, uno de los rabinos mejor considerados por su comunidad en Toledo. Él se llamaba Fernando y era un noble y apuesto cristiano toledano. 

Su amor fortuito surgió un buen día en el que él llamó a la puerta del palacio judío preguntando por la residencia de un vecino. 

A partir de este golpe del destino en el que ambos jóvenes cruzaron sus miradas, surgió un amor prohibido debido a la religión y a la posición social de cada uno de ellos.

La judía Raquel, consciente de la desaprobación de tal relación por parte de su padre, la trató de ocultar citándose con el cristiano Fernando cada noche entre las sombras de los callejones aledaños al pozo que se encontraba junto a su jardín. 

Pero un día, un amigo de Leví vio a su única hija besarse con Fernando y corrió a contárselo.


El rabino entró en cólera y quiso vengarse de del joven cristiano arrojándolo al pozo la noche siguiente a enterarse del romance que mantenía con su hija. 

Desconsolada, Raquel lloró día y noche hasta llenar el pozo de lágrimas amargas. 

Pasados unos días, la joven judía no pudo soportarlo y bajo la luna que tantas noches había iluminado los rostros de estos enamorados, terminó por lanzarse a dicho pozo para permanecer eternamente junto a su amado.



Historia del pozo

Este pozo se ha convertido en uno de los puntos de interés más destacados de la ciudad. Entre las rutas nocturnas que se realizan por las calles de la ciudad, esta es una de las paradas obligadas para contar la leyenda de los amantes Raquel y Fernando.

Se trata de un pozo con el brocal de piedra, cuenta con una estructura y manivela de metal y está sellado con una tapa del mismo material. Se tiene constancia de que dicho pozo era uno de los más destacados de Toledo en 1093, conocido como pozo de Caxali. No será hasta 1162 cuando se modificará su nombre por el de Pozo Amargo, época en torno a la que se inspira la leyenda que os hemos mencionado.

11. Leyenda de la Iglesia de San Andrés

Iglesia de San Andrés / Aldus.-.
La parroquia de San Andrés es una de las más antiguas fundaciones de Toledo, después de su gloriosa conquista. 

Iglesia de San Andrés / Aldus.-
Incluida en la pág. 99 del libro Ciudades de España II, Toledo, editado por el Patronato Nacional de Turismo, hacia 1930.

Consta su iglesia de tres naves, restauradas en el siglo último, conservándose únicamente de la primitiva iglesia dos capillas colaterales inmediatas á la mayor, cuyas bóvedas son de gusto arábigo, exornadas con gruesas labores de estuco.
 La capilla mayor pertenece al género gótico-gentil, siéndolo tanto que hace recordar el magnífico crucero de San Juan de los Reyes, al contemplar los gallardos pilares y las atrevidas bóvedas que forman el de esta iglesia; viéndose enriquecidas de bellos resaltos y aristones que les prestan mucha suntuosidad. 

En el centro de los muros sobre que estriban los arcos torales se encuentra en caracteres góticos la siguiente leyenda:

EL MUY NOBLE CABALLERO DON FRANCISCO DE ROJAS MANDÓ FUNDAR Y DOTAR ESTA CAPILLA CON MUY GRANDES INDULGENCIAS, PARA REPOSO DE SUS PADRES E PARIENTES Y SALVACION DE TODOS LOS FIELES CRISTIANOS: ESTANDO EN ROMA POR EMBAJADOR DE LOS MUY CATOLICOS REYES DON FERNANDO E DOÑA ISABEL, REY E REINA DE LAS ESPAÑAS Y DE NAPOLES E DE SICILIA E JERUSALEM, NUESTROS SEÑORES, NEGOCIANDO ENTRE OTROS MUY ARDUOS NEGOCIOS DE SUS MAGESTADES LA EMPRESA E CONQUISTA DEL REINO DE NAPOLES: LA CUAL ES Y TODAS LAS VICTORIAS DE SANTIAGO EN SERVICIO DE LA SANTA TRINIDAD Y DE LA GLORIOSÍSIMA VIRGEN SANTA MARÍA, NUESTRA SEÑORA E DE TODOS LOS SANTOS.

Ocupa el espacio del centro un retablo antiguo adornado de multitud de tablas de la misma época en que se construyó la capilla, tanto más interesantes para los inteligentes cuanto que revelan el estado que la pintura tenía entonces.

Levantase encima de este retablo una gallarda cruz de piedra aneja al muro, y con tan bellos entalles, que puede compararse con la que se conserva en la portería del claustro de San Juan de los Reyes.

Iglesia de San Andres. Sepulcros Estilo Gotico Florido [Fotografía]
Iglesia de San Andres. Sepulcros Estilo Gotico Florido
Programa "Fondo Fotográfico Casa Rodríguez" de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

A los lados del medio círculo del altar mayor hay otros dos que ostentan también apreciables tablas, pareciéndonos mucho más dignas de aprecio las seis que existen en el lado del Evangelio. 

Háyanse en ambos brazos del crucero dos graciosas hornacinas góticas, con labores de buen gusto, las cuales contienen cuatro sencillos túmulos terminando con airosas pirámides y crestones. 

En la primera del lado de la Epístola hay una lápida latina en caracteres monacales, en la cual se expresa que yacen allí los restos de un famoso soldado, llamado Alfonso, reconocido entre sus contemporáneos por su piedad, su prudencia y su largueza para con los pobres; habiendo «finado á veinte y nueve días andados de octubre, era de mil trescientos cuarenta y tres años.»

En los nichos del lado del Evangelio se contemplan un Crucifijo y una Virgen de las Angustias de talla, obra de bastante mérito por pertenecer también á la época de la fundación de la capilla: á los lados del primero se lee: «Salvator munm, salvanos,» bailándose en el mismo el siguiente epitafio, que trasladamos gustosos por la originalidad con que está escrito:

ÁLPHONSUS HIC JACEO: MECUM CONJUX MARINA EST.

FILIUS HOC CLAUDIT LAPIDE FSANCISCUS.

Encierra esta iglesia algunos lienzos y tablas de bastante precio, pareciéndonos dignos de mencionarse las que existen en la sacristía, que representan la Adoración de los Reyes, cuadro firmado por Antonio Vandepere en 1677; el Oratorio que sirvió de retablo en la antigua capilla de la Epifanía, obra que llama la atención más bien como un monumento histórico que artístico, y una copia de Guido Reni, citada por don Antonio Ponz, la cual representa á Lot emborrachado por sus hijas. 

No creemos que deben pasarse en silencio tampoco el Calvario, pintado por Alejandro Seminus, en cuyos ángulos inferiores existen dos retratos de rodillas, que deben representar á los patronos del altar en que se halla el San Francisco y el San Pedro de la capilla de la Paz , atribuidos al Greco, Santa Águeda y Santa Cecilia , cuadros de buena manera de mano de Bernabé Galves ejecutados en 1807, y finalmente una copia del fresco de Bayen que figura el Sacrificio del niño de la Guardia, hecha con bastante exactitud é inteligencia.

Iglesia de San Andrés: Crucería gótica.Según la opinión de algunos cronistas toledanos, entre ellos el conde de Mora , fundador de la capilla mayor que dejamos descrita, fue San Andrés mezquita sarracena, habiéndose conservado en su atrio hasta la época del referido escritor varias leyendas arábigas, que no han sido interpretadas. 

Es creíble que cuando por mandado de Juan Gutiérrez Tello se destruyeron otras muchas inscripciones de este género, de que hablaremos en su lugar, desaparecieran también las citadas por el conde de Mora.

El edificio de origen árabe, conserva muchos restos entre los que destaca su portada principal, única en su género en Toledo. 

Iglesia de San Andrés: Crucería gótica.
Archivo Municipal de Toledo

Es de estilo almohade, rematada por arquillos sobre columnas vidriadas encontrándose en ella restos visigodos, fue una de las pocas iglesias que contaba con un claustro de origen árabe, anteriormente usado como cementerio parroquial y tras estar tapado, se redescubrió al proceder al derribo de una casa aneja a la iglesia, se perdió en 1987 al construir una residencia para el seminario. en los terrenos ocupados por la casa.

12. Leyenda de la Cátedra Subterránea 


Ruinas del palacio del marqués de Villena (actual museo del Greco) - Pérez Villaamil - sXIX
Ruinas del palacio del marqués de Villena (actual museo del Greco) - Pérez Villaamil - sXIX


En una cueva medrosa,
Que la mano encallecida
Del hombre, abrió bajo tierra
Horadando roca viva:
Donde imágenes vetustas,
De divinidad impía,
Forjaron razas ignotas
Por ignorancia ó malicia:
Donde las ondas del Tajo
Su murmurio suave envían,
Desde la arenosa margen
Por áspera y alta sima,
Los cristianos de Toledo
En reuniones clandestinas,
Respirando aquel ambiente
Capaz de causar asfixia,
Sin ver más que los reflejos
De pálida lucecilla,
Que en una angosta hendidura
Escaso apoyo tenía,
Silenciosos aprendieron
Las celestiales doctrinas
Que más tarde divulgaron,
Despreciando los estigmas
De soldados imperiales
Que la ciudad pervertían
Con sus ídolos odiables
Y superstición inicua.

13. Leyenda del Convento de San Pedro Mártir

Claustro de San Pedro Mártir

Si tuviéramos que elegir un lugar de Tóledo célebre por sucesos extraños acontecidos en él, y conocidos por casi todos los habitantes de la ciudad, ese no es otro que el antiguo convento de San Pedro Mártir.

Y es que este edificio, hoy reconvertido en Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, es uno de los más visitados por los estudiantes toledanos, ya sea por que están allí matriculados, o simplemente porque van a hacer uso de su amplia y tranquila biblioteca.

Un poco de historia

En el año 1407, sobre unas casas propiedad de doña Guiomar de Meneses y don Alonso Tenorio de Silva, se ubicó en este lugar un convento de frailes dominicos bajo la advocación de San Pedro Mártir. 

Poco a poco, con el paso de los años, los frailes recibieron en donación más propiedades aledañas o fueron comprándolas, llegando a ocupar una extensión de casi doce mil metros cuadrados.

Se dio la circunstancia que tuvieron que unir parte de sus propiedades con un cobertizo, e incluso construir en una calle pública, por lo que el Ayuntamiento les obligó a perpetuidad a que permitieran el paso a los ciudadanos por el interior del templo y del claustro, que por este motivo fue conocido como el “claustro de las procesiones”. 

Esta obligación debía cumplirse desde la salida hasta la puesta del sol, y estuvo vigente hasta la exclaustración del templo en 1835.

Este convento tuvo gran importancia, no sólo por su tamaño, sino por otras circunstancias peculiares, como por ejemplo que en él establecieron los Reyes Católicos la primera imprenta que hubo en Toledo. Aquí se imprimían las famosas bulas que se comerciaban en la cercana calle que tomó nombre de esta actividad, la calle de las Bulas. La actividad de la imprenta duró hasta finales del XIX, por la constancia que queda de las últimas obras allí impresas.

Otro motivo por el que es célebre este convento es por haber sido sede del Tribunal de la Inquisición en 1485, ya que los dominicos tenían encomendado el juicio de las causas. Desde aquí es desde donde partían a Zocodover los encausados por la Inquisición, camino a la plaza de Zocodover, en donde tendría lugar el auto de fe. 

Nada más lejos de la leyenda urbana que afirma que en este convento los inquisidores torturaban y ejecutaban a herejes y acusados de injurias contra la fe. En esta época, la de mayor auge del convento, llegaron a morar entre sus paredes más de sesenta frailes, muchos de ellos afamados miembros del Santo Oficio.

Otro capítulo importante del edificio se puede datar durante la invasión francesa, en dónde tropas del ejército de Napoleón lo tomaron como albergue, llegando a causar notables desperfectos.

 Son estos acontecimientos los que utilizó Bécquer para una de sus más célebres leyendas, la de “el beso”, cuya lectura recomiendo encarecidamente.

Estatua orante en la Iglesia de San Pedro Mártir

Tras la exclaustración del convento fue utilizado para fines diversos. Primero como cuartel de Milicias Nacionales. 

Posteriormente pasó a la Comisión Provincial de Monumentos que lo declaró “Panteón Provincial” y lo utilizó para guardar las obras artísticas salvadas de otros edificios, como diversos mausoleos.
En el año 1846 el edificio se cede a la Diputación Provincial, que lo utilizó como asilo, circunstancia que acarreó que la imprenta en esta época se conociera como “Imprenta del Asilo”.

El 27 de mayo de 1993, tras una profunda remodelación, se inauguró el edificio que iba a ser destinado a sede de la Delegación del Gobierno y de la Administración del Estado, pero en la ceremonia inaugural el por entonces Presidente de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, José Bonó, solicitó al Ministerio del Interior que le cediese el edificio para edificio universitario, fin que hoy en día sigue cumpliendo.

(Historia Tomada del libro “Fantasía y Realidad de Toledo”, de Ángel Santos y Emilio Vaquero, Ed. Azacanes).

Lo que se cuenta

Desde que San Pedro Mártir fue ocupado por cientos de profesores, alumnos, y empleados de la Universidad de Castilla la Mancha son del dominio público los rumores que afirman que entre aquellos antiguos muros suceden algunas cosas que carecen de explicación lógica. 

Y esto resulta de mayor interés si cabe debido a la coincidencia de los testimonios de numerosos testigos que afirman haber visto algo muy parecido, al margen de su edad u ocupación en el centro.

De hecho los testimonios provienen de alumnos, empleados de limpieza, empleados de seguridad, personal de la Universidad, o simples visitantes.

Uno de los testimonios más repetidos se refieren a la visión de una figura difuminada, que algunos describen como una débil humareda blanca, que suele verse por algunos lugares del antiguo convento, principalmente algunas zonas como el claustro, la biblioteca, la iglesia, o la sillería superior. 

Afirman los testigos que esta humareda blanca se desplaza como si fuera flotando, y de manera bastante rápida, de forma que nunca suele verse por un periodo superior a tres o cuatro segundos. 

Algunos testigos han ido más lejos, e incluso afirman haber visto este fenómeno de forma más clara, pudiéndose vislumbrar una figura femenida ataviada con una especie de hábito blanco, como si de una monja se tratase. Esta versión está bastante extendida entre el personal de limpieza, quienes incluso, tal vez para vencer el temor que pudiera causar, se refieren a esta figura como “Encarna”. 

Y es que, con toda naturalidad del mundo, cuando las limpiadoras van a entrar en alguna de las dependencias en donde suele manifestarse esta visión, lo hacen al aviso de “Encarna, no me asustes que voy a entrar”, llegando a despedirse de la misma forma que entraron.

Cabe destacar que en la historia de San Pedro Mártir no destaca la presencia de ninguna mujer, ya que siempre albergó religiosos del sexo masculino. No obstante casi todos los enterramientos que hay allí son de los religiosos dominicos, con la excepción de dos enterramientos de mujeres traídos aquí durante su uso como “Panteón Provincial)

Estas limpiadoras protagonizaron un conocido capítulo en estos fenómenos de San Pedro Mártir. Tras limpiar una de las aulas de la planta baja del claustro, y dejar perfectamente limpia la clase y bien ordenadas las más de cincuenta mesas y sillas, subieron al primer piso del claustro para continuar con sus labores. 

Al subir las escaleras vieron que la luz del aula que acababan de limpiar se encontraba encendida, y volvieron con el fin de apagarla. Su sorpresa fue mayúscula cuando al entrar comprobaron que la totalidad de mesas y sillas que habían dejado perfectamente colocadas se encontraban desorganizadas, y eso en apenas un minuto de tiempo. 

Sin comprender que podía haber pasado, ya que el edificio estaba cerrado al alumnado y sólo ellas y el conserje estaban en ese momento en su interior, se dirigieron a éste, quien decidió llamar a la policia por si alguien se había colado en el centro. Al poco se personó la policía en el viejo convento, y tras hacer una inspección comprobaron que allí no había nadie escondido.

Otro tanto sucede con el personal de seguridad, que tiene que pasar largas horas en San Pedro Mártir cuando no hay nadie más en su interior. Cabe destacar que estos trabajadores son los menos dados a hablar del tema, ya que comprensiblemente pueden temer por su puesto de trabajo. 

Durante un tiempo desempeñé un puesto similar, y conozco de primera mano que las empresas de seguridad no hacen caso y desprecian este tipo de comentarios de sus trabajadores. Pero aún así son muchos los relatos que en los últimos años por boca de estos guardias de seguridad se han extendido entre la comunidad universitaria, y por extensión entre los ciudadanos de Toledo.

Mucho se ha hablado del extraño funcionamiento de los ascensores durante la noche sin que nadie pueda operar los botones. Los ascensores comienzan a funcionar deteniéndose en cada planta, abriendo sus puertas, y volviéndolas a cerrar. 

Fenómeno muy repetido en otros emplazamientos similares. No creo que se debiera dar mayor importancia a esto, ya que muchos ascensores están programados para retornar pasado cierto tiempo a la planta en donde hay más afluencia de público.

O incluso un fallo en la botonera pudiera causar este extraño funcionamiento. Aún así se comenta que más de un vigilante de seguridad se ha sobresaltado por ello, y no hay explicaciones lógicas que les tranquilicen.

También se habló hace varios años que estos vigilantes de noche escuchaban ruidos en las plantas superiores, como de pasos y arrastrar de muebles, y que cuando subían a comprobar qué era lo que ocurría no encontraban el motivo del ruido de los inexplicables pasos, pero sí encontraban el mobiliario en algunos lugares colocado de forma diferente a la habitual, lo que en más de una ocasión propició la correspondiente llamada a la policía.

Tristes y conocidos son en la ciudad los dos fallecimientos de vigilantes de seguridad durante su servicio nocturno en un lugar determinado; la iglesia conventual.

 Según se afirma uno de estos fallecimientos puede tener su explicación lógica, ya que el trabajador llegó precipitadamente al cambio de turno y con evidentes signos de fatiga. 

El diagnóstico del fallecimeinto fue infarto de miocardio. El otro compañero no tiene explicación tan sencilla, aunque posiblemente tenga también su lógica explicación, a pesar de tratarse de un joven sin aparentes problemas de salud.

Lo que llama la atención es que un hecho tan poco habitual como es el fallecimiento de un vigilante se haya repetido en un intervalo de menos de diez años en el mismo lugar. 

Aún así, y debido a lo delicado del tema, son cosas de las que no se ha vuelto a hablar abiertamente.

Portada de la Iglesia de San Pedro Mártir 

La biblioteca de San Pedro Mártir es uno de los lugares más utilizados por la comunidad universitaria de Toledo, y suele estar siempre llena de alumnos que acuden allí a estudiar con tranquilidad. 

Pero eso es en las horas de mayor tránsito, ya que a últimas horas esta biblioteca no suele estar tan solicitada. 

De hecho, en épocas de exámenes, la Universidad suele habilitar otras aulas para su uso como estudio. Sin embargo muchas de ellas no son ocupadas, debido al recelo de los estudiantes a permanecer en ellas cuando la ocupación no es alta.

Finalmente son muchos los estudiantes que aseguran haber visto también esta figura vaporosa que se desliza por ciertas zonas, aunque habría que ver si en algunos casos es mera sugestión, o simple afán de protagonismo.

Aún así es llamativo que todos los testimonios coinciden en la descripción de esta “humareda o nube blanca”, sin alarde ni fuegos artificiales que exageren la visión.

Lo que sí es cierto que el edificio de San Pedro Mártir es a día de hoy el edificio de Toledo dónde más conocidos son sus extraños fenómenos. Puede ser que tenga una explicación lógica, que se trate de una sugestión generalizada, o incluso cierta histeria colectiva.

Pero mientras no llegue esta explicación continuará siendo uno de los misterios toledanos más destacados.

14. Leyenda del Cantar de la Mora Zaida

La biografia de la princesa Zaida no solo esta llena de amplias lagunas como por ejemplo fecha y lugar de nacimiento, padres y fecha concreta de fallecimiento, si no que además antiguos historiadores manipularon de forma interesada pasajes importantes de su vida, rebatidas posteriormente por otros estudiosos basandose en diversas pruebas escritas inexploradas hasta entonces. Su nacimiento debió de producirse sobre 1063 en el al-Ándalus.

Las primeras informaciones sobre la vida de Zaida son para decirnos que se casó con Abu Nasr Al´Fath al-Mamun, rey de Cordoba, hijo del gran rey sevillano Muhammad b. ´Abbad al´Mutamid (1040-1095).

Caen Málaga, Granada en manos almorávides y viendo el giro que habian tomado los acontecimientos el rey al-Mutamid le pide a su hijo al-Ma´mun, que le dejó al cargo de Córdoba, que aguante como pueda la posición de la ciudad, pues sería inevitable que tras la caída de esta fortaleza se pudiera mantener la de Sevilla. 

Los almorávides se acercan a Córdoba y al-Ma´mun preveyendo un fatal desenlace pone a salvo a su esposa, Zaida, enviandola con setenta caballeros, familiares incluidos, al castillo de Almodóvar del Río que anteriormente había fortificado y abastecido.

La dispersión de los barrios cordobeses y la connivencia de sus moradores influyeron decisivamente para que

El 26 de marzo de 1091 cayo la capital según lo cuenta Abbad, T.Ipg. 54-55, Cartás y Abd-al-Wahid: «Fath al-Ma´mun intentó abrirse camino con su espada a través de los enemigos y de los traidores pero sucumbió al número. Se le cortó la cabeza, que la pusieron en la punta de una pica y pasearon en triunfo».

Enterada de la desgracia de su marido y de la pérdida de la ciudad en que vivió, sabiendo que ya nunca podría regresar, descarta dirigirse al palacio sevillano de su suegro, Al´Mutamid, al que se le presagia la misma suerte y acepta el consejo de este para ponerse a salvo: refugiarse en la corte toledana de Alfonso VI (entre ambos reyes hubo multiples acuerdos y desacuerdos, alianzas y batallas) siendo portadora de un tratado de estricta supervivencia, consistente en la entrega de las plazas en la frontera norte de Uclés, Amasatrigo y Cuenca para su defensa y protección a cambio de ayuda al sevillano ante la crítica situación frente a los almorávides.

Hay un escrito sobre Zaida, donde lo de menos son las inexactitudes históricas, un bello poema de la antigua lírica castellana, contemporanea y similar al Cantar del Mio Cid, aunque más reducido por estar prosificado donde describe a la protagonista como gentil princesa, doncella de gran hermosura, muy virtuosa, gallarda, discreta, esbelta, de singular belleza, de tez espléndidamente blanca, la epopeya no ahorra piropos, fiel al florido romanticismo dice que "se enamora de oidas" del «apuesto guerrero Alfonso VI gallardo y muy ducho en el manejo de las armas». Esta joya literaria medieval, 

Lo cierto es que la llegada a Toledo de la joven y desvalida viuda turbó al maduro rey -51 años- que casado con una mujer enferma y sin hijos dio pie a unas relaciones sentimentales. Las aventuras extramatrimoniales de los monarcas eran habituales y la historia no habría tenido especial interés en mencionar los amorios con la bella princesa si no fuera por un hecho transcendental: tuvieron un hijo varón.

El rey castellano era muy mayor y tras cinco matrimonios y dos concubinatos (las relaciones incestuosas con su hermana Urraca merecen un aparte) no tuvo ningún hijo varón que le sucediera. Desde el mismo momento que nació Sancho Alfonsez el rey lo reconoció como su directo descendiente llamado a gobernar Castilla, León, Galicia con Portugal y el resto de condados.

Este hecho causó prejuicios en los cronistas cristianos apresurándose a incluir a la mora Zaida entre sus mujeres legítimas.

Zaida se acomodó en la corte castellana, renunció al islamismo, corriendo el riesgo de muerte que tal acción suponía entre los mahometanos, y se bautizó en Burgos con el nombre de Isabel (no confundir con la francesa Isabel). No solo conservó todas sus costumbres sino que las difundió e introdujo nuevos y frescos aires culturales de la esplendorosa sociedad musulmana. 

El historiador árabe, conquense de nacimiento, González Palencia escribe en su Historia de la España Musulmana que la corte de Alfonso VI, casado con Zaida), parecía una corte musulmana: «sabios y literatos muslimes andaban al lado del rey, la moneda se acuñaba en tipos semejantes a los árabes, los cristianos vestían a usanza mora y hasta los clérigos mozárabes de Toledo hablaban familiarmente el árabe y conocian muy poco el latín, a juzgar por las anotaciones marginales de muchos de sus breviarios».

Alfonso y su joven amada fueron inmensamente felices como se deduce por los epítetos con los que la enalteció "amantísima" y "dilectísima". Como fruto de su amor Zaida quedó embarazada, pero a la vez que nacia el tan deseado y esperado niño, Sancho Alfonsez, moría la madre. 

El rey quiso que descansara en el mismo sitio que había destinado para él mismo, sus reinas e hijos, y con tal fin le enterró en el Monasterio de Sahagún, exactamente en el coro bajo, antes de llegar al atril. 

Hay también otro epitafio de sospechosa autenticidad en una humilde losa en el suelo en San Isidoro de León, tardio, con el doble dato erróneo de que era hija del rey de Sevilla y fue reina «Hic quiescit Regina Domna Elisabet uxor Regis Adefonsi, filia Benabteh Regis Siuiliae, qua prius Zaida fuit vocata».

Sabiendo que su hijo murió en la famosa Batalla de Uclés o de los Siete Condes el 29-V-1108 «cuando era niño, incapaz de defenderse pero podía montar a caballo», precisiones que mueven a suponer que contaría con 12 o 13 años. Lo mas indicado sea pensar que naciera, y por tanto falleciera su madre, entre 1095 y 1097.

La pronta muerte del príncipe mueve a imaginar sobre el alcance que pudo suponer el hecho de que fuera hijo del rey cristiano del norte y una princesa mora del sur: encarnaba en su sangre todas las Españas, era doblemente hispano por su condición de musulmán y cristiano. ¿Estaría destinado a gobernar una península unificada? Como descendiente musulmán que era, ¿no trataría de unificar más allá del estrecho... ?

Calle de las Bulas 

Las Bulas y alrededores se encuentra en el barrio judío Toledo.

Este barrio de Toledo es un lugar único.

Lleno de calles estrechas que le hacen a uno sentirse aprisionado.

No quedan restos de la muralla que cercaba la judería toledana y que por las noches siempre cerraba. 

Pero sin embargo, al pasear por estas calles se puede sentir lo que vivieron sus habitantes hasta 1492, año en que se produjo la expulsión del pueblo judío.

Al final del paseo torcemos a la izquierda por la calle de las Bulas, que se llama así porque allí estuvo la imprenta donde se hacían las bulas de la Santa Cruzada.

Es esta una calle retorcida y a la que se abren bastantes callejones sin salida.

En los muros se puede sentir que guardan numerosas leyendas, subterráneos, historias…

15. Leyenda de Alfonso VIII y la Bella Raquel

Alfonso VIII, como ocurre con cualquier ser humano de sexo bien definido, se enamoro de Doña Fermosa, más conocida por Raquel, bella judía toledana.

El rey y Raquel, entregados a los placeres del amor en su retiro de palacio, olvidaron por completo el mundo que les rodeaba.

Siete meses de abandono de asuntos tan importan-tes como los de la guerra santa (hay quién opina que la grave derrota de Alarcos se debió principalmente a aquel retiro de placer adúltero), movieron a los nobles del Consejo Real a tomar la decisión de quitar de en medio a la jovencita.

A tal efecto, organizaron una cacería a fin de hacer sacar a Alfonso de su escondite y..., ya sabéis, poder deshacerse de la bella hebrea, culpable de tanta distorsión política y familiar, termino degollada.

El rey fué rápidamente convencido con fuertes razones de Estado, y tan convencido quedo que arrepentido de los males que había ocasionado (antes rey que humano), se retiro en penitencia a la Iglesia de Illescas, donde también la tradición habla de la aparición de un Ángel que le traía el perdón de los cielos.

16. Leyenda de Isaac el Judío - Travesía del Arquillo

Cuando Cristóbal Colón acudió a la reina Isabel para solicitar su ayuda en la quimera descubridora que iba a emprender desea ésta ayudarle, aunque para esta empresa es necesaria gran cantidad de dinero, y las arcas reales están vacías a causa de los enormes costos que generaba la guerra contra los musulmanes granadinos.

Travesía del Arquillo

Pero la reina Isabel no es mujer que se deje doblegar fácilmente por los obstáculos, y rápidamente piensa el modo para financiar tan importante aventura.

Decidida da una orden secreta, y envía a Toledo un emisario para reunirse con el israelita Isaac.

Vivía este judío al pie del cerro de la Virgen de Gracia, en la travesía del Arquillo, y aseguraban sus contemporáneos que sus riquezas eran superiores a las de cualquier magnate por poderoso y acaudalado que fuera.

Dos días después de la visita de Colón a la reina Isabel, llegaba a casa de Isaac el emisario real.

–¿A qué debo el honor de que venga a visitarme un mensajero de tan importante señora? –preguntó el israelita cuando vio entrar por su puerta al enviado de la reina-.

–Asuntos de negocios que es conveniente que mantengáis en secreto –respondió el emisario-.

–Sabéis perfectamente que la discreción es mi principal virtud. Ahora decidme, ¿qué negocios son esos de los que habláis?.

Al instante el hombre enviado por la reina Isabel se acercó a una mesa y extendió sobre ella gran cantidad de joyas y piedras preciosas.

–Son las joyas más preciadas de la corona –dijo-. La reina necesita dinero, y lo necesita ahora. Los altos costos de la guerra contra los moros han ocasionado que no haya dinero en las arcas reales que es requerido urgentemente. Tengo orden de su majestad de regresar con una importante suma de dinero a cambio de estas joyas…

A los pocos minutos partió el emisario de la reina llevándole gran cantidad de dinero que Isaac el judío le había entregado a cambio de las joyas, colaborando de esta forma al futuro descubrimiento del nuevo continente.

17. Leyenda del Taller del Moro


Vista del taller del moro en Toledo - Perez de Villaamil - sXIX

Uno de los títulos menos justificados por la historia es indudablemente el que lleva este rico é interesante monumento toledano. 

Si las noticias que hemos podido adquirir de él, aunque en extremo escasas, no bastaran para desvanecer cualquiera conjetura mal formada sobre la aplicación que tuvo en su origen, era suficiente el aspecto que presenta todavía para demostrar que no habría podido en manera alguna destinarse á taller cuando fue construido. 

La riqueza de sus ornatos y la suntuosidad y magnitud del mismo salón y de las dos piezas á él contiguas, que se conservan, aunque tan mal tratadas como después notaremos, revelan desde luego que debió levantarse este edificio con otro fin más noble; pudiendo en nuestro concepto clasificarse entre los monumentos correspondientes á la tercera época de la arquitectura arábiga que hemos designado con el nombre de árabe andaluza.

Todos los viajeros que hayan tenido ocasión de visitar la Alhambra de Granada y el Alcázar de Sevilla, habrán podido observar efectivamente los puntos de contacto que existen entre aquellos famosos palacios y el llamado Taller del Moro respecto á la parte de su ornamentación, en donde resaltan sin embargo las formas grandiosas del Alcázar del rey don Pedro mas señaladamente que las de la encantada Alhambra.

Esta observación, que nos parece, sobre ser muy exacta, de algún peso fiara determinar la época de la fundación del edificio de que tratamos, nos lleva naturalmente á suponer que fue erigido, cuando mas remotamente, á mediados ó á fines del siglo XIV. 

Verdad es que esta opinión puede ser combatida con el contexto de las numerosas inscripciones árabes, que ilustran las paredes del salón y de las piezas referidas, por contener palabras y versículos del Corán, que se encuentran á cada paso en otros monumentos de anterior fecha. 

Pero en abono de nuestro dictamen existe el hecho de hallarse plagados de iguales ó parecidas leyendas cuantos palacios se construyeron desde la época que hemos fijado, bajo los auspicios de los magnates de Castilla; no debiendo tampoco perderse de vista que los arquitectos eran siempre árabes, lo cual no tuvo contradicción hasta fines del siglo XV, en que aprovechándose nuestros abuelos de sus adelantamientos, é iluminados por la luz de Italia, comenzaron á usar los alfarjes musulmanes en toda clase de edificios.

 Como prueba de estas indicaciones pudiéramos citar muchos hechos históricos; pero creemos que los Alcázares de Sevilla y de Segovia, y especialmente el último, son suficiente ejemplo, por lo cual no nos detendremos mucho en este punto.

Limitándonos, pues, á fijar la época de la construcción del Taller del Moro, conforme á la clasificación que dejamos hecha, ya que carecemos de otros datos históricos, creemos que este suntuoso palacio fue levantado por algún magnate castellano para su morada en los tiempos arriba indicados, valiéndose para ello, como se había hecho antes y se hizo después por mucho tiempo, de alarifes musulmanes. 

El espíritu religioso, que acabó por apoderarse de todos los elementos sociales, convirtió muy pronto el palacio sarraceno en convento de monjas, bajo la advocación de santa Eufemia, según se refiere en algunas escrituras antiguas que hemos podido tener en las manos. 

Al palacio primitivo se agregaron algunas casas de menos importancia, que debieron permanecer con este destino hasta poco antes de la época del gran cardenal Mendoza, en que por su mandato se labró una vistosa y bella portada gótica para el gran salón del Taller, nombre con que comenzó á designarse desde entonces. 

Cuando el cabildo de Toledo, por una conducta que no es del caso calificar, echó por tierra la magnífica portada que había construido el mismo prelado en la sacristía de la catedral y del Sagrario, hubo de caber igual suerte á la del Taller, no menos suntuosa y rica en preciosos ornamentos. 

Arco en la entrada al Taller del Moro - Monumentos arquitectónicos de España - Calcografía Nacional de España sXIX

Así fue que el arco que abre la mencionada tarbea, aunque revestido de menudas labores de preciosa ataujía, tan linda como la del grande arco del Salón rico Embajadores del Alcázar de Sevilla, quedó enteramente maltratado en su parte exterior, rotos sus calados ajimeces y expuesto á las lluvias que lo van de día en día desmoronando. 

Aún se encuentran arrimadas á la pared cuyos lados de este arco algunos fragmentos que dan una idea, aunque remota, del mérito que debió tener toda la portada, hallándose la escultura en el mismo estado que presenta en el trascoro del altar mayor de la iglesia metropolitana.

Esto es cuánto hemos podido averiguar sobre la historia de tan apreciable monumento de la arquitectura árabe. Lo que ahora existe del antiguo palacio es un cuadrilongo de cien pies y medio de longitud, dividido en los extremos por dos secciones de veinte y tres pies en cuadro cada una y presentando en el grande espacio del centro cincuenta y cuatro y medio de largo y veinte y uno de ancho, á fin de engrosar algún tanto los muros en esta parte. 

Toda la fábrica es de tapiería y ladrillo, ofreciendo en el exterior un aspecto algún tanto desagradable, por haber comenzado á desmoronarse algunos trozos de la tapia, lo cual no puede menos de causar un disgusto verdadero, al ver que amenaza igual suerte á lo restante, consumándose así la ruina de este precioso edificio. 

Aunque ya no es posible averiguar la forma total y primitiva del mismo, ni menos designar la distribución que tuvo la iglesia de santa Eufemia, colocada en esta magnífica tarbea, se advierte sin embargo en el muro meridional un grande arco de ladrillo, que si bien no conserva ningún ornamento, osténtalas bellas formas de herradura, siendo en nuestra opinión la puerta que abría paso á la iglesia en la época referida.

El interior de los departamentos mencionados se halla revestido de estuco, y como queda insinuado, enriquecido de exquisitos relieves, en donde resalta todo el lujo de la imaginación oriental. Sobre una faja de alharaca que se extiende en la clave del arco del norte, se levantan cinco ajimecillos cerrados ahora, y que en un principio debieron ser calados, los cuales se ven guarnecidos de graciosas cenefas de ataurique con elegantes leyendas arábigas en caracteres cúficos, subiendo hasta el friso superior en que estriba el artesonado.

 A uno y otro lado de este bello y grandioso arco hay una ventana entre larga rodeada de orlas de exquisitos arabescos, en las cuales se encuentran también leyendas musulmanas, que se reducen á pasajes del Corán, comenzando la que existe en la derecha de este modo:



El imperio es de Dios

Frase que se repite muchas veces en las demás orlas y cenefas. Circuye toda esta gran tarbea en la parte superior un ancho friso, compuesto de bellos florones y estrellas, que nos trajeron á la imaginación otros ornatos de la misma especie que existen en el citado Salón de Embajadores del Alcázar sevillano. 

Sobre este friso se notan aún varias palabras de una inscripción latina escrita en caracteres monacales, la cual debió ponerse allí cuando se consagró en iglesia esta parte del antiguo palacio. Difícil cuando no imposible de todo punto es ya la lectura de esta inscripción, tal como se puso en el lugar que ocupa: por esta razón nos abstenemos de trasladarla á este, no sin advertir que es uno de los salmos de David, en donde bendice la morada del Eterno.

En los muros de oriente y occidente hay dos arcos no menos preciosos que el ya mencionado, si bien no son de tan colosales proporciones. Hallase el oriental cerrado por un tabique, viéndose exornado de exquisitas labores de almocárabe, que pasando de arriba abajo en sentido opuesto atraviesan gallardos festones, de cuyo enlace resultan bellas y numerosas divisiones que encantan la vista, y cuya gracia aumenta el ondulante movimiento de los festones referidos.

Corre al rededor de tan precioso ornato un friso de delgada é ingeniosa alharaca, y levantase sobre la cenefa arriba indicada, que se une con la leyenda latina, rodeando toda la estancia.

Abría este arco paso á la situada tal vez á la cabeza del templo, cuyas paredes revestidas de admirables relieves debieran haber sido vistas por el cabildo de Toledo con mas estimación, evitando que hayan venido al doloroso estado en que se encuentran.

 Inconcebible parece cómo una corporación tan amante siempre de las artes, que tanto se ha distinguido por la protección dispensada á los artistas, ha podido consentir que los trabajadores que se empleaban en el taller hayan convertido esta pieza, verdaderamente oriental por la riqueza y magnificencia de sus ornatos, en cocina. 

Así ha sucedido que todos los muros se encuentran cargados de hollín, ennegreciéndose las vistosas labores que los embellecían, y calcinándose el estuco de tal manera que basta el toque más leve en algunas partes para que vengan al suelo pedazos de ataurique y de almocárabe, ornamentos que abundan allí más que en lo restante del edificio. El artesonado, que podría acaso conservar los vivos colores y el brillante dorado que debió ostentar en un principio, ha sufrido igual suerte, comprendiéndose apenas la trabazón de la bella adaraja de que se compone.

No podemos menos de confesarlo: jamás hubiéramos creído que llegase el abandono á tal punto, máxime cuando tan buenos antecedentes existían respecto al celo del cabildo metropolitano; pero esta lamentable incuria no deja por otra parte de tener alguna disculpa, atendido el desdén con que los artistas han mirado en nuestro suelo los monumentos musulmanes.

A este empeño sistemático de condenar al desprecio cuanto no se ajustaba con las reglas de Vitrubio y de Vignola, á esta falta absoluta de buen sentido y tolerancia que ha dominado entre nuestros arquitectos y escritores deben por tanto atribuirse la profanación de este precioso palacio y la ruina de otros mil edificios de la misma época. En efecto:

¿qué aprecio habrá podido tener el cabildo de Toledo á un monumento que no había logrado atraer sobre sí una sola mirada de hombres de tanta nota y prestigio como Ponz, cuando este autor se había detenido por el contrario a elogiar todos los edificios que más se apartaban de la riqueza oriental que el Taller del Moro respira?...

La indiferencia, pues, del cabildo aparece justificada hasta cierto punto, y he aquí la razón por qué nosotros nos limitamos solo á exponer los hechos, sin formular un cargo más serio contra los que á haber reconocido su mérito, habrían sin duda puesto el mayor empeño en conservar tan estimable joya de la arquitectura arábiga. 

Todo se hacía en el último siglo por espíritu de sistema, y sabido es que cuando los partidarios de cualquier sistema posible se encierran en un círculo, tan estrecho como el que trazaron en su alrededor los reaccionarios en materia de artes, son más perjudiciales con su exclusivismo que los extravíos que combaten.

La pieza de que hablamos tiene en los muros del norte y mediodía dos puertas, formadas por arcos de herradura, decorados en sus archivoltas y pechinas de menudos relieves de ataujía, presentando en la pared occidental el arco referido que comunica con la gran tarbea que dejamos descrita.

 Exórnanlo multitud de labores de alharaca que describen variadas figuras geométricas, alternando con estrellas y conchillas de relieve, viéndose sobre la clave una rica tabla de arabesco, sembrada de conchas de mayor tamaño, la cual se halla rodeada de leyendas, sobre las que se alza otra cenefa, cuyo diseño apenas puede percibirse, por la oscuridad del hollín mencionado. El artesonado de la presente estancia es enteramente igual al de la del lado occidental, libre afortunadamente del humo que a esta ennegrece.

El arco que le da entrada, cerrado en parte para poner una pequeña puerta, está adornado casi en la misma forma que el de enfrente, en el exterior, mientras en el interior presenta tantos y tan delicados relieves que hacen mucho más sensible el atentado cometido contraía estancia descrita y que traen á la memoria los bellos muros de la Alhambra, de los cuales pareció decir el apasionado fray Luís de León estos versos:

De labor peregrina
Una casa real vi, cual labrada
Ninguna fue jamás por sabio moro:
Las torres de marfil, el techo de oro.

Véase la pared oriental revestida de preciosos ornatos, rodeando las del norte y mediodía una ancha faja, formada de estrellas, en donde brillan aún los vivos colores de la ataujía, resaltando sobre el oro el azul y el morado, que conservan no poca frescura para dar una idea, aunque remota, de su antigua suntuosidad y magnificencia.

 Encierra la expresada faja una leyenda árabe en caracteres nesgi, y hallase también coronada por otra inscripción latina semejante á la del salón, que dejamos citada. Levantase el artesonado sobre cuatro pechinas que cortan los ángulos de la estancia y toma desde luego la planta octógona, cerrando la cúpula una gran pina ó racimo colgante de la misma forma. Lástima es que hayan desaparecido ya los brillantes

colores y el dorado que esmaltaban este apreciable alfarje, sucediendo en parte lo mismo con los adornos de lacería que lo avaloraban, lo cual es tanto más digno de sentirse cuanto que si no se hallara en este estado podría indudablemente sufrir esta linda techumbre la comparación con muchas de las que decoran las bellas alhamas del alcázar de Sevilla. 

El artesonado de las estancias que dejamos mencionadas, es bastante menos elevado que el de la gran tarbea del centro, cuya forma es propiamente de artesón, viéndose atravesado de norte á mediodía de diez alfardas que lo aseguran y mantienen.

Tal es el celebrado Taller del Moro, que se halla en la actualidad destinado para servir de almacén de muebles de la catedral y para encerrar maderas viejas, habiendo sido durante el tiempo en que el cabildo ha tenido grandes obras, el taller en donde se labraban y pulían los mármoles. Esto, como dejamos dicho, ha dado margen á que haya sufrido graves daños, que han contribuido no poco á desfigurarlo.

Pero de esperar es que, advertido el cabildo del grande mérito de este monumento, libres ya los artistas de las preocupaciones que desgraciadamente han abrigado, preocupaciones hijas las más veces de la indolencia y falta de estudios, y comprendida finalmente la necesidad de apreciar todos los géneros, merezca el Taller del Moro más señalada solicitud, evitándose de este modo su próxima y total ruina.

La celebridad de que goza este monumento entre los extranjeros, que poseen de él esmerados diseños, le presta también una importancia sin límites, que crece al contemplar que, según la clasificación que hemos hecho, es uno de los edificios de más precio en la historia de la arquitectura arábiga.



El taller del Moro - Ayuntamiento de Toledo - Fotografía coloreada por Purger&Co - hacia 1905
El taller del Moro - Ayuntamiento de Toledo - Fotografía coloreada por Purger&Co - hacia 1905


El taller del moro posteriormente fue usado como almacén y garaje de vehículos, con un considerable deterioro de sus yeserías, como muestran las fotografías de principios del siglo XX

En 1963 el Estado adquirió y restauró el edificio. Se trata del único monumento de carácter civil de la primera mitad del siglo XIV que se ha conservado en Toledo. del mismo modo el estado en 1968 adquirió el jardín trasero que enlaza con el palacio de Fuensalida.

Actualmente Lo conservado del edificio original consta de un salón central y dos alcobas laterales comunicadas entre sí por arcos de ricas yeserías y cubiertos por techumbres de madera.

18. Epitafio sobre la Leyenda del Señor de Orgaz - Iglesia de Santo Tomé

epitafio de Alvar Gómez de Castro en la iglesia de Santo Tomé de Toledo

Epitafio compuesto por Alvar Gómez de Castro - Iglesia de Santo Tomé

Entre los textos de carácter histórico que escribió el humanista eulaliense Alvar Gómez de Castro (Santa Olalla, 1515 – Toledo, 1580) llama la atención el que realiza para la parroquia de Santo Tomé de Toledo. 

Un texto, a modo de largo epitafio, elaborado para que se labrara en piedra y se colocara en la capilla de la Concepción donde desde 1323 está enterrado don Gonzalo Ruiz de Toledo, el señor de Orgaz, que falleció con fama de santo y fue enterrado de manera milagrosa por San Agustín y San Esteban, según la leyenda.

Don Gonzalo se comprometió a que los vecinos de su villa de Orgaz entregarían a esta parroquia una limosna anual bastante sustanciosa, algo que dejaron de hacer en 1554 y contra lo que inicio sus pleitos en 1564 el párroco Andrés Núñez de Madrid. En 1566 este pleito pasa a la Real Chancillería de Valladolid y en 1569 se falla a favor de la parroquia.

Es en ese momento, cuando el párroco decide dejar constancia de su victoria y evitar que el impago volviera a producirse. En 1569 encarga a nuestro humanista Alvar Gómez de Castro el retorico epitafio que labrado en piedra se colocó por encima de la tumba, se inicia con la formula latina: “Siste Paululum Viator, et antiquam urbis nostre historiam pucis accipe”.

También hay que tener en cuenta que en esos años se reformo la capilla y se subió el suelo, por lo que el sepulcro quedo oculto siendo más necesaria que nunca la colocación de este epitafio.

Alvar Gómez se basó para la redacción del texto en la primera narración impresa que existía del milagro en “La Historia de Toledo” de Pedro de Alcocer, publicada en 1554 al inicio de todos los litigios entre la parroquia y la villa de Orgaz.

Existen varias traducciones del texto latino, escogemos esta de Manuel Bartolomé Cossío.[4] El texto completo de la inscripción dice así:

"Consagrado a los santos bienhechores y a la piedad. Aunque vallas deprisa, párate un poco, y oye en breves palabras una antigua historia de nuestra ciudad. Don Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de la villa de Orgaz, notario mayor de Castilla, entre otros testimonios de su piedad, cuido de que la iglesia que ves, del apóstol Tomas, donde, por testamento, mando enterrarse, en otro tiempo angosta y mal conservada, se restaurase con mayor amplitud, a sus expensas; añadiendo muchas ofrendas, así de plata como de oro. 

Cuando los sacerdotes se preparaban a enterrarle ¡Cosa admirable e insólita!, San Esteban y San Agustín, bajados del cielo, lo sepultaron aquí con sus propias manos. 

Como es largo de contar el motivo que impulsara a estos santos, pregúntalo a los hermanos agustinos, si tienes tiempo. El camino es corto. Murió en el año de Cristo de 1312. Oíste el ánimo agradecido de los celestes. Oye ahora la inconstancia de los mortales. 

El mismo Gonzalo legó en testamento al párroco y ministros de esta iglesia, como también a los padres de la parroquia, 2 carneros, 16 gallinas, 2 pellejos de vino, 2 cargas de leña, y 800 monedas que nosotros llamamos maravedíes, que habían de recibir anualmente de los de Orgaz.

 Rehusando estos durante dos años pagar el piadoso tributo, en la esperanza de que con el transcurso del tiempo se oscureciera el asunto, han sido obligados a ello, por sentencia de la cancillería de Valladolid, el año de Cristo de 1570, habiéndolo defendido enérgicamente, Andrés Nuñez de Madrid, cura de este templo, y Pedro Ruiz Durón, ecónomo".

Pero el interés del párroco en perpetuar la fama del milagro, que no había sido reconocido por la iglesia de Roma que tampoco había considerado a su protagonista el señor de Orgaz digno de beatificación, le mueve desde 1584 promover la pintura de un cuadro con esta escena. 

Dada la singularidad de la temática del cuadro, debía recibir una autorización especial del Consejo de Gobernación del Arzobispado de Toledo, obtuvo esta licencia el párroco en octubre de 1584: “se exigía que el milagro se pintara con la debida decencia, y sin que se excediera de lo que sobre él decía un letrero antiguo en vez del más reciente epitafio latino de Gómez de Castro”.

El encargo se firma con El Greco el 18 de marzo de 1586. Este es un extracto del contrato: “Se ha de pintar desde arriba del arco hasta abajo y todo se ha de pintar en lienzo hasta el epitafio que está en la dicha pared y lo demás abajo al fresco y en ello se ha de pintar un sepulcro y en el lienzo se ha de pintar una procesión de como el cura y los demás clérigos que estaban haciendo los oficios para enterrar a don Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de la villa de Orgaz y bajaron San Agustín y San Esteban a enterrar el cuerpo de este caballero, el uno teniéndole de la cabeza y el otro de los pies echándole en la sepultura, y fingiendo alrededor mucha gente que estaba mirando y encima de todo esto se ha de hacer un cielo abierto de gloria”. 

Estando finalizada la obra en 1588 y colocándose sobre la placa de Alvar Gómez de Castro. Las pinturas al fresco que estarían bajo el cuadro y alrededor del epitafio, nunca se llegaron a realizar, buscaban generar un efecto de sepulcro fingido

Iglesia de Santo Tomé

y contempla una de las obras maestras de la historia del arte occidental:

El entierro del Señor de Orgaz, realizado por El Greco en el siglo XVI.

 ¿Sabes quién fue el señor de Orgaz y porque se le dio tanta importancia su entierro? Anímate a descubrirlo.

   


19. Leyenda de la Casa de las Cadenas - Monasterio de San Juan de los Reyes

La leyenda nos cuenta que cerca del Monasterio de San Juan de los Reyes en la Judería de Toledo, vivía en una casa señorial un judío converso que trabajaba hábilmente con el hierro y el acero.

Tal era su habilidad, que de sus manos salían aldabones para las portadas, rejas y aceros que se llevaban a los caballeros que luchaban contra los moros en el sur de Castilla.

Nuestro artesano, trabajaba en el sótano de su casa, para ocultarse de los curioso y transeúntes que no hacían más que murmurar que esa casa no era propio de un judío converso, sin saber que esa casa se la había dado un importante caballero en pago de su valeroso trabajo.

Detalle de los grilletes y cadenas de la fachada de San Juan de los Reyes

Con el paso del tiempo, el judío se especializo en cadenas, y durante mucho tiempo trabajo de sol a sol y durante toda la noche sin cesar.

Los vecinos escuchaban el resonar del martillos golpeando el hierro, y veían como cada mañana salían carros y carro llenos de cadenas de su casa, en dirección supuestamente de Granada.

Cuando los Reyes Católicos fueron ganándole terreno a los moros en la conquista de Granada, empezaron a llegar cristianos toledanos que habían sido liberados.

De la suerte que corriera el judío no cuenta nada la leyenda, si fue preso, ajusticiado o consiguió escapar.


Fachada de San Juan de los Reyes

La casa donde fueron forjadas las cadenas, conocida como “La Casa de las Cadenas” (antiguo Museo de Arte Contemporáneo) tiene en su fachada unas cadenas.

En la fachada de Monasterio de San Juan de los Reyes tiene los grilletes y la cadenas de los prisioneros cristianos que fueron liberados en la Conquista de Granada.

Monasterio de San Juan de los Reyes

Edificio encargado por los Reyes Católicos a Juan Guas en 1476, quien construyó uno de los templos más bellos de la ciudad de Toledo y uno de los mejores conjuntos del gótico hispano-flamenco.

La iglesia tiene una sola nave cubierta con bóvedas de crucería, con cúpula estrellada sobre le presbiterio, coro alto y capillas laterales entre los contrafuertes, destacando la abundante decoración que adorna el crucero y la capilla mayor.

Resultado de imagen de Monasterio de San Juan de los ReyesEn esta última el esquema decorativo es a base de arcos conopiales y escudos de los Reyes Católicos sostenidos por águilas de San Juan.

A través de una pequeña puerta se accede al claustro, obra maestra de Enrique Egas, compuesto por cuatro alas abiertas a un patio a través de grandes ventanales de tracería flamígera, bordeados por un friso con decoración vegetal y animal. 

En la planta superior es notable la bella techumbre policromada que repite, como motivo ornamental, emblemas, armas e iniciales de Isabel y Fernando, realizado en estilo mudéjar.

En su fachada principal aparece la tradicional decoración isabelina, formada por estatuas, arquerías ciegas, pináculos y bolas. En ella destacan las cadenas de los cristianos cautivos que fueron liberados por Fernando el Católico en la toma de Málaga y Baeza.

20. Leyenda del Zapatero y el Cardenal - Real Colegio de Doncellas Nobles

Transcurría un frio y duro invierno toledano de finales del siglo XV, cuando llegó a Toledo un joven estudiante sin muchos recursos económicos.

Una mañana se acercó a uno de los muchos talleres de zapatos que había en aquella época en la calle zapaterías (hoy calle Martín Gamero), muy cerca de la Puerta del Reloj de la catedral.

Al entrar en la tienda le preguntó al zapatero si consideraba que sus botas eran adecuadas para el frio de la ciudad. El zapatero le contestó que estaban muy gastadas y en mal estado, por lo que era conveniente adquirir unas nuevas.

El estudiante le encargó unas a medida. Estos talleres estaban formados por artesanos del calzado, a los que solía acudir la clase alta de la sociedad toledana de la época.

Pasados varios días fue a recoger las botas. Tras probárselas y comprobar que le venían como anillo al dedo, le dijo al zapatero que se quedaba con las botas, pero que no le podía pagar en ese momento por no tener dinero, pero que se las pagaría cuando fuese arzobispo.

El zapatero, extrañado por la respuesta, y en vista de que no sacaría nada de aquella venta, recurrió a su conocida humildad y sonriendo aceptó la respuesta de la firme respuesta del estudiante.
Pasados varios años, mientras el ya viejo zapatero estaba a punto de cerrar el taller, se presentó un caballero que le pidió educadamente que le acompañara a ver al Cardenal Silíceo, por aquel entonces arzobispo de Toledo.

El zapatero, perplejo y desconcertado, cerró la tienda y aceptó el requerimiento del caballero. Una vez en sus dependencias el cardenal le recordó quien era y la promesa que le hizo hace muchos años cuando era estudiante y le regalo unas botas.

Se dieron la mano, sonrieron y el cardenal le pago con onzas de oro más dinero del precio real de las botas. A continuación, le pregunto si era suficiente dinero. El zapatero le contesto que era más que suficiente, pero que le quería pedir un favor.

Al ser bastante viejo y contaba con dos hijas muy jóvenes, le pidió al cardenal que cuando él muriera, cuidase de sus dos hijas, pues no tenía a nadie que pudiese hacerse cargo de ellas y de su educación. La respuesta fue afirmativa, prometiendo que se encargaría de que nos les faltase de nada.

La leyenda cuenta que a raíz de esta circunstancia el Cardenal Silíceo fundó el Real Colegio de Doncellas Nobles, siendo las hijas del zapatero una de las primeras alumnas que entraron en este colegio a pesar de no descender de nobles.

Real Colegio de Doncellas Nobles

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Real Colegio de Doncellas Nobles, Toledo

Este Colegio fue fundado por el Cardenal Juan Martínez de Guijarro, conocido por Cardenal Silíceo, en el año 1551 para acoger a 100 jóvenes con pocos recursos y darles formación cristiana, para poder acceder a una de estas plazas no era necesario ser nobles de sangre, sólo tenían que acreditar que no tenían ascendencia conversa y tener una edad comprendida entre los 7 y 10 años.

En el año 1560 el rey Felipe II aceptó el co-patronazgo de este colegio, nombrado por el Cardenal Silíceo, pudiendo presentar doncellas de otra procedencia para la misma educación.

El Real Colegio funcionó con los estatutos originales hasta 1988. Llegó a considerarse uno de los mejores colegios en Europa.

Existen varias visitas guiadas por el Toledo más monumental, y además se accede al interior de estos espacios (al menos a los más relevantes).

Es importante tener en cuenta el horario de estos monumentos que están abiertos durante todos los días desde las 10 de la mañana hasta las 18:45 (horario de verano) / 17:45 (horario de invierno).

21. Leyenda de la Dama de los ojos sin brillo - Santo Domingo el Real

Fantasma de Santo Domingo el Real en Toledo

Las leyendas que narran visiones de personas ya fallecidas son una constante en Toledo. 

La ciudad inspira apariciones y misterios narrados en la noche de los tiempos, en versiones diferentes de un mismo mito que todas las culturas que aquí han morado repiten una y otra vez. 

Ahora aquí reproducimos, en su versión caballeresca, una de las leyendas toledanas más repetidas.

La infanta Catalina de Austria recibió una gran fiesta en Toledo.

Sobre la media noche, cuando aún resonaban las campanadas en el reloj del monasterio de Santo Domingo el Real, cercano a donde se realizaba el acto, un noble que asistía a la fiesta, vio como una dama se acercaba. Como era de gran belleza, le pidió que fuese su acompañante y extrañamente, sin mediar palabra, aceptó su invitación.

Monasterio de Santo Domingo el Real, Toledo

Cuando acabo el baile, el noble acompañó a la dama a su casa, que se situaría en la calle de Aljibes, y le prestó su capa roja porque hacía frío.

Al día siguiente, el caballero fue a la casa donde la joven dijo que vivía para recuperar su capa y quedó sorprendido cuando le explicaron que aquella dama había muerto hacía dos meses. 

A los dos días un hombre llevó al noble su capa roja que misteriosamente la encontró en el camposanto, encima de la tumba de la condesita de Orsino, «la misteriosa dama de los ojos sin brillo».

22. Leyenda de la Cueva de los Siete Cerrojos de Toledo

Las "Cuevas de Hércules" rodeadas de misterios y leyendas, resumen en cierto modo la tradición "subterránea" de Toledo.

La tradición dice que este lugar fue labrado por Tubal o Hércules el Egipcio y sería la cátedra secreta desde la que el propio Hércules enseñaba las ciencias ocultas.

Se decía que en esas cuevas había figuras o pinturas escondidas antes de la llegada de los árabes, cuyo desvelamiento acarrearía grandes males.

En estas cuevas se sitúa también el tesoro que encuentra el joven judío del manuscrito de Roso de Luna, por sólo poner algunos ejemplos.

Las cuevas se encontraban bajo la iglesia de San Ginés, hoy desaparecida. 

Además hay otros subterráneos en las cercanías, como los de la casa Navarro Ledesma, 1, y los de Hacienda. 

Bien pudiera ser que todos estos subterráneos fueran refugios iberorromanos, constituyendo una especie de ciudad refugio comunicada por pasadizos.

La tradición de las pinturas escondidas podría referirse a que las cuevas se usaron como templo pagano en el que estatuas paganas siguieran recibiendo culto secreto después de ser oficial el cristianismo en Toledo; las estatuas estarían escondidas para protegerlas de la ola iconoclasta que seguramente patrocinó el cristianismo, ya que no se han encontrado apenas estatuas romanas en la ciudad.

Posteriormente, podrían haber sido utilizadas como refugio por los cristianos perseguidos por los árabes y, luego, por los árabes y judíos perseguidos por los cristianos. 

Las últimas excavaciones han demostrado por fin que realmente estas cuevas formaban parte de las cisternas del abastecimiento romano de Toledo, como observamos en la fotografía adjunta a este texto.

Además de la tradición hermética de Hércules y los tesoros escondidos, esta cueva posee vinculada a ella otra tradición importante, referida al último rey godo, don Rodrigo, y la caída de España en manos árabes .

 Estas cuevas eran el recinto misterioso cuyo ingreso estaba prohibido a los mortales y cuyo desvelamiento acarrearía grandes males.

El rey don Rodrigo se atreve a entrar y con ello arrastra a la ruina a su país, que se verá invadido por los árabes. Esta tradición la recoge un personaje tan pintoresco y ajeno a Toledo como es el Marqués de Sade. En sus Crímenes del Amor recoge un cuento alegórico que titula "Rodrigo o la torre encantada", en la que el divino marqués da su versión libre y fantaseada, pero bellísima:

"Mientras el peligro aumenta, el desgraciado monarca está en vísperas de ser echado del trono; se acuerda entonces de un monumento antiguo que hay por los alrededores de Toledo, el que llaman la Torre Encantada; la opinión vulgar cree que está llena de tesoros; el príncipe corre a ella con el propósito de aprehenderlos; pero no es posible entrar en el tenebroso reducto

Una puerta de hierro provista de mil cerraduras le impide tan bien el paso, que ningún mortal ha podido todavía penetrar en ella. En lo alto de esta puerta terrible se lee en caracteres griegos: No te acerques si temes a la muerte. Rodrigo no se asusta por esto: se trata de sus Estados, toda esperanza de encontrar fondos está perdida absolutamente: manda romper las puertas y sigue adelante."

El rey, tras cruzar varias salas con las más horrendas y dantescas visiones, penetrará en los mismísimos infiernos, donde habrá de seguir su búsqueda por lagos inflamados y ríos de fuego, volcanes sangrientos, llanuras gélidas pobladas de gigantes..., hasta obtener por fin el tesoro apetecido. Pero los árabes ya están invadiendo todo su reino y un guerrero lo abate, que resulta ser “Florinda la Cava”, (Leer La Cava).

Tan fuerte era la creencia, al acabar la Edad Media, en las cosas infernales que sucedían en los subterráneos toledanos y los monstruos que los habitaban, que el cardenal Silíceo mandó practicar un reconocimiento en las Cuevas de Hércules en 1546. 

Los exploradores se internaron con antorchas en los subterráneos de San Ginés; pero aparecieron demacrados y contando tan terribles historias que la extraña cueva se tapió; este suceso fue registrado en los anales toledanos.

Hasta 1839 no se intentó otro reconocimiento de la cueva, a raíz de la demolición de la iglesia de San Ginés. El vizconde de Palazuelos dice en su “Guía”, escrita en 1890:

«Una vez en el solar, vimos en el suelo, a la izquierda, un cuadrado boquete, ingreso de la cueva, recinto casi lleno actualmente de escombros que no impiden, sin embargo la entrada, ni hacerse cargo de lo que queda descrito. Formada por bóvedas de piedras paralelas y, semicirculares de indudable fabricación romana, unidas por arcos prácticamente cerrados. En los extremos de la estancia hay ciertos boquetes o puertas tapiadas que, sin duda, comunican con alguna bóveda inmediata.”

En la actualidad, se puede descender a esta cueva gracias a la labor realizada por el equipo de Arqueólogos del Consorcio Ciudad de Toledo y el Ayuntamieno. Allí podrá observar los intentos de perforación que durante estas "visitas" se hicieron para descubrir hasta dónde llegaba la supuesta cueva. En enero de 2010 la cueva ha sido reabierta, con una nueva restauración para el disfrute de toledanos y turistas.

Hay otros sótanos famosos en Toledo. Los de la Casa del Greco, por ejemplo. La casa del Greco fue levantada el siglo pasado en lo que fueran casas de Samuel-ha-Leví. el judío tesorero de don Pedro el Cruel. Se decía que Samuel escondía en aquellos sótanos infinitas riquezas y el rey le pidió que se las entregase. 

Como el judío se negó, el rey le arrojó a la cárcel y le sometió a terribles tormentos: «Si don Samuel me diera la tercia parte del más pequeño montón que aquí está, yo no le mandara atormentar. “E dexose morir sin me lo decir!» Exclama el cruel don Pedro cuando se apodera de las 170.000 doblas, 4.000 marcos de plata, 125 arcas llenas de paños de oro y seda y muchas joyas ocultas en aquellos subterráneos...

Posteriormente, la casa fue entregada por Enrique IV a don Juan Pacheco, marqués de Villena (ver leyenda), y comenzó a conocerse como "casa o palacio de Villena". Se decía que en ella vivió don Enrique de Aragón, llamado impropiamente marqués de Villena, y que utilizó esos subterráneos para sus brujerías y nigromancias, viéndose al filo de la media noche resplandores amarillentos que surgían de los subterráneos, al tiempo que se oían cadenas y choque de cristales y redomas, aunque lo cierto es que de haber habido algo, la cosa no pasaría de simples experimentos de alquimia.

Luego el palacio se arruinó y los subterráneos fueron cobijo de mendigos, hasta que se construyó la casa y se creó el museo del Greco.

Los subterráneos son muy amplios, en rampa, y con siete pisos, se decía, aunque en realidad no tienen más que tres plantas. Hay dos grupos: unos que pudieron ser caballerizas y a los que se entra por el zaguán y otros a los que se entra por el jardín y que son los más profundos. 

El turista puede ver una pequeña parte a través de las rejas. Recientemente, se ha descubierto un paso subterráneo que los comunica con la vecina sinagoga del Tránsito. Hay otras casas en el paseo del Tránsito cuyos sótanos poseen galerías que descienden hacia el río.

Sótanos parecidos a éstos de la casa del Greco son los del convento de San Clemente. Construidos con toscas bóvedas de medio cañón y muy amplios. Debieron servir como almacén de las rentas que cobraba el convento en especies. También muy importantes son los sótanos del Alcázar, pero estos requieren mención aparte. Su estructura actual data del renacimiento; pero ciertamente ya debieron existir antes.

 Servían de cuadras y caballerizas y a ellos se accedía por la cuesta del Alcázar, a través de la puerta de Carros. Estos sótanos eran visitados hasta hace no muchos años por el turista evocando la dura batalla allí librada durante la Guerra Civil, y en la habitación de los aljibes, por ejemplo, se pueden apreciar los diversos pisos.

También eran cuadras y alojamientos de caballerías los sótanos del palacio de Fuensalida, hoy dispuestos para alojar turistas convertidos en cafetería. En general, y con el auge del turismo los sótanos se despueblan de telarañas, murciélagos vampiros, duendes, monstruos o tesoros escondidos y aparecen de la noche a la mañana convertidos en cafeterías, discotecas, mesones, salas de arte, etc.

 Ese destino han seguido sótanos que antaño infundían pavor y que ahora son locales de diversión en el callejón de la Sillería, de Zocodover... Pero todavía quedan muchos otros por Toledo, como los de la casa de los Rojas, Escuelas Núñez de Arce, por San Miguel el Alto... Y quien sabe si con grandes tesoros.

23. De Tapas por Toledo

           

Dónde Tapear en Toledo
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Tapear en Toledo

¿Hay algo que nos guste más que una buena caña acompañada de unas buenas tapas? 

Lo dudo. Es una parte capital de nuestra cultural, o al menos de nuestra forma de entender tanto el ocio como la gastronomía. 

Por eso mismo, en casi cualquier ciudad podemos encontrar brillantes bares de tapas. 

Y Toledo no es la excepción, por supuesto. En esta bella ciudad encontramos algunas tapas realmente buenas, con una variedad increíble y una calidad insuperable.

Os presentamos seis sitios donde los mejores de nuestra gastronomía se presenta en forma de tapa. Si vas dentro de poco a la ciudad, te garantizamos que cualquiera de estos sitios es perfecto para cuando estés caminando por el centro de la ciudad y quieras dar un homenaje a tu paladar.

El Trébol

Hay muchísimos bares de tapas buenos en la ciudad de Toledo. Pero sin duda El Trébol es el indicado para abrir esta lista llena de sabor. Y es que esta cervecería, ubicada en pleno centro histórico, es un clásico. Es un sitio ideal para comer bien y barato en Toledo y disfrutar de una suculenta gastronomía.

Tienen tapas frías y calientes, entre las que encontramos lo más representativo de nuestra gastronomía nacional: salmorejo, croquetas, huevos rotos, jamón, carne en salsa... y un sin fin más de tapas que harán las delicias de cualquiera. Todo ello en un ambiente cómodo y tranquilo. Un planazo, vaya.

Taberna El Gallo

Continuamos esta visita gastronómica por los mejores bares de tapas de Toledo con un invitado muy especial. Su nombre es Taberna El Gallo, una cafetería-restaurante en pleno casco antiguo de Toledo. Si tu preguntas a cualquier toledano por un sitio de tapas, seguramente te recomiendo ir a El Gallo. Y eso es sinónimo de calidad.

Cuentan con menú diario y una carta larguísima, llena de matices, sabores y texturas muy variadas. Sin embargo su clásico son las tapas, donde destacan platos típicos de la comida castellana, como puede ser, por ejemplo, el caso del pisto o de las migas. Comida casera, de la de verdad. Una maravilla.

Bar Restaurante Alcazar

Hay bares que tan solo son meros sitios de paso, donde tomar algo o comer e irte. Luego hay otros que mantienen el espíritu de los bares de toda la vida, y esos son los que se convierten en tu casa. Tal es el caso de Bar Restaurante Alcazar, un bar de tapas de culto para cualquier amante de la comida.

Probablemente tiene la variedad de tapas más grande de esta lista. Además, no contentos con eso, sus tapas son muy abundantes, por lo que con unas cuantas cañas podrás darte por servido. Sin duda, no se puede hacer una lista sobre dónde tapear en Toledo sin añadir a Bar Restaurante Alcazar.

Cervecería El Tirador

Detrás de una decoración austera y minimalista, se encuentra una de las cervecerías con más encanto, personalidad y carisma de la ciudad de las tres culturas. Su nombre es Cervecería El Tirador, donde el matrimonio entre la cerveza y las tapas alcanza unas cotas de unión poco vistas en otros lugares.

Su cerveza artesanal es el contrapunto perfecto y necesario para sus tapas de estilo mediterráneo. Porque si una buena tapa se acompaña con una cereza artesanal, llena de sabor, todo mejora ¿verdad? Si sois de buen comer, sus abundantes tapas, elaboradas con materias de primer nivel, os dejarán atados a la silla.

Cervecería Los Arcos

Si habéis estado en Toledo, lo más seguro es que conozcáis la Plaza de Zocodover, en el mismísimo centro del casco histórico de la ciudad. A muy pocos pasos de allí se encuentra el Restaurante Los Arcos, donde podréis disfrutar de la rica y multicultural gastronomía toledana. Cocina casera hecha con mucho mimo.

Los Arcos es, sin lugar a dudas, uno de los locales más conocidos de Toledo. Y no es para menos: sus tapas son de las más top de la ciudad y, por qué no decirlo, de todo nuestro país. Cuando las cosas se hacen con amor, se nota en el resultado: y aquí hacen su cocina sobretodo con eso, con un amor impresionante por la comida tradicional.

Clandestina de las Tendillas

Y para terminar con esta lista acerca dónde tapear en Toledo, os traemos uno de esos bares-restaurante relajados con terraza y jardín al aire libre que tanto nos gustan. 

Un lugar donde podemos disfrutar durante todo el año del privilegiado entorno histórico y cultural que nos ofrece la ciudad de Toledo.

Sus tapas se tienen que probar en la vida alguna vez si o si. Tiene una diferencia positiva frente al resto de sus competidoras, y es que toda su comida está elaborada con ingredientes frescos del día y, sobretodo, de producción local. Todo ello orquestado por uno de los mejores chefs de la ciudad. Una experiencia culinaria inolvidable.

24. Hacer una visita guiada Nocturna por Toledo

Al atardecer, cuando cae la noche la ciudad de Toledo se va transformando mágicamente.

Resultado de imagen de toledo nocturnoSeguramente, después de un día en Toledo, ya estaréis cansados de haber pateado las principales calles de la ciudad.

A estas alturas la historia ya os interesará más bien poco.

 La noche en Toledo invita a descubrir leyendas y secretos que parecen estar escondidos en cada callejón, esperando a que alguien llegue para ser desvelados.

Una ruta guiada por el Toledo nocturno puede cambiar vuestra percepción de la ciudad.

 Seguro que has escuchado muchas veces hablar de noches toledanas, pero

 ¿Qué es una noche toledana? ¿Es tan mala como se dice?

Si siempre has escuchado la expresión pero no sabes de donde viene, no te vamos hacer spoiler… ¡anímate a una visita nocturna y lo descubrirás!



Resultado de imagen de Círculo de Arte de ToledoTomar una Copa en una Antigua Iglesia

Después de un paseo nocturno es interesante conocer el ocio nocturno en la ciudad de Toledo.

 Una de nuestras recomendaciones es el Círculo de Arte de Toledocuyo edificio es una antigua iglesia, que fue fundada por Alfonso VI tras la reconquista.

Aunque desde el siglo XIX está desacralizada, conserva la arquitectura de una iglesia mudéjar

. Tener la oportunidad de que tomar algo en un lugar como éste (mientras se baila o escucha música) no deja de ser curioso y diferente.

   

25. y para Comer en Toledo



El Carmen de Montesión
Urbanizacion Montesion, Avenida Montesion, 137 | Toledo, España, 
45004 Toledo, España
+34 925 22 36 74

La Mar Salá
Calle Honda 9, 
45003 Toledo, España
+34 925 25 47 85

Escuela de Hostelería Toledo
Avda. de Castilla-La Mancha, 30 | Barrio del Salto del Caballo, 
45003 Toledo, España
+34 925 25 74 17

y de precio mas moderado

Taberna Skala
Cuesta Sal #5, 
45001 Toledo España
+34 610 46 99 56

Taberna El Botero
Calle Ciudad 5, 
45002 Toledo, España
+34 925 28 09 67

Masa Madre Toledo
Callejon de San Jose, 17, 
45003 Toledo, España
+34 925 71 22 98

26. Otras Rutas Cercanas




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