Su localización en el centro de la península ibérica y su
cercanía a Madrid lo convierten en un lugar ideal para descubrir
en un par de días.
Toledo es una visita ansiada para muchos, una visita pendiente
para otros, un recuerdo para algunos que vinieron hace años pero
se sintieron fascinados por el encanto que desprende.
Si has Llegado en avión, y necesitas transporte hasta tu destino,
puedes conseguirlo aquí
Cómo ir en tren AVE a Toledo desde Madrid
Sin duda, la alternativa más rápida y cómoda es el tren de alta
velocidad que sale de la Estación de Atocha.
En concreto son trenes tipo AVANT que en solo 33 minutos te
llevan desde Atocha a Toledo.
Eso sí, en cuanto a los horarios de los trenes, no son muchas
las frecuencias disponibles, pero seguro que hay alguna hora que
se adapta a tus necesidades.
Así, te comentaré que tanto en días laborables como en festivos
tienes trenes de Madrid a Toledo con una frecuencia de cada hora.
Así, por ejemplo, tienes trenes que salen de Madrid a las 8:50,
9:20, 10:20 y 11:20 horas; y para regresar, tienes también cada
hora hasta las 21:20 horas.
Autobuses a Toledo
Otra alternativa más barata que tienes es ir a Toledo en autobús
interurbano, el cual parte del Intercambiador de la plaza
Elíptica, al que llegas a través de las líneas 6 y 11 de Metro.
Este servicio de autobuses lo lleva a cabo la empresa ALSA, con
una frecuencia de cada media hora, y una duración del trayecto de
una hora para los autobuses que hacen el servicio directo.
Los autobuses salen desde la Estación de la Plaza Elíptica.
El precio del billete de autobús de Madrid a Toledo (2019) es de
5,55 euros por trayecto, si bien tienes la opción del billete de
ida y vuelta que cuesta 9,99 euros.
2. Croquis de nuestra Ruta
3. ¿Qué ver y hacer en Toledo ?
4. Leyenda de la Piedra Blanca de la Mezquita del Cristo
de la Luz
La piedra blanca de la mezquita del Cristo de la Luz
en Toledo
Aún quedan testimonios que permiten ubicar algunas famosas
leyendas de Toledo en las calles de la ciudad. En la calle
del Cristo de la Luz, justo delante de la antigua
mezquita, un adoquín, una piedra blanca, destaca entre el
gris que le rodea: cuenta la leyenda que…
A continuación ofrecemos el texto con la legendaria
explicación de la piedra blanca que, desgastada,
encontramos justo frente a una pequeña mezquita de Toledo
(de las dos que se conservan), hoy denominada El Cristo de
la Luz (y durante la dominación musulmana Mezquita de Bab
al-Mardum (en árabe, مسجد باب المردوم), un monumento del
siglo X, muy visitado en la ciudad, siendo además el más
antiguo conservado.
La piedra blanca de la mezquita del Cristo de la Luz
en Toledo
El 25 de mayo de 1085, hace su entrada triunfal en Toledo
Alfonso VI, con la santa enseña de la Cruz y el invicto
pendón de Castilla. Pasa el Rey por la puerta de Bisagra
vieja. Avanza por Santiago del Arrabal con su ejército.
Llegan a la ermita, convertida en mezquita por los árabes.
El caballo del Rey se arrodilla, y Babieca, el de Rodrigo
Díaz de Vivar, hace lo mismo. Todos intentan levantar los
caballos; empeño inútil. Aquello es una viso del cielo, al
o cual asiente el Arzobispo don Bernardo, confesor del
Rey.
Se ordena hacer un minucioso registro, cuyo resultado fue
el encontrar en un nicho al crucificado, ahumado por la
luz de una lamparilla que ardió durante los 370 años que
duró la dominación sarracena en Toledo.
En memoria de tan fausto acontecimiento y para
testimoniarlo a las generaciones venideras, se colocó una
piedra blanca en el mismo lugar en que se arrodillaron los
caballos de Alfonso VI y el del Cid.
La piedra blanca de la mezquita del Cristo de la Luz
en Toledo, detalle.
Varias veces intentaron los árabes arrancar esta piedra,
pero siempre, providencialmente, algo les impedía realizar
su acción.
Y así ha llegado hasta nuestros días, destacando su
blancura de entre los demás guijarros, siendo pregonera de
esta piadosa tradición.
Viajero: si quieres contemplar la imagen del Cristo de la
Luz, de pequeñas dimensiones y ennegrecida por el humo de
la lámpara, acércate al Museo de Santa Cruz.
Actualmente, la piedra sigue en su lugar, como lo
atestiguan estas fotografías
El crucifijo original, que estuvo ubicado en esta antigua
mezquita, se encuentra en el Museo de Santa Cruz de Toledo
(ver imagen en Ceres)
Hay más leyendas sobre esta antigua mezquita, que puedes
leer aquí: El Cristo de la Luz. Si te interesa su
historia, más allá de las leyendas, también puedes pulsar
aquí: historia de la mezquita del Cristo de la Luz de
Toledo.
Mezquita del Cristo de La Luz
Situada junto a una de las puertas del recinto amurallado y
conservado íntegramente, es uno de los monumentos más
importantes de la arquitectura hispano-musulmana y mudéjar
en España y la más importante muestra de arte islámico de
Toledo.
Pequeño como las joyas, este valioso edificio milenario
supone un ejemplo único de la pervivencia del arte de
al-Ándalus: una mezquita o pequeño oratorio de época califal
a la que dos siglos después, al ser transformada en iglesia
se va a añadir un ábside siguiendo el estilo del edificio
primitivo dando lugar al arte mudéjar, en perfecta
combinación y simbiosis.
Los nueve espacios en que se divide su interior, cubiertos
de bóvedas nervadas, reflejan el momento de esplendor
califal en que se construyó: el año 999.
Sus capiteles visigóticos sustentando arcos de herradura y
la cabecera románico-mudéjar del siglo XII son un perfecto
ejemplo de cómo las diferentes culturas se han influenciado
mutuamente en la ciudad.
En cuanto al subsuelo de la mezquita, se ha llegado hasta el
terreno natural recuperándose los niveles originales más
bajos del pavimento y se ha dejado bóvedas ventiladas que
preservarán al edificio de las peligrosas humedades.
Bajo el ábside cristiano (s. XII) se han dejado a la vista
unas estructuras excavadas en la roca, presumiblemente de la
etapa romana paleocristiana (s. III d.C).
5. Leyenda del Conde de Benacazón - Palacio de
Benacazón
Historia de un Titulo Inventado
Palacio de Benacazón o de los Pantoja - Foto Aldus -
1929 - Fuente Toledo Olvidado
El conocido como Palacio de Benacazón en verdad
debería de conocerse como palacio de los
Pantoja, Benacazón no fue hasta el siglo XX
un condado sino un mayorazgo situado en Mocejon
Anastasio Páramo Barranco que así se llamaba nuestro particular
conde no era un noble como tal sino que fue un
título inventado.
Se casó con María Dolores Pantoja Portocarrero Cataumber cuya
ascendencia había fundado el mayorazgo de Benacazón
El
abuelo de su mujer Anselmo Pantoja y Portocarrero (antes
Baquero) era señor territorial de Benacazón.
Una serie de circunstancias y juicio por la
herencia hacen que las propiedades de los
abuelos de Mª Dolores pasen a ésta y
posteriormente a su muerte pasen a su
marido. este se dedicó mucho a la
investigación genealógica.
Dado que su familia tenía poca ascendencia noble
se dedicó a investigar más sobre la familia de
su esposa llevando incluso a Toledo a su estudio
de trabajo el archivo de Benacazón para su
correspondiente estudio.
Ya anciano y próximo a morir el protagonista de
nuestra historia se otorga a sí mismo el nombre
de Anastasio Páramo y Pantoja Cepeda así como
los títulos de conde de Benacazón señor de
Mocejón y Benacazón
El origen del palacio es incierto:
Para unos fue residencia palaciega de Pedro I;
para otros sede del Santo Oficio toledano de
modo que su patio central era conocido
popularmente por el nombre de “Patio de los
Presos”.
Antigua propiedad de Fernán Pérez de Pantoja fue
casa solariega de los Pantoja y los Gaytán
siendo llamada desde el siglo XVI como Palacio
de los Pantoja
Es entre 1920-1940 cuando Anastasio Páramo le
cambia el nombre por el de Palacio de Benacazón
Durante la guerra civil fue saqueado y vivió
momentos de incuria al permanecer semiabandonado
y muchos de sus tesoros fueron expoliados (es el
caso de la mayoría de sus vetustos azulejos)
quedando casi en ruinas.
la Caja de Ahorro Provincial hacia 1970 lo
adquirió y en la actualidad ha sido rehabilitado
para celebrar eventos culturales y radicado en
la angosta calle de Recoletos sólo decir que
esta añeja construcción de estilo mudéjar es un
edificio ecléctico de tres pisos repleto de
motivos arquitectónicos y decorativos romanos
(bóvedas de cimentación) mudéjares (yesería
artesonados) talaveranos (azulejería de cuerda)
góticos e italianizantes.
6. Leyenda del Cristo de la Calavera
- Alcázar de Toledo
Las calles de Toledo se hallan repletas de pequeñas
hornacinas con santos, Vírgenes y Crucificados que
han servido de inspiración a multitud de historias y
leyendas.
Gustavo Adolfo Bécquer, autor por excelencia de gran
número de leyendas toledanas, cedió ante el encanto
de estas imágenes escribiendo su relato sobre el
“Cristo de la Calavera”, siendo una de las historias
más conocidas de este gran autor.
El monarca castellano se disponía a partir a la guerra contra
los moros acompañado por los caballeros más destacados de la
nobleza de su reino. La noche anterior a la partida, y para
reunirse antes con todos sus súbditos, celebró un lujoso
convite en el Alcázar toledano.
Normalmente era un
lugar bastante tranquilo, pero aquella noche, a causa de la
gran cantidad de bulliciosos pajes y sirvientes que se
hallaban en el patio, el ruido era considerable.
En los salones de la fortaleza celebraban mientras
el sarao lo más florido de la nobleza, entre una
nube de damas ataviadas con ricas vestiduras y caras
joyas.
Eran hermosas y numerosas las
mujeres que allí se encontraban, aunque de entre
todas ellas destacaba por su belleza sin par una
mujer que había sido aclamada reina de la hermosura
y se había ganado el corazón de la mayoría de los
caballeros de su época.
Muchos eran los pretendientes de doña Inés de Tordesillas, que así se llamaba la dama, a pesar de su orgullo
y vanidad. Unos, animados por una falsa sonrisa que
habían visto florecer en sus labios; otros, que
habían creído cruzar una ardiente mirada con la
hermosa joven, no cesaban en sus intentos por
hacerse con los favores de doña Inés.
Pero entre todos ellos había dos que destacaban por
su tesón e insistencia, y ellos parecían ser los más
cercanos al corazón de la dama. Los dos caballeros
en cuestión se llamaban Alonso de Carrillo y Lope de
Sandoval.
Ambos eran toledanos, y se habían criado juntos en
las armas. Y el mismo día, al conocer ambos a doña
Inés, se enamoraron de ella sin poder ocultar, tal
vez de forma no intencionada, lo que sentían por
ella.
No desperdiciaban los galanes las oportunidades que
se presentaban de rivalizar entre sí para destacar
ante la bella. Aquella noche no podía ser una
excepción, comenzando los dos caballeros una batalla
de ingeniosas y románticas frases.
Todos los testigos reían y animaban las entonadas
palabras que cada vez se iban haciendo más duras e
hirientes hacia el rival, mientras la joven
orgullosa aprobaba con una sonrisa aquel reto
dialéctico.
Las frases eran cada vez más corteses en su
contenido, pero la pronunciación y el tono eran cada
vez más duros y desafiantes, mientras la cólera
comenzaba a asomar en el rostro de los rivales.
La situación se estaba tornando insostenible, y la
dama, que así lo comprendió, se levantó dispuesta a
abandonar el escenario del desaguisado. Pero un
nuevo incidente vino entonces a crear una situación
aún más tensa.
Doña Inés, al levantarse, había dejado caer al
suelo, nunca sabremos si de forma intencionada o por
descuido, unos de sus guantes. Todos sus
acompañantes se inclinaron con presteza al suelo
cuando lo vieron, disputándose el honor de escuchar
unas palabras de gratitud en honor a su galantería.
Los labios de doña Inés esbozaron una vanidosa
sonrisa al notar la precipitación con que todos
hicieron el gesto de inclinarse. Después hizo un
saludo general a los galanes que tanto se empeñaban
en servirla, y con la mirada alta tendió la mano en
la dirección en que se encontraban Lope y Alonso,
los que parecían haber llegado primero al sitio en
que cayera. Más aquí surgió el problema.
En efecto los dos habían visto caer cerca el
guante, los dos se habían inclinado con igual
presteza y, al incorporarse, cada cual lo tenía
agarrado por un extremo. La dama dejó escapar un
involuntario grito al verlos en actitud desafiante,
negándose a ceder e privilegio al rival. El grito de
la orgullosa quedó ahogado por el murmullo de los
espectadores.
Sin embargo Lope y Alonso permanecían inalterables,
diciéndose con la enfrentada mirada lo que los
labios no pronunciaban. La tensión crecía y la gente
se agrupaba en torno a los protagonistas. La
catástrofe parecía inevitable. Los jóvenes
intercambiaban ya algunas palabras agarrando las
empuñaduras de sus espadas. Pero entonces, en ese
momento, apareció en rey entre el público.
Su rostro permanecía sereno, sin mostrar enfado o
indignación, y con sólo tender una mirada a su
alrededor comprendió lo que estaba ocurriendo. Se
acercó a los dos caballeros, tomó el guante de sus
manos que se abrieron sin dificultad, y volviéndose
a doña Inés le dio el guante diciendo:
–Tened cuidado, señora, de que no se vuelva a caer,
pues la próxima vez tal vez os lo devuelvan manchado
en sangre.
La dama, al oír estas palabras, se desvaneció en
brazos de los que la rodeaban, no acertaremos a
decir si por la emoción o por salir airosa de la
situación.
Alonso y Lope, sin embargo, aún permanecían
clavándose una mirada intensa, como si esa mirada
encerrara un duelo a muerte, que equivalía a un
guante arrojado al rostro, a un desafío a muerte…
Al llegar el fin de fiesta los reyes se retiraron a
su cámara y finalizó el alboroto. Entonces comenzó
por las calles toledanas un largo desfile de nobles
que se retiraban a sus alojamientos y de curiosos
que se acercaban a ver la extraña comitiva.
Poco a poco se fue haciendo el silencio, roto
únicamente por los pasos de un caballero que
apareció en lo alto de la escalinata del Alcázar.
Echó un vistazo a su alrededor como buscando a
alguien con quien hubiera quedado, y descendió calle
abajo hasta Zocodover.
Allí volvió a mirar a su alrededor, pero no vio a
nadie. Había luna nueva y no se observaba ninguna
estrella en el cielo, por lo que la noche era
extremadamente oscura y no se podía distinguir a
distancia. Llevaba poco tiempo cuando otro caballero
se unió a él.
El procedente del Alcázar era Alonso de Carrillo,
quien por su puesto cercano al rey se había visto
obligado a acompañarle a su cámara. El que llegó
después era Lope de Sandoval. Una vez juntos
comenzaron a intercambiar palabras susurrantes:
–Suponía que me estarías esperando –dijo uno-.
–Esperaba que así lo hicieras –contestó el otro-.
–¿Y a dónde iremos?.
–Cualquier lugar solitario con un poco de luz que
nos permita luchar será bueno.
Finalizado este escueto diálogo los dos rivales se
adentraron por las calles toledanas buscando un
lugar adecuado para solventar sus diferencias. Largo
rato estuvieron recorriendo callejones, cobertizos y
plazuelas sin encontrar un lugar digno para sus
intenciones, pues la escasez de luz lo
imposibilitaba.
Pero continuaban
con empeño buscando un lugar, pues ambos deseaban
batirse y deberían hacerlo aquella misma noche, pues
Alonso partiría con el rey al amanecer.
Prosiguieron atravesando plazas y calles hasta que
por fin divisaron a los lejos una tenue luz que
formaba una dudosa claridad.
Se trataba de la luz del farolillo que alumbraba al
Cristo conocido como el “de la Calavera”, que en
aquella época iluminaba a la imagen.
Ambos dejaron escapar una exclamación de
satisfacción al verla, y se apresuraron a llegar a
su lado.
El retablo estaba presidido por un Crucificado, a
cuyos pies reposaba una calavera sin que se sepa el
motivo concreto. Un pequeño farolillo de hojalata,
alrededor del cual habían crecido enredadas ramas de
hiedra, facilitaba al conjunto una débil
luminosidad.
Los caballeros saludaron respetuosamente a la imagen
susurrando una oración, se familiarizaron con el
terreno y echaron sus mantos al suelo. Luego se
prepararon para el combate y cruzaron los estoques
haciéndose una señal con la mirada, dando de esta
forma el combate por empezado.
Pero nada más rozarse sus espadas, y antes de que ninguno
hubiera iniciado el ataque, el farolillo se apagó y la calle
quedó inmersa en la más profunda oscuridad. Los dos
combatientes dieron un paso atrás al verse rodeados de las
inesperadas tinieblas, y bajaron sus aceros. Al poco la luz
volvió a cobrar vida.
–Sin duda habrá sido algún golpe de aire que ha
abatido la llama –exclamó Alonso que se puso en guardia
previniendo a Lope, que parecía preocupado-.
Éste se adelantó para recuperar el terreno perdido,
estiró su brazo y los aceros volvieron a tocarse. Pero
la luz se apagó de nuevo, permaneciendo así hasta que
se separaron los aceros.
–¿No te parece esto muy extraño? –preguntó Lope
mirando al farolillo, que ya se había encendido por sí
mismo y esparcía un resplandor trémulo-. Aparentemente
no existe ninguna corriente de aire que explique la
extinción de la llama.
–¿Dónde está el misterio? –respondió Alonso-.
Posiblemente la beata encargada del retablo sisa a los
fieles y no compra aceite suficiente, por lo que la
llama está en las últimas y por esto se apaga.
Y dichas estas palabras el impulsivo joven volvió a
colocarse en actitud de defensa, imitándole su
adversario al instante. Pero esta vez no sólo volvió a
envolverlos la oscuridad más intensa, sino que a la
vez se escuchó un misterioso y aterrador lamento.
Qué dijo aquella voz no lo supieron, pero al oírla
ambos caballeros se sintieron aterrorizados. Las
espadas cayeron de sus manos, el cabello se les erizó
y un escalofrío recorrió sus cuerpos.
La luz apagada con anterioridad se encendió, acabando
con las tinieblas.
–¡Ah! –dijo Lope al ver al que era su mejor amigo y
ahora adversario pálido e inmóvil como él-. Dios no
desea este combate porque es una lucha innecesaria y
estúpida, porque una disputa entre nosotros ofendería
al Cielo, ante el que hemos jurado mil veces amistad
eterna.
Y se arrojó en los brazos de Alonso que le estrechó
con fuerza y efusión indecibles, pasando así unos
instantes entre palabras de reconciliación. Alonso,
con la voz aún temblorosa por la escena anterior, le
dijo a su amigo:
–Lope, los dos amamos a doña Inés. Ignoro si tú tanto
como yo. Ya que parece totalmente imposible un duelo
entre nosotros dejemos que sea ella quien decida
nuestra desdicha o felicidad. Ambos respetaremos su
decisión, y el que no resulte elegido partirá mañana
con el rey buscando consuelo en la agitación de la
guerra.
–Me parece una excelente idea, amigo mío. Así lo
haremos –contestó Lope-.
Y el uno abrazado al otro emprendieron el camino que
conducía a la plaza donde se situaba el palacio en el
que moraba doña Inés de Tordesillas.
Empujados por la esperanza llegaron a las cercanías
del edificio, pero cuando se acercaron un fuerte ruido
captó su atención. Se ocultaron tras una esquina y
vieron con asombro cómo se abría el balcón de su amada
y un hombre se descolgaba de él ayudado por una
cuerda. Doña Inés se asomó e intercambió algunas
frases amorosas de despedida con su misterioso amante.
La primera reacción de Lope y Alonso fue llevar la
mano a la empuñadura de su espada, pero detenidos al
unísono se miraron entre sí, y se hubieron de
encontrar con una cara de asombro tan cómica que no
pudieron contener una carcajada que resonó en toda la
plaza.
Doña Inés desapareció en el balcón al oírla, cerrando
las puertas con violencia y quedando todo en silencio.
A la mañana siguiente la reina veía desfilar ante sí
el ejército que marchaba a la guerra de moros. Junto a
la soberana estaban las damas más importantes de
Toledo, entre las que estaba doña Inés de Tordesillas,
que era el centro de atención. Lo extraño era que los
caballeros presentes, en lugar de mirarla como
siempre, acompañaban sus miradas con sonrisas
burlonas.
Ello la inquietaba, sobre todo por las ruidosas
carcajadas que había oído la noche anterior mientras
se despedía de su amante.
Cuando vio pasar ante el estrado a Lope y Alonso
juntos, envueltos en sus brillante armaduras y unidos
los pendones de sus casas, y al ver la significativa
sonrisa que le dirigieron los dos antiguos rivales al
saludar a la reina, lo comprendió todo, y el carmín de
la vergüenza enrojeció su rostro mientras por sus
mejillas rodaba una lágrima de despecho.
7. La Enigmática Virgen del
Tiro - Catedral de
Toledo
Toledo, ciudad universal y emblema cultural de
primera magnitud.Axis Mundi desde tiempo
inmemorial. Lugar donde la Magia y la
Tradición persisten a través de los siglos, en
base a los elementos multiculturales que han
llegado hasta nosotros, muchos de ellos
envueltos en un halo extraordinario de
leyenda.
Elementos, otros muchos, que
continuamente, y durante la época de lluvias,
el Tajo deposita, con criterio justiciero,
cabría pensar, en las orillas.
Pieza
clave antes y durante la Reconquista,
quebradero de cabeza para los emires
cordobeses, resultaría, de hecho,
decepcionante, no observar la implicación de
la Orden del Temple en alguno de sus
enigmas.
Quizás uno de los más controvertidos, pero,
sin duda, también de los más interesantes, sea
la aureola mistérica que se cierne sobre la
propiedad, el origen y la autenticidad de ésta
sorprendente Virgen Negra, conocida como la
Virgen del Tiro.
La Virgen del Tiro, tiene todos los
caracteres de una "Dama Negra del Grial",
heredera de los viejos cultos a la Madre
Tierra.
Por su color, postura,
atributos y tamaño, parece una imagen de
fines del s.XII o comienzos del XIII. Muy
estilizada, la vestimenta de la madre y la
postura lateral del Niño los asemejan
-salvando las distancias- a la imagen negra
de la Mare de Dèu del Claustre, en Solsona
(Lleida), que dicen es una copia de la
Virgen Negra de la Daurade, en Toulouse
(Francia), aquella esotérica "Dama de los
Trovadores".
Curiosamente es la única imagen, en todo
Toledo, sobre la que no quedan datos, pues
de todas las demás, incluidas otras dos que
tienen ciertos caracteres de Virgen Negra:
la del Sagrario (en la Catedral) y la de San
Cipriano -que por cierto, dicen que "son
primas"-, se conserva algún recuerdo de sus
orígenes y andanzas.
¿Estamos ante la imagen perdida que
recibió culto en la capilla templaria?
El cajetín que la contiene se localiza,
extramuros, en la fachada sur de la catedral y
queda enfrente, curiosamente, de una estrecha
cajelluela que desciende, de forma gradual y
empinada, hasta la misma orilla del Tajo, a
escasos metros de un pequeño embarcadero que
-detalle no menos curioso- suelen rondar,
mendicante y juguetonamente, las familias de
ocas que anidan a lo largo de la ribera.
El
nombre de la calle, para añadir, quizás, un
poquito más de pimienta al fantástico universo
del símbolo, es del Barco.
Mucho se ha especulado sobre la identidad y el
origen de ésta Dama Negra, difícil de observar
y más complicado aún de fotografiar, detrás
del cristal que la protege, aunque se tienen
ciertas sospechas de que quizás fuera la
originaria Virgen Negra -¿la Virgen de los
Dolores?- que los templarios veneraban en la
iglesia de San Miguel el Alto.
Referente a esta Virgen de los Dolores, que se
localizaba en la iglesia de San Miguel el
Alto, se cuenta que fue salvada por un vecino
durante los terribles avatares de la Guerra de
la Independencia, ante la avidez de la
soldadesca napoleónica, que arramplaba, como
una plaga de langosta, con todos los objetos
de valor que se encontraba a su paso.
También parece ser que, en recompensa a su
acción, se le otorgó a la familia del individuo en
cuestión -de nombre Munera- el honor de custoridar
la imagen. Honor que, también parece ser, se llevó
a cabo durante generaciones.
.
Cuando el Temple fue extinguido, en 1312, el
arzobispo toledano don Gutierre Gómez de
Toledo tomó posesión de las riquezas de la
Orden, tras perseguir, encarcelar, y hacer
torturar hasta la muerte, a los caballeros.
Tales bienes fueron empleados según
conveniencia.
Generalmente, los
objetos de culto, como cálices, relicarios,
crucifijos e imágenes, eran reutilizados tras
un examen minucioso para borrar posibles
símbolos templarios. Aunque no sería hasta la
época barroca, cuando se dieron los casos más
descarados de ocultación.
A veces, en el caso de imágenes de santos,
cristos, o vírgenes, sobre todo si eran
famosas y de gran veneración en santuarios de
la Orden, se retiraban del culto por un
tiempo. Luego, volvían a aparecer, cambiados
su hábitos, su color, sus símbolos, e incluso
sus tradiciones y leyendas. Otras, eran
relegadas a destinos humildes, poco
destacados, como ermitas, humilladeros y
hornacinas...
.
¿Acabó, la Virgen Negra del Temple, en los
desvanes catedralicios, hasta que en el s.XVI
alguien decidió utilizarla en la hornacina del
edificio de Enrique Egas
8. Leyenda de El Diablo Confesor -
Catedral de Toledo
El Diablo no sólo forma parte del
callejero Toledano.
También la catedral aloja entre sus
góticos muros una de las leyendas más
“infernales” de la ciudad; un tema
recurrente en las leyendas toledanas.
Era el noble Don Ángel de Arellano uno de
los más conocidos y respetados de la
ciudad de Toledo.
Vivía con su hijo Gonzalo en un pequeño
palacio en el callejón de San Pedro, en el
corazón de la ciudad y no muy lejos de la
Catedral.
Muchos respetaban a Don Ángel por su
bondad y sabiduría, y el noble perdía gran
parte de su tiempo en ayudar a todo aquél
que podía.
Creía que con sus buenas acciones podría
enterrar la mala fama que su hijo tenía
en la ciudad, pues el joven, a sus pocos
años ya era un ejemplo de mezquindad,
maldad y todos los peores adjetivos que
un noble no debería acompañar a su
apellido.
No había pelea en Zocodover en la que no
se viera comprometido el honor de los
Arellano, moza que no viera mancillado
su honor ante la sucia verborrea del
joven, apuesta económica de la que el
bolsillo de Don Ángel no se repercutiera
o embuste que procediera de la boca de
Gonzalo. Todo lo malo que el padre había
evitado durante su ya larga vida formaba
parte de lo cotidiano en Don Gonzalo.
Transcurrido el tiempo y cuando la
paciencia del padre llegaba a su fin dio
la casualidad que Gonzalo se enamoró de
una bella moza, hija de un pobre
pescador del Tajo. Sagrario era su
nombre y su belleza sedujo el duro
corazón del joven.
La sencillez de la joven no sólo ablandó
el corazón de Gonzalo, sino que también
provocó un cambio radical en la
personalidad del joven, hasta el punto
de convertirse en poco tiempo en uno de
los hombres más pacífico y honrado de la
ciudad.
Los conocidos y el propio padre no daban
crédito al cambio, tan sólo explicable
por la intervención divina o de algún
santo que hubiera intercedido por él.
Pero el dolor llegó en forma de
habladurías a la casa de Don Ángel, pues
al poco descubrió que la moza que
pretendía su hijo era de las más pobres
de la ciudad, y esta baja condición
supuso un importante impedimento para
que autorizara el matrimonio de su hijo.
Esto provocó no pocas discusiones entre
padre e hijo, tan duras que algunos
vecinos oían gritos en mitad de la
noche, durante el día, e incluso
afirmaban haber oído en alguna ocasión
el frío sonido del acero toledano
saliendo de sus vaina.
Un jueves santo, tras una agria discusión
por el amor de la joven, Don Ángel se
dirigió a la Catedral, buscando consuelo y
confesar sus pecados, pero entrando en la
Primada y viendo el gran número de
personas que aguardaban narrar al
sacerdote sus pecados, por ser día de
fiesta, se desesperó, y estando decidido a
abandonar el templo observó un viejo y
desvencijado confesionario solitario,
junto a la Puerta del Perdón, más parecido
a un armario de vieja factura, al que
decidió acercarse, arrodillarse y comenzar
el relato de los hechos que hasta allí le
habían llevado.
Poco después le vieron abandonar el
confesionario con el semblante bañado en
lágrimas, dando aspecto de estar
aterrorizado y como si al mismísimo diablo
hubiera visto en aquel lugar. Algunos se
aproximaron al confesionario, animados
también por la poca afluencia de gente al
mismo y no encontraron en él a sacerdote
alguno, pensando que Don Ángel se había
vuelto completamente loco.
La sangre caía a borbotones del cuerpo
tendido en el suelo. Era la sangre de
Gonzalo de Arellano, muerto acuchillado
por la espalda con la daga propiedad de su
propio padre. Don Ángel se entregó
confesando ser el autor de los hechos y
así lo confesó:
“Conté al sacerdote, en la Catedral,
cómo Gonzalo pretendía a una joven hija
de un pescador, y esto nos había llevado
a sucumbir en el insulto y a punto había
estado de provocar un daño mayor si no
hubiese salido de casa camino de la
confesión. La voz que había en el
confesionario, profunda, convincente, me
avisó de las pocas posibilidades de
recuperar a mi hijo, y que éste caería
para siempre en desgracia al casar con
esa mujer.
La muerte era la única solución a tamaño
despropósito, pues es preferible antes
de la deshonra… Su voz, era tan
convincente que el enorme sacrificio no
suponía problema alguno, sino un alivio
para mi corazón, y aún a sabiendas de lo
duro de la decisión, seguí el consejo
dado por el sacerdote y partí de la
Catedral hacia el fatal destino para mi
hijo, buscando la salvación de su alma”.
El Cabildo confirmó que aquella mañana
ningún sacerdote había confesado junto a
la Puerta del Perdón. Los alguaciles
encontraron a los testigos que vieron
salir a Don Ángel y que confirmaron que
ninguna persona había estado en el viejo
confesionario. En lo que sí coincidieron
todos por separado fue en el intenso olor
a azufre que se desprendía del interior
del confesionario...
Poco después, en Toledo corrió la noticia
de que el mismo Satanás, vestido de
sacerdote, había tomado confesión y
convencido a Don Ángel de Arellano para
asesinar a su hijo, buscando acabar con su
bondad y el nuevo amor que había surgido,
y de paso condenando el alma del padre
para toda la eternidad.
La Catedral quitó el confesionario en el
que supuestamente había tomado confesión
el Diablo, y muchos toledanos tardaron en
volver a la Catedral a confesar sus
pecados… Cuenta la leyenda que desde
entonces, nadie toma confesión cerca de la
Puerta del Perdón.
Catedral de Toledo
La Catedral de Toledo es el monumento
más representativo de la ciudad.
Aunque hayas visitado muchas
catedrales góticas, estamos convencidos
de que nunca has visto una catedral como
la de Toledo.
Las catedrales han sido lugar de forja
de nuestra cultura occidental y
europea; en ellas estuvo el embrión de
las actuales universidades,
anticiparon labores asistenciales y
fueron talleres de arte. Hoy las
catedrales son testigos de esa cultura
y mensaje de transcendencia y de
valores para las personas de hoy.
La Santa Iglesia Catedral, Consagrada
a la Virgen María en su Asunción a los
cielos, comienza a construirse en el
año 1226, bajo el mandato del
Arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada,
sobre los cimientos de la Catedral
visigoda del S. VI, que fue utilizada
como mezquita.
Construida entre 1226 y 1493, la
catedral es una mezcla única de
diferentes estilos artísticos que
reflejan las épocas en la que se
realizaron.
Fachada Catedral de
Toledo
La construcción es de estilo gótico
con una clara influencia francesa.
Mide 120 m de largo por 60 m de ancho.
Está compuesta por 5 naves, sostenida
por 88 columnas y 72 bóvedas.
Las naves laterales se prolongan por
detrás de la Capilla Mayor rodeando el
presbiterio y creando una girola con
un doble pasillo semicircular.
Su
primer arquitecto es el maestro
Martín, de origen francés, a quien se
deben las trazas de la planta y los
comienzos de la obra en la cabecera
del templo.
Hasta el siglo XIV no se pudieron
cerrar las naves laterales, y es en
este mismo siglo cuando se construye,
en época del Arzobispo D. Pedro
Tenorio y en el costado norte, el
claustro bajo con sus dependencias,
siendo la más notable la Capilla de
San Blas que le servirá de
enterramiento.
En el siglo XV, se levanta la capilla
de San Pedro junto a la entrada del
claustro, y posteriormente se
construye, en la cabecera, la Capilla
de Santiago, panteón familiar de la
familia Luna.
Al finalizar este siglo, en 1493,
siendo Arzobispo don Pedro González de
Mendoza, consejero del Isabel la
Católica, se cierra la última bóveda
dándose por concluida esta magna
construcción.
En el siglo XVI se construye el
retablo, parte alta del coro y rejas.
En la primera mitad del siglo, se
cierran todas las vidrieras y se
realizan diversas modificaciones de
planta como son la sala capitular y
capilla Mozárabe con Cisneros, y la
capilla de los Reyes Nuevos con
Fonseca.
Su belleza y riqueza arquitectónica bien
justifican la visita, pero además, esta
Santa Iglesia Catedral Primada ha sido
testigo de coronaciones, bodas y
enterramientos reales.
La Catedral se puede visitar todos los
días de la semana. El horario de lunes a
sábado es de 10:00 h a 18:30 h (18:00
cierre de taquillas).
Los
domingos puede visitarse desde las 14:00
hasta las 18:30 (18:00 h cierre de
taquillas).
Interior Catedral de Toledo
El monumento es inmenso (la
segunda catedral más grande de España) y
tiene tantas cosas para ver que, a
veces, da la sensación de no saber por
dónde empezar.
Por ello, una de las mejores
formas para no dejarse nada en el
tintero, y conocer todos sus secretos es
realizar una visita guiada.
Coro Catedral de Toledo
Transparente de la Catedral de
Toledo
Dentro de la Catedral de
Toledo no debes perderte la
impresionante Custodia de Arfe, los
bellos estalos del coro, el
impresionante retablo mayor o el
“celestial” transparente.
9. Leyenda de la Calle del Hombre de
Palo
Historia de la Calle del Hombre de
Palo de Toledo
Volvemos a patear por calles y a
descubrir las historias de sus nombres y
lo que en ellas ocurrieron.
En esta ocasión nos vamos a Toledo y
vamos a conocer una calle con un nombre
curioso, la calle del hombre de palo. Y
de eso vamos a hablar hoy, de la calle
del hombre de palo de Toledo.
Localización
Esta calle de Toledo es la primera que
encontramos si nos dirigimos desde la
plaza del Ayuntamiento hacia Zocodover
por el arco de Palacio.
Si tomamos como referencia la Catedral
de Toledo, se encuentra bordeando el
claustro catedralicio por su costado
septentrional.
Su localización hace que los turistas pasen por
ella de forma natural en su deambular por la Toledo
monumental, sorprendiéndose con el curioso nombre de
la calle (único en el mundo, ya que no hay otra
calle en el planeta con ese nombre) y que vamos a
pasar a explicar.
Calle del hombre de Palo, Toledo
Un poco de historia
La calle que nos ocupa se encontraba en la
judería menor en la Edad Media, situándose en
ella pequeños comercios y que fue asolada en
levantamiento contra los judíos ocurrido en 1391
en Toledo.
Aun se puede localizar perpendicular a la calle
que nos ocupa, pero sin salida a esta, la calle
de la Sinagoga. El cabildo aprovecho el
levantamiento contra los judíos para expropiar
la zona, dando lugar al trazado de la calle
existente actualmente, que recibió sucesivamente
hasta el siglo XV los nombres de Cal de Francos,
Asaderías y Lonja.
En el siglo XVI empieza a recibir el nombre de
la Calle del Hombre de Palo, según parece debido
a un “autómata” que, construido por Juanelo
Turriano, llego a “andar” por esta calle.
Hablemos de este notable que es comparado con el
mismo Leonardo da Vinci.
Juanelo Turriano
Giovanni Torriani (él mismo castellanizó su
nombre a Juanelo Turriano al venir a vivir a la
Corte Española) nació en Cremona, cerca de
Milán, en 1501. Fue inventor, arquitecto,
matemático, astrónomo, ingeniero y Relojero Real
de Carlos I.
Este puesto lo logró en 1529, ocupándose de la
colección de relojes del emperador, reparando y
creando relojes astronómicos, como el que se
llamó el Cristalino que daba la hora y la fecha
y marcaba la posición del sol, la luna y los
planetas. En la retirada de Carlos V al
monasterio de Yuste y debido a la amistad que
les unía, Juanelo Turriano acompañó al Esperador
hasta la muerte, jugando con él al ajedrez y
construyendo para él autómatas. Nombrado Felipe
II rey de España, el que fue Relojero Real es
nombrado Matemático Mayor de la Corte.
Este puesto no le impide participar en la
reforma del calendario cuya ayuda en 1579 es
solicitada por el Papa Gregorio XIII, creando el
calendario vigente en la actualidad, el
calendario Gregoriano. En España, por petición
de Juan de Herrera (arquitecto del Monasterio de
El Escorial y muy amigo de Juanelo) se encargó
del diseño de las campanas del Monasterio de El
Escorial.
A Turriano se le atribuye “Los veintiún libros
de los ingenios y máquinas de Juanelo Turriano”
no publicados en vida ya que se puede considerar
una verdadera enciclopedia tecnológica del siglo
XVI, lo que provocó que los militares
consideraran su contenido como secreto de
estado.
En la obra se pueden ver los planos de
construcción tanto de construcciones civiles
(como molinos portátiles, presas, relojes de
bolsillo, observatorios astronómicos) como
construcciones militares (autómatas soldado,
simuladores de combate, máquinas
volantes).
En Toledo construye el llamado Artificio de
Juanelo (que realmente eran dos). Se
trataba de un complicado sistema de norias y
cucharas de madera y metal que, aprovechando la
propia energía del río, era capaz de elevar un
caudal de 11,8 litros por minuto, sobre un
desnivel de 100 metros y con una inclinación del
33%. Y este fue el origen de su ruina y al
parecer del origen del hombre de palo.
Juanelo construyó una máquina elevadora que
llevaba el agua desde el tajo hasta el Alcázar,
propiedad del ejército, quien se quedó con la
máquina, pero que no pagó alegando que no la
habían pedido.
El contrato de construcción le obligaba a costear
tanto la construcción como el posterior
mantenimiento del mismo, a cambio de recibir una
renta perpetua por el agua bombeada, pero como el
agua no llegaba a terrenos del Ayuntamiento, sino
del ejército, no recibió dicha renta.
Felipe II encargó otro ingenio a Juanelo, que
desembocara en terreno municipal, que fue
construido, pero este segundo ingenio tampoco fue
pagado, ya que Turriano había dejado de pagar el
mantenimiento del primero, que se deterioró y esto
sirvió a Felipe II para quedarse con el ingenio y
no pagar al ingeniero, lo que provocó que Juanelo
Turriano se arruinara por completo.
Historia en cartel de la Calle del hombre de Palo
Juanelo Turriano y el hombre de palo
Cuanta la leyenda Toledana, que muchas hay en
Toledo, que Juanelo construyó un autómata de
madera (de ahí el nombre de “Hombre de palo”) y
que recorría la calle que nos ocupa desde la casa
de Juanelo recolectando limosnas y poseyendo la
capacidad para mover piernas y brazos que
utilizaba para inclinarse haciendo una reverencia
cuando recibía alguna moneda. Sobre la todavía
existencia de dicho hombre de palo, parece
imposible ya que las crónicas hablan de que fue
quemado cuando aún Turriano estaba con vida.
Parece que además de este autómata, construyó
algunos más, como el que se considera un
antecedente en doscientos años al Tamborilero de
Vaucanson y que recibe el nombre de La
Tamborilera, o el autómata de San Alberto o la
mosca mecánica de Resiomontano.
Lo más curioso de todo esto es que existen de la
época en el que vivió Juanelo Turriano algunos
autómatas, uno de los cuales está en Smithsonian
Institute de Washington quienes se han dedicado a
su estudio y puesta en marcha como se puede
ver aquí o en este video de youtube.
Y para terminar, tres curiosidades sobre el
hombre de palo:
Ramón Rodríguez Correa, buen amigo de Gustavo
Adolfo Bécquer a los 7 años de la muerte de este,
prologó la primera edición de “Obras de Gustavo
Adolfo Bécquer” donde señala que “Tenía
perfectamente ideadas las siguientes leyendas
toledanas:
El Cristo de la Vega, pintando un judío. -La fe
salva. -La fundadora de conventos. -El hombre de
palo, estudio sobre Juanelo. -La casa de Padilla,
ocurrido sobre el solar abandonado. -La salve.
-Los ángeles músicos. -La locura del genio,
estudio sobre el Greco. -La lepra de la infancia,
estudio sobre el Condestable de Borbón”.
Existe una curiosa teoría, según la cual Doménico
Teotocopulos, El Greco, en su obra “El entierro
del Conde de Orgaz” muestra al hombre de
palo.
10. Leyenda de El Pozo Amargo de Toledo
El Pozo Amargo: una leyenda inolvidable en Toledo
Entre la calle Ave María y el pasaje que da
nombre a esta triste historia se encuentra una
pequeña plaza que alberga un pozo de
piedra.
Su antigua función era la de proveer el agua a
los toledanos para beber, cocinar y fregar,
hasta que un día las lágrimas de una bella judía
convirtieron su agua en amarga.
Si no conoces esta leyenda de nuestra ciudad, te
desvelamos todos los detalles de una de las
historias más conocidas de Toledo en la época de
la Edad Media.
Leyenda del Pozo Amargo
Ella se llamaba Raquel y era hija de Leví, uno
de los rabinos mejor considerados por su
comunidad en Toledo. Él se llamaba Fernando y
era un noble y apuesto cristiano toledano.
Su amor fortuito surgió un buen día en el que él
llamó a la puerta del palacio judío preguntando
por la residencia de un vecino.
A partir de este golpe del destino en el que
ambos jóvenes cruzaron sus miradas, surgió un
amor prohibido debido a la religión y a la
posición social de cada uno de ellos.
La judía Raquel, consciente de la desaprobación
de tal relación por parte de su padre, la trató
de ocultar citándose con el cristiano Fernando
cada noche entre las sombras de los callejones
aledaños al pozo que se encontraba junto a su
jardín.
Pero un día, un amigo de Leví vio a su única
hija besarse con Fernando y corrió a contárselo.
El rabino entró en cólera y quiso vengarse
de del joven cristiano arrojándolo al pozo la
noche siguiente a enterarse del romance que
mantenía con su hija.
Desconsolada, Raquel lloró día y noche hasta
llenar el pozo de lágrimas amargas.
Pasados unos días, la joven judía no pudo
soportarlo y bajo la luna que tantas noches había
iluminado los rostros de estos enamorados, terminó
por lanzarse a dicho pozo para permanecer
eternamente junto a su amado.
Historia del pozo
Este pozo se ha
convertido en uno de los puntos de interés más
destacados de la ciudad. Entre las rutas nocturnas
que se realizan por las calles de la ciudad, esta
es una de las paradas obligadas para contar la
leyenda de los amantes Raquel y Fernando.
Se
trata de un pozo con el brocal de piedra, cuenta
con una estructura y manivela de metal y está
sellado con una tapa del mismo material. Se tiene
constancia de que dicho pozo era uno de los más
destacados de Toledo en 1093, conocido como pozo
de Caxali. No será hasta 1162 cuando se modificará
su nombre por el de Pozo Amargo, época en torno a
la que se inspira la leyenda que os hemos
mencionado.
11. Leyenda de la Iglesia de San Andrés
La parroquia de San Andrés es una de las más
antiguas fundaciones de Toledo, después de su
gloriosa conquista.
Iglesia de San Andrés / Aldus.-
Incluida en la pág. 99 del libro Ciudades de
España II, Toledo, editado por el Patronato
Nacional de Turismo, hacia 1930.
Consta su iglesia de tres naves, restauradas en el
siglo último, conservándose únicamente de la primitiva
iglesia dos capillas colaterales inmediatas á la
mayor, cuyas bóvedas son de gusto arábigo, exornadas
con gruesas labores de estuco.
La capilla mayor pertenece al género
gótico-gentil, siéndolo tanto que hace recordar el
magnífico crucero de San Juan de los Reyes, al
contemplar los gallardos pilares y las atrevidas bóvedas
que forman el de esta iglesia; viéndose enriquecidas de
bellos resaltos y aristones que les prestan mucha
suntuosidad.
En el centro de los muros sobre que estriban los arcos
torales se encuentra en caracteres góticos la siguiente
leyenda:
EL MUY NOBLE CABALLERO DON FRANCISCO DE ROJAS MANDÓ
FUNDAR Y DOTAR ESTA CAPILLA CON MUY GRANDES
INDULGENCIAS, PARA REPOSO DE SUS PADRES E PARIENTES
Y SALVACION DE TODOS LOS FIELES CRISTIANOS: ESTANDO
EN ROMA POR EMBAJADOR DE LOS MUY CATOLICOS REYES DON
FERNANDO E DOÑA ISABEL, REY E REINA DE LAS ESPAÑAS Y
DE NAPOLES E DE SICILIA E JERUSALEM, NUESTROS
SEÑORES, NEGOCIANDO ENTRE OTROS MUY ARDUOS NEGOCIOS
DE SUS MAGESTADES LA EMPRESA E CONQUISTA DEL REINO
DE NAPOLES: LA CUAL ES Y TODAS LAS VICTORIAS DE
SANTIAGO EN SERVICIO DE LA SANTA TRINIDAD Y DE LA
GLORIOSÍSIMA VIRGEN SANTA MARÍA, NUESTRA SEÑORA E DE
TODOS LOS SANTOS.
Ocupa el espacio del centro un retablo antiguo adornado de
multitud de tablas de la misma época en que se construyó la
capilla, tanto más interesantes para los inteligentes cuanto
que revelan el estado que la pintura tenía entonces.
Levantase
encima de este retablo una gallarda cruz de piedra aneja al
muro, y con tan bellos entalles, que puede compararse con la
que se conserva en la portería del claustro de San Juan de
los Reyes.
Iglesia de San Andres. Sepulcros Estilo Gotico Florido
Programa "Fondo Fotográfico Casa Rodríguez" de la
Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha
A los lados del medio círculo del altar mayor hay
otros dos que ostentan también apreciables tablas,
pareciéndonos mucho más dignas de aprecio las seis que
existen en el lado del Evangelio.
Háyanse en ambos brazos del crucero dos graciosas
hornacinas góticas, con labores de buen gusto, las
cuales contienen cuatro sencillos túmulos terminando
con airosas pirámides y crestones.
En la primera del lado de la Epístola hay una lápida
latina en caracteres monacales, en la cual se expresa
que yacen allí los restos de un famoso soldado,
llamado Alfonso, reconocido entre sus contemporáneos
por su piedad, su prudencia y su largueza para con los
pobres; habiendo «finado á veinte y nueve días andados
de octubre, era de mil trescientos cuarenta y tres
años.»
En los nichos del lado del Evangelio se contemplan un
Crucifijo y una Virgen de las Angustias de talla, obra
de bastante mérito por pertenecer también á la época
de la fundación de la capilla: á los lados del primero
se lee: «Salvator munm, salvanos,» bailándose en el
mismo el siguiente epitafio, que trasladamos gustosos
por la originalidad con que está escrito:
ÁLPHONSUS HIC JACEO: MECUM CONJUX MARINA
EST.
FILIUS HOC CLAUDIT LAPIDE FSANCISCUS.
Encierra esta iglesia algunos lienzos y tablas de
bastante precio, pareciéndonos dignos de mencionarse
las que existen en la sacristía, que representan la
Adoración de los Reyes, cuadro firmado por Antonio
Vandepere en 1677; el Oratorio que sirvió de retablo
en la antigua capilla de la Epifanía, obra que llama
la atención más bien como un monumento histórico que
artístico, y una copia de Guido Reni, citada por don
Antonio Ponz, la cual representa á Lot emborrachado
por sus hijas.
No creemos que deben pasarse en silencio tampoco el
Calvario, pintado por Alejandro Seminus, en cuyos
ángulos inferiores existen dos retratos de rodillas,
que deben representar á los patronos del altar en que
se halla el San Francisco y el San Pedro de la capilla
de la Paz , atribuidos al Greco, Santa Águeda y Santa
Cecilia , cuadros de buena manera de mano de Bernabé
Galves ejecutados en 1807, y finalmente una copia del
fresco de Bayen que figura el Sacrificio del niño de
la Guardia, hecha con bastante exactitud é
inteligencia.
Según la opinión de algunos cronistas toledanos,
entre ellos el conde de Mora , fundador de la capilla
mayor que dejamos descrita, fue San Andrés mezquita
sarracena, habiéndose conservado en su atrio hasta la
época del referido escritor varias leyendas arábigas,
que no han sido interpretadas.
Es creíble que cuando por mandado de Juan Gutiérrez
Tello se destruyeron otras muchas inscripciones de
este género, de que hablaremos en su lugar,
desaparecieran también las citadas por el conde de
Mora.
El edificio de origen árabe, conserva muchos restos
entre los que destaca su portada principal, única en
su género en Toledo.
Iglesia de San Andrés: Crucería gótica.
Archivo Municipal de Toledo
Es de estilo almohade, rematada por arquillos sobre
columnas vidriadas encontrándose en ella restos
visigodos, fue una de las pocas iglesias que contaba
con un claustro de origen árabe, anteriormente usado
como cementerio parroquial y tras estar tapado, se
redescubrió al proceder al derribo de una casa aneja a
la iglesia, se perdió en 1987 al construir una
residencia para el seminario. en los terrenos ocupados
por la casa.
12. Leyenda de la Cátedra
Subterránea
Ruinas del palacio del marqués de
Villena (actual museo del Greco) -
Pérez Villaamil - sXIX
En una cueva medrosa,
Que la mano encallecida
Del hombre, abrió bajo tierra
Horadando roca viva:
Donde imágenes vetustas,
De divinidad impía,
Forjaron razas ignotas
Por ignorancia ó malicia:
Donde las ondas del Tajo
Su murmurio suave envían,
Desde la arenosa margen
Por áspera y alta sima,
Los cristianos de Toledo
En reuniones clandestinas,
Respirando aquel ambiente
Capaz de causar asfixia,
Sin ver más que los reflejos
De pálida lucecilla,
Que en una angosta hendidura
Escaso apoyo tenía,
Silenciosos aprendieron
Las celestiales doctrinas
Que más tarde divulgaron,
Despreciando los estigmas
De soldados imperiales
Que la ciudad pervertían
Con sus ídolos odiables
Y superstición inicua.
13. Leyenda del Convento de San Pedro
Mártir
Claustro de San Pedro Mártir
Si tuviéramos que elegir un lugar de Tóledo célebre por
sucesos extraños acontecidos en él, y conocidos por casi
todos los habitantes de la ciudad, ese no es otro que el
antiguo convento de San Pedro Mártir.
Y es que este edificio, hoy reconvertido en Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales, es uno de los más visitados
por los estudiantes toledanos, ya sea por que están allí
matriculados, o simplemente porque van a hacer uso de su
amplia y tranquila biblioteca.
Un poco de
historia
En el año 1407, sobre unas casas propiedad de doña
Guiomar de Meneses y don Alonso Tenorio de Silva, se
ubicó en este lugar un convento de frailes dominicos
bajo la advocación de San Pedro Mártir.
Poco a poco, con el paso de los años, los frailes
recibieron en donación más propiedades aledañas o fueron
comprándolas, llegando a ocupar una extensión de casi
doce mil metros cuadrados.
Se dio la
circunstancia que tuvieron que unir parte de sus
propiedades con un cobertizo, e incluso construir en una
calle pública, por lo que el Ayuntamiento les obligó a
perpetuidad a que permitieran el paso a los ciudadanos
por el interior del templo y del claustro, que por este
motivo fue conocido como el “claustro de las
procesiones”.
Esta obligación debía cumplirse desde la salida hasta la
puesta del sol, y estuvo vigente hasta la exclaustración
del templo en 1835.
Este convento tuvo gran importancia, no sólo por su
tamaño, sino por otras circunstancias peculiares, como
por ejemplo que en él establecieron los Reyes Católicos
la primera imprenta que hubo en Toledo. Aquí se
imprimían las famosas bulas que se comerciaban en la
cercana calle que tomó nombre de esta actividad, la
calle de las Bulas. La actividad de la imprenta duró
hasta finales del XIX, por la constancia que queda de
las últimas obras allí impresas.
Otro motivo por el que es célebre este convento es por
haber sido sede del Tribunal de la Inquisición en 1485,
ya que los dominicos tenían encomendado el juicio de las
causas. Desde aquí es desde donde partían a Zocodover
los encausados por la Inquisición, camino a la plaza de
Zocodover, en donde tendría lugar el auto de fe.
Nada más lejos de la leyenda urbana que afirma que en
este convento los inquisidores torturaban y ejecutaban a
herejes y acusados de injurias contra la fe. En esta
época, la de mayor auge del convento, llegaron a morar
entre sus paredes más de sesenta frailes, muchos de
ellos afamados miembros del Santo Oficio.
Otro capítulo importante del edificio se puede datar
durante la invasión francesa, en dónde tropas del
ejército de Napoleón lo tomaron como albergue, llegando
a causar notables desperfectos.
Son
estos acontecimientos los que utilizó Bécquer para una
de sus más célebres leyendas, la de “el beso”, cuya
lectura recomiendo encarecidamente.
Estatua orante en la Iglesia de San Pedro
Mártir
Tras la exclaustración del convento fue utilizado para
fines diversos. Primero como cuartel de Milicias
Nacionales.
Posteriormente pasó a la Comisión Provincial de Monumentos
que lo declaró “Panteón Provincial” y lo utilizó para
guardar las obras artísticas salvadas de otros edificios,
como diversos mausoleos. En el año 1846 el edificio
se cede a la Diputación Provincial, que lo utilizó como
asilo, circunstancia que acarreó que la imprenta en esta
época se conociera como “Imprenta del Asilo”.
El 27 de mayo de 1993, tras una profunda
remodelación, se inauguró el edificio que iba a
ser destinado a sede de la Delegación del
Gobierno y de la Administración del Estado, pero
en la ceremonia inaugural el por entonces
Presidente de la Junta de Comunidades de
Castilla La Mancha, José Bonó, solicitó al
Ministerio del Interior que le cediese el
edificio para edificio universitario, fin que
hoy en día sigue cumpliendo.
(Historia Tomada del libro “Fantasía y Realidad
de Toledo”, de Ángel Santos y Emilio Vaquero,
Ed. Azacanes).
Lo que se cuenta
Desde que San Pedro Mártir fue ocupado por
cientos de profesores, alumnos, y empleados de
la Universidad de Castilla la Mancha son del
dominio público los rumores que afirman que
entre aquellos antiguos muros suceden algunas
cosas que carecen de explicación lógica.
Y esto resulta de mayor interés si cabe debido a
la coincidencia de los testimonios de numerosos
testigos que afirman haber visto algo muy
parecido, al margen de su edad u ocupación en el
centro.
De hecho los testimonios provienen de alumnos,
empleados de limpieza, empleados de seguridad,
personal de la Universidad, o simples
visitantes.
Uno de los testimonios más repetidos se refieren
a la visión de una figura difuminada, que
algunos describen como una débil humareda
blanca, que suele verse por algunos lugares del
antiguo convento, principalmente algunas zonas
como el claustro, la biblioteca, la iglesia, o
la sillería superior.
Afirman los testigos que esta humareda blanca se
desplaza como si fuera flotando, y de manera
bastante rápida, de forma que nunca suele verse
por un periodo superior a tres o cuatro
segundos.
Algunos testigos han ido más lejos, e incluso
afirman haber visto este fenómeno de forma más
clara, pudiéndose vislumbrar una figura femenida
ataviada con una especie de hábito blanco, como
si de una monja se tratase. Esta versión está
bastante extendida entre el personal de
limpieza, quienes incluso, tal vez para vencer
el temor que pudiera causar, se refieren a esta
figura como “Encarna”.
Y es que, con toda naturalidad del mundo, cuando
las limpiadoras van a entrar en alguna de las
dependencias en donde suele manifestarse esta
visión, lo hacen al aviso de “Encarna, no me
asustes que voy a entrar”, llegando a despedirse
de la misma forma que entraron.
Cabe destacar que en la historia de San Pedro
Mártir no destaca la presencia de ninguna mujer,
ya que siempre albergó religiosos del sexo
masculino. No obstante casi todos los
enterramientos que hay allí son de los
religiosos dominicos, con la excepción de dos
enterramientos de mujeres traídos aquí durante
su uso como “Panteón Provincial)
Estas limpiadoras protagonizaron un conocido
capítulo en estos fenómenos de San Pedro Mártir.
Tras limpiar una de las aulas de la planta baja
del claustro, y dejar perfectamente limpia la
clase y bien ordenadas las más de cincuenta
mesas y sillas, subieron al primer piso del
claustro para continuar con sus labores.
Al subir las escaleras vieron que la luz del
aula que acababan de limpiar se encontraba
encendida, y volvieron con el fin de apagarla.
Su sorpresa fue mayúscula cuando al entrar
comprobaron que la totalidad de mesas y sillas
que habían dejado perfectamente colocadas se
encontraban desorganizadas, y eso en apenas un
minuto de tiempo.
Sin comprender que podía haber pasado, ya que el
edificio estaba cerrado al alumnado y sólo ellas
y el conserje estaban en ese momento en su
interior, se dirigieron a éste, quien decidió
llamar a la policia por si alguien se había
colado en el centro. Al poco se personó la
policía en el viejo convento, y tras hacer una
inspección comprobaron que allí no había nadie
escondido.
Otro tanto sucede con el personal de seguridad,
que tiene que pasar largas horas en San Pedro
Mártir cuando no hay nadie más en su interior.
Cabe destacar que estos trabajadores son los
menos dados a hablar del tema, ya que
comprensiblemente pueden temer por su puesto de
trabajo.
Durante un tiempo desempeñé un puesto similar, y
conozco de primera mano que las empresas de
seguridad no hacen caso y desprecian este tipo
de comentarios de sus trabajadores. Pero aún así
son muchos los relatos que en los últimos años
por boca de estos guardias de seguridad se han
extendido entre la comunidad universitaria, y
por extensión entre los ciudadanos de Toledo.
Mucho se ha hablado del extraño funcionamiento
de los ascensores durante la noche sin que nadie
pueda operar los botones. Los ascensores
comienzan a funcionar deteniéndose en cada
planta, abriendo sus puertas, y volviéndolas a
cerrar.
Fenómeno muy repetido en otros emplazamientos similares. No
creo que se debiera dar mayor importancia a esto, ya que
muchos ascensores están programados para retornar pasado
cierto tiempo a la planta en donde hay más afluencia de
público.
O incluso un fallo en la botonera
pudiera causar este extraño funcionamiento. Aún así se
comenta que más de un vigilante de seguridad se ha
sobresaltado por ello, y no hay explicaciones lógicas que
les tranquilicen.
También se habló hace varios años que estos vigilantes
de noche escuchaban ruidos en las plantas superiores,
como de pasos y arrastrar de muebles, y que cuando
subían a comprobar qué era lo que ocurría no encontraban
el motivo del ruido de los inexplicables pasos, pero sí
encontraban el mobiliario en algunos lugares colocado de
forma diferente a la habitual, lo que en más de una
ocasión propició la correspondiente llamada a la
policía.
Tristes y conocidos son en la ciudad los dos
fallecimientos de vigilantes de seguridad durante su
servicio nocturno en un lugar determinado; la iglesia
conventual.
Según se afirma uno de estos fallecimientos puede
tener su explicación lógica, ya que el trabajador llegó
precipitadamente al cambio de turno y con evidentes
signos de fatiga.
El diagnóstico del fallecimeinto fue infarto de
miocardio. El otro compañero no tiene explicación tan
sencilla, aunque posiblemente tenga también su lógica
explicación, a pesar de tratarse de un joven sin
aparentes problemas de salud.
Lo que llama la
atención es que un hecho tan poco habitual como es el
fallecimiento de un vigilante se haya repetido en un
intervalo de menos de diez años en el mismo lugar.
Aún así, y debido a lo delicado del tema, son cosas de
las que no se ha vuelto a hablar abiertamente.
Portada de la Iglesia de San Pedro
Mártir
La biblioteca de San Pedro Mártir es uno de los lugares
más utilizados por la comunidad universitaria de Toledo,
y suele estar siempre llena de alumnos que acuden allí a
estudiar con tranquilidad.
Pero eso es en las horas de mayor tránsito, ya que a
últimas horas esta biblioteca no suele estar tan
solicitada.
De hecho, en épocas de exámenes, la Universidad suele
habilitar otras aulas para su uso como estudio. Sin
embargo muchas de ellas no son ocupadas, debido al
recelo de los estudiantes a permanecer en ellas cuando
la ocupación no es alta.
Finalmente son muchos los estudiantes que aseguran haber
visto también esta figura vaporosa que se desliza por
ciertas zonas, aunque habría que ver si en algunos casos
es mera sugestión, o simple afán de protagonismo.
Aún
así es llamativo que todos los testimonios coinciden en
la descripción de esta “humareda o nube blanca”, sin
alarde ni fuegos artificiales que exageren la visión.
Lo que sí es cierto que el edificio de San Pedro Mártir
es a día de hoy el edificio de Toledo dónde más
conocidos son sus extraños fenómenos. Puede ser que
tenga una explicación lógica, que se trate de una
sugestión generalizada, o incluso cierta histeria
colectiva.
Pero mientras no llegue esta
explicación continuará siendo uno de los misterios
toledanos más destacados.
14. Leyenda del Cantar de la Mora Zaida
La biografia de la princesa Zaida no
solo esta llena de amplias lagunas
como por ejemplo fecha y lugar de
nacimiento, padres y fecha concreta
de fallecimiento, si no que además
antiguos historiadores manipularon
de forma interesada pasajes
importantes de su vida, rebatidas
posteriormente por otros estudiosos
basandose en diversas pruebas
escritas inexploradas hasta
entonces. Su nacimiento debió de
producirse sobre 1063 en
el al-Ándalus.
Las primeras informaciones sobre la
vida de Zaida son para decirnos que
se casó con Abu Nasr Al´Fath
al-Mamun, rey de Cordoba, hijo del
gran rey sevillano Muhammad b.
´Abbad al´Mutamid (1040-1095).
Caen Málaga, Granada en
manos almorávides y viendo
el giro que habian tomado los
acontecimientos el rey al-Mutamid le
pide a su hijo al-Ma´mun, que le
dejó al cargo de Córdoba, que
aguante como pueda la posición de la
ciudad, pues sería inevitable que
tras la caída de esta fortaleza se
pudiera mantener la de
Sevilla.
Los almorávides se acercan a Córdoba
y al-Ma´mun preveyendo un fatal
desenlace pone a salvo a su esposa,
Zaida, enviandola con setenta
caballeros, familiares incluidos, al
castillo de Almodóvar del Río que
anteriormente había fortificado y
abastecido.
La dispersión de los barrios
cordobeses y la connivencia de sus
moradores influyeron decisivamente
para que
El 26 de marzo de 1091 cayo la
capital según lo cuenta Abbad,
T.Ipg. 54-55, Cartás y Abd-al-Wahid:
«Fath al-Ma´mun intentó abrirse
camino con su espada a través de los
enemigos y de los traidores pero
sucumbió al número. Se le cortó la
cabeza, que la pusieron en la punta
de una pica y pasearon en triunfo».
Enterada de la desgracia de su
marido y de la pérdida de la ciudad
en que vivió, sabiendo que ya nunca
podría regresar, descarta dirigirse
al palacio sevillano de su suegro,
Al´Mutamid, al que se le presagia la
misma suerte y acepta el consejo de
este para ponerse a salvo:
refugiarse en la corte toledana de
Alfonso VI (entre ambos reyes hubo
multiples acuerdos y desacuerdos,
alianzas y batallas) siendo
portadora de un tratado de estricta
supervivencia, consistente en la
entrega de las plazas en la frontera
norte de Uclés, Amasatrigo y
Cuenca para su defensa y protección
a cambio de ayuda al sevillano ante
la crítica situación frente a los
almorávides.
Hay un escrito sobre Zaida, donde lo
de menos son las inexactitudes
históricas, un bello poema de la
antigua lírica castellana,
contemporanea y similar al Cantar
del Mio Cid, aunque más reducido por
estar prosificado donde describe a
la protagonista como gentil
princesa, doncella de gran
hermosura, muy virtuosa, gallarda,
discreta, esbelta, de singular
belleza, de tez espléndidamente
blanca, la epopeya no ahorra
piropos, fiel al florido
romanticismo dice que "se enamora de
oidas" del «apuesto guerrero Alfonso
VI gallardo y muy ducho en el manejo
de las armas». Esta joya literaria
medieval,
Lo cierto es que la llegada a Toledo
de la joven y desvalida viuda turbó
al maduro rey -51 años- que casado
con una mujer enferma y sin hijos
dio pie a unas relaciones
sentimentales. Las aventuras
extramatrimoniales de los monarcas
eran habituales y la historia no
habría tenido especial interés en
mencionar los amorios con la bella
princesa si no fuera por un hecho
transcendental: tuvieron un hijo
varón.
El rey castellano era muy mayor y
tras cinco matrimonios y dos
concubinatos (las relaciones
incestuosas con su hermana Urraca
merecen un aparte) no tuvo ningún
hijo varón que le sucediera. Desde
el mismo momento que nació Sancho
Alfonsez el rey lo reconoció como su
directo descendiente llamado a
gobernar Castilla, León, Galicia
con Portugal y el resto de
condados.
Este hecho causó prejuicios en los
cronistas cristianos apresurándose a
incluir a la mora Zaida entre sus
mujeres legítimas.
Zaida se acomodó en la corte
castellana, renunció al islamismo,
corriendo el riesgo de muerte que
tal acción suponía entre los
mahometanos, y se bautizó en Burgos
con el nombre de Isabel (no
confundir con la francesa Isabel).
No solo conservó todas sus
costumbres sino que las difundió e
introdujo nuevos y frescos aires
culturales de la esplendorosa
sociedad musulmana.
El historiador árabe, conquense de
nacimiento, González Palencia
escribe en su Historia de la España
Musulmana que la corte de Alfonso
VI, casado con Zaida), parecía una
corte musulmana: «sabios y literatos
muslimes andaban al lado del rey, la
moneda se acuñaba en tipos
semejantes a los árabes, los
cristianos vestían a usanza mora y
hasta los clérigos mozárabes de
Toledo hablaban familiarmente el
árabe y conocian muy poco el latín,
a juzgar por las anotaciones
marginales de muchos de sus
breviarios».
Alfonso y su joven amada fueron
inmensamente felices como se deduce
por los epítetos con los que la
enalteció "amantísima" y
"dilectísima". Como fruto de su amor
Zaida quedó embarazada, pero a la
vez que nacia el tan deseado y
esperado niño, Sancho Alfonsez,
moría la madre.
El rey quiso que descansara en el
mismo sitio que había destinado para
él mismo, sus reinas e hijos, y con
tal fin le enterró en el Monasterio
de Sahagún, exactamente en el coro
bajo, antes de llegar al
atril.
Hay también otro epitafio de
sospechosa autenticidad en una
humilde losa en el suelo en San
Isidoro de León, tardio, con el
doble dato erróneo de que era hija
del rey de Sevilla y fue reina «Hic
quiescit Regina Domna Elisabet uxor
Regis Adefonsi, filia Benabteh Regis
Siuiliae, qua prius Zaida fuit
vocata».
Sabiendo que su hijo murió en la
famosa Batalla de Uclés o
de los Siete Condes el 29-V-1108
«cuando era niño, incapaz de
defenderse pero podía montar a
caballo», precisiones que mueven a
suponer que contaría con 12 o 13
años. Lo mas indicado sea pensar que
naciera, y por tanto falleciera su
madre, entre 1095 y 1097.
La pronta muerte del príncipe mueve
a imaginar sobre el alcance que pudo
suponer el hecho de que fuera hijo
del rey cristiano del norte y una
princesa mora del sur: encarnaba en
su sangre todas las Españas, era
doblemente hispano por su condición
de musulmán y cristiano. ¿Estaría
destinado a gobernar una península
unificada? Como descendiente
musulmán que era, ¿no trataría de
unificar más allá del estrecho... ?
Calle de las Bulas
Las Bulas y alrededores se encuentra en
el barrio judío Toledo.
Este barrio de Toledo es un lugar único.
Lleno de calles estrechas que le hacen a uno sentirse
aprisionado.
No quedan restos de la muralla que cercaba la judería
toledana y que por las noches siempre cerraba.
Pero sin embargo, al pasear por estas calles se puede
sentir lo que vivieron sus habitantes hasta 1492, año en
que se produjo la expulsión del pueblo judío.
Al final del paseo torcemos a la izquierda por la calle
de las Bulas, que se llama así porque allí estuvo la imprenta
donde se hacían las bulas de la Santa Cruzada.
Es esta una calle
retorcida y a la que se abren bastantes callejones sin
salida.
En los muros se puede sentir que guardan
numerosas leyendas, subterráneos, historias…
15. Leyenda de Alfonso VIII y la Bella Raquel
Alfonso VIII, como ocurre con cualquier ser humano de sexo
bien definido, se enamoro de Doña Fermosa, más conocida
por Raquel, bella judía toledana.
El rey y Raquel, entregados a los placeres del amor en su
retiro de palacio, olvidaron por completo el mundo que les
rodeaba.
Siete meses de abandono de asuntos tan importan-tes como
los de la guerra santa (hay quién opina que la grave
derrota de Alarcos se debió principalmente a aquel retiro
de placer adúltero), movieron a los nobles del Consejo
Real a tomar la decisión de quitar de en medio a la
jovencita.
A tal efecto, organizaron una cacería a fin de hacer sacar
a Alfonso de su escondite y..., ya sabéis, poder
deshacerse de la bella hebrea, culpable de tanta
distorsión política y familiar, termino degollada.
El rey fué rápidamente convencido con fuertes razones de
Estado, y tan convencido quedo que arrepentido de los
males que había ocasionado (antes rey que humano), se
retiro en penitencia a la Iglesia de Illescas, donde
también la tradición habla de la aparición de un Ángel que
le traía el perdón de los cielos.
16. Leyenda de Isaac el Judío - Travesía del Arquillo
Cuando Cristóbal Colón acudió a la reina Isabel para solicitar su
ayuda en la quimera descubridora que iba a emprender desea ésta
ayudarle, aunque para esta empresa es necesaria gran cantidad de
dinero, y las arcas reales están vacías a causa de los enormes
costos que generaba la guerra contra los musulmanes granadinos.
Travesía del Arquillo
Pero la reina Isabel no es mujer que se deje doblegar fácilmente por
los obstáculos, y rápidamente piensa el modo para financiar tan
importante aventura.
Decidida da una orden secreta, y envía a Toledo un emisario para
reunirse con el israelita Isaac.
Vivía este judío al pie del cerro de la Virgen de Gracia, en la
travesía del Arquillo, y aseguraban sus contemporáneos que sus
riquezas eran superiores a las de cualquier magnate por poderoso y
acaudalado que fuera.
Dos días después de la visita de Colón a la reina Isabel, llegaba a
casa de Isaac el emisario real.
–¿A qué debo el honor de que venga a visitarme un mensajero de tan
importante señora? –preguntó el israelita cuando vio entrar por su
puerta al enviado de la reina-.
–Asuntos de negocios que es conveniente que mantengáis en secreto
–respondió el emisario-.
–Sabéis perfectamente que la discreción es mi principal virtud.
Ahora decidme, ¿qué negocios son esos de los que habláis?.
Al instante el hombre enviado por la reina Isabel se acercó a una
mesa y extendió sobre ella gran cantidad de joyas y piedras
preciosas.
–Son las joyas más preciadas de la corona –dijo-. La reina necesita
dinero, y lo necesita ahora. Los altos costos de la guerra contra
los moros han ocasionado que no haya dinero en las arcas reales que
es requerido urgentemente. Tengo orden de su majestad de regresar
con una importante suma de dinero a cambio de estas joyas…
A los pocos minutos partió el emisario de la reina llevándole gran
cantidad de dinero que Isaac el judío le había entregado a cambio de
las joyas, colaborando de esta forma al futuro descubrimiento del
nuevo continente.
17. Leyenda del Taller del Moro
Vista del taller del moro en Toledo - Perez de Villaamil -
sXIX
Uno de los títulos menos justificados por la historia es
indudablemente el que lleva este rico é interesante monumento
toledano.
Si las noticias que hemos podido adquirir de él, aunque en extremo
escasas, no bastaran para desvanecer cualquiera conjetura mal
formada sobre la aplicación que tuvo en su origen, era suficiente
el aspecto que presenta todavía para demostrar que no habría
podido en manera alguna destinarse á taller cuando fue
construido.
La riqueza de sus ornatos y la suntuosidad y magnitud del mismo
salón y de las dos piezas á él contiguas, que se conservan, aunque
tan mal tratadas como después notaremos, revelan desde luego que
debió levantarse este edificio con otro fin más noble; pudiendo en
nuestro concepto clasificarse entre los monumentos correspondientes
á la tercera época de la arquitectura arábiga que hemos designado
con el nombre de árabe andaluza.
Todos los viajeros que
hayan tenido ocasión de visitar la Alhambra de Granada y el Alcázar
de Sevilla, habrán podido observar efectivamente los puntos de
contacto que existen entre aquellos famosos palacios y el llamado
Taller del Moro respecto á la parte de su ornamentación, en donde
resaltan sin embargo las formas grandiosas del Alcázar del rey don
Pedro mas señaladamente que las de la encantada Alhambra.
Esta observación, que nos parece, sobre ser muy exacta, de algún
peso fiara determinar la época de la fundación del edificio de
que tratamos, nos lleva naturalmente á suponer que fue erigido,
cuando mas remotamente, á mediados ó á fines del siglo
XIV.
Verdad es que esta opinión puede ser combatida con el contexto
de las numerosas inscripciones árabes, que ilustran las paredes
del salón y de las piezas referidas, por contener palabras y
versículos del Corán, que se encuentran á cada paso en otros
monumentos de anterior fecha.
Pero en abono de nuestro dictamen existe el hecho de hallarse
plagados de iguales ó parecidas leyendas cuantos palacios se
construyeron desde la época que hemos fijado, bajo los auspicios
de los magnates de Castilla; no debiendo tampoco perderse de
vista que los arquitectos eran siempre árabes, lo cual no tuvo
contradicción hasta fines del siglo XV, en que aprovechándose
nuestros abuelos de sus adelantamientos, é iluminados por la luz
de Italia, comenzaron á usar los alfarjes musulmanes en toda
clase de edificios.
Como prueba de estas indicaciones pudiéramos citar muchos
hechos históricos; pero creemos que los Alcázares de Sevilla y
de Segovia, y especialmente el último, son suficiente ejemplo,
por lo cual no nos detendremos mucho en este punto.
Limitándonos, pues, á fijar la época de la construcción del
Taller del Moro, conforme á la clasificación que dejamos hecha,
ya que carecemos de otros datos históricos, creemos que este
suntuoso palacio fue levantado por algún magnate castellano para
su morada en los tiempos arriba indicados, valiéndose para ello,
como se había hecho antes y se hizo después por mucho tiempo, de
alarifes musulmanes.
El espíritu religioso, que acabó por apoderarse de todos los
elementos sociales, convirtió muy pronto el palacio sarraceno en
convento de monjas, bajo la advocación de santa Eufemia, según
se refiere en algunas escrituras antiguas que hemos podido tener
en las manos.
Al palacio primitivo se agregaron algunas casas de menos
importancia, que debieron permanecer con este destino hasta poco
antes de la época del gran cardenal Mendoza, en que por su
mandato se labró una vistosa y bella portada gótica para el gran
salón del Taller, nombre con que comenzó á designarse desde
entonces.
Cuando el cabildo de Toledo, por una conducta que no es del caso
calificar, echó por tierra la magnífica portada que había
construido el mismo prelado en la sacristía de la catedral y del
Sagrario, hubo de caber igual suerte á la del Taller, no menos
suntuosa y rica en preciosos ornamentos.
Arco en la entrada al Taller del Moro - Monumentos
arquitectónicos de España - Calcografía Nacional de España
sXIX
Así fue que el arco que abre la mencionada tarbea, aunque
revestido de menudas labores de preciosa ataujía, tan linda como
la del grande arco del Salón rico Embajadores del Alcázar de
Sevilla, quedó enteramente maltratado en su parte exterior,
rotos sus calados ajimeces y expuesto á las lluvias que lo van
de día en día desmoronando.
Aún se encuentran arrimadas á la pared cuyos lados de este arco
algunos fragmentos que dan una idea, aunque remota, del mérito
que debió tener toda la portada, hallándose la escultura en el
mismo estado que presenta en el trascoro del altar mayor de la
iglesia metropolitana.
Esto es cuánto hemos podido averiguar sobre la historia de tan
apreciable monumento de la arquitectura árabe. Lo que ahora
existe del antiguo palacio es un cuadrilongo de cien pies y
medio de longitud, dividido en los extremos por dos secciones de
veinte y tres pies en cuadro cada una y presentando en el grande
espacio del centro cincuenta y cuatro y medio de largo y veinte
y uno de ancho, á fin de engrosar algún tanto los muros en esta
parte.
Toda la fábrica es de tapiería y ladrillo, ofreciendo en el
exterior un aspecto algún tanto desagradable, por haber
comenzado á desmoronarse algunos trozos de la tapia, lo cual no
puede menos de causar un disgusto verdadero, al ver que amenaza
igual suerte á lo restante, consumándose así la ruina de este
precioso edificio.
Aunque ya no es posible averiguar la forma total y primitiva del
mismo, ni menos designar la distribución que tuvo la iglesia de
santa Eufemia, colocada en esta magnífica tarbea, se advierte
sin embargo en el muro meridional un grande arco de ladrillo,
que si bien no conserva ningún ornamento, osténtalas bellas
formas de herradura, siendo en nuestra opinión la puerta que
abría paso á la iglesia en la época referida.
El interior de los departamentos mencionados se halla revestido
de estuco, y como queda insinuado, enriquecido de exquisitos
relieves, en donde resalta todo el lujo de la imaginación
oriental. Sobre una faja de alharaca que se extiende en la clave
del arco del norte, se levantan cinco ajimecillos cerrados
ahora, y que en un principio debieron ser calados, los cuales se
ven guarnecidos de graciosas cenefas de ataurique con elegantes
leyendas arábigas en caracteres cúficos, subiendo hasta el friso
superior en que estriba el artesonado.
A uno y otro lado de este bello y grandioso arco hay una
ventana entre larga rodeada de orlas de exquisitos arabescos, en
las cuales se encuentran también leyendas musulmanas, que se
reducen á pasajes del Corán, comenzando la que existe en la
derecha de este modo:
El imperio es de Dios
Frase que se repite muchas veces en las demás orlas y cenefas.
Circuye toda esta gran tarbea en la parte superior un ancho
friso, compuesto de bellos florones y estrellas, que nos
trajeron á la imaginación otros ornatos de la misma especie que
existen en el citado Salón de Embajadores del Alcázar
sevillano.
Sobre este friso se notan aún varias palabras de una inscripción
latina escrita en caracteres monacales, la cual debió ponerse
allí cuando se consagró en iglesia esta parte del antiguo
palacio. Difícil cuando no imposible de todo punto es ya la
lectura de esta inscripción, tal como se puso en el lugar que
ocupa: por esta razón nos abstenemos de trasladarla á este, no
sin advertir que es uno de los salmos de David, en donde bendice
la morada del Eterno.
En los muros de oriente y occidente hay dos arcos no menos
preciosos que el ya mencionado, si bien no son de tan colosales
proporciones. Hallase el oriental cerrado por un tabique, viéndose
exornado de exquisitas labores de almocárabe, que pasando de
arriba abajo en sentido opuesto atraviesan gallardos festones, de
cuyo enlace resultan bellas y numerosas divisiones que encantan la
vista, y cuya gracia aumenta el ondulante movimiento de los
festones referidos.
Corre al rededor de tan precioso ornato un friso de delgada é
ingeniosa alharaca, y levantase sobre la cenefa arriba indicada,
que se une con la leyenda latina, rodeando toda la estancia.
Abría este arco paso á la situada tal vez á la cabeza del
templo, cuyas paredes revestidas de admirables relieves
debieran haber sido vistas por el cabildo de Toledo con mas
estimación, evitando que hayan venido al doloroso estado en
que se encuentran.
Inconcebible parece cómo una corporación tan amante
siempre de las artes, que tanto se ha distinguido por la
protección dispensada á los artistas, ha podido consentir que
los trabajadores que se empleaban en el taller hayan
convertido esta pieza, verdaderamente oriental por la riqueza
y magnificencia de sus ornatos, en cocina.
Así ha sucedido que todos los muros se encuentran cargados de
hollín, ennegreciéndose las vistosas labores que los
embellecían, y calcinándose el estuco de tal manera que basta
el toque más leve en algunas partes para que vengan al suelo
pedazos de ataurique y de almocárabe, ornamentos que abundan
allí más que en lo restante del edificio. El artesonado, que
podría acaso conservar los vivos colores y el brillante dorado
que debió ostentar en un principio, ha sufrido igual suerte,
comprendiéndose apenas la trabazón de la bella adaraja de que
se compone.
No podemos menos de confesarlo: jamás hubiéramos creído que
llegase el abandono á tal punto, máxime cuando tan buenos
antecedentes existían respecto al celo del cabildo
metropolitano; pero esta lamentable incuria no deja por otra
parte de tener alguna disculpa, atendido el desdén con que los
artistas han mirado en nuestro suelo los monumentos
musulmanes.
A este empeño sistemático de condenar al desprecio cuanto no
se ajustaba con las reglas de Vitrubio y de Vignola, á esta
falta absoluta de buen sentido y tolerancia que ha dominado
entre nuestros arquitectos y escritores deben por tanto
atribuirse la profanación de este precioso palacio y la ruina
de otros mil edificios de la misma época. En efecto:
¿qué aprecio habrá podido tener el cabildo de Toledo á un
monumento que no había logrado atraer sobre sí una sola mirada
de hombres de tanta nota y prestigio como Ponz, cuando este
autor se había detenido por el contrario a elogiar todos los
edificios que más se apartaban de la riqueza oriental que el
Taller del Moro respira?...
La indiferencia, pues, del cabildo aparece justificada hasta
cierto punto, y he aquí la razón por qué nosotros nos
limitamos solo á exponer los hechos, sin formular un cargo más
serio contra los que á haber reconocido su mérito, habrían sin
duda puesto el mayor empeño en conservar tan estimable joya de
la arquitectura arábiga.
Todo se hacía en el último siglo por espíritu de sistema, y
sabido es que cuando los partidarios de cualquier sistema
posible se encierran en un círculo, tan estrecho como el que
trazaron en su alrededor los reaccionarios en materia de
artes, son más perjudiciales con su exclusivismo que los
extravíos que combaten.
La pieza de que hablamos tiene en los muros del norte y
mediodía dos puertas, formadas por arcos de herradura,
decorados en sus archivoltas y pechinas de menudos relieves de
ataujía, presentando en la pared occidental el arco referido
que comunica con la gran tarbea que dejamos descrita.
Exórnanlo multitud de labores de alharaca que describen
variadas figuras geométricas, alternando con estrellas y
conchillas de relieve, viéndose sobre la clave una rica tabla
de arabesco, sembrada de conchas de mayor tamaño, la cual se
halla rodeada de leyendas, sobre las que se alza otra cenefa,
cuyo diseño apenas puede percibirse, por la oscuridad del
hollín mencionado. El artesonado de la presente estancia es
enteramente igual al de la del lado occidental, libre
afortunadamente del humo que a esta ennegrece.
El arco que le da entrada, cerrado en parte para poner una
pequeña puerta, está adornado casi en la misma forma que el de
enfrente, en el exterior, mientras en el interior presenta
tantos y tan delicados relieves que hacen mucho más sensible
el atentado cometido contraía estancia descrita y que traen á
la memoria los bellos muros de la Alhambra, de los cuales
pareció decir el apasionado fray Luís de León estos versos:
De labor peregrina
Una casa real vi, cual labrada
Ninguna fue jamás por sabio moro:
Las torres de marfil, el techo de oro.
Véase la pared oriental revestida de preciosos ornatos,
rodeando las del norte y mediodía una ancha faja, formada de
estrellas, en donde brillan aún los vivos colores de la
ataujía, resaltando sobre el oro el azul y el morado, que
conservan no poca frescura para dar una idea, aunque remota,
de su antigua suntuosidad y magnificencia.
Encierra la expresada faja una leyenda árabe en
caracteres nesgi, y hallase también coronada por otra
inscripción latina semejante á la del salón, que dejamos
citada. Levantase el artesonado sobre cuatro pechinas que
cortan los ángulos de la estancia y toma desde luego la planta
octógona, cerrando la cúpula una gran pina ó racimo colgante
de la misma forma. Lástima es que hayan desaparecido ya los
brillantes
colores y el dorado que esmaltaban este apreciable alfarje,
sucediendo en parte lo mismo con los adornos de lacería que lo
avaloraban, lo cual es tanto más digno de sentirse cuanto que
si no se hallara en este estado podría indudablemente sufrir
esta linda techumbre la comparación con muchas de las que
decoran las bellas alhamas del alcázar de Sevilla.
El artesonado de las estancias que dejamos mencionadas, es
bastante menos elevado que el de la gran tarbea del centro,
cuya forma es propiamente de artesón, viéndose atravesado de
norte á mediodía de diez alfardas que lo aseguran y mantienen.
Tal es el celebrado Taller del Moro, que se halla en la
actualidad destinado para servir de almacén de muebles de la
catedral y para encerrar maderas viejas, habiendo sido durante
el tiempo en que el cabildo ha tenido grandes obras, el taller
en donde se labraban y pulían los mármoles. Esto, como dejamos
dicho, ha dado margen á que haya sufrido graves daños, que han
contribuido no poco á desfigurarlo.
Pero de esperar es que, advertido el cabildo del grande mérito de
este monumento, libres ya los artistas de las preocupaciones que
desgraciadamente han abrigado, preocupaciones hijas las más veces
de la indolencia y falta de estudios, y comprendida finalmente la
necesidad de apreciar todos los géneros, merezca el Taller del
Moro más señalada solicitud, evitándose de este modo su próxima y
total ruina.
La celebridad de que goza este monumento entre los extranjeros,
que poseen de él esmerados diseños, le presta también una
importancia sin límites, que crece al contemplar que, según la
clasificación que hemos hecho, es uno de los edificios de más
precio en la historia de la arquitectura arábiga.
El taller del Moro - Ayuntamiento de Toledo - Fotografía
coloreada por Purger&Co - hacia 1905
El taller del moro posteriormente fue usado como almacén y
garaje de vehículos, con un considerable deterioro de
sus yeserías, como muestran las fotografías de principios
del siglo XX
En 1963 el Estado adquirió y
restauró el edificio. Se trata del único monumento de
carácter civil de la primera mitad del siglo XIV que se ha
conservado en Toledo. del mismo modo el estado en 1968
adquirió el jardín trasero que enlaza con el palacio de
Fuensalida.
Actualmente Lo conservado del
edificio original consta de un salón central y dos alcobas
laterales comunicadas entre sí por arcos de ricas yeserías y
cubiertos por techumbres de madera.
18. Epitafio sobre la Leyenda del Señor de Orgaz - Iglesia de Santo Tomé
epitafio de Alvar Gómez de Castro en la iglesia de Santo Tomé de
Toledo
Epitafio compuesto por Alvar Gómez de Castro - Iglesia de Santo
Tomé
Entre los textos de carácter histórico que escribió el humanista
eulaliense Alvar Gómez de Castro (Santa Olalla, 1515 – Toledo, 1580)
llama la atención el que realiza para la parroquia de Santo Tomé de
Toledo.
Un texto, a modo de largo epitafio, elaborado para que se labrara en
piedra y se colocara en la capilla de la Concepción donde desde 1323
está enterrado don Gonzalo Ruiz de Toledo, el señor de Orgaz, que
falleció con fama de santo y fue enterrado de manera milagrosa por
San Agustín y San Esteban, según la leyenda.
Don Gonzalo se comprometió a que los vecinos de su villa de Orgaz
entregarían a esta parroquia una limosna anual bastante sustanciosa,
algo que dejaron de hacer en 1554 y contra lo que inicio sus pleitos
en 1564 el párroco Andrés Núñez de Madrid. En 1566 este pleito pasa
a la Real Chancillería de Valladolid y en 1569 se falla a favor de
la parroquia.
Es en ese momento, cuando el párroco decide dejar constancia de su
victoria y evitar que el impago volviera a producirse. En 1569
encarga a nuestro humanista Alvar Gómez de Castro el retorico
epitafio que labrado en piedra se colocó por encima de la tumba, se
inicia con la formula latina: “Siste Paululum Viator, et antiquam
urbis nostre historiam pucis accipe”.
También hay que tener en cuenta que en esos años se reformo la
capilla y se subió el suelo, por lo que el sepulcro quedo oculto
siendo más necesaria que nunca la colocación de este epitafio.
Alvar Gómez se basó para la redacción del texto en la primera
narración impresa que existía del milagro en “La Historia de Toledo”
de Pedro de Alcocer, publicada en 1554 al inicio de todos los
litigios entre la parroquia y la villa de Orgaz.
Existen varias traducciones del texto latino, escogemos esta de
Manuel Bartolomé Cossío.[4] El texto completo de la inscripción dice así:
"Consagrado a los santos bienhechores y a la piedad. Aunque vallas
deprisa, párate un poco, y oye en breves palabras una antigua
historia de nuestra ciudad. Don Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de la
villa de Orgaz, notario mayor de Castilla, entre otros testimonios
de su piedad, cuido de que la iglesia que ves, del apóstol Tomas,
donde, por testamento, mando enterrarse, en otro tiempo angosta y
mal conservada, se restaurase con mayor amplitud, a sus expensas;
añadiendo muchas ofrendas, así de plata como de oro.
Cuando los sacerdotes se preparaban a enterrarle ¡Cosa admirable e
insólita!, San Esteban y San Agustín, bajados del cielo, lo
sepultaron aquí con sus propias manos.
Como es largo de contar el motivo que impulsara a estos santos,
pregúntalo a los hermanos agustinos, si tienes tiempo. El camino es
corto. Murió en el año de Cristo de 1312. Oíste el ánimo agradecido
de los celestes. Oye ahora la inconstancia de los mortales.
El mismo Gonzalo legó en testamento al párroco y ministros de esta
iglesia, como también a los padres de la parroquia, 2 carneros, 16
gallinas, 2 pellejos de vino, 2 cargas de leña, y 800 monedas que
nosotros llamamos maravedíes, que habían de recibir anualmente de
los de Orgaz.
Rehusando estos durante dos años pagar el piadoso tributo, en
la esperanza de que con el transcurso del tiempo se oscureciera el
asunto, han sido obligados a ello, por sentencia de la cancillería
de Valladolid, el año de Cristo de 1570, habiéndolo defendido
enérgicamente, Andrés Nuñez de Madrid, cura de este templo, y Pedro
Ruiz Durón, ecónomo".
Pero el interés del párroco en perpetuar la fama del milagro, que no
había sido reconocido por la iglesia de Roma que tampoco había
considerado a su protagonista el señor de Orgaz digno de
beatificación, le mueve desde 1584 promover la pintura de un cuadro
con esta escena.
Dada la singularidad de la temática del cuadro, debía recibir una
autorización especial del Consejo de Gobernación del Arzobispado de
Toledo, obtuvo esta licencia el párroco en octubre de 1584: “se
exigía que el milagro se pintara con la debida decencia, y sin que
se excediera de lo que sobre él decía un letrero antiguo en vez del
más reciente epitafio latino de Gómez de Castro”.
El encargo se firma con El Greco el 18 de marzo de 1586. Este es un
extracto del contrato: “Se ha de pintar desde arriba del arco hasta
abajo y todo se ha de pintar en lienzo hasta el epitafio que está en
la dicha pared y lo demás abajo al fresco y en ello se ha de pintar
un sepulcro y en el lienzo se ha de pintar una procesión de como el
cura y los demás clérigos que estaban haciendo los oficios para
enterrar a don Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de la villa de Orgaz y
bajaron San Agustín y San Esteban a enterrar el cuerpo de este
caballero, el uno teniéndole de la cabeza y el otro de los pies
echándole en la sepultura, y fingiendo alrededor mucha gente que
estaba mirando y encima de todo esto se ha de hacer un cielo abierto
de gloria”.
Estando finalizada la obra en 1588 y colocándose sobre la placa de
Alvar Gómez de Castro. Las pinturas al fresco que estarían bajo el
cuadro y alrededor del epitafio, nunca se llegaron a realizar,
buscaban generar un efecto de sepulcro fingido
Iglesia de Santo Tomé
y contempla una de las obras maestras de la historia
del arte occidental:
El entierro del Señor de Orgaz,
realizado por El Greco en el siglo XVI.
¿Sabes
quién fue el señor de Orgaz y porque se le dio tanta importancia su
entierro? Anímate a descubrirlo.
19. Leyenda de la Casa de las Cadenas - Monasterio de San Juan de los Reyes
La leyenda nos cuenta que cerca del Monasterio de San Juan
de los Reyes en la Judería de Toledo, vivía en una casa señorial
un judío converso que trabajaba hábilmente con el hierro y el
acero.
Tal era su habilidad, que de sus manos salían
aldabones para las portadas, rejas y aceros que se llevaban a los
caballeros que luchaban contra los moros en el sur de Castilla.
Nuestro artesano, trabajaba en el sótano de su casa, para
ocultarse de los curioso y transeúntes que no hacían más que
murmurar que esa casa no era propio de un judío converso, sin
saber que esa casa se la había dado un importante caballero en
pago de su valeroso trabajo.
Detalle de los grilletes y cadenas de la fachada de San Juan
de los Reyes
Con el paso del tiempo, el judío se especializo en cadenas, y
durante mucho tiempo trabajo de sol a sol y durante toda la
noche sin cesar.
Los vecinos escuchaban el resonar del martillos golpeando el
hierro, y veían como cada mañana salían carros y carro llenos de
cadenas de su casa, en dirección supuestamente de Granada.
Cuando los Reyes Católicos fueron ganándole terreno a los moros
en la conquista de Granada, empezaron a llegar cristianos
toledanos que habían sido liberados.
De la suerte que corriera el judío no cuenta nada la leyenda, si fue
preso, ajusticiado o consiguió escapar.
Fachada de San Juan de los Reyes
La casa donde fueron forjadas las cadenas, conocida como “La Casa de
las Cadenas” (antiguo Museo de Arte Contemporáneo) tiene en su
fachada unas cadenas.
En la fachada de Monasterio de San Juan de los Reyes tiene los
grilletes y la cadenas de los prisioneros cristianos que fueron
liberados en la Conquista de Granada.
Monasterio de San Juan de los Reyes
Edificio encargado por los Reyes Católicos a Juan Guas en 1476,
quien construyó uno de los templos más bellos de la ciudad de Toledo
y uno de los mejores conjuntos del gótico hispano-flamenco.
La iglesia tiene una sola nave cubierta con bóvedas de crucería, con
cúpula estrellada sobre le presbiterio, coro alto y capillas
laterales entre los contrafuertes, destacando la abundante
decoración que adorna el crucero y la capilla mayor.
En esta última el esquema decorativo es a base de arcos conopiales
y escudos de los Reyes Católicos sostenidos por águilas de San Juan.
A través de una pequeña puerta se accede al claustro, obra maestra
de Enrique Egas, compuesto por cuatro alas abiertas a un patio a
través de grandes ventanales de tracería flamígera, bordeados por un
friso con decoración vegetal y animal.
En la planta superior es notable la bella techumbre policromada que
repite, como motivo ornamental, emblemas, armas e iniciales de
Isabel y Fernando, realizado en estilo mudéjar.
En su fachada principal aparece la tradicional decoración isabelina,
formada por estatuas, arquerías ciegas, pináculos y bolas. En ella
destacan las cadenas de los cristianos cautivos que fueron liberados
por Fernando el Católico en la toma de Málaga y Baeza.
20. Leyenda del Zapatero y el Cardenal - Real Colegio de Doncellas Nobles
Transcurría un frio y duro invierno toledano de finales del siglo
XV, cuando llegó a Toledo un joven estudiante sin muchos recursos
económicos.
Una mañana se acercó a uno de los muchos talleres de zapatos que
había en aquella época en la calle zapaterías (hoy calle Martín
Gamero), muy cerca de la Puerta del Reloj de la catedral.
Al entrar en la tienda le preguntó al zapatero si consideraba que
sus botas eran adecuadas para el frio de la ciudad. El zapatero le
contestó que estaban muy gastadas y en mal estado, por lo que era
conveniente adquirir unas nuevas.
El estudiante le encargó unas a medida. Estos talleres estaban
formados por artesanos del calzado, a los que solía acudir la clase
alta de la sociedad toledana de la época.
Pasados varios días fue a recoger las botas. Tras probárselas y
comprobar que le venían como anillo al dedo, le dijo al zapatero que
se quedaba con las botas, pero que no le podía pagar en ese momento
por no tener dinero, pero que se las pagaría cuando fuese arzobispo.
El zapatero, extrañado por la respuesta, y en vista de que no
sacaría nada de aquella venta, recurrió a su conocida humildad y
sonriendo aceptó la respuesta de la firme respuesta del estudiante.
Pasados varios años, mientras el ya viejo zapatero estaba a punto de
cerrar el taller, se presentó un caballero que le pidió educadamente
que le acompañara a ver al Cardenal Silíceo, por aquel entonces
arzobispo de Toledo.
El zapatero, perplejo y desconcertado, cerró la tienda y aceptó el
requerimiento del caballero. Una vez en sus dependencias el cardenal
le recordó quien era y la promesa que le hizo hace muchos años
cuando era estudiante y le regalo unas botas.
Se dieron la mano, sonrieron y el cardenal le pago con onzas de oro
más dinero del precio real de las botas. A continuación, le pregunto
si era suficiente dinero. El zapatero le contesto que era más que
suficiente, pero que le quería pedir un favor.
Al ser bastante viejo y contaba con dos hijas muy jóvenes, le pidió
al cardenal que cuando él muriera, cuidase de sus dos hijas, pues no
tenía a nadie que pudiese hacerse cargo de ellas y de su educación.
La respuesta fue afirmativa, prometiendo que se encargaría de que
nos les faltase de nada.
La leyenda cuenta que a raíz de esta circunstancia el Cardenal
Silíceo fundó el Real Colegio de Doncellas Nobles, siendo las hijas
del zapatero una de las primeras alumnas que entraron en este
colegio a pesar de no descender de nobles.
Real Colegio de Doncellas Nobles
Real Colegio de Doncellas Nobles, Toledo
Este Colegio fue fundado por el Cardenal Juan Martínez de
Guijarro, conocido por Cardenal Silíceo, en el año 1551 para
acoger a 100 jóvenes con pocos recursos y darles formación
cristiana, para poder acceder a una de estas plazas no era
necesario ser nobles de sangre, sólo tenían que acreditar que no
tenían ascendencia conversa y tener una edad comprendida entre los
7 y 10 años.
En el año 1560 el rey Felipe II aceptó el co-patronazgo de este
colegio, nombrado por el Cardenal Silíceo, pudiendo presentar
doncellas de otra procedencia para la misma educación.
El Real Colegio funcionó con los estatutos originales hasta 1988.
Llegó a considerarse uno de los mejores colegios en Europa.
Existen varias visitas guiadas por el Toledo más monumental, y
además se accede al interior de estos espacios (al menos a los más
relevantes).
Es importante tener en cuenta el horario de estos monumentos que
están abiertos durante todos los días desde las 10 de la mañana
hasta las 18:45 (horario de verano) / 17:45 (horario de invierno).
21. Leyenda de la Dama de los ojos sin
brillo - Santo Domingo el Real
Fantasma de Santo Domingo el Real en Toledo
Las leyendas que narran visiones de personas ya fallecidas son
una constante en Toledo.
La ciudad inspira apariciones y misterios narrados en la noche de
los tiempos, en versiones diferentes de un mismo mito que todas
las culturas que aquí han morado repiten una y otra vez.
Ahora aquí reproducimos, en su versión caballeresca, una de las
leyendas toledanas más repetidas.
La infanta Catalina de Austria recibió una gran fiesta
en Toledo.
Sobre la media noche, cuando aún resonaban
las campanadas en el reloj del monasterio de Santo Domingo el
Real, cercano a donde se realizaba el acto, un noble que asistía a
la fiesta, vio como una dama se acercaba. Como era de gran
belleza, le pidió que fuese su acompañante y extrañamente, sin
mediar palabra, aceptó su invitación.
Monasterio de Santo Domingo el Real, Toledo
Cuando acabo el baile, el noble acompañó a la dama a su casa, que
se situaría en la calle de Aljibes, y le prestó su capa roja
porque hacía frío.
Al día siguiente, el caballero fue a la casa donde la joven dijo
que vivía para recuperar su capa y quedó sorprendido cuando le
explicaron que aquella dama había muerto hacía dos meses.
A los dos días un hombre llevó al noble su capa roja que
misteriosamente la encontró en el camposanto, encima de la tumba
de la condesita de Orsino, «la misteriosa dama de los ojos sin
brillo».
22. Leyenda de la Cueva de los Siete Cerrojos
de Toledo
Las "Cuevas de Hércules" rodeadas de
misterios y leyendas, resumen en cierto modo la
tradición "subterránea" de Toledo.
La tradición dice que este lugar fue labrado por Tubal o
Hércules el Egipcio y sería la cátedra secreta desde la
que el propio Hércules enseñaba las ciencias ocultas.
Se decía que en esas cuevas había figuras o pinturas
escondidas antes de la llegada de los árabes, cuyo
desvelamiento acarrearía grandes males.
En estas cuevas se sitúa también el tesoro que encuentra
el joven judío del manuscrito de Roso de Luna, por sólo
poner algunos ejemplos.
Las cuevas se encontraban bajo la iglesia de San
Ginés, hoy desaparecida.
Además hay otros subterráneos en las cercanías, como los de la casa
Navarro Ledesma, 1, y los de Hacienda.
Bien pudiera ser que todos estos subterráneos fueran
refugios iberorromanos, constituyendo una especie de
ciudad refugio comunicada por pasadizos.
La tradición de las pinturas escondidas podría referirse
a que las cuevas se usaron como templo pagano en el que
estatuas paganas siguieran recibiendo culto secreto
después de ser oficial el cristianismo en Toledo; las
estatuas estarían escondidas para protegerlas de la ola
iconoclasta que seguramente patrocinó el cristianismo,
ya que no se han encontrado apenas estatuas romanas en
la ciudad.
Posteriormente, podrían haber sido utilizadas como
refugio por los cristianos perseguidos por los árabes y,
luego, por los árabes y judíos perseguidos por los
cristianos.
Las últimas excavaciones han demostrado por fin que
realmente estas cuevas formaban parte de las cisternas
del abastecimiento romano de Toledo, como observamos en
la fotografía adjunta a este texto.
Además de la tradición hermética de Hércules y los
tesoros escondidos, esta cueva posee vinculada a ella
otra tradición importante, referida al último rey godo,
don Rodrigo, y la caída de España en manos árabes .
Estas cuevas eran el recinto misterioso cuyo
ingreso estaba prohibido a los mortales y cuyo
desvelamiento acarrearía grandes males.
El rey don Rodrigo se atreve a entrar y con ello
arrastra a la ruina a su país, que se verá invadido por
los árabes. Esta tradición la recoge un personaje tan
pintoresco y ajeno a Toledo como es el Marqués de Sade.
En sus Crímenes del Amor recoge un cuento alegórico que
titula "Rodrigo o la torre encantada", en la que el
divino marqués da su versión libre y fantaseada, pero
bellísima:
"Mientras el peligro aumenta, el desgraciado monarca
está en vísperas de ser echado del trono; se acuerda
entonces de un monumento antiguo que hay por los
alrededores de Toledo, el que llaman la Torre Encantada;
la opinión vulgar cree que está llena de tesoros; el
príncipe corre a ella con el propósito de aprehenderlos;
pero no es posible entrar en el tenebroso reducto
Una puerta de hierro provista de mil cerraduras le
impide tan bien el paso, que ningún mortal ha podido
todavía penetrar en ella. En lo alto de esta puerta
terrible se lee en caracteres griegos: No te acerques si
temes a la muerte. Rodrigo no se asusta por esto: se
trata de sus Estados, toda esperanza de encontrar fondos
está perdida absolutamente: manda romper las puertas y
sigue adelante."
El rey, tras cruzar varias salas con las más horrendas y
dantescas visiones, penetrará en los mismísimos
infiernos, donde habrá de seguir su búsqueda por lagos
inflamados y ríos de fuego, volcanes sangrientos,
llanuras gélidas pobladas de gigantes..., hasta obtener
por fin el tesoro apetecido. Pero los árabes ya están
invadiendo todo su reino y un guerrero lo abate, que
resulta ser “Florinda la Cava”, (Leer La Cava).
Tan fuerte era la creencia, al acabar la Edad Media,
en las cosas infernales que sucedían en los
subterráneos toledanos y los monstruos que los
habitaban, que el cardenal Silíceo mandó practicar un
reconocimiento en las Cuevas de Hércules en
1546.
Los exploradores se internaron con antorchas en los
subterráneos de San Ginés; pero aparecieron demacrados
y contando tan terribles historias que la extraña
cueva se tapió; este suceso fue registrado en los
anales toledanos.
Hasta 1839 no se intentó otro reconocimiento de la
cueva, a raíz de la demolición de la iglesia de San
Ginés. El vizconde de Palazuelos dice en su “Guía”,
escrita en 1890:
«Una vez en el solar, vimos en el suelo, a la
izquierda, un cuadrado boquete, ingreso de la cueva,
recinto casi lleno actualmente de escombros que no
impiden, sin embargo la entrada, ni hacerse cargo de
lo que queda descrito. Formada por bóvedas de piedras
paralelas y, semicirculares de indudable fabricación
romana, unidas por arcos prácticamente cerrados. En
los extremos de la estancia hay ciertos boquetes o
puertas tapiadas que, sin duda, comunican con alguna
bóveda inmediata.”
En la actualidad, se puede descender a esta cueva
gracias a la labor realizada por el equipo de
Arqueólogos del Consorcio Ciudad de Toledo y el
Ayuntamieno. Allí podrá observar los intentos de
perforación que durante estas "visitas" se hicieron para
descubrir hasta dónde llegaba la supuesta cueva. En
enero de 2010 la cueva ha sido reabierta, con una nueva
restauración para el disfrute de toledanos y turistas.
Hay otros sótanos famosos en Toledo. Los de la Casa del
Greco, por ejemplo. La casa del Greco fue levantada el
siglo pasado en lo que fueran casas de Samuel-ha-Leví.
el judío tesorero de don Pedro el Cruel. Se decía que
Samuel escondía en aquellos sótanos infinitas riquezas y
el rey le pidió que se las entregase.
Como el judío se negó, el rey le arrojó a la cárcel y le
sometió a terribles tormentos: «Si don Samuel me diera
la tercia parte del más pequeño montón que aquí está, yo
no le mandara atormentar. “E dexose morir sin me lo
decir!» Exclama el cruel don Pedro cuando se apodera de
las 170.000 doblas, 4.000 marcos de plata, 125 arcas
llenas de paños de oro y seda y muchas joyas ocultas en
aquellos subterráneos...
Posteriormente, la casa fue entregada por Enrique IV a
don Juan Pacheco, marqués de Villena (ver leyenda), y
comenzó a conocerse como "casa o palacio de Villena". Se
decía que en ella vivió don Enrique de Aragón, llamado
impropiamente marqués de Villena, y que utilizó esos
subterráneos para sus brujerías y nigromancias, viéndose
al filo de la media noche resplandores amarillentos que
surgían de los subterráneos, al tiempo que se oían
cadenas y choque de cristales y redomas, aunque lo
cierto es que de haber habido algo, la cosa no pasaría
de simples experimentos de alquimia.
Luego el palacio se arruinó y los subterráneos fueron
cobijo de mendigos, hasta que se construyó la casa y se
creó el museo del Greco.
Los subterráneos son muy amplios, en rampa, y con siete
pisos, se decía, aunque en realidad no tienen más que
tres plantas. Hay dos grupos: unos que pudieron ser
caballerizas y a los que se entra por el zaguán y otros
a los que se entra por el jardín y que son los más
profundos.
El turista puede ver una pequeña parte a través de las
rejas. Recientemente, se ha descubierto un paso
subterráneo que los comunica con la vecina sinagoga del
Tránsito. Hay otras casas en el paseo del Tránsito cuyos
sótanos poseen galerías que descienden hacia el río.
Sótanos parecidos a éstos de la casa del Greco son los
del convento de San Clemente. Construidos con toscas
bóvedas de medio cañón y muy amplios. Debieron servir
como almacén de las rentas que cobraba el convento en
especies. También muy importantes son los sótanos del
Alcázar, pero estos requieren mención aparte. Su
estructura actual data del renacimiento; pero
ciertamente ya debieron existir antes.
Servían de cuadras y caballerizas y a ellos se
accedía por la cuesta del Alcázar, a través de la puerta
de Carros. Estos sótanos eran visitados hasta hace no
muchos años por el turista evocando la dura batalla allí
librada durante la Guerra Civil, y en la habitación de
los aljibes, por ejemplo, se pueden apreciar los
diversos pisos.
También eran cuadras y alojamientos de caballerías los
sótanos del palacio de Fuensalida, hoy dispuestos para
alojar turistas convertidos en cafetería. En general, y
con el auge del turismo los sótanos se despueblan de
telarañas, murciélagos vampiros, duendes, monstruos o
tesoros escondidos y aparecen de la noche a la mañana
convertidos en cafeterías, discotecas, mesones, salas de
arte, etc.
Ese destino han seguido sótanos que antaño
infundían pavor y que ahora son locales de diversión en
el callejón de la Sillería, de Zocodover... Pero todavía
quedan muchos otros por Toledo, como los de la casa de
los Rojas, Escuelas Núñez de Arce, por San Miguel el
Alto... Y quien sabe si con grandes tesoros.
23. De Tapas por Toledo
Dónde Tapear en Toledo
.
Tapear en Toledo
¿Hay algo que nos guste más que una buena caña acompañada de unas
buenas tapas?
Lo dudo. Es una parte capital de nuestra cultural, o al menos de
nuestra forma de entender tanto el ocio como la gastronomía.
Por eso mismo, en casi cualquier ciudad podemos encontrar
brillantes bares de tapas.
Y Toledo no es la excepción, por supuesto. En esta bella ciudad
encontramos algunas tapas realmente buenas, con una variedad
increíble y una calidad insuperable.
Os presentamos seis sitios donde los mejores de nuestra
gastronomía se presenta en forma de tapa. Si vas dentro de poco a
la ciudad, te garantizamos que cualquiera de estos sitios es
perfecto para cuando estés caminando por el centro de la ciudad y
quieras dar un homenaje a tu paladar.
El Trébol
Hay muchísimos bares de tapas buenos en la ciudad de Toledo. Pero
sin duda El Trébol es el indicado para abrir esta lista llena de
sabor. Y es que esta cervecería, ubicada en pleno centro
histórico, es un clásico. Es un sitio ideal para comer bien y
barato en Toledo y disfrutar de una suculenta gastronomía.
Tienen tapas frías y calientes, entre las que encontramos lo más
representativo de nuestra gastronomía nacional: salmorejo,
croquetas, huevos rotos, jamón, carne en salsa... y un sin fin más
de tapas que harán las delicias de cualquiera. Todo ello en un
ambiente cómodo y tranquilo. Un planazo, vaya.
Taberna El Gallo
Continuamos esta visita gastronómica por los mejores bares de
tapas de Toledo con un invitado muy especial. Su nombre es Taberna
El Gallo, una cafetería-restaurante en pleno casco antiguo de
Toledo. Si tu preguntas a cualquier toledano por un sitio de
tapas, seguramente te recomiendo ir a El Gallo. Y eso es sinónimo
de calidad.
Cuentan con menú diario y una carta larguísima, llena de matices,
sabores y texturas muy variadas. Sin embargo su clásico son las
tapas, donde destacan platos típicos de la comida castellana, como
puede ser, por ejemplo, el caso del pisto o de las migas. Comida
casera, de la de verdad. Una maravilla.
Bar Restaurante Alcazar
Hay bares que tan solo son meros sitios de paso, donde tomar algo
o comer e irte. Luego hay otros que mantienen el espíritu de los
bares de toda la vida, y esos son los que se convierten en tu
casa. Tal es el caso de Bar Restaurante Alcazar, un bar de tapas
de culto para cualquier amante de la comida.
Probablemente tiene la variedad de tapas más grande de esta lista.
Además, no contentos con eso, sus tapas son muy abundantes, por lo
que con unas cuantas cañas podrás darte por servido. Sin duda, no
se puede hacer una lista sobre dónde tapear en Toledo sin añadir a
Bar Restaurante Alcazar.
Cervecería El Tirador
Detrás de una decoración austera y minimalista, se encuentra una
de las cervecerías con más encanto, personalidad y carisma de la
ciudad de las tres culturas. Su nombre es Cervecería El Tirador,
donde el matrimonio entre la cerveza y las tapas alcanza unas
cotas de unión poco vistas en otros lugares.
Su cerveza artesanal es el contrapunto perfecto y necesario para
sus tapas de estilo mediterráneo. Porque si una buena tapa se
acompaña con una cereza artesanal, llena de sabor, todo mejora
¿verdad? Si sois de buen comer, sus abundantes tapas, elaboradas
con materias de primer nivel, os dejarán atados a la silla.
Cervecería Los Arcos
Si habéis estado en Toledo, lo más seguro es que conozcáis la
Plaza de Zocodover, en el mismísimo centro del casco histórico de
la ciudad. A muy pocos pasos de allí se encuentra el Restaurante
Los Arcos, donde podréis disfrutar de la rica y multicultural
gastronomía toledana. Cocina casera hecha con mucho mimo.
Los Arcos es, sin lugar a dudas, uno de los locales más conocidos
de Toledo. Y no es para menos: sus tapas son de las más top de la
ciudad y, por qué no decirlo, de todo nuestro país. Cuando las
cosas se hacen con amor, se nota en el resultado: y aquí hacen su
cocina sobretodo con eso, con un amor impresionante por la comida
tradicional.
Clandestina de las Tendillas
Y para terminar con esta lista acerca dónde tapear en Toledo, os
traemos uno de esos bares-restaurante relajados con terraza y
jardín al aire libre que tanto nos gustan.
Un lugar donde podemos disfrutar durante todo el año del
privilegiado entorno histórico y cultural que nos ofrece la ciudad
de Toledo.
Sus tapas se tienen que probar en la vida alguna vez si o si.
Tiene una diferencia positiva frente al resto de sus competidoras,
y es que toda su comida está elaborada con ingredientes frescos
del día y, sobretodo, de producción local. Todo ello orquestado
por uno de los mejores chefs de la ciudad. Una experiencia
culinaria inolvidable.
24. Hacer una visita guiada Nocturna por Toledo
Al atardecer, cuando cae la noche la ciudad de Toledo se va
transformando mágicamente.
Seguramente, después de un día en Toledo, ya estaréis cansados
de haber pateado las principales calles de la ciudad.
A
estas alturas la historia ya os interesará más bien poco.
La
noche en Toledo invita a descubrir leyendas y secretos que
parecen estar escondidos en cada callejón, esperando a que
alguien llegue para ser desvelados.
Una ruta guiada por el Toledo nocturno puede cambiar vuestra
percepción de la ciudad.
Seguro que has
escuchado muchas veces hablar de noches toledanas, pero
¿Qué
es una noche toledana? ¿Es tan mala como se dice?
Si
siempre has escuchado la expresión pero no sabes de donde viene,
no te vamos hacer spoiler… ¡anímate a una visita nocturna y lo
descubrirás!
Tomar una Copa en una Antigua Iglesia
Después de un paseo nocturno es interesante conocer el ocio
nocturno en la ciudad de Toledo.
Una de
nuestras recomendaciones es el Círculo de Arte de Toledo, cuyo edificio es una antigua iglesia, que fue fundada por
Alfonso VI tras la reconquista. Aunque desde el siglo XIX está desacralizada, conserva la
arquitectura de una iglesia mudéjar
. Tener la
oportunidad de que tomar algo en un lugar como éste (mientras se
baila o escucha música) no deja de ser curioso y diferente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario