
Sinagoga de Santa Maria la Blanca, Toledo


Antigua Puerta del Cambrón o de los Judios, Toledo

Sinagoga del Tránsito, Toledo
Las calles de Toledo han acogido musulmanes, cristianos y judíos, por
eso brindan la oportunidad de acercarse a la historia de esta ciudad, y
de España, desde la época medieval hasta nuestros días.

Torre Mudejar de Santo Tomé, Toledo
A través de sus calles adoquinadas todavía pervive la esencia de todas
estas culturas y, en concreto, en el barrio de la judería tendremos la
ocasión de descubrir ese pequeño mundo que parece haber quedado
olvidado, segregados por las religiones dominantes.
3. Barrios de la Juderia de Toledo

Juderia primitiva de Toledo
Cuevas en el Alcaná de Toledo
Los árabes los consideraban como Hombres del Libro, por lo que les
otorgaron mucha libertad. A su vez, los judíos asimilaron sus costumbres
y aprendieron el idioma árabe como medio de comunicación, utilizándolo
hasta el siglo XIII incluso en su documentación interna o de carácter
religioso,
1492. El 31 de marzo, se establece el Decreto de Expulsión de los judíos del Reino, por lo que la Judería de Toledo desaparece, y los Reyes Católicos reparten los edificios públicos de los judíos, con alguna excepción, entre los nobles y las órdenes religiosas para compensar la pérdida de sus rentas. Muchos habitantes de la judería decidieron convertirse y seguir viviendo en sus casas de la judería; otros prefirieron exiliarse manteniendo el judezmo en sus lugares de destino y conservando las llaves de sus casas pensando en regresar…
Cuando Cristóbal Colón acudió a la reina Isabel para solicitar su
ayuda en la quimera descubridora que iba a emprender desea ésta
ayudarle, aunque para esta empresa es necesaria gran cantidad de
dinero, y las arcas reales están vacías a causa de los enormes
costos que generaba la guerra contra los musulmanes
granadinos.
La orisa es un guiso de carne y cebada (aunque
también existe el «orisa de trigo») muy tradicional de
la cocina sefardí.
Cocina Sefardí: Hamantashen Tradicionales
Ingredientes
4 tazas de harina
4 huevos
3/4 taza de azúcar
1 taza de margarina ablandada
1 cucharada de jugo de naranja
1 cucharadita de extracto de vainilla
2 cucharaditas de polvo de hornear
Una pizca de sal
1 cucharadita de cáscara de naranja rallada
Rellenos
Medio kilo de semillas de amapola o
Medio kilo de lekvar (jalea de manzana o ciruela)
O medio kilo de conserva de frutilla o albaricoque
Precaliente el horno a 350 grados.
Aceite bandejas para galletas.
Ponga todos los ingredientes en un bol para mezclar grande y bátalos. Puede agregar un poco mas de jugo o harina, depende de la consistencia de la masa. Forme una bola con la masa. DivÃdala en cuatro partes.
Proceda a armar y hornear de acuerdo al Hamantashen ilustrado
Preparación
1. Prepare la masa de su elección. Divídala en cuatro porciones
2. Sobre una mesa enharinada estire cada porción hasta un espesor de tres milímetros.
Usando un molde redondo o un cortador de galletas, corte círculos de 7,5 centímetros
3. Ponga entre media y dos tercios de cuchara de te del relleno que desee
4. Para darle una forma triangular levante los lados izquierdo y derecho, dejando la parte de abajo y uniendo ambos lados en el centro. Encima del relleno
5. Una el ala restante en el centro con los dos lados. Aprete juntos todos los lados
6. Ponga en una asadera para galletas aceitada, separadas dos centímetros y medio una de otra y hornee a 350 grados en el horno previamente calentado durante 20 minutos
Shavuot - Torta de queso
Si en lugar de la liturgia nos centramos en el ciclo vital de
los judíos señalaremos además tres importantes celebraciones
igualmente muy reguladas con gran celo: la circuncisión, el
matrimonio y la muerte.
Los días festivos no laborables tienen las mismas prescripciones que Shabat, con la diferencia de que en Sucot está permitido cocinar y cargar cosas en áreas públicas sin necesidad de un Eruv.
La festividad de las Cabañuelas (Sukot), es una de las tres fiestas mayores junto a la Pascua (Pésah) y el Pentecostés (Sabuot), en la que se peregrinaba a Jerusalén.
La Fiesta de las Cabañuelas, igualmente celebrada entre septiembre y octubre, dura una semana y rememora el tiempo en el que el pueblo hebreo estuvo errante entre su salida de Egipto y su llegada a la Tierra Prometida, por ello en su recuerdo las comidas principales se deben hacer a cielo abierto, bajo una pérgola, sencilla tienda, cabaña o cabañuela (suká) que permita la comunicación con el exterior.
Termina esta fiesta con la exaltación de la Ley (Simjat Torá) revelada por Dios a su pueblo.
Lo primero de todo te quiero situar un poquito.
La judería de Toledo se encontraba en las calles pegadas al río Tajo más o menos en la zona oeste del casco antiguo.
En el mapa está coloreado con un tono más intenso la zona de la judería toledana y en marrón los edificios o monumentos más representativos de esta parte del casco antiguo.
Historia de la Puerta de la judería toledana, que dejó de llamarse
“de los judíos” en el S XV, tras el edicto de expulsión de los
Reyes Católicos.
Eliminaron todo rasgo medieval para convertirlo en un baluarte
renacentista.
Fue entonces cuando cambió el nombre.
El puente de San Martín es de origen medieval. Puedes cruzarlo
para hacer unas fotos muy bonitas.
Monasterio de San Juan de los Reyes, Toledo
No podía haber un barrio judío sin sus sinagogas.
No quedan muchas en España y por suerte en Toledo podemos visitar dos de ellas.
La primera que verás en este recorrido por la judería es la Sinagoga de Santa María La Blanca
Para llegar pasarás por la calle del Cambrón y Reyes Católicos.
Seguimos dirección a la sinagoga.
Sinagoga de Santa Maria la Blanca,Toledo
Sinagoga del Tránsito, Tóledo
Esta "travesía" es un pequeño callejón, estrecho y con mucho
encanto. Me pareció una zona tranquila y una bonita ruta para ir
de una sinagoga a otra, así que, por eso te lo recomiendo. Toma
nota del nombre.
Sinagoga del Tránsito, Tóledo
Palacio de Samuel Leví, Toledo
Comercial, bulliciosa, jalonada de monumentos y de referencias
Históricos, pero también turísticas y gastronómicas, la calle de
Santo Tomé no sólo constituye el centro del barrio de Santo Tomé,
sino también uno de los ejes principales de la judería.
El barrio judío de Toledo se estructuraba en dos espacios
diferenciados: el arrabal exterior o superior y el arrabal
grande.
Él tenía con el dominio directo sobre unas casas en esta ciudad
a la colacion de la iglesia de san Roman e l’adarue que entonces
se dicia e agora se dice de los golondrinos que entonces avia
por linderos de la una puerta casas de juan alvarez Golondrino e
de la otra parte un corral que solia ser sinoga de judios”.
Bajo la sinagoga, se han encontrado restos de un baño ritual o micvé, un espacio cerrado, de sólidos muros, arcos de piedra y canalización para el agua, una sala pequeña con bóveda de cañón, accesible desde la calle por una puerta independiente.
La venta está registrada en un documento de 1402 que concreta
la situación de la casa de la Higuera junto a una casa “que dicen de la Atahona” y la sinagoga del
Sofer.
La casa de la Higuera se hallaba nada más entrar en la judería,
por la puerta de ésta a la izquierda,
El conjunto de sinagoga, tahona y casas se ubicaba en una
manzana situada entre la calle llamada “principal”, que
descendía de la iglesia de Santo Tomé a la “puerta de la
judería” (actual calle del Ángel) y la calle de los Reyes
Católicos.

La excavación fue poniendo al descubierto otros dos aljibes,
porciones de muros de casas de época medieval, restos de sótanos
abovedados (dos tramos de bóveda de cañón), la cimentación de la
sinagoga del Sofer.
La sinagoga del Sofer se hallaba, pues, frente al Arquillo del
Judío, pasaje que unía los barrios de la Assuica y del Alacava

Fue el Consorcio de Toledo el que, en 2010, recuperó para el uso
público ese espacio. En 2011 lo entregó al Consistorio.
El trabajo del investigador y arqueólogo francés Jean Passini está de actualidad estos días porque ha vuelto a sorprender a los toledanos con uno de sus hallazgos en la ciudad, y es que recientemente ha descubierto en el barrio de la Judería hasta 15 sótanos de casas que albergaban sinagogas donde los judíos conversos a partir del siglo XIV, a pesar de hacerse pasar por cristianos, seguían practicando su religión de manera oculta.
Jean Passini lleva 25 años trabajando como arqueólogo del urbanismo de Toledo y especialmente en casas de la Judería, donde se sitúa su último descubrimiento, al que ha llegado gracias a unos documentos medievales y a la crónica escrita por judíos que se marcharon a la isla de Creta (Grecia) en los siglos XV y XVI. Esta documentación le interesa porque «ofrece un conocimiento de Toledo en la época medieval para tener una planimetría del siglo XV y entender e interpretar el urbanismo judío e islámico».
Víctor Sánchez Beato
Calle Alamillos Del Paseo Tránsito, 9,
Los judíos buscaron su propio aislamiento para mantener su identidad y
lograron un barrio que se asemeja a una pequeña ciudad debido a sus
estrechas calles cerradas con puertas, el entramado de muros o los
pasajes que comunicaban a su vez los diferentes barrios de la judería,
así como con el resto de la ciudad de Toledo.
La madinat al-Yahud, o Ciudad de los Judíos de Toledo
He pasado por el “Arquillo”, en ese caminar hacia al Al-aqaba
para llegar a mi Judería y allí reencontrarme con los míos.
Estación de Tren de Toledo
Pocos plantearon esa llegada como parte íntegra de la
romanización en sí, entendiendo la “romanización” como el
proceso en que un territorio se integra en el sistema
político, y las redes económicas de un Mediterráneo cada vez
más unificado.
Sin embargo, sabemos que tenían el privilegio otorgado por el
emperador Augusto de evitar el pago de impuestos como
habitantes de poleis locales, reemplazándolo con el impuesto
sagrado del medio shekel al Templo de Jerusalén.
Expulsión de los Judios
Considerada con justicia como una verdadera ciudad dentro de
otra, la madinat al-Yahud, o ciudad de los judíos, consitituye
un amplio espacio urbano que ocupa prácticamente el diez por
ciento de la Toledo amurallada.
Dividida a su vez en diferentes barrios, que se corresponden con
las distintas etapas de su expansión, la judería toledana es un
intrincado laberinto que requiere ser acotado para poder obtener
una visión de conjunto de cómo fueron y cómo vivieron los judíos
toledanos al menos durante once siglos.
Aunque los documentos escritos más antiguos datan su presencia
en el siglo IV, en el contexto de la Toletum romana, la
tradición sefardita va más allá y relaciona a los judíos con el
mismo origen mítico de la ciudad, considerando probable que los
primeros hebreos llegaran a la Península Ibérica coincidiendo
con los destierros asirio y babilónico, en los siglos VIII-VI
antes de Cristo.
“Quiero dormir en las raíces del silencio”
Tal vez todo esto tenga sentido, porque desde el arrabal de
arriba, Toledo me parece más grande, más majestuosa. Yavhé me
ha permitido sentirme feliz-.
Así hablaba Yosef ibn Ferrusel, aquel administrador del
rey Alfonso VI que durante tanto tiempo protegió a
los suyos en toda Castilla, amigo íntimo de Yehudah
Ha-Leví. Más cuando se cruzó por el adarve Abzaradiel, en
esa estrecha calle entre la plaza de Santo Tomé y la llamada
puerta de los judíos, al ver al corregidor de la ciudad, le
dijo con voz pausada:
– Señor corregidor: Yo trato de privarme de ideas. Todos los
días me quito alguna, pero siempre me quedan demasiadas.
Toledo, es una ciudad maravillosa. Altiva y consecuente con el
paisaje. Tal vez, desde los Cigarrales uno puede distinguir el
trazado de cada barrio medieval, porque las almenas y las
torres de sus iglesias, advierten de un pasado religioso lleno
de misticismo.
Entre sus muros, las casas se apiñan para inventar un cuadro
del Greco o tal vez, para airear un ambiente hecho para la
admiración.
Pero hay algo que fascina en su advertencia.
Su Judería, su inconmensurable mundo levítico, habitando la
décima parte de toda la ciudad amurallada hacia el oeste.
Allí, los árabes acurrucaron a las familias judías tras la
conquista de Toledo, dejando que unos años después, allá por
el 1290 levantaran la muralla para su protección del resto
de la comunidad.
Las limitaciones de la judería por la parte interior, las
constituyen los distintos adarves que se van erigiendo según
vaya progresando la comunidad, cercándolos intermitentemente
.
Indice:
- Como llegar a Toledo
- Algo de historia de los Judios en Toledo
- Barrios de la Juderia de Toledo
- Historia de La Juderia de Toledo
- Leyendas sobre los Judios de Toledo
- Cocina Sefardí
- Fiestas del Pueblo Judio
- La Mujer Judía en la España Medieval
- Hechiceras y Curanderas Judias en la Edad Media
- Croquis de nuestra ruta en la Judería de Toledo
- Lugares Imprescindibles a visitar
- Las Sinagogas en el Toledo Judío
- Comer en el Barrio Judio de Toledo
- Otras Rutas Cercanas
1. Como llegar a Toledo
Si has Llegado en avión, y necesitas transporte hasta
tu destino, puedes conseguirlo aquí
Cómo ir en tren AVE a Toledo desde Madrid
Sin duda, la alternativa más rápida y cómoda es el tren
de alta velocidad que sale de la Estación de Atocha.
En concreto son trenes tipo AVANT que en solo 33 minutos
te llevan desde Atocha a Toledo.
Eso sí, en cuanto a los horarios de los trenes, no son
muchas las frecuencias disponibles, pero seguro que hay
alguna hora que se adapta a tus necesidades.
Así, te comentaré que tanto en días laborables como en
festivos tienes trenes de Madrid a Toledo con una
frecuencia de cada hora.
Así, por ejemplo, tienes trenes que salen de Madrid a
las 8:50, 9:20, 10:20 y 11:20 horas; y para regresar,
tienes también cada hora hasta las 21:20 horas.

Autobuses a Toledo
Otra alternativa más barata que tienes es ir a Toledo en
autobús interurbano, el cual parte del Intercambiador de
la plaza Elíptica, al que llegas a través de las líneas
6 y 11 de Metro.
Este servicio de autobuses lo lleva a cabo la empresa
ALSA, con una frecuencia de cada media hora, y una
duración del trayecto de una hora para los autobuses que
hacen el servicio directo.
Los autobuses salen desde la Estación de la Plaza
Elíptica.
El precio del billete de autobús de Madrid a Toledo
(2019) es de 5,55 euros por trayecto, si bien tienes la
opción del billete de ida y vuelta que cuesta 9,99
euros.
2. Algo de historia de los Judios en Toledo
. ¿Desde cuándo hay Judíos en Toledo?

Bajorrelieve en panel sur del arco de Tito (siglo I d.C.,
Roma). Procesión de victoria romana sobre la primera
guerra judía (66-73 d.C)
La llegada de los judíos a la Península Ibérica todavía es en
gran medida un misterio.
Nunca sabremos cuándo precisamente llegaron nativos del reino
de Judea al otro lado del Mediterráneo.
Uno de los principales motivos es que los judeos que llegaron
a la Península no se pudieron distinguir del resto de la
población fenicia, oriental, o directamente romana que
colonizaron lo que se llamó Hispania.
Fue en época romana cuando se puede identificar a los judíos
peninsulares como un grupo definido.
En el plano histórico, la presencia judía está suficientemente
probada a partir de la aprobación de medidas antijudías o la
confirmación de las anteriores realizada en los diferentes
concilios celebrados en la ciudad.
La tendencia historiográfica tradicional para entender la
llegada de los judíos a la Península fue la de verlos como un
elemento foráneo que se asentó en una Hispania cada vez más
romanizada.

Esto queda claro si analizamos los primeros materiales
arqueológicos que atestiguan esta presencia judía hispana.
Historiográficamente existen testimonios, ya sean bíblicos
como de autores clásicos que apuntan a una presencia
hispanojudía a inicios del siglo I a.C. Según relata Flavio
Josefo (Antigüedades de los judíos, XIV, 7:2), el geógrafo
Estrabón ya apuntó dificultad de encontrar una región del
mundo sin la presencia de judíos habitando en él, cosa que
incluye Hispania.
Asimismo, la aparente intención de Pablo de Tarso de visitar
Hispania (Romanos 15:24-28) apunta a la presencia ya
establecida de comunidades judías en esta región hacía
mediados del siglo I d.C.
Arqueológicamente tenemos evidencia que hacía finales del
siglo I a.C. o inicios del I d.C. ya había comunidades judías
en algunas ciudades o centros hispanos.
De esta época se fecha un ánfora con letras hebreas דו (leída
como “do” o “dv”) en Mallorca que atestigua un contacto
comercial con el reino de Herodes el Grande [Luis García
Iglesias, Los judios en la España antigua (Madrid:
Cristiandad, 1978), 50-51].
Fechado al siglo I d.C., previo a la destrucción del Templo de
Jerusalén el año 70 por las tropas de Tito, son hallazgos
numismáticos en ciudades antiguas de importancia como Ampurias
(Emporion) o Mértola (Myrtilis, Portugal) con origen en Judea,
afirmando la existencia de comunidades en contacto con la
(entonces) rica provincia oriental [Eduardo Ripoll, José María
Nuix, y Leandro Villaronga, «Monedas de los judíos halladas en
las excavaciones de Emporiae», Numisma 26 (1976): 59-66; Rui
M. S. Centeno y Valladares Souto, «Depósito de moedas da
Judeia achado em Mértola», Nummus, 2a, 16-20 (1997 de 1993):
197-204.].
Existen varios factores que nos hacen entender por qué
justamente es en el cambio de era, en época de la monarquía
herodiana en Judea, surge la visibilidad de comunidades judías
en la Península Ibérica. En primer lugar, a diferencia de
épocas anteriores en la historia mediterránea, el siglo I a.C.
se define por la cimentación definitiva de la Pax Romana.
Si bien es verdad que el término en sí tiene mucho de
propaganda del emperador Augusto más que una realidad
cotidiana ya establecida hacía el siglo II a.C., lo cierto es
que con el fin de las Guerras Civiles las rutas comerciales y,
por ende, las de comunicación permitieron un fácil y seguro
transporte de personas e ideas. Las comunidades judías ahora
podían comunicarse con mayor facilidad con el reino de Judea.
En segundo lugar, desde época de César el rey Herodes el
Grande comenzó a establecer obras públicas de enorme calado en
su reino, para entonces cliente de Roma.
Esto se da con la construcción de Cesarea Maritima en la costa
del Mediterráneo Oriental, y la monumental ampliación de la
explanada del Templo de Jerusalén, hoy la explanada de las
Mezquitas, cuyos restos se dan hoy día en el Muro de las
Lamentaciones.
Algunos autores señalan que no sólo se buscó congraciarse con
el poder de Roma y afirmar su poder ante una élite local muy
hostil a su reinado, sino además aumentar el peregrinaje a
Jerusalén de personas de la periferia judea (como Galilea) o
de la diáspora, menoscabando la influencia de estas élites
[Martin Goodman, «The Pilgrimage Economy of Jerusalem in the
Second Temple Period», en Jerusalem: Its Sanctity and
Centrality to Judaism, Christianity and Islam, 1999].
Esta política parece haberse mantenido durante los reinados de
los descendientes de Herodes, hasta la destrucción del Templo
en el 70 d.C.
En tercer lugar, se da el desarrollo de un judaísmo integrado
en el sistema imperial romano, permitiendo la presencia de
estas poblaciones en varias ciudades en Hispania sin que
pierdan su identificación como judíos. En realidad, conocemos
muy poco de los rituales, organización, y vida social de las
comunidades judías en la diáspora mediterránea previa a la
destrucción del Templo.

Esto fue una causa de profundas tensiones en ciudades de
mayoría helénica en oriente, provocando disturbios en lugares
como Alejandría en Egipto o Berenice en Cirenaica [Lo recoge
bien Shim’on Applebaum, Jews and Greeks in ancient Cyrene
(Leiden: Brill, 1979)].
Moneda del procurador romano en Judea Marcus Ambivulus, que
gobernó entre los años 9 y 13 de nuestra era. Este tipo de
monedas de cobre son los que se encontrarían en Mértola,
aunque en Hispania la mayoría son de Valerius Gratus, entre
los años 15 y 26.
Todo lo anterior nos apunta que la llegada de los judíos a la
Península Ibérica, o al menos su visibilidad historiográfica y
arqueológica, son producto de la romanización del
Mediterráneo, y particularmente en Hispania.
Hejal de la Sinagoga de Samuel Haleví o del Tránsito, s.
XIV (Foto: David Utrilla)
Asumiendo la existencia inevitable de tales minorías en
sociedades del pasado, uno construye una imagen histórica más
precisa y menos propensa a idealizaciones modernas.
Por lo tanto, “lo romano” incluye “lo judío”, que no sólo se
complementan, sino se contribuyen en el proceso de
romanización de Hispania. Rompiendo este mito contribuye con
una noción de la historia con mayor diversidad y, lo que es
más importante, vacunada de muros divisores que imponen
identidades arbitrariamente excluyentes.
Todo esto no responde a preguntas que siguen siendo
pertinentes, a saber: ¿por qué llegaron los judíos a una
tierra tan lejana como Hispania? ¿Cuál fue su relación con el
Templo y Judea? ¿Cambió su vida drásticamente con la
destrucción del Templo en el 70 d.C.?
A partir del siglo II de nuestra era, ya en época del
emperador Adriano y sus sucesores, las comunidades judías en
el Mediterráneo empiezan a adoptar otras formas de expresar su
identidad si nos guiamos por los epígrafes encontrados.
Los judíos del siglo I, a diferencia de sus descendientes en
época posterior, son menos explícitos con su judaísmo – a
pesar o precisamente por la mayor tolerancia a esta identidad
por parte de las autoridades romanas.
No sabemos si se organizaban en sinagogas, como sus
compatriotas en Roma capital o en la isla griega de Delos,
donde se evidencian referencias y restos arqueológicos de
sinagogas del siglo I d.C.
Tampoco sabemos siquiera qué lenguas hablaban, aunque de
paralelos en Roma se asume que mantuvieron un habla griega por
mucho tiempo tras su llegada.
El arrabal de los judíos se emplazó en el llamado barrio de
San Martín, entre la puerta del Cambrón y las aguas verdes de
ese majestuoso río Tajo.
Con la monarquía visigoda (siglos V-VIII), periodo en el que
Toledo fue capital del reino, los judíos constituyeron una
colonia numerosa, por lo que se puede postular la existencia
de una judería al menos desde el siglo VI.
A partir del III Concilio de Toledo, (589) momento en que el
rey Recaredo y sus súbditos godos abandonan el arrianismo
para convertirse al catolicismo romano, comienzan los
problemas de convivencia. Las persecuciones y los castigos
que se iniciaron con la conversión de Recaredo provocaron
que muchos judíos optaran por convertirse al cristianismo,
marcharse o quedarse y aceptar con resignación la nueva
situación.
Las hostiles disposiciones legales hacia los judíos
toledanos, continuaron hasta la ocupación de la ciudad en el
año 711 por las tropas musulmanas. La destrucción de la
fuerza visigoda en la batalla de Guadalete de 711, el
desconocimiento del modo de combatir árabe y la probable
muerte de Rodrigo en la batalla dejó la puerta abierta al
caudillo Táriq ibn Ziyad para apoderarse de Toledo en el año
711. Ante la situación de represión, los judíos acogieron a
los invasores árabes como libertadores tras la caída del
régimen visigodo.
Lo cierto es que, la ciudad, desprotegida al llevarse consigo
Rodrigo a sucomitatus y a los espatarios de la guardia real, no
opuso resistencia, por lo que no sería extraño suponer que la
comunidad judía hubieran abierto las puertas de la muralla a las
tropas musulmanas mientras los habitantes de Toledo asistían a
misa. Leyenda o no, el hecho es que la dominación árabe de
Toledo inició un largo período de prosperidad para la comunidad
judía.
Los musulmanes, al considerarlos también como hombres del Libro,
les dotaron de una amplia libertad. Los judíos asimilaron pronto
los usos de los nuevos gobernantes, adoptaron su lengua como
vehículo cultural y la utilizaron hasta el siglo XIII incluso en
su documentación interna o de carácter religioso.
Durante esta época, hasta finales del siglo XI, fueron muchos
los sabios judíos que nacieron o fueron educados en Toledo, como
Abraham ibn Ezrá o el propio Jehudá ha-Leví. Aquí nació y
escribió su obra poética Abraham ibn al-Fakhar, muerto en 1231,
Israel de Toledo y tantos otros que arrojaron la luz de su saber
en la corte castellana.
Hacia el año 1000 la comunidad judía toledana era insignificante
y con anterioridad a esta fecha los datos acerca de su presencia
escasean. Se trata de familias que conviven con la población
cristiana, comercian y trabajan en el campo. Su suerte corre
pareja a la de la Reconquista, cuyos avances y retrocesos
repercuten directamente en el estado de cosas.
La España musulmana ofrecía grandes posibilidades y un alto
nivel de vida. Los judíos de Al-Ándalus aprovechaban el clima
tolerante del Califato e hicieron suyos los valores de aquella
civilización refinada sin renunciar a sus creencias religiosas.
En 1085 Alfonso VI conquista Toledo y la judería inicia una
época de prosperidad y crecimiento demográfico. Los judíos
prestaron su ayuda al rey castellano para la conquista de la
ciudad y el Alfonso VI les concedió los mismos derechos que a
los cristianos.
El auge de la comunidad judía se mantendrá con los reyes
cristianos al acrecentar su representatividad social y política,
convirtiéndose en el siglo XII en la comunidad judaica más
importante de la corona de Castilla.El médico y nasí de Toledo
Yosef ben Ferruziel, también conocido como Cidellus será el
primer ministro del monarca y dará paso a una serie de judíos
que tendrán cargos de importancia en la corte de Castilla.
En 1135, con la llegada de los almohades a Al-Ándalus, se
produjo la huída precipitada de la población judía hacia
Castilla y Aragón, lo que dejó a la España musulmana
prácticamente libre de judíos. Los almohades, «los que reconocen
la unidad de Dios», o Banu Abd al-Mumin, fue una dinastía
musulmana de origen bereber que surgió en el actual Marruecos en
el siglo XII como reacción a la relajación religiosa de los
almorávides y dominaron el norte de África y el sur de la
Península Ibérica desde 1147 a 1269.
Ante la intransigencia almohade, las aljamas, como la de Toledo,
aumentaron su población con judíos provenientes de la España
mulsulmana. Muchos llegaron en 1147, siendo nasí de los judíos
de Toledo Judá ben Yosef ibn Ezrá, pariente del poeta.
Las consecuencias de esta emigración masiva fueron decisivas. En
Toledo se afincaron poetas, gramáticos, filósofos, científicos,
médicos y otros sabios, haciendo de la ciudad su principal
destino.
El arzobispo de Toledo don Raimundo de Sauvetat, que llegó a ser
Canciller de Castilla con Alfonso VII, quiso aprovechar la
coyuntura que hacía convivir en armonía a cristianos, musulmanes
y judíos auspiciando diferentes proyectos de traducción
demandados por todas las cortes de la Europa cristiana.
El prestigio de la Escuela de Traductores de Toledo fue tal que
ni siquiera las disposiciones antijudías del Concilio de Letrán
en 1215 pudieron dañar su florecimiento.
El favoritismo real hacia los judíos fue a menudo causa de
tumultos, como la revuelta de 1178, en el que murió la amante
judía del rey Alfonso VIII. En esta revuelta también murieron
Judá y Samuel Alnaqua. O la revuelta de 1212, coincidiendo con
la llegada de judíos que huían de la intolerancia francesa. La
respuesta del arzobispo de Toledo fue cargar a la comunidad
judía con nuevos impuestos: cada judío mayor de veinte años
tendría que hacer frente a un gravamen anual, al tiempo que se
les imponía una tasa adicional en concepto de lucro cesante en
la compra de casas a propietarios cristianos.
El reinado de Alfonso X el Sabio, fue el de mayor prosperidad y
esplendor de la comunidad judía de Toledo. De su situación nos
da fe la cantidad en impuestos pagada por la aljama en 1284: un
millón de maravedíes. Durante su reinado la judería de Toledo
será conocida por su gran extensión, la suntuosidad y belleza de
sus edificios públicos y la calidad intelectual de sus rabinos.
Tras la muerte del rey Sabio, los judíos caen de nuevo en
desgracia. Durante el siglo XIV, la epidemia de peste negra en
1348 y la guerra entre Pedro I el Cruel y Enrique de Trastámara
traen como consecuencia un profundo malestar social del que son
manifestaciones los ataques a la judería en 1355 y 1391. A esto
se unió el incendió del recinto del Alcaná, barrio comercial
donde los judíos tenían sus tiendas, talleres y algunas
viviendas.
Hasta el 1222, año en el que comienza la ampliación de
lacatedral, la mezquita mayor, consagrada en diciembre de 1086
al culto cristiano, había sido poco modificada. A finales del
siglo XIV, se proyecta la construcción del claustro, que
comienza a construirse el 14 de agosto de 1389. Hay dudas sobre
si el incendio fue provocado por el Cabildo de la catedral para
permitir la construcción del claustro proyectado por el
arzobispo Pedro Tenorio en la zona del Alcaná.
Las revueltas antijudías de 1391 también llegan a Toledo. El 18
de junio, la judería de Toledo fue atacada durante la noche de
manera similar a otras ciudades del reino. Entre las víctimas de
la matanza se encontraban destacados artesanos, poetas y hombres
de letras.
La mayor parte de las sinagogas de la ciudad fueron destruidas o
seriamente dañadas.En febrero de 1398, el rey ordenó al alcalde
Juan Alfonso y al tesorero mayor Juan Rodríguez de Villareal que
hicieran averiguaciones sobre quiénes habían cometido los robos
en la judería de Toledo, imponiéndoles a los culpables una multa
de treinta mil doblas de oro.
Las desastrosas consecuencias económicas para la ciudad se
dejaron sentir muy pronto; especialmente en los particulares,
monasterios y otras instituciones religiosas que perdieron las
rentas que tenían situadas sobre los tributos de las aljamas
judaicas. Los más afectados fueron los capellanes cuyos
beneficios eclesiásticos provenían de las rentas situadas en la
judería.
En 1411 el dominico Vicente Ferrer llega a Toledo en su campaña
de predicación de 1411-1412, y según Francisco de Pisa en su
Descripción de la Imperial Ciudad de Toledo de 1605:
Viniendo a esta ciudad de Toledo, vista la obstinación
incredulidad y perfidia de algunos, tomando consigo alguna gente
de armas entró por el barrio de la Iudería [...] y en el antiguo
templo que ahora llaman santa María la Blanca (que era su
synagoga), y a pesar de todos los Iudios la bendixo, y él
echando los fuera la hizo iglesia [...] y en ella celebró Missa.
Este testimonio de Francisco de Pisa ha sido puesto en duda
posteriormente, porque parece que Vicente Ferrer ofreció su
sermón extramuros (puesto que la Catedral no podía albergar a
toda la gente que deseaba oírlo), pero es un indicador claro del
estado de cosas existente respecto a la comunidad judía
toledana.
Tras el Edicto de expulsión de los Reyes Católicos, el 31 de
marzo de 1492, la aljama de Toledo desaparece y los edificios
públicos de los judíos, con alguna excepción, son repartidos por
los Reyes Católicos entre nobles y ordenes religiosas para
compensar la pérdida de rentas.
Muchos habitantes de la judería decidieron convertirse, pero
otros marcharon camino del exilio. Hay varios detalles que nos
demuestran el apego que tenían por esta tierra, que también era
la suya. Mantuvieron el judezmo allá donde fueron y segundo, y
más importante, conservaron las llaves de sus casas pensando en
regresar.
Eran varios barrios no deslindados entre sí, porque esta comunidad fue
creciendo con el paso de los años, creciendo los adarves, las cercas y
los recintos amurallados, abriendo callejas constantes, estrechos
callejones sin salida, pequeños recintos cerrados de casas formando un
entramado de muros con puertas, vías, pasajes radiales que se
comunicaban entre sí, dando una imagen perfecta de la idiosincrasia de
esta cultura ancestral.
La Judería primitiva de Toledo
La zona alrededor de la bajada de San Martín fue la primitiva Madinat
al-yahud (Ciudad de los Judíos) asignada a ellos por los Árabes, entre
la puerta de los judíos (Puerta del Cambrón) y el puente de San Martín
(barrio de San Martín). Posteriormente fue llamado Degolladero o
Degolladera de los judíos, llegando a ser un barrio muy habitado,
seguramente por la presencia del matadero en esta zona apartada.
Aproximadamente en el espacio donde se levanta el palacio de la Cava, el
barrio de la Assuica toma el relevo de la judería primitiva, la
verdadera madinat al-Yahud donde los musulmanes instalaron a los judíos
antes de la conquista cristiana, entre la puerta de los Judíos o del
Cambrón, y el puente de San Martín, con su vía principal en la actual
bajada de San Martín.
Poco queda de aquella vieja judería, como no sea la estructura de las
calles, aferradas a los desniveles del terreno, y los restos de las
defensas amuralladas, como el llamado Castillo Nuevo de los Judíos, o el
muro exterior de la judería, ya que el actual paseo de Recaredo, que
sube hacia la puerta del Cambrón, construido por el gobernador árabe
toledano Muhachir ibn Al-Qatil en el año 820.
Las escaleras del callejón de los Alamillos de San Martín descienden
vertiginosamente hasta encontrarse con la bajada de San Martín, en cuyo
extremo estuvo la puerta de Portiel, en un barrio que la memoria popular
ha recordado secularmente como Degolladero o Matadero Judío.
La carnicería
La carne que era consumida por los judíos tenía que haber sido
sacrificada bajo un ritual religioso muy estricto. Éste se llevaba a
cabo en el matadero y la carne se vendía en la carnicería.
El matadero, rastro o degolladero, era un espacio que adquiría un
cierto carácter ritual por la liturgia ( shejitá ) que en él se
desarrollaba durante el sacrificio de animales cuya carne iba
destinada al consumo humano (comida cásher). Lo normal era que los
mataderos estuvieran en una zona periférica de la judería, para evitar
los malos olores en la ciudad.
La carne se vendía en la carnicería, en la que se levantaban puestos
de venta que se solían arrendar. Con los ingresos obtenidos se hacía
frente a determinadas necesidades de la aljama.
El Alcaná de Toledo
Famosa entre las calles comerciales fue el alcaná de Toledo, que
reunía lo más granado del comercio y que, aun después de expulsados
los judíos, siguió siendo lugar señalado.
El alcaná toledana estaba en la judería menor de la Edad Media.
Durante el período islámico, las tiendas situadas alrededor de la
mezquita mayor se agrupaban en unas calles que se cerraban por la
noche.
Plano de Toledo hacia 1290
Este conjunto era designado con el nombre de alcaicería. El termino
alcaicería se utiliza aún en el siglo XII en un documento de
donación.
A partir del siglo XII, las tiendas, en árabe, aljanat, se denominan
con su nombre hispanizado: el Alcaná de Toledo eraconocido en toda
España.
El Alcaná figura en numerosos documentos de venta o de donación de
casas a lo largo del siglo XIII. En 1218, por ejemplo, el arzobispo de
Toledo dona a un familiar del Papa Honorio III todas las tiendas que
poseía en el alcaná infra muros Toltane ciuitatis.
Un documento de la catedral de 1234 menciona que el cabildo poseía
allí veinticinco tiendas y un mesón. En 1283, leemos que se ha vendido
una casa cerca del Alcaná e la calle que va cerca de la iglesia de la
santa Trinidad.
El área que ocupaba a fines del siglo XII y en el transcurso del XIII
es desconocida. En el siglo XIV, el término Alcaná designa el barrio
comercial junto a la catedral de Toledo, en el que el arzobispo Pedro
Tenorio se propone construir el claustro de la Catedral. A
consecuencia de un incendio gran parte de las tiendas quedaron
destruidas y sus ocupantes tuvieron que alojarse en las tiendas de la
calle de los Atalares.
Este incendio facilitó la disponibilidad de los terrenos necesarios
para la edificación del Claustro.
Al proyecto del propio Pedro Tenorio añadió el de una capilla dedicada
a San Blas y lo financió dotando a la capilla con las ochenta y cuatro
tiendas del Rey y las tiendas de los escribanos dadas por don Lope y
su esposa doña Fátima, criada mora de la reina Juana, mujer de Enrique
III.
Las tiendas del rey, situadas en las Cuatro Calles, adosadas unas a
otras en la calle de los Atalares, se extendían entre laHerrería, al
norte, la escuela de los escribanos y la iglesia de Santa Justa, al
oeste. La plaza de Cuatro Calles, al sur, y por último, la Pellejería
y la Lencería al este.
El Alcaná en El Quijote
La Alcaná toledana es mencionada por Miguel de Cervantes en un pasaje
clave de El Quijote, en el capítulo IX de la primera parte, donde el
autor nos transporta a este viejo espacio de Toledo:
Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender
unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y como soy aficionado a
leer, aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado de esta mi
natural inclinación tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía;
vile con caracteres que conocí ser arábigos, y puesto que, aunque los
conocía, no los sabía leer, anduve mirando si parecía por allí algún
morisco aljamiado que los leyese; y no fue muy dificultoso hallar
intérprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor y más
antigua lengua le hallara. [...] luego se me representó que aquellos
cartapacios contenían la historia de Don Quijote. con esta imaginación
le di priesa que leyese el principio; y haciéndolo así, volviendo de
improviso el arábigo en castellano, dijo que decía: Historia de Don
Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador
arábigo
El Alacava, barrio alto de la judería de Toledo
En la Edad Media, sin duda alguna desde bastante antes del siglo XIII,
el barrio judío de Toledo se estructuraba en dos espacios bien
individualizados, que se conocían como arrabal superior, o exterior, o
alto , 1 y como el “arrabal mas grande de los judios”, respectivamente.
El primero lindaba con el barrio cristiano de San Román, el segundo
desembocaba en “ el pasaje que sube desde el barrio de la puerta de
ciudad, hacia la plaza llamada de San Tomé” por la puerta de la Sueca
(Assueca o Asieca) (figura 1).
Tanto las relaciones entre el barrio judío y el barrio cristiano como el
estado del barrio judío en sí evolucionaron en el transcurso de la Edad
Media. Pedro López de Ayala2 , cuando narra las luchas por el poder
entre el rey Pedro I y su hermano Enrique, refiere que en Toledo una
juderia apartada fue destruida en 1355 por las tropas de don Enrique,
pero que la Judería Mayor “que estaba serrada e mucha gente a dentro”
resistió.
Una lectura errónea del texto de Ayala fue origen de la confusión hoy ya
superada entre “Alacaua” y “Alcaná” .
A partir de P. León Tello , todos los historiadores admiten que la
“judería apartada” estaba en la colina del Alacava, cercana a la de San
Román. Dicho con otras palabras, el arrabal alto, exterior o superior de
la judería en el siglo XIII es un barrio separado de la gran judería.
Este barrio alto suscita al menos tres interrogantes :
¿Cuáles eran sus límites ?
El espacio denominado Alacava es una zona morfológica materializada en
una colina que se desarrolla en dirección sureste-noroeste. Sus flancos
sur, norte y oeste descienden en fuerte pendiente, el primero hacia el
Tajo, los otros dos hacia la Vega; al este, la colina se une mediante un
declive suave a Valdecaleros. En el flanco sur, el trazado de las calles
Hospedería de San Bernardo y de la Cava Alta sigue la curva de nivel de
los 520 m.
Esta área está bordeada al sur por un antiguo eje comercial, la calle
del Ángel, que baja desde la plaza de Santo Tomé a la puerta del
Cambrón; al norte, por el cobertizo del Colegio de Doncellas y la calle
del Colegio de Doncellas (antigua cuesta del Saúco), que desciende de la
actual plaza de la Cruz en dirección a la puerta del Cambrón y San Juan
de los Reyes.
La red viaria
El análisis del parcelario del Alacaba en su conjunto, mejor conservado
en su mitad sureste , unido al de los documentos de venta y alquiler de
casas de la Edad Media principalmente, nos aporta información muy útil
acerca de la red viaria. Podemos ver un núcleo de forma oval contorneado
por la actual calle de las Bulas, de trazado sinuoso, y por el callejón
de Naranjos, antiguo adarve del Ciruelo.
Tres calles truncadas desembocan en este óvalo: el callejón de Esquivias
, el de las Siete Revueltas (del que solo queda un recodo), y la calle
de las Bulas , que probablemente estaban unidas en su desembocadura en
los siglos XV-XVI.
La red de calles comprende por una parte dos conjuntos orientados según
el eje del promontorio : al sur, el que forman la Hospedería de San
Bernardo, la Cava Alta y la Cava Baja, que va de la plaza de San Antonio
a la puerta de la judería (antigua puerta de Assueca); al norte, el de
la calle de las Bulas y la calle Virgen de Gracia, que va de la plaza de
Valdecaleros al paseo de la Virgen de Gracia; la calle de las Bulas en
su primer tramo es la más importante de estas.
Por otra parte, numerosas calles transversales a las precedentes. El
enlace entre la calle del Ángel, límite sur del barrio del Alacava, y
las calles de la curva de nivel de los 520 m está materializado en el
lado este por dos cuestas que acceden a la Hospedería de San Bernardo :
la calle de Caños de Oros y la cuesta de Bisbís ; hacia el oeste, por
calles transversales cortas y empinadas, perpendiculares a la calle del
Ángel, que van a dar a la actual calle de la Cava Baja, de la que nos
ocuparemos más adelante.
Postigos y cobertizos
En 1456 el adarve de Caños de Oro se cerraba con una puerta cuyo
cobertizo ya en ruinas se cita en el siglo XVI ; incluso en la
actualidad es visible su arranque en el muro de la primera casa a la
entrada de la calle.que se le aplicaba . En ella se nota todavía un
claro estrechamiento donde estaba la puerta de la calle, cuyo cobertizo
se menciona en 1495, “en la cual calçada está un cobertiso” .
En la planta baja de la casa que hace esquina en esta cuesta, descrita
también como “una calle que sube a el Alacava “ había unas tiendas que
abrían a “la calle real que va a San Juan de los Reyes” (actual calle
del Ángel), frente a una puerta llamada arquillo de la Judería. Desde
esta última se bajaba por una calle en codo a la sinagoga de Santa María
la Blanca.
Numerosos documentos notariales de los siglos XV y XVI mencionan la
existencia de un postigo que se llamaba en 1495 “de Cañalos a la
rinconada…” o “de Canales…”; dos años después, “de la cava de Juan de la
Quadra”; en 1550-1586, “que dicen de doña Juana de Ayala”.
Por otra parte, tenemos un conjunto de documentos que abarca las
sucesivas ventas de tributos sobre cierta casa de la parroquia de Santa
Leocadia la Vieja, propiedad de Alonso de Ciruelo y su mujer. En ellos,
la citada casa se describe en 1499 “al corral del Pepino” y en 1520 “al
postigo del Alacava” , lo que nos induce a creer, como antes que a
nosotros a J.-P. Molénat, que este postigo no estaba lejos del “corral
del Pepino” .
Es importante pues situar con precisión dicho corral si queremos hallar
el emplazamiento del “postigo del Alacaba”. Primera mención del citado
corral: en 1455, el hospital de la Misericordia cuenta entre sus bienes
una casa “que sale al muladar del pepino”.
Esta será la única mención del muladar. Ulteriormente sólo se nombra el
corral del pepino. En 1483, el hospital de la Misericordia intercambia
con el convento de Santo Domingo el Real un tributo de 400 mrs. que el
hospital recibía por “un suelo que dicen del corral del pepino que está…
en la collación de Santa Leocadia”.
El documento correspondiente dice que “el corral del pepino alinda de
todas partes con las calles reales…” y que está frente al convento de
Santo Domingo el Antiguo. El solar del corral del pepino ocupaba por lo
tanto, en el último cuarto del siglo XV, una manzana entera frente al
convento. En 1516, una casa nueva de la parroquia de San Román linda
“con corral que se dicen del pepino… con la casa que agora esta
nuevamente el señor don Diego de Mendoza”.
La información procedente de documentos recientemente transcritos
permite situar el corral del Pepino en el emplazamiento del Colegio de
Doncellas; más precisamente, a la derecha del cobertizo del Colegio de
Doncellas, en dirección a la puerta del Cambrón.
El postigo del Alacava estaba por lo tanto enfrente de este corral.
¿Dónde exactamente? A este interrogante da respuesta la casa de Alonso
de Ciruelo descrita “al corral del pepino” en 1499, y “al postigo del
Alacava” y “cabo las casas de don Diego de Mendoza” en 1520. En efecto,
este inmueble linda con sendas casas por dos de sus lados y además está
“entre dos calles públicas reales”, una que va a San Juan de los Reyes y
otra a la puerta del Cambrón. Podemos de este modo ubicarla con
precisión en el plano catastral (figura 2).
Por otra parte, documentos del siglo XIII aportan información útil
acerca de la zona de contacto entre el barrio judío y el barrio
cristiano de San Román. Una casa y su corral, situados en el “Arrabal
judaico, cerca del barrio de Sant Román y de la plaza llamada de Abu
Suleimán ben Sosán”, vendidos en 1236 , lindan, entre otros inmuebles,
con una cámara alta (almaceria) “frente a la puerta del adarve que
separa los dos arrabales judaico y cristiano”.
Veinte años después, cuando se dona este conjunto (casa y corral), se
explica que linda con el adarve “que atraviesa desde el Arrabal judaico
mencionado al de los Cristianos” mientras que la puerta de la casa y el
corral abren “a la vía que va de la plaza (que linda con la casa) hacia
la Alacava”. En 1281 se venden dos casas contiguas, “situadas en nuestro
arrabal superior”; limitaban por uno de sus lados con un corral que se
localiza “en el Arrabal de los Cristianos, cerca de Sant Roman”.
Se especifica además que ambas están “en nuestro Arrabal exterior, cerca
del adarve llamado Adarve de Albarcheloní y en las inmediaciones de la
plaza de R. David ben Sozán” , y que lindan con “la puerta del adarve
que separa el Arrabal mencionado y el de los Cristianos”.
Conocemos la escritura de venta en 1283, un año después, de “dos casas
contiguas… ”, situadas “en la Acaba (cerro), en la Arrabal de los
Judíos, dentro de Toledo”, que lindan con varias casas y con el corral
del alcade, “que… está en el Arrabal de los Cristianos, cerca de la
iglesia de San Román…”
Este documento va acompañado por seis títulos de propiedad de los dos
inmuebles vendidos. En el primero se lee que “dos casas contiguas” están
situadas “en nuestro Arrabal alto”. El segundo documento se refiere a
una casa “ … en el arrabal exterior de los Judíos, el que esta cerca de
San Román, lindante con el adarve que va desde el Arrabal de los Judíos
al arrabal de los Cristianos…”. El tercero se refiere a estos mismos
casa y corral del arrabal de los judíos, que dan “sobre la puerta del
adarve que divide entre el arrabal de los Judíos y de los Cristianos…”.
El cuarto es una copia del documento de donación de las casas que se
mencionan en el arrabal exterior de los judíos, que lindan “con el
mencionado adarve divisorio entre los dos arrabales”. De la suma de
estos textos resulta que el límite del arrabal alto de la judería, cerca
de la iglesia de San Román, se materializaba en un adarve “que separa
los dos arrabales judaico y cristiano”, y que se franqueaba por una
puerta .
Opinamos que adarve toma en este contexto el significado, diferente del
habitual, de “ muro ”, puede que incluso haya que entenderlo como “
muralla ” ; lo confirmaría la existencia en el corral del Armiño de un
muro antiguo que salió a la luz al realizar excavaciones arqueológicas .
Edificios públicos
En el barrio judío del Alacava hay dos edificios públicos cuya
existencia se conocía por referencias pero que aún no se habían
encontrado. Se trata de una sinagoga y de la escuela rabínica, “el
midrach de las vigas”.
La sinagoga
En la segunda mitad del siglo XV se menciona una sinagoga haciéndola
servir como punto de referencia en la descripción de dos casas en la
parroquia de San Román.
La primera de ellas, que pertenecía a “don Abraham batidor”, se
levantaba en el adarve de Sancho Padilla (actual callejón de
Esquivias). Lindaba con la casa del sedero Diego López y con “a las
espaldas, una sinagoga de judíos”
El tributo que sus inquilinos entregaban anualmente a Alfonso Cota y
Teresa Ortiz fue vendido en 1469. El monasterio de la Sisla lo
adquiere un año después, y posteriormente lo vende a los capellanes de
Reyes
Los sucesivos documentos de aceptación de este tributo, que se
conservan hasta la Desamortización, nos informan acerca de la
evolución de las casas vecinas a lo largo de los años y gracias a
ellos podemos situar con precisión la casa de don Abrahan batidor
judio en el espacio urbano del Alacava.
La segunda casa pertenecía en 1488 a un judío converso, Lope de
Acre.
Se la describe entonces en el adarve de los Golondrinos, medianera con
“un corral que solía ser sinagoga de los judíos” Lope de Acre se
comprometió a entregar anualmente el tributo de 500 mrs. que recibía
por esta casa al monasterio de los agustinos para la construcción de
una capilla . Los sucesivos ocupantes del inmueble seguirían pagando
este censo hasta 1707, y las aceptaciones de tributo que se conservan
hasta esa fecha permiten seguir la historia de la casa.
En el Libro de Capellanias fechado en 1577 vemos que estaba en la
esquina calle de las Bulas-callejón de Golondrinos. Los títulos de
propiedad del monasterio desde 1707 permiten igualmente conocer
quiénes fueron los ocupantes de la casa y qué inmuebles lindaban con
ella. Hay documentos del último cuarto del siglo XVII y de principios
del XVIII 48 que confirman que estaba en la citada esquina y cuáles
eran sus linderos, uno de ellos un corral.
Los citados documentos precisan, además, que tenía “un sótano que está
debajo de ella con su puerta a la calle de las Bulas”, puerta que aún
existía hasta hace unos meses.Valiéndonos de los documentos escritos y
del análisis del terreno hemos conseguido localizar la parcela en la
que en el siglo XV estaba la casa de Lope de Acre, y consiguientemente
el emplazamiento de la sinagoga, que nosotros llamamos “de los
Golondrinos”.
Donde estuvo la casa de Lope de Acre se construyó otra que tenía en la
planta baja sendos salones a los lados este y oeste del patio, bajo el
que se hicieron dos aljibes que sustituyeron al sótano.
La sinagoga estaba pared con pared con la casa de Lope de Acre, en una
manzana de la parte más alta del cerro del Alacava. Los resultados de
las excavaciones de 2006 en la casa nº 29 de la calle de las Bulas
confirman nuestras conclusiones acerca de la situación de una antigua
sinagoga pegada a la casa que hacía esquina con la calle de las Bulas
y la entrada del antiguo callejón de Golondrinos.
El análisis de las estructuras a partir del informe arqueológico,
unido a informaciones de personas que asistieron a los trabajos, nos
lleva a plantearnos la existencia en esta casa de un baño ritual, que
consistía en una sala pequeña con bóveda de cañón, accesible desde la
calle por una puerta independiente.
Una red subterránea, certificada por la existencia en las cercanías de
un pozo llamado de Aizco, suministraba el agua corriente necesaria. Un
corredor lateral interior facilitaba el paso de la sala abovedada a la
sinagoga.
Planteamos por todo ello la hipótesis de que la casa esquina
(antiguamente de Lope de Acre) componía un conjunto unido a la
sinagoga; esta casa se levantaba sobre un baño ritual o miqvé, que
podemos comparar con el de Besalú, “un espacio cerrado, de sólidos
muros, con arcos de piedra y canalización para el agua” .
Este tipo de conjunto era frecuente en los barrios judíos del sur de
Italia.
Reflexión
El 24 de junio de 1492, Moisés y Samuel Anacagua, dos hermanos
“joyeros judios”, venden a dos religiosas del monasterio de Santo
Domingo el Real, “unas casas en esta dicha ciudad de Toledo en la
colación de la iglesia de san Román al alacava dentro del adarve que
dicen de los Golondrinos con unas almacrías”.
Los dos hermanos eran, sin duda, los últimos representantes de la
familia judía Anacagua, bien conocida en el siglo XIV porque uno de
sus miembros construyó una casa de estudio en Toledo, que Albaneh
menciona en su poema como “madrisa de Ben An-neqawa”. En este momento
de nuestro estudio acerca de la judería de Toledo, creemos que esta
madrisa estuvo en la casa que hace esquina en el adarve de
Golondrinos, adosada a la sinagoga.
La escuela rabínica o “midrash de las Vigas”
El inventario de 1495 de los bienes de la comunidad judía (la aljama),
sobre los cuales numerosos nobles de Toledo percibían tributos,
confirma la existencia, en la Edad Media, de una casa de estudio o
midrash en el barrio judío del Alacava.
En efecto, conocemos un documento que refiere que “La aljama habia
poseído censos sobre … unas casas que fueron midrás del aljama en el
Alacava, que se llamaba Midrás de las Vigas …”. No se consigna ningún
dato que sirva para precisar su ubicación en el barrio.
En la primera mitad del siglo XVI, concretamente en enero de 1530,
compra la casa, llamada «Midraz de las Vigas”, Martín de Santa Cruz
boticario, que un mes después la grava con un tributo anual de 2.000
maravedis. a favor de la cofradía de la Santa Caridad.
Se conservan los documentos de aceptación de este tributo hasta 1647 ;
muchos de ellos reproducen íntegramente el documento de 1530 , de
manera que aportan información muy útil acerca del emplazamiento de
esta casa.
Nos referiremos al fechado en 1558 , que dice que la casa llamada “el
Midraz de las vigas” está en el adarve “de Bernardo de los Pleytos”,
como se llamaba la cuesta de Bisbís en este momento del siglo
XVI.
La identificación de una casa tributaria de los monasterios de Santo
Domingo el Antiguo y de los Agustinos, que tiene la puerta principal a
la calle de Bernardo de los Pleitos, una puerta pequeña a la calle de
Caños de Oro, y que linda con la casa donde vive Luis de Belmonte ,
confirma que los nombres Bisbís y Bernardo de los Pleitos los llevó la
misma vía, y que el midrash estaba en el lado derecho de la cuesta de
Bisbís subiendo.
El midrash de las Vigas se describe en 1564 como una casa grande con
patio, de tres o cuatro plantas, dos palacios en la planta baja,
crujías a los cuatro lados en el primer piso, un sótano bajo uno de
los palacios.
Estaba en la manzana que se extendía entre la calle Caños de Oro y la
cuesta de Bisbís, manzana en la que había también, como veremos, una
casa de oración perteneciente a la aljama. En 1460, los judíos
intentaron volver a servirse de una casa de la aljama que cuarenta
años antes usaban como oratorio, “que es en el adarue de maestre Pedro
junto con las casas de Juan Aluares”, en la parroquia de Santo Tomé.
Este adarve llevaba el nombre de uno de los ocupantes de la casa
principal a la que daba acceso, la cual lindaba con una casa del
cabildo de la catedral, una de cuyas cámaras daba “sobre el adarbe de
Cannos de Oro” . Como vemos, el oratorio de los judíos del barrio de
Santo Tomé estaba en una manzana de Caños de Oro.
Utilizado para el rezo y la lectura y clausurado durante unos cuarenta
años, este inmueble estaba en el siglo XV en medio de un vecindario
cristiano. Que en la misma manzana se haya descubierto recientemente
un pergamino con un fragmento de la Tora, concretamente en un nicho en
la casa nº 3 de la calle Caños de Oro, confirma la importancia que
esta manzana debió de tener en la vida religiosa de los judíos de la
colación de Santo Tomé y subraya el interés con que debe ser tratada.
Conclusión
En el siglo XIV es probable que la aljama de Toledo tuviese en el
barrio del Alacava dos conjuntos compuestos cada uno por una sinagoga
y una escuela rabínica o midrash, que estarían situados uno en el
antiguo adarve de los Golondrinos y el otro en la manzana de Bisbís
Caños del oro.
El barrio podía defenderse de ataques del exterior gracias a estar
provisto de puertas o postigos entre ellos una puerta y un adarve que
lo separaban del barrio cristiano de San Román, y un postigo, que en
un tiempo se llamó del Pepino, más al oeste. Su existencia nos lleva a
plantear que este barrio estaba cerrado por su lado norte por un muro
o una muralla.
El hecho de que ni este muro ni la puerta a la altura de la iglesia de
San Román se mencionen después del siglo XII quizás se deba a su
probable destrucción por las tropas de Enrique II en 1355 o por el
progrom de 1391.
Al sur, en contacto con la calle del Ángel, las calles transversales
del Alacava se cerraban con puertas a su vez protegidas con
cobertizos. Si bien este estudio permite trazar con más precisión su
límite norte, está lejos de poder solucionar las numerosas cuestiones
que plantea este barrio, llamado en el siglo XIII “arrabal judaico
superior” o “arrabal exterior de los Judíos”, en sus relaciones con el
“arrabal más grande de la judería”, que se conocería en el siglo XV
como Barrio Nuevo, y en particular a este interrogante: ¿estaban
protegidos estos dos barrios por una única y larga muralla?
Un siglo más tarde revalidamos la llamada de Ramiro F. Valbuena65 e
insistimos en la urgencia y gravedad de la situación ; es
imprescindible practicar excavaciones exhaustivas cuando se plantean
proyectos de construcción en el antiguo barrio judío, que nos
permitirán confirmar la situación de los edificios públicos de la
judería que hayamos podido deducir mediante nuestros trabajos de
arqueología de superficie.
4. Historia de La Juderia de Toledo
La madinat al-Yahud, o ciudad de los judíos, abarca casi el 10% del
recinto amurallado de Toledo. Según la tradición sefardí, los primeros
judíos llegaron entre los siglos VIII-VI a. JC., en la época de los
destierros asirio y babilónico.
Durante el período visigodo (siglos V-VIII), los judíos de Toledo eran
una numerosa comunidad; pero a partir del año 589, tras el III Concilio
de Toledo, Recaredo y los nobles godos renuncian al arrianismo y se
convierten al catolicismo romano, lo que enturbiará la hasta entonces
buena convivencia y traerá castigos y persecución hacia los judíos,
provocando que éstos tengan que optar por marcharse, o por convertirse
al cristianismo.
Esta inercia cambiará cuando la ciudad es conquistada por los árabes de
Táriq ibn Ziyad en el año 711. Esto supuso un alivio para la comunidad
judía que vio a los musulmanes como sus salvadores iniciándose para
ellos un período grande de prosperidad.

En este período y hasta finales del siglo XI, muchos sabios judíos que
nacieron o se educaron en Toledo, como Abraham ibn Ezrá o el propio
Jehudá ha-Leví. Aquí nació y escribió su obra poética Abraham ibn
al-Fakhar, muerto en 1231, Israel de Toledo y otros muchos que
expusieron sus conocimientos y su trabajo en la corte castellana.
En 1085, Alfonso VI conquista Toledo y la judería inicia una época de
prosperidad y crecimiento demográfico, ya que atrajo a muchos judíos que
habitaban en territorio musulmán. Los judíos le habían ayudado a
conquistar la ciudad y el rey les confirió los mismos derechos que a los
cristianos.
El auge de la comunidad judía se mantendrá con los reyes cristianos al
acrecentar su representatividad social y política, convirtiéndose en el
siglo XII en la comunidad judaica más importante de la corona de
Castilla.El médico y nasí de Toledo Yosef ben Ferruziel, también
conocido como Cidellus, será el primer ministro del monarca y dará paso
a una serie de judíos que tendrán cargos de importancia en la corte de
Castilla.
A pesar de la protección real, Isaac ben Jacob na-Cohen, conocido como
Al-Fasi, talmudista del siglo XI, habla de persecuciones en Toledo en
1090, y en sus Responsa, también menciona una matanza de judíos en 1108,
año en el que murió Salomón ibn Farissol. Esta correspondencia entre
cristianos y judíos no durará mucho. Un decreto de 1118prohibía a los
judíos jurisdicción alguna sobre un cristiano, de donde se deduce que
con anterioridad eso era habitual.
En 1135, viene el período almohade y se produce la huida precipitada de
los judíos hacia Castilla y Aragón, lo que dejó a la España musulmana
prácticamente libre de judíos.
Entre 1147-1269, los almohades, “los que reconocen la unidad de Dios”, o
Banu Abd al-Mumin, dominaron el norte de África y el sur de la Península
Ibérica.
Eran una dinastía de origen bereber (del actual Marruecos), surgida como
reacción a la relajación religiosa de los almorávides. Ante su
intransigencia, las aljamas o juderías, como la de Toledo, aumentaron su
población con judíos provenientes de la España mulsulmana. Muchos
llegaron en 1147, siendo nasí de los judíos de Toledo Judá ben Yosef ibn
Ezrá, pariente del poeta.
El área del seminario (a la dcha.): Ahí estuvo ubicada la Escuela de
Traductores de Toledo en tiempos de Alfonso X El Sabio
Como consecuencia de esta emigración masiva, en Toledo se afincaron
poetas, gramáticos, filósofos, científicos, médicos y otros sabios. El
arzobispo de Toledo, Raimundo de Sauvetat, que fue Canciller de Castilla
con Alfonso VII durante 20 años, quiso aprovechar esta pacífica
convivencia de cristianos, musulmanes y judíos auspiciando diferentes
proyectos de traducción: el prestigio de la Escuela de Traductores de
Toledo fue tal que ni siquiera las disposiciones antijudías del Concilio
de Letrán en 1215 pudieron dañar su florecimiento.
El apoyo y trato favorable del rey hacia los judíos fue causa de
diferentes revueltas:
En 1178, tuvo lugar un disturbio en el que resultó muerta la amante
judía del rey Alfonso VIII, así como Judá y Samuel Alnaqua.
En 1212, tuvo lugar otra revuelta que coincidió con la llegada de judíos
que huían de la intolerancia francesa.
La respuesta del arzobispo de Toledo fue cargar a la comunidad judía con
nuevos impuestos: cada judío mayor de 20 años tenía que pagar un tributo
anual, al tiempo que se les imponía una tasa adicional en concepto de
lucro cesante en la compra de casas a propietarios cristianos.
El reinado de Alfonso X el Sabio supuso el momento de mayor prosperidad
y esplendor de la comunidad judía de Toledo. Basta mencionar el importe
total de impuestos pagados por la comunidad en 1284: 1.000.000 de
maravedíes. Durante su reinado la judería de Toledo será conocida por su
gran extensión, la suntuosidad y belleza de sus edificios públicos y la
calidad intelectual de sus rabinos. Pero tras su muerte, los judíos caen
de nuevo en desgracia.
. Las revueltas antijudías de 1391 también llegan a Toledo. El 18 de
junio, la judería de Toledo fue atacada durante la noche de manera
similar a otras ciudades del reino, especialmente Sevilla. Entre las
víctimas de la matanza se encontraban destacados artesanos, poetas y
hombres de letras. La mayor parte de las sinagogas de la ciudad fueron
destruidas o seriamente dañadas.
Esto fue la expresión más clara del clima de malestar que se había
creado en contra de los judíos en medio de una situación dificultosa por
la guerra entre Pedro I El Cruel (por quien se decantaron los judíos) y
Enrique de Trastamara (de quien tuvieron represalias cuando resultó
vencedor), y por la peste negra que estaba asolando Europa, y que causó
una mortandad del 60 % de los europeos: entre 50.000.000-80.000.000 de
personas. A estas condiciones se une el incendio del barrio comercial
judío, el Alcaná, donde tenían sus tiendas, talleres y algunas
viviendas.
Las fortificaciones del Castillo Nuevo de los judíos junto al puente de
San Martín
1398. En el mes de febrero el rey Enrique III ordenó al alcalde Juan
Alfonso y al tesorero mayor Juan Rodríguez de Villareal que hicieran
averiguaciones sobre quiénes habían cometido los robos en la judería de
Toledo, imponiéndoles a los culpables una multa de 30.000 doblas de oro.
Las desastrosas consecuencias económicas para la ciudad se dejaron
sentir muy pronto, especialmente en los particulares, monasterios y
otras instituciones religiosas que perdieron las rentas que recibían
sobre los tributos de las aljamas judaicas. Los más afectados fueron los
capellanes cuyos beneficios eclesiásticos provenían de las rentas
situadas en la judería.
1450. El rey Juan II ordenó que se derogasen todas los preceptos
instaurados en contra de los judíos que se hubiesen establecido en
Castilla, los cuales habían provocado la huida de los judíos de aquellos
los lugares en los que se habían puesto en vigor.
1451. En el incremento de ese ambiente contra los judíos y musulmanes se
promulgan unas ordenanzas restrictivas hacia ellos como la prohibición
de andar de noche por las calles, entrar en iglesias o monasterios sin
autorización, salir de sus casas durante las festividades cristianas, y
la obligación de llevar señales distintivas cosidas en sus
indumentarias.
1452. Tras las quejas de los judíos, el rey manda al Ayuntamiento de
Toledo que cumpla su orden de anular las ordenanzas antijudías, y éste,
el 23 de febrero, suprime algunas, y modifica y mantiene otras.
Se inicia una especie de “limpieza étnica” para eliminar del reino a los
moriscos (musulmanes convertidos al catolicismo romano) y a los judíos y
conversos (llamados de forma peyorativa, marranos –el investigador
Israel Salvator Révah definió al marrano como “un católico sin fe y un
judío sin saber, aunque un judío por voluntad”-).
1467. Los conversos de Toledo, al sentirse amenazados, se armaron
fuertemente, y el día de los Fuegos de la Magdalena (22 de julio)
cercaron la catedral y mantuvieron a los cristianos cercados después de
matar a dos canónigos y a algunos más. Un millar de cristianos y un
refuerzo de 150 hombres llegados de Ajofrín vinieron a socorrer a los
asediados. Los conversos tomaron puertas y puentes de la ciudad y
montaron cuatro barricadas.
Los combates se iniciaron entonces en los alrededores de la catedral y
prosiguieron en el barrio de la Magdalena. Los asediados pudieron salir,
unos dicen que por la puerta que da sobre la calle de Ollas; otros, que
por la del Reloj. La respuesta de los conversos fue prender fuego al
barrio de la Magdalena. Todas las casas vecinas al Corral de Don Diego
ardieron al instante.
Fray Mesa, cronista de Castilla, dice que el fuego se extendió con la
fuerza del viento a la Trinidad, pasó cerca de San Juan de la Leche,
redujo a cenizas la calle Nueva y la de la Sal, llegando hasta el
mercado de las especias y hasta la iglesia de Santa Justa. El incendio
prosiguió, según el cronista, por la calle de los Tintes y quemó la casa
de Diego García de Toledo. Unas 1.600 casas quedaron destruidas.
Los cristianos viejos, después de largos días de lucha, pudieron
finalmente controlar el fuego y reducir a los conversos. Su cabecilla,
Fernando de la Torre, fue ajusticiado; muchos otros conversos correrían
la misma suerte en días posteriores.
Así, esta sublevación no pudo revertir la situación de los judíos, la
mayoría de los cuales abandonaron Castilla. Los que se quedaron tuvieron
que “convertirse” y demostrar ese “deseo de ser cristianos” ante el
Tribunal del Santo Oficio, aunque no se les permitió llevar armas ni
acceder a puestos de la Administración.
1492. El 31 de marzo, se establece el Decreto de Expulsión de los judíos del Reino, por lo que la Judería de Toledo desaparece, y los Reyes Católicos reparten los edificios públicos de los judíos, con alguna excepción, entre los nobles y las órdenes religiosas para compensar la pérdida de sus rentas. Muchos habitantes de la judería decidieron convertirse y seguir viviendo en sus casas de la judería; otros prefirieron exiliarse manteniendo el judezmo en sus lugares de destino y conservando las llaves de sus casas pensando en regresar…
5. Leyendas sobre el Pueblo Judio en Toledo
La Leyenda de la judía del Pozo Amargo
Hace mucho tiempo en la época de la dominación árabe, en Toledo vivía
una familia de notable reputación,
El señor de la casa junto a sus grandes riquezas era seguidor a la ley
de Moisés por lo cual era visto como un rabino muy apreciado por los
seguidores de su fé.
Este señor era viudo así que todo su cariño y atenciones envolvían a
su única hija una joven de gran belleza y bondad.
La educación de la ahora señorita había sido de muy alto nivel siempre
vigilante su padre de evitar las compañías y juntas de personas que
según él creía inferiores, en esta realidad la joven Raquel fue
creciendo en una lujosa mansión donde los días pasaban sin mucho que
decir, mientras ejercía un pasatiempo de la época para señoritas que
era el hacer bordados acompañada de tarareos y melodiosas canciones
entonadas por ella misma.
Así un día mientras bordaba mirando la calle desde el umbral de su
ventana cubierta por unas celosías, vio pasar a un joven imponente,
gallardo y elegante que vestía ropas cristianas pero que aun así llamo
poderosamente su atención, de repente encontró un nuevo pasatiempo que
le pareció más interesante, cada día fingía bordar en el umbral de la
ventana esperando poder ver pasar al joven apuesto sintiéndose feliz
por haber podido verlo si el transitaba entre la multitud y
sintiéndose triste y deprimida cuando no lo veía.
Los días pasaron y su interés por este joven creció, es por eso que un
día intento dar el primer paso así es que llamo la atención del joven
y le dejo saber su deseo de conocerle mediante una nota escrita por
ella y arrojándola desde su balcón. El joven no tardo en corresponder
a la misiva haciéndole llegar casi de la misma manera una nota en la
cual citaba a la joven para verse cualquier día en una callejuela a
unas cuadras donde había un pozo.
La joven Raquel tuvo que ingeniárselas para poder convencer a su padre
que le permitiera dar unos paseos por las calles en los días
posteriores y no le importo que le pusieran una chaperona anciana de
acompañante solo le interesaba cruzar verdaderas miradas con el joven
que le gustaba, así es que estuvo saliendo de paseo siempre por la
misma callejuela. Es aquí donde un día se cruzó el joven Fernando con
la exquisita Raquel y desde ahí quedó prendado de ella, ya sabiendo
donde ella vivía no fue difícil conocer su situación por su nombre y
quien era en la ciudad.
Es así que Fernando procuro pasar por su balcón más seguido para
lograr alguna comunicación y en una noche quedaron ambos para verse en
la callejuela del pozo, ella se escapó y fue al lugar de encuentro, al
llegar lo vio envuelto en una capa y no paso mucho en que se
entendieron y que cada mirada se convirtió en deseo en que las
palabras dejaron paso a los besos y los juramentos de amor y fidelidad
eterna cubrieron el silencio que les embargaba.
Desde ahí cada noche se veían en el mismo lugar sin ser descubiertos y
nadie había reparado en las escapadas y entre el misterio de las
noches que los envolvía su amor fue creciendo más pero aún existía el
miedo por sus familias separadas por la religión y por la fe.
Ella judía, el cristiano ya por ese tiempo se sabía que la convivencia
de estas dos creencias no era bien vista y es por eso que existen días
en que el destino no es benévolo, pues un amigo del padre de la joven
los vio desde lejos reconociéndolos y no paso mucho tiempo en que fue
a contarle su amigo el padre de Raquel sobre estos encuentros.
El padre se llenó de ira y más sabiendo que el que pretendía a su hija
era un cristiano, sin duda este se había valido para engañar a su
inocente hija con sus artimañas, pero esto no se quedaría así, pensó.
La noche que se enteró del secreto fue más temprano a la calle de
Toledo donde ocurrían estos encuentros, envuelto en una capa y armado
con un puñal debajo de ella.
Es ahí que en un momento vio la llegada del joven que se sentó al
costado del pozo esperando al parecer a su amada que por supuesto era
también su preciada Raquel, acercándose cautelosamente lo abrazo e
intento arrojarlo al pozo pero Fernando se resistió al abrazo mortal y
justo cuando estaba a punto de soltarse sintió el frio acero atravesar
sus entrañas, un segundo después con los ojos nublados se desplomo al
costado del pozo.
El padre retrocedió y oyó un ruido detrás de él, al voltear vio a su
hija con el rostro pálido y desencajado que miraba el cuerpo sin vida
de su amado Fernando, al parecer había presenciado el acto de su padre
y no pudiendo soportarlo más se desvaneció.
El padre se la llevo a su casa e intento calmarla, hacerla sentir
mejor pero Raquel ya no estaba mentalmente con él, seguía rememorando
los encuentros con Fernando en su mente y siempre terminaba en ese
fatídico momento en que presenciaba sus ojos nublados hasta apagarse,
hubieron días en que se escapaba al pozo a llorar a su amado, dicen
que es por sus lágrimas que las aguas comenzaron a tornarse amargas,
en la última escapada se dice que Raquel llorando en el pozo le
pareció ver por un momento a Fernando en el fondo del pozo junto al
reflejo de la luna y que por eso ella cayo, cuando la sacaron ya nada
se pudo hacer Raquel estaba muerta.
El suceso conmociono a la ciudad de Toledo y el pozo fue desde ahí
llamado oficialmente “el pozo amargo”, en la actualidad ya no existe y
puede que no se sepa bien donde estaba su ubicación pero en esas
callejuelas algunos dicen que pueden ver las sombras de una pareja que
pasea en la oscuridad, tal vez ahora Fernando y Raquel si disfrutan de
su amor más allá de las leyes humanas.
Leyenda de Isaac el Judío

Travesía del Arquillo
Pero la reina Isabel no es mujer que se deje doblegar fácilmente por
los obstáculos, y rápidamente piensa el modo para financiar tan
importante aventura.
Decidida da una orden secreta, y envía a Toledo un emisario para
reunirse con el israelita Isaac.
Vivía este judío al pie del cerro de la Virgen de Gracia, en la
travesía del Arquillo, y aseguraban sus contemporáneos que sus
riquezas eran superiores a las de cualquier magnate por poderoso y
acaudalado que fuera.
Dos días después de la visita de Colón a la reina Isabel, llegaba a
casa de Isaac el emisario real.
–¿A qué debo el honor de que venga a visitarme un mensajero de tan
importante señora? –preguntó el israelita cuando vio entrar por su
puerta al enviado de la reina-.
–Asuntos de negocios que es conveniente que mantengáis en secreto
–respondió el emisario-.
–Sabéis perfectamente que la discreción es mi principal virtud.
Ahora decidme, ¿qué negocios son esos de los que habláis?.
Al instante el hombre enviado por la reina Isabel se acercó a una
mesa y extendió sobre ella gran cantidad de joyas y piedras
preciosas.
–Son las joyas más preciadas de la corona –dijo-. La reina necesita
dinero, y lo necesita ahora. Los altos costos de la guerra contra
los moros han ocasionado que no haya dinero en las arcas reales que
es requerido urgentemente. Tengo orden de su majestad de regresar
con una importante suma de dinero a cambio de estas joyas…
A los pocos minutos partió el emisario de la reina llevándole gran
cantidad de dinero que Isaac el judío le había entregado a cambio de
las joyas, colaborando de esta forma al futuro descubrimiento del
nuevo continente.
El Manuscrito del Judío Anónimo
Cuando en 1492 los Reyes Católicos dispusieron la expulsión de los
judíos, los que moraban en Toledo, como el resto de España, contaron
con un plazo de cuatro meses para abandonar el país.
Eran pocos los hebreos que aquí habían recibido el bautismo, y por
tanto pocos los exentos del edicto.
Con gran dolor abandonaron familias completas la ciudad, pues muchas
habían nacido ya en ella. Pero antes de su marcha hicieron una
visita obligada al cementerio judío que según las crónicas estaba
situado en las proximidades de la ermita de San Eugenio, en los
rodaderos que van a dar a Safont. Allí quedaban definitivamente los
restos de sus antepasados o seres queridos fallecidos, a los que
iban a visitar por última vez.
Pero curiosamente hubo un judío, del que la historia no ha
guardado el nombre, que visitó numerosas veces el osario para
registrar en un manuscrito las inscripciones de todos los sepulcros.
Con grandes dosis de paciencia reprodujo fielmente todos y cada uno
de los epitafios.
Posiblemente le llevó largo tiempo, pero finalmente acabó su labor
en un cuaderno bastante extenso. Después, con el interesante
manuscrito bajo el brazo como mejor recuerdo, partió de Toledo junto
con todos los miembros de su raza.
Y no resultaría de extrañar que antes de perderse en el ancho
horizonte dirigiera una última mirada a la ciudad donde quedaban
todos sus recuerdos y, probablemente, algún que otro antepasado o
amor malogrado en aquel cementerio.

Dintel en el nº 9 de la calle de la Plata construido con una lápida
sepulcral hebrea.
Bastantes años después fue encontrado en la biblioteca pública de
Florencia, por un concienzudo investigador, el manuscrito del judío
anónimo, que fue puesto en manos de un experto hebraísta. Éste,
considerando el documento de gran valor histórico, decidió publicar
un corto número de ejemplares, que fue distribuido por muy pocos
lugares.
El manuscrito original se perdió en un terrible incendio del
edificio florentino, pero quiso la casualidad que uno de las copias
fuera a parar a la biblioteca provincial de Toledo, donde se guardó
sin darle demasiada importancia.
Pero poco tiempo después, al desmontar el dintel de cierta casa que
estaba siendo reformada en la calle Tornerías, se descubrió que la
piedra era una losa sepulcral hebrea, ocurriendo exactamente lo
mismo a las pocas semanas con la pila del lavadero de las monjas de
Santo Domingo el Real.
Un investigador toledano, alertado de ello, acudió diligente a
consultar el facsímil del manuscrito del judío anónimo. Y sus
sospechas, en efecto, se confirmaron. Allí estaban perfectamente
reproducidas las inscripciones de las losas sepulcrales
recientemente descubiertas.
Detalle de dintel en el nº 9 de la calle de la Plata construido con
una lápida sepulcral hebrea.
Y de esta manera quedaron resueltos dos enigmas: las losas procedían
del cementerio judío de Toledo, y el manuscrito era auténtico. ¿Pero
qué ocurrió con el resto de lápidas que aparecían representadas en
el documento y de las que nada se sabía?.
La respuesta se ha ido dando a lo largo de los últimos años, con la
aparición de numerosos restos que concuerdan fielmente con el
testimonio legado por aquel judío anónimo.
La Leyenda de Alfonso VIII y la Bella Raquel.
Alfonso VIII, como ocurre con cualquier ser humano de sexo bien
definido, se enamoro de Doña Fermosa, más conocida por Raquel, bella
judía toledana.
El rey y Raquel, entregados a los placeres del amor en su retiro de
palacio, olvidaron por completo el mundo que les rodeaba.
Siete meses de abandono de asuntos tan importan-tes como los de la
guerra santa (hay quién opina que la grave derrota de Alarcos se debió
principalmente a aquel retiro de placer adúltero), movieron a los
nobles del Consejo Real a tomar la decisión de quitar de en medio a la
jovencita.
A tal efecto, organizaron una cacería a fin de hacer sacar a Alfonso
de su escondite y..., ya sabéis, poder deshacerse de la bella hebrea,
culpable de tanta distorsión política y familiar, termino degollada.
El rey fué rápidamente convencido con fuertes razones de Estado, y tan
convencido quedo que arrepentido de los males que había ocasionado
(antes rey que humano), se retiro en penitencia a la Iglesia de
Illescas, donde también la tradición habla de la aparición de un Ángel
que le traía el perdón de los cielos.
6. Cocina Sefardí
Jalot de Shabat
Ingredientes
1 kg de harina
1 pan de levadura
2 huevos
6 cucharadas de aceite de semillas
1 cucharada de sal
4 cucharadas de azúcar
1 taza y media de agua tibia
Sésamo
Preparación
Mezclamos la harina, el azúcar y la sal en un bol. Después añadimos 1
huevo, el aceite y la levadura fermentada disuelta en el agua tibia
con un poco de azúcar.
Una vez que tenemos los anteriores ingredientes mezclados, los
amasamos durante unos 15 minutos hasta obtener una masa uniforme,
dejándola reposar durante 1 hora dentro de una bolsa de nailon para
que levante la masa.
Transcurrida la hora, habiendo ya levantado la masa, la volvemos a
amasar y vamos formando los panes trenzados según el tamaño que
gustemos, pincelándolos después con una yema de huevo mezclada con un
poco de agua, añadiéndole al final el sésamo para decorar los panes.
Volvemos a dejar reposar los panes durante unos 30 minutos para que
vuelva a levantar la masa, tras lo cual los cocinaremos en el horno a
máxima potencia durante unos 30 minutos, transcurridos los cuales los
extraeremos del horno y dejaremos que se templen antes de servir.
Como su propio nombre indica, es un pan típico de esa festividad,
debiendo su carácter trenzado precisamente al carácter del Shabat, en
buena parte de cuya preparación interviene la creatividad humana
Receta Sefardí Toledana: Orisa
Orisa
Se suele considerar un plato único de gran contundencia que se sirve
caliente.
Es un plato de cocinado de larga duración; generalmente la carne se
prepara la víspera del sábado (shabbat) y suele asarse junto con
unas cebollas y se le añade la pasta de unos
pimientos ñoras (harissa). Tras esta operación se deja
cociendo a fuego lento hasta que horas antes de servir se le añade
la cebada.
Ingredientes para la orisa
1 paquete y medio de cebada perlada
½ litro de aceite de oliva de 0,4º
3 cebollas grandes fileteadas
4 piezas de batatas rojas (boniatos)
2 cabezas de ajos enteros
1 cabeza de ajos pelados
8 huevos duros
Pimentón de ñoras
Sal, pimienta negra molida, azúcar moreno
Elaboración
La carne guisada se puede hacer la víspera.
En una cacerola refreír la cebolla y los dientes de ajos en 300 ml
de aceite.
Cuando la cebolla esté blanda y dorada agregar la carne cortada en
trozos pequeños, los huesos y las dos hojas de laurel.
Salpimentar. Cubrir con agua y tapar.
Dejar reducir, conservando un poco de salsa líquida que va a servir
para la orisa (la carne tiene que estar blanda).
Preparación de la orisa
En una cacerola freír la cebolla hasta que adquiera un color bien
dorado. Añadir los ajos sin pelar y los pelados, cuando todo esté
bien refrito añadir los boniatos troceados, la carne guisada, la
cebada y el pimentón de ñoras. Rehogar todo antes de echar el agua.
Por cada paquete de cebada es necesario echar 3 vasos de agua (se
puede reemplazar un vaso de agua por uno de caldo de la carne
guisada).
Agregar 2 ó 3 cucharadas de azúcar moreno, sal, pimienta y los
huevos hervidos. Dejar cocer durante 15 minutos al fuego y pasar
luego al horno hasta que el grano esté blando. Mantener en placa de
calor hasta el día siguiente.
Cocina Sefardí: Hamantashen Tradicionales
Ingredientes
4 tazas de harina
4 huevos
3/4 taza de azúcar
1 taza de margarina ablandada
1 cucharada de jugo de naranja
1 cucharadita de extracto de vainilla
2 cucharaditas de polvo de hornear
Una pizca de sal
1 cucharadita de cáscara de naranja rallada
Rellenos
Medio kilo de semillas de amapola o
Medio kilo de lekvar (jalea de manzana o ciruela)
O medio kilo de conserva de frutilla o albaricoque
Precaliente el horno a 350 grados.
Aceite bandejas para galletas.
Ponga todos los ingredientes en un bol para mezclar grande y bátalos. Puede agregar un poco mas de jugo o harina, depende de la consistencia de la masa. Forme una bola con la masa. DivÃdala en cuatro partes.
Proceda a armar y hornear de acuerdo al Hamantashen ilustrado
Preparación
1. Prepare la masa de su elección. Divídala en cuatro porciones
2. Sobre una mesa enharinada estire cada porción hasta un espesor de tres milímetros.
Usando un molde redondo o un cortador de galletas, corte círculos de 7,5 centímetros
3. Ponga entre media y dos tercios de cuchara de te del relleno que desee
4. Para darle una forma triangular levante los lados izquierdo y derecho, dejando la parte de abajo y uniendo ambos lados en el centro. Encima del relleno
5. Una el ala restante en el centro con los dos lados. Aprete juntos todos los lados
6. Ponga en una asadera para galletas aceitada, separadas dos centímetros y medio una de otra y hornee a 350 grados en el horno previamente calentado durante 20 minutos
Cocina Sefardí: Shavuot - Torta de queso
Ingredientes
Masa
• ½ vaso de margarina derretida
• 1 huevo
• ½ vaso de azúcar
• 1 vaso de harina
• 1 ½ cucharita de polvo de hornear
• 2 cucharitas de leche
• 1 cucharita de vainilla
Relleno
• ½ kilo de queso cottage o ricotta kasher
• 2 huevos
• 2 cucharitas de azúcar
• 2 cucharitas de leche
• 1 cucharita de jugo de limón
• Sal a gusto
Preparación
Batir la margarina, huevo y azúcar. Agregar los ingredientes secos.
Después la vainilla y la leche. Colocar la mitad de la masa en un
molde de 20 cm enmantecado.
Mezclar los ingredientes del relleno en otro bol, mezclar bien.
Colocar sobre la masa en el molde.
Cubrir con el resto de la masa.
Calentar el horno a 180 grados. Hornear por 30 minutos.
Rinde: 6 porciones
Cocina Sefardí: Janucá - Rosquillas de Azúcar
Condimentadas
Ingredientes
3 ½ tazas de harina sin polvos de hornear.
4 cucharitas de polvos de hornear.
½ cucharita de bicarbonato de soda.
1 cucharita de sal.
1 cucharita de canela en polvo.
½ cucharita de jengibre en polvo (opcional).
¼ cucharita de clavos de olor en polvo (opcional).
1/8 de cucharita de nuez moscada en polvo (opcional).
1 taza de azúcar.
3 cucharadas de mantequilla, suavizada.
2 huevos.
1 cucharita de vainilla.
½ taza más 1 cucharada de suero de leche (para hacerlo la mezcla 1
cucharada de vinagre con ½ taza de leche).
1 taza de calabaza cocida y hecha puré (puede usarse enlatada), papa
dulce o calabaza
Aceite (para freír).
2 tazas de azúcar.
½ cucharita de canela.
½ cucharita de jengibre en polvo (opcional).
¼ cucharita de clavos de olor en polvo (opcional).
1/8 cucharita de nuez moscada en polvo (opcional).
Preparación
"La variedad es el condimento de la vida" dice el dicho; luego de
darnos el gusto con las mismas rosquillas una y otra vez, esta
receta es un bienvenido cambio para los atrevidos. La calabaza o
papa dulce/calabacin les aporta un sabor ligeramente dulce que es
muy sabroso.
Instrucciones:
Mezcla la harina, los polvos de hornear, el bicarbonato de soda, la
sal y las especies en un recipiente mediano. En un recipiente
grande, bate la margarina y el azúcar. Agrega los huevos de a uno.
Agrega la vainilla, el suero de leche y la calabaza. Agrega
suavemente la mezcla de harina hasta que estén completamente
incorporada. Cubre el recipiente con un paño de tela y refrigera
durante al menos 1 hora.
Espolvorea dos bandejas para horno con harina. Trabajando con 1/3 de
la masa por vez, amasa la masa enfriada en una superficie
ligeramente enharinada, hasta que quede de un espesor de
aproximadamente 1,5 centímetros. Usando un molde redondo de 6
centímetros o un vaso de boca ancha, corta círculos y ponlos en una
bandeja de horno. Usa un molde de 2,5 cm. o una copa de licor
pequeña para cortar el centro del círculo, y pon también el hoyo de
la rosquilla en la bandeja de horno. Repite hasta que hayas usado
toda la masa. Puedes volver a amasar las sobras. Debieras terminar
con 24 rosquillas y 24 hoyos.
En una olla grande, calienta 5-7 centímetros de profundidad de
aceite a 185°C. Haz una pila gruesa de toallas de papel para
escurrir las rosquillas en ellas. Fríe las rosquillas al igual que
los hoyos hasta que estén doradas, como 1 minuto por lado. Retira
las rosquillas para escurrirse y enfriarse bien en las toallas de
papel.
En un recipiente, mezcla el azúcar y las especias. Cubre las
rosquillas y los hoyos de las rosquillas con la mezcla de azúcar. El
azúcar se pegará a el resto de aceite (aunque a nadie le gusta
pensar en eso). Â ¡Disfrutar
Cocina Sefardí: Jalot de Shabat
Ingredientes
1 kg de harina
1 pan de levadura
2 huevos
6 cucharadas de aceite de semillas
1 cucharada de sal
4 cucharadas de azúcar
1 taza y media de agua tibia
Sésamo
Preparación
Mezclamos la harina, el azúcar y la sal en un bol. Después añadimos
1 huevo, el aceite y la levadura fermentada disuelta en el agua
tibia con un poco de azúcar.
Una vez que tenemos los anteriores ingredientes mezclados, los
amasamos durante unos 15 minutos hasta obtener una masa uniforme,
dejándola reposar durante 1 hora dentro de una bolsa de nailon para
que levante la masa.
Transcurrida la hora, habiendo ya levantado la masa, la volvemos a
amasar y vamos formando los panes trenzados según el tamaño que
gustemos, pincelándolos después con una yema de huevo mezclada con
un poco de agua, añadiéndole al final el sésamo para decorar los
panes.
Volvemos a dejar reposar los panes durante unos 30 minutos para que
vuelva a levantar la masa, tras lo cual los cocinaremos en el horno
a máxima potencia durante unos 30 minutos, transcurridos los cuales
los extraeremos del horno y dejaremos que se templen antes de
servir.
Como su propio nombre indica, la Jalot de Shaba es un pan típico de
esa festividad, debiendo su carácter trenzado precisamente al
carácter del Shabat, en buena parte de cuya preparación interviene
la creatividad humana, siendo, precisamente, el hecho de trenzar el
pan a diferencia de lo que ocurre con la otra variedad de jalot, la
jalot redonda, la cual es propia de la época del Rosh Hashaná.
Receta Sefardí: Suljaniot revestidas
Ingredientes
- 4 vasos de harina.
- 1 cucharada de levadura seca
- 1/4 de vaso de agua.
- 4 cucharadas de azúcar.
- 2 cucharadas de aceite o manteca.
- 3 yemas.
- 2 huevos.
- - 1 cucharada de ralladura de limón.
- 1 pizca de sal.
- 2 cucharadas de jugo de naranja natural
- 1 cucharada de brandy
- Aceite para freír cantidad necesaria
Preparación
1) Mezclar la levadura con el agua tibia utilizando una cuchara de
madera, y dejarlo reposar unos 15 minutos o hasta que leve.
2) Colocar en un bol de batidora eléctrica, la harina, el azúcar,
aceite o manteca derretida, las yemas y huevos, ralladura de limón y
sal. A esta mezcla agregarle el agua con la levadura. Añadir el jugo
de naranja y la cucharada de brandy, o algún otro optativo, si es
necesario agregarle mayor cantidad de líquido.
Amasar todo en la batidora durante 5 minutos, si es a mano requerirá
más tiempo, dejar la masa levar hasta que duplique su tamaño, en un
lugar cálido.
Volver a amasar y dejarla reposar, formar los bollitos del tamaño
que se desee y dejar reposar otros 20 minutos. Preferiblemente
pequeños, esta es una masa de confitería un poco pesada y de muchas
calorías.
3) Colocar el aceite en un sartén hondo y poner las sufganiot unos 2
minutos de cada lado. En fuego mediano para que no se quemen y se
hagan por dentro.
4) Retirar del fuego y espolvorear con azúcar impalpable, o la
cobertura elegida. Se pueden inyectar con una jeringa, mermelada de
frambuesas (tradicional), o dulce de leche o el dulce elegido y
luego decorar a gusto con una manga adecuada.
Coberturas sugerencias
Salsa de Chocolate:
100 gr. De chocolate 2 cucharadas de leche. 1 cucharada de licor de
naranjas. Calentar a baño de María, cuidando que no salpique el agua
(porque arruinaría la salsa), cuando esté derretido agregarle el
licor de naranjas. Se puede realizar con crema de leche.
Salsa de naranjas o mandarinas
6 naranjas o 6 mandarinas - 100 grs. de azúcar
Extraer 3 frutas de cada una el jugo no colarlo. Pelar y separar en
gajos, sin piel ni hollejo. Poner en una cacerola el jugo y medio
vaso de agua con el azúcar y los gajos. Cocinar hasta que los gajos
estén brillantes, retirarlos de la cocción. Cocinar el almíbar hasta
reducir el líquido. Se puede desarmar los gajos si se desea.
Otra opción es realizar un merengue italiano y agregarle colorantes
vegetales, son muy atractivos a los niños, etc.
Cocina Sefardí: Uguiot melujot (Galletas saladas)
Postres
Ingredientes
1 kilo de harina tamizada
250 g de margarina
1 vaso de aceite
2 cucharaditas de sal
2 cucharaditas de azúcar
1 sobrecito de de polvo de hornear (Afkat afia) (Baking Powder) o
levadura liofilizada de cualquier otra marca.
2 vasos de agua tibia granos de ajonjoli (sumsum/sésamo)
1 huevo para pintar las piezas
Preparación
Mezclar los ingredientes hasta conseguir una masa suave y que no se
pegue a los dedos. Dejar reposar media hora. Se pueden presentar con
diversas formas: forma de deditos, cÃrculos o en forma de pretzels
como las que aparecen en la foto.
Batir el huevo y pintar las piezas con una brochita. Finalmente,
espolvorear sobre las piezas con granos de ajonjoli. Hornear 180
grados hasta que estén doraditas.
Recetas Sefardies: Adafina
Ingredientes
Una mano de ternera
½ kg de garbanzos
24 patatas medianas, peladas y torneadas
10 huevos haminados (hervidos con 5 pieles de cebollas para que se
oscurezcan)
Una cebolla entera con piel
350 ml de aceite de oliva de 0,4º
Macis (cáscara de nuez moscada)
Sal, pimienta y agua fría
Elaboración
Poner la víspera los garbanzos en remojo.
Hervir los huevos junto con la piel de la cebolla para conseguir
un color oscuro (huevos haminados).
En una cacerola de acero inoxidable, poner en este orden: aceite,
garbanzos remojados, carne atada con cuerda, la mano de ternera,
los huevos duros con cáscara, las patatas peladas enteras y
torneadas.
Condimentar y cubrir con agua fría.
Cocer, en cuanto salga la espuma retirarla.
Agregar "el relleno".
Echar por encima un poco de caramelo oscuro, hecho con azúcar en
una sartén adherente.
Tapar y dejar cocinar toda la noche a fuego muy lento
Relleno
7. Fiestas del Pueblo Judio
Destacan las fiestas más populares de la comunidad judía como son el
Purim, o fiesta de la alegría; el Rish Hashaná, año nuevo judío; el
Hannukah, fiesta de las luces; y el Sukot, o fiesta de las cabañas.
Escena de Séder de Pésaj
Las fiestas judías están muy reguladas por la liturgia y en ellas
se observa un enorme cuidado en las comidas, celebraciones en la
sinagoga, o en el comportamiento individual de los individuos
respecto a la familia y la comunidad.
El día sagrado de la semana es el sábado (sábat), que comienza el
viernes al atardecer, con el rezo en la sinagoga, la preparación
de la cena y el encendido de dos velas.
Se interrumpen los trabajos cotidianos y mecánicos, permitiéndose
tan solo aquellos vinculados con la celebración.
Si seguimos un sentido litúrgico recordaríamos entre septiembre y
octubre los diez días temerosos (yamim noraim), que comienzan con
la fiesta de Primero de Año (Ros ha-saná) y terminan con la fiesta
de la Expiación o del Gran Perdón (Yon Kipur), es un período de
gran solemnidad, austeridad, ayuno y penitencia, de recuerdo de
los difuntos, de petición de perdón y de reconciliación con
aquellos a los que se ha ofendido.
Durante el rezo en la sinagoga en este período se hace uso del
característico cuerno (de carnero, gacela, chivo.) conocido con el
nombre de sofar.
Continuaríamos con la festividad de las Cabañuelas (Sukot), una de
las tres fiestas mayores junto a la Pascua (Pésah) y el
Pentecostés (Sabuot), en la que se peregrinaba a Jerusalén. La
Fiesta de las Cabañuelas, igualmente celebrada entre septiembre y
octubre, dura una semana y rememora el tiempo en el que el pueblo
hebreo estuvo errante entre su salida de Egipto y su llegada a la
Tierra Prometida, por ello en su recuerdo las comidas principales
se deben hacer a cielo abierto, bajo una pérgola, sencilla tienda,
cabaña o cabañuela (suká) que permita la comunicación con el
exterior. Termina esta fiesta con la exaltación de la Ley (Simjat
Torá) revelada por Dios a su pueblo.
Cuando los días acortan su duración en el inicio del invierno, en
diciembre, se celebran durante ocho días Las Luminarias o
Consagración, la conocida Fiesta de Hanuka, que recuerda la
victoria de los macabeos sobre los seleúcidas, y la purificación
del Templo de Jerusalén en el 165 a.C. La leyenda cuenta como al
procederse al encendido de la lámpara sagrada solo quedaba aceite
para un día, pero estuvo encendida los ocho que duró la
sublevación contra Antioco Epifanes al querer este sustituir el
culto a Dios por el de Zeus. Por ello surge una pieza esencial la
hanukiyá, lámpara con ocho cuencos más uno adicional auxiliar
desde el que se van encendiendo día a día cada una de las
lamparillas hasta que al final aparecen todas encendidas.

Hanukiyá
Al acercarse la primavera, entre finales de febrero o ya en
marzo se celebra la fiesta de las Suertes (Purim) en la que se
recuerda como los judíos se salvan de la persecución de Hamán,
cortesano protegido del rey persa Asuero (¿Jerjes o
Artajerjes?).
Historia que se cuenta en el Libro de Ester, por lo que también
es conocida esta fiesta con su nombre, ya que la salvación se
produjo gracias a la intercesión de esta reina. Es una
celebración muy alegre en la que se realizan multitud de juegos,
los niños utilizan las carracas, se reparten dulces, aguinaldos,
limosnas, etc. El Libro de Ester se lee en la sinagoga, escrito
en un rollo (meguilá) de tamaño más pequeño que el rollo del
séfer Torá.
Finalizaríamos con la Pascua (Pésah). Se celebra entre marzo y
abril, y en origen tenía un claro sentido agrícola al marcar el
inicio del ciclo vegetativo de la naturaleza. Conmemora la
constitución de aquel pueblo hebreo que consiguió su libertad
con el Éxodo del Egipto faraónico en dirección a la Tierra
Prometida. El inicio de esta festividad, que dura ocho días,
comienza en la casa con una cena ritual (seder) en la que se
dispone con mucho cuidado una serie de alimentos con gran
sentido simbólico que aluden en gran medida a su vida sometida
en el país del Nilo, además se lee el Hagadá, o texto sagrado
donde se cuenta el Éxodo.

La circuncisión (berit milá), que se realiza a los niños a los
ocho días de nacer si no hay ningún impedimento de salud,
recuerda la alianza de Dios con su pueblo. Se realiza en la casa
o en la sinagoga por el circundador (mohel) acompañado por el
padre y el padrino (sandaq) acompañados por diez hombres adultos
(minyán).
Cortejo fúnebre de la Agadá Morisca.
La formación de los niños en la sinagoga de los preceptos
religiosos es muy importante y se culmina con la fiesta de la
mayoría de edad a los trece años. Con anterioridad a la solemne
ceremonia el todavía niño realizará (el lunes, jueves o sábado
anterior) una exégesis o lectura comentada e interpretativa
(darús) sobre algún texto bíblico siguiendo las directrices de
la literatura religiosa hebrea (Talmud).
Tras la mayoría de edad el muchacho quedará sujeto a los
preceptos religiosos de la comunidad (bar misvá) y podrá atar en
su cabeza y en su brazo izquierdo las filacterias (tefilim) y
cubrirse con el manto (talit) cuando así lo exige la liturgia.
La boda es otro de los momentos claves en la vida de todo judío.
Contaba con un contrato (ketubá) donde se fijan todas las
cláusulas matrimoniales (dote, posible divorcio…). La fiesta se
compone del compromiso (erusín) y de la santificación del
matrimonio (quidusín). De nuevo se celebra en la sinagoga, bajo
un palio (jupá) y ante la presencia mínima de los diez varones
adultos (minyán).
La muerte o tránsito a la otra vida en espera de la resurrección
es otro de los momentos importantes en la vida de todo judío. La
preparación del moribundo, cuando era posible, del cadáver, de
la mortaja, del enterramiento y funeral, y del luto seguían unos
pasos muy bien definidos.
Fiesta de Pascua o Pésaj entre los Sefardies
La fiesta de Pascua (una de las tres de peregrinación al templo de
Jerusalén en tiempos bíblicos), se celebra durante ocho días del
15 al 23 de nisán , en el mes de abril.
Su origen se pierde en el tiempo, ya que era una fiesta de pastores a la que se unió otra de carácter agrícola, la de los ácimos, en la que está prohibido el consumo y posesión de pan y de cualquier producto con levadura.
Su origen se pierde en el tiempo, ya que era una fiesta de pastores a la que se unió otra de carácter agrícola, la de los ácimos, en la que está prohibido el consumo y posesión de pan y de cualquier producto con levadura.
Luego pasó a ser la fiesta de la libertad, en conmemoración de la
liberación de los judíos de la esclavitud egipcia, según se narra
en el libro bíblico del Éxodo.
La salida de Egipto se rememora todos los años en el "orden" (séder) de las dos primeras noches de Pascua, durante el cual se cena en familia y se lee la Agadá , relato en hebreo del Éxodo según textos rabínicos.
La salida de Egipto se rememora todos los años en el "orden" (séder) de las dos primeras noches de Pascua, durante el cual se cena en familia y se lee la Agadá , relato en hebreo del Éxodo según textos rabínicos.
En las fechas previas a la Pascua , hay que hacer en las casas y
propiedades judías una meticulosa limpieza para eliminar de
utensilios y vestidos cualquier resto de alimento que contenga
levadura, ya que según cuenta la Biblia los judíos salieron de
Egipto tan deprisa que no hubo tiempo para que la masa leudara. Un
preciso ritual indica la manera de proceder con esos alimentos y
con los recipientes que los han contenido, siendo costumbre tener
una vajilla especial para usarla sólo en Pascua.
El séder tiene como objeto primordial revivir y hacer comprender a
los niños el hecho milagroso de que fueron protagonistas los
antepasados judíos. Por eso el momento culminante es cuando casi
al comienzo de la Agadá el más pequeño de la casa (o en su defecto
la mujer) hace la pregunta: "¿Por qué esta noche es diferente de
todas las otras noches?".
Para la cena se prepara un plato en el que se ponen varios
alimentos que deben consumirse en el séder y que simbolizan las
penalidades y sufrimientos de los judíos en Egipto así como la
intervención milagrosa de Dios a favor de su pueblo; a saber:
- Tres panes ácimos (masot) , puestos uno encima del otro, que son
el símbolo de los tres sectores del pueblo judío: sacerdotes,
levitas y el resto del pueblo.
- Verduras amargas (maror) , como lechuga, endivia, rábanos
picantes, berros, etc., que son el símbolo de la amargura de la
esclavitud.
- Una pasta (jaróset) hecha con frutos secos, canela, miel,
manzana y vino: recuerda el mortero con que se hicieron las
construcciones para el faraón de Egipto.
- Un trozo de brazo (zeroa) de cordero, que representa el brazo
tendido de Dios que liberó a los hijos de Israel de la esclavitud.
- Apio (karpás), la primera hierba amarga, que se moja en un
recipiente con vinagre o agua salada.
- Un huevo (besá) cocido, comida propia de luto, que simboliza la
fugacidad de lo terreno y alude al dolor por la destrucción del
templo de Jerusalén.
- Un recipiente con agua salada o vinagre para mojar el karpás,
que recuerda las aguas del mar Rojo que hubieron de atravesar los
israelitas en su huida.
Durante la celebración cada uno de los comensales debe tener un
Agadá, libro que contiene la Agadá o relato del éxodo que contiene
elementos narrativos y folclóricos, y se lee durante la cena; es
en realidad un manual para el séder que contiene el texto hebreo y
frecuentemente se traduce a otras lenguas.
Durante la cena se bendicen y se consumen cuatro copas de vino,
cuyo significado explican la Biblia y el Talmud. Una de ellas se
refiere a la promesa de redención divina a Israel expresada en
cuatro verbos en primera persona (Ex 6, 6-7) ". os sacaré. os
libraré. os redimiré. os tomaré". En la Torá se prevé una quinta
copa para el profeta Elías, presente en todas las celebraciones
judías, y que se consumirá si alguien ajeno a la familia, se
uniese a la celebración, símbolo de la hospitalidad que debe
reinar en todo hogar judío, en especial en esta celebración.
En el norte de África, especialmente en Marruecos, se celebraba
(la séptima noche dePésaj), la Mimuna, fiesta con distintas
interpretaciones como la que indica que se conmemora el
fallecimiento del padre de Maimónides, rabí Maimón, aunque la
explicación más aceptada es la que supone que la palabra es una
deformación de la hebrea emuná(fe). Esta celebración se ha
generalizado en el Estado de Israel.
Existen otras fiesta en el calendario judío: Tu-Bisvat (15 del mes
Sevat) en la que se conmemora el año nuevo de los árboles, Yon
ha-Azmaut y Día de la Independencia , que conmemora la creación
del estado de Israel en 1948, Tisá be-Ab (9 de Ab ), fecha en la
que se conmemora la destrucción del Templo.
Raíces judías de la Fiesta de las Cabañuelas
Sucot (hebreo, סֻכּוֹת (sin puntuación diacrítica, סוכות, sukkōt),
"cabañas" o "tabernáculos") es una festividad judía, llamada
también precisamente «Fiesta de las Cabañas» o «de los
Tabernáculos», que se celebra a lo largo de 7 días
en Israel (del 15 al 22 de Tishrei, en
septiembre-octubre) y 8 días en
la diáspora judía (hasta el 23 de ese mes).
Es una festividad de origen bíblico que rememora las
vicisitudes del pueblo judío durante su deambular por el
desierto, y la precariedad de sus condiciones materiales
simbolizada por el precepto de morar en una cabaña provisoria o
sucá, luego de la salida de la esclavitud en Egipto: "A los
quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los
tabernáculos a Di-s por siete días" (Levítico 23:34).
Junto a las de Pésaj y Shavuot, es considerada una
de las festividades más importantes del judaísmo (por ser una
de las tres peregrinaciones), en las que se acostumbraba -en
la época del Templo de Jerusalén- peregrinar
a Jerusalén, más precisamente al Templo de
Jerusalén quedando prácticamente vacío todo el Reino de Israel.
Esta festividad consiste de dos días no laborales (1 en Israel, 2 en el resto del mundo) y 4 días festivos laborables (Jol Hamoed) (5 en Israel).
Esta festividad consiste de dos días no laborales (1 en Israel, 2 en el resto del mundo) y 4 días festivos laborables (Jol Hamoed) (5 en Israel).
Estos son seguidos por la fiesta de Shminí Atzeret y Simjat Torá, considerada una festividad distinta de Sucot, constituida por 2 días no laborables (1 en Israel, 2 en el resto del mundo).
La festividad de las Cabañuelas (Sukot), es una de las tres fiestas mayores junto a la Pascua (Pésah) y el Pentecostés (Sabuot), en la que se peregrinaba a Jerusalén.
La Fiesta de las Cabañuelas, igualmente celebrada entre septiembre y octubre, dura una semana y rememora el tiempo en el que el pueblo hebreo estuvo errante entre su salida de Egipto y su llegada a la Tierra Prometida, por ello en su recuerdo las comidas principales se deben hacer a cielo abierto, bajo una pérgola, sencilla tienda, cabaña o cabañuela (suká) que permita la comunicación con el exterior.
Termina esta fiesta con la exaltación de la Ley (Simjat Torá) revelada por Dios a su pueblo.
El Purim
La festividad gira en torno al agradecimiento por el milagro de
salvación del pueblo judío en el Imperio persa.
Sin embargo, dado el carácter nómada de esta comunidad, los hebreos
han establecido nuevos Purim en otros lugares del mundo; a causa de
episodios violentos donde corrieron el riesgo de ser erradicados.
Los hispanojudíos estuvieron en grave peligro en diversas ocasiones
durante la Edad Media en España, y en honor a la intercesión divina
decidieron establecer «Segundos Purim» que conmemorasen su salvación
en Granada y Castilla.
No obstante, para entender la razón de ser de estas celebraciones
las Novenas Jornadas Sefardíes de la Rioja resucitan a través de
«las coplas» a la heroína del pueblo hebreo: la Reina Esther.
La lealtad de una Reina con su pueblo
En el siglo V a.C, el Rey Asuero- también conocido como Jerjes-
convocó a todos los príncipes y gobernantes del Imperio Persa en una
fiesta que duró alrededor de seis meses, donde todos juntos, entre
vinos y manjares, prepararían una venganza contra los griegos.
La primera esposa de Jerjes, la Reina Vasti, ofendió a los invitados
y al rey cuando no respondió a la llamada para presentarse en los
banquetes. De esta manera, Asuero decide destituirla y buscar una
nueva mujer.
Los cortesanos le sugirieron romper la tradición -casarse con la
hija de alguno de los siete consejeros del reino- y contraer nupcias
con cualquier chica hermosa y virgen del Imperio.
Entre aquel montón de doncellas se encontraba Esther. Esta joven
judía y huérfana- fue criada por su primo, el rabino Mardoqueo,
quien la amaba como a una hija. Su tutor le suplicó que por su
seguridad nunca revelase su credo. Aún temerosa de aquel hombre,
Esther se encomendó a un eunuco llamado Hegai, quien la vistió y
preparó para la cita con un Rey hastiado de ver mujeres y mujeres.
Asuero se enamoraría nada más verla.
Mardoqueo gozaría de una posición privilegiada entre los visires del
Rey, gracias a encontrarse en el momento y lugar adecuados cuando
descubrió un complot contra Asuero; a quién le hizo saber el peligro
que le acechaba. Sin embargo, el consejero favorito del soberano,
Amán, estaba muy molesto con el rabino por no haberse inclinado a
sus pies. La indiferencia de éste despertaría la ira contra él y el
pueblo de Israel.
Jerjes, conocido por su avaricia, que le ofreció más riquezas para
su Reino, pero con la condición de que elaborase un decreto que le
permitiera erradicar a todos los judíos del Imperio persa. Cuando el
monarca aceptó los regalos, su guerra personal contra Mardoqueo
pareció cantar victoria.
El rabino acudió junto a la Reina Esther y pidió que intercediera
por sus correligionarios. Temerosa de la posible reacción de su Rey,
titubeó por miedo a ser asesinada por su propio marido.
«No pienses que estando en el palacio del rey sólo tú escaparás
entre todos los judíos. Porque si permaneces callada en este tiempo,
alivio y liberación vendrán de otro lugar para los judíos, pero tú y
la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para una ocasión
como ésta tú habrás llegado a ser Reina?», Ester 4:13-14.
Con las sabias palabras del rabino, Esther sintió la mano de Dios en
su alma. Por lealtad a su pueblo accedió imponiendo a todos los
judíos un ayuno de tres días, pues a través de ella se daría la
intercesión divina.
«Y así iré al Rey, lo cual no es conforme a la ley; y si perezco,
perezco», Ester 4:16.
Aunque su marido no la había tocado en treinta días- asunto que
alimentaba la inseguridad de Esther, pues en el aparente desinterés
podría brotar la crueldad hacia ella- la recibió con todo el amor y
dispuesto a complacerla.
Sin embargo, la intuición y la prudencia de esta heroína le
impidieron revelar el motivo de su aflicción, para con ella y el
pueblo de Israel. Inteligentemente, Esther convidó a su marido y a
Amán a dos banquetes, lo que hizo que gozara aún más del favor de su
marido.
Cuando el segundo festín terminó, Amán -que desconocía la verdadera
causa de la reunión- fue sorprendido por la confesión de su Reina y
por lo tanto de su acusación; señaló al visir por condenarla a ella
y a todos los judíos del Imperio persa a muerte. Asuero,
enamoradísimo de su esposa, condenó al visir a la horca y con ello
delegó el poder a Mardoqueo para anular el decreto de exterminación.
Un día después de que colgasen al ruin consejero, el rabino instauró
el «Purim» en agradecimiento por el milagro. Este carnaval se
celebraría todos los años para conmemorar la intercesión divina a
través de la lealtad de Esther.
Segundos Purim
«A lo largo de la Historia los judíos han mantenido la creencia de
que han sido salvados de un grave peligro. Por esta razón, frente al
alto riesgo de haber sido erradicados en más de una ocasión en
distintas localizaciones de España; los hispanojudíos, agradeciendo
la intercesión divina, han establecido su propio Purim local»,
sostiene Uriel Macías, coordinador de las Novenas Jornadas.
Se tiene conciencia de al menos dos episodios en el Sefarad -como
así se referían a la Península-, en donde se corrió el riesgo de
pogromo de este colectivo.
Durante la guerra librada entre los reyes de Almería (Zuhaír) y
Granada (Badis ben Habús), Samuel Negrella -visir del soberano
granadino, poeta y máximo representante espiritual del judaísmo en
la península- narraría la batalla en 41 poemas. Este rabino
establecería un carnaval local en agradecimiento a Dios, por
librarse la comunidad de la crueldad de Zuhaír.
«En la España musulmana, en el año 1038, se libró una batalla entre
los ejércitos de Granada y Almería, cerca de la aldea de El Fuente.
... Tenía muchas razones para temer que la derrota de Granada
significaría no sólo su caída personal, sino la de toda la comunidad
judía. Por esto, cuando las fuerzas de Granada resultaron
victoriosas, declaró un Segundo Purim» explica Yosef Hayim
Yerushalmi en su obra «Zajor: la historia judía y la memoria judía».
El Purim: la protesta contra el silencio
Durante la festividad se deben tener presentes los cuatro «mitzvot»
o mandamientos : la lectura de la «Meguilá» (o los rollos de
Esther), la celebración y regocijo, la «Mishloaj Manot» (enviar
comida a los amigos) y «Matanot la Evionim» (dar caridad a los
pobres).
El día anterior al carnaval, los judíos hacen ayuno en recuerdo de
los tres días que permanecieron sin comer ni beber mientras ocurría
el milagro de la salvación. Esa misma noche se lee la Meguilá en las
casas. Durante la mañana del día siguiente la gente asiste
disfrazada a la sinagoga para escuchar la lectura de «El Libro de
Esther»; cuando mencionen el nombre del malvado Amán hacen sonar las
carracas.
Los judíos se conciben como un solo pueblo, por lo que si un hijo de
Israel está necesitado no tiene ningún sentido celebrar el Purim. De
esta manera, al salir del templo se reparte caridad entre los pobres
y golosinas a los amigos.Foto de archivo de dos Hasidims en el
Purim-EP
Sin embargo, el ayuno, el disfrazarse y el hacer ruido en la
sinagoga tiene un significado que va más allá de la fiesta: la
reivindicación del judaísmo frente a la opresión.
«La mejor arma de un judío es el reconocimiento de que la fuerza y
la victoria vienen solamente a través de Dios», Éxodo 17:10.
Los hebreos tienen la creencia de que el ayuno eleva su
espiritualidad. El debilitamiento de sus fuerzas les hace entrar en
un estado de mayor conciencia, de la cual brota la inspiración.
El origen del disfraz radica en la verdad oculta. Por protección,
Mardoqueo le había ordenado a Esther que no revelara su verdadera
identidad. El pueblo de Israel creía que el silencio era la mejor
arma contra el antisemitismo.
Incluso para la ortodoxia judía, hacer ruido en la casa de la
oración ese día es un acto de fe y protesta. Amán no fue el único
peligro frente al que permanecieron callados a lo largo de la
Historia; por esa razón se debe hacer ruido frente a las
amenazas.«El humor es otra de las armas con las que el alma lucha
por su supervivencia. Es bien sabido que, en la existencia humana,
el humor puede proporcionar el distanciamiento necesario para
sobreponerse a cualquier situación, aunque no sea más que por unos
segundos»Viktor Frankl, Psiquiatra austríaco
Respecto a otras celebraciones judías, aún en la profundidad que
implica el agradecimiento, es un día desenfadado con la obligación
de divertirse y hacer reír a los demás. «En el Purim está bien visto
excederse un poco», asegura Uriel Macías.
LA MUJER JUDIA HISPANA EN SU VIDA PRIVADA 2.1.
La mujer en el seno de la familia judía hispana
Así, la individualización de la persona judía se realiza por la filiación, y ésta viene siempre dada por el nombre paterno ^, siendo muy rara una filiación por línea femenina.
La mujer en el seno de la familia judía hispana
En las comunidades hebreas de la Edad Media el núcleo básico de
organización social es la familia, entendida en sentido estricto o
familia conyugal —el matrimonio con o sin hijos—, o en sentido
amplio —todos los individuos ligados por los mismos lazos de
sangre y parentesco—.
Aun cuando no existen elementos suficientes que permitan
asegurarlo con certeza absoluta, parece claro que desde la más
remota antigüedad la familia judía se organiza según su «estricto
régimen patriarcal», lo que en la Edad Media hispana puede
observarse tanto en la frecuente omisión de la esposa y madre en
las escasas noticias que la documentación medieval ha conservado
sobre la familia judía, como en las referencias genealógicas y
onomásticas .
Así, la individualización de la persona judía se realiza por la filiación, y ésta viene siempre dada por el nombre paterno ^, siendo muy rara una filiación por línea femenina.
La onomástica contribuye también a reafirmar la hipótesis de la
familia patriarcal, ya que por regla general los hijos mayores,
fueran varones o hembras, reciben el nombre de sus abuelos
paternos. Así, pues, y en virtud de su carácter patriarcal, el
varón ejerce la autoridad suprema de la familia judía ^ en tanto
que el papel de la mujer queda prácticamente limitado, al
cumplimiento de las obligaciones derivadas de su condición de
esposa y madre, así como a la realización de los trabajos
domésticos. De este modo, en las relaciones familiares pueden
apreciarse algunos rasgos de la manifiesta inferioridad jurídica
de la mujer en la sociedad judía medieval.
En tanto permanecía soltera, la mujer se encontraba en una
situación de inferioridad jurídica, estrictamente sometida a la
autoridad del padre, o de un tutor en el caso de fallecimiento de
éste. Al contraer matrimonio la mujer quedaba bajo la autoridad
del marido, a quien debía obediencia, fidelidad y afecto.
Para la educación moral, religiosa y civil de la mujer, el marido
tenía una autoridad sin límites, de tal forma que, incluso, el
Derecho penal no consideraba como punibles las heridas y los
golpes infligidos por el marido a su mujer —lo mismo que los del
padre al hijo menor de edad, o los del maestro al discípulo—, ya
que el Derecho presupone que el castigo tiene como finalidad la
corrección y enmienda.
Por otra parte, y como veremos más adelante con mayor
detenimiento, todos los bienes que la mujer aportaba al matrimonio
como dote.así como los que heredaba y los que adquiría con su
trabajo, pertenecían al marido, quien podía disponer de ellos
libremente, como si fueran de su entera propiedad. En estrecha
conexión con todo ello, las mujeres casadas no tenían capacidad
para realizar donaciones de bienes sin la autorización de su
marido.
No obstante todo lo dicho hasta aquí, y a pesar de algunas burlas
y sátiras misóginas ^ —algunas de origen no judío—, el sentimiento
que rodea a la mujer es el de afecto y respeto. Es este el
sentimiento que expresa de forma magnífica el poema «Eshet Hayil»
(«La mujer fuerte»), que se contiene en el capítulo XXXI,
versículos 10-31, del Libro de los Proverbios''.
Se trata de uno de los poemas más bellos de la Biblia, fuente de
inspiración para obras como La perfecta casada de fray Luis de
León o el De Institutione feminae christianae de Luis Vives, y en
el que se traza el cuadro de la mujer judía ideal, constituyendo
un auténtico abecedario de la buena ama de casa.
Pese a que algunos autores han visto en este poema un sentido
alegórico, de tal forma que con él se pretendería una
glorificación de la Ley judía, del Shabat o de la «Shekhina» (la
«presencia divina», en círculos cabalísticos), nada le priva del
innegable homenaje que rinde a la mujer, «revestida de fuerza y
dignidad», «que abre la boca con sabiduría», «cuya enseñanza es
bondadosa», y «a la que sus hijos felicitan y su marido elogia».
La religión judía consideraba al «matrimonio» como el estado
social perfecto, de tal modo que una máxima talmúdica maldice al
judío que deja pasar la edad de veinte años sin contraer
matrimonio. Para el judaismo la vocación del hombre y de la mujer
debe ser la unión fecunda, lo que tiene su justificación en el
precepto divino de «creced y multiplicaos» (Génesis, I, 28).
Por ello continuamente se exaltan las instituciones de la familia
y del matrimonio; en época postbíblica la legislación rabínica
favoreció los matrimonios en edad temprana, de tal modo que la
edad mínima para contraer matrimonio se fijaba en trece años para
los varones y en doce para las mujeres .
Así, pues, la mujer judía, al igual que la mujer cristiana, era
educada primordialmente para el matrimonio y para la maternidad.
Teniendo en cuenta que en el mundo medieval era fundamental la
perpetuación del linaje, la mayor honra que a una mujer podía
caber era el proporcionar descendencia a su marido. A ello se unía
entre los judíos la imperiosa necesidad de procreación para
perpetuar el grupo, a lo que muy probablemente pueda deberse la
mayor fertilidad de los matrimonios judíos, con respecto a los
matrimonios cristianos, en la España medieval.
Por ello, la esterilidad de un matrimonio era causa de deshonra
para la mujer, y podía, incluso, ser motivo de la disolución del
vínculo matrimonial. Con la misma finalidad de favorecer la
procreación, la ley judía permite la «poligamia», y éste parece
que fue el estado matrimonial propio de los judíos en la
Antigüedad.
Sin embargo, desde el siglo xi termina imponiéndose el «matrimonio
monogámico» en todas las comunidades hebreas europeas, por la
decidida acción de los autores rabínicos, que tenían como uno de
sus objetivos prioritarios la mejora de la condición legal y
social de la mujer. La poligamia persistió durante mayor tiempo en
las comunidades del mundo mediterráneo, especialmente en el
mediodía francés y en la Península Ibérica —todavía en el siglo
xiii era práctica usual en las comunidades hebreas aragonesas—,
pero a lo largo de la Baja Edad Media desapareció paulatinamente.
El «matrimonio judío» se sustenta en la «ketubah» o contrato
nupcial otorgado por el futuro marido a la novia, en la que se
regulan todas las condiciones del matrimonio: se especifica la
promesa de fidelidad, protección y sustento por parte del marido a
la mujer, y se fijan la dote que entregará el novio a la novia y
el ajuar que aportará ésta. La «ketubah» se trata, en definitiva,
de un documento que procuraba la protección de la mujer en el
matrimonio.
Esta pretensión de garantizar la condición de la mujer al contraer
matrimonio queda claramente manifiesta en las «Taqqanot» u
Ordenanzas redactadas en el año 1432 por una comisión de notables
judíos y de representantes de las aljamas del reino de Castilla
que, bajo la presidencia de don Abraham Bienveniste, rabi mayor de
los judíos de Castilla, y con el beneplácito de don Alvaro de
Luna, se reunió en Valladolid con el fin de redactar unos
estatutos que en adelante sirvieran como norma de gobierno para
todas las comunidades hebreas castellanas. El capítulo tercero de
estas «Taqqanot» se ocupa de la regulación del tema de los
matrimonios, estableciendo diversas disposiciones que tratan de
garantizar la condición de la mujer:
1. Se prohibe acudir a reyes o a señores con el fin de obtener
cartas que forzasen la voluntad de los contrayentes.
2. Se prohibe hacerse acompañar de autoridades cristianas a fin de
presionar a mujeres honradas a aceptar el matrimonio.
3. Los desposorios habrían de celebrarse en presencia de diez
testigos, parientes y ancianos judíos (los «diez adultos de
Israel»), y ante el padre o el hermano de la novia, que otorgaban
el consentimiento al matrimonio, entregaban a la joven y bendecían
las arras.
Por otra parte, en ocasiones los padres de la novia exigían del
novio un compromiso formal de no repudiar nunca a su mujer.
Asimismo era muy frecuente que en el contrato de esponsales el
novio se comprometiera a tratar siempre bien a su esposa, lo que
invita a pensar que los malos tratos a las mujeres por parte de
sus maridos debían ser frecuentes, especialmente en los estratos
sociales más bajos. El matrimonio era, en general, más el
resultado de una conveniencia que de un amor sincero entre los
contrayentes.
Con frecuencia en las familias más poderosas servía como sello de
un compromiso entre dos familias, que muchas veces se suscribía
siendo menores de edad los futuros contrayentes. De esta forma se
conseguía estrechar lazos entre dos familias o se evitaba la
dispersión del patrimonio familiar. Esta realidad provocó una
fuerte endogamia en las familias más poderosas, con matrimonios
frecuentes entre primos hermanos.
Como ya he señalado anteriormente, la finalidad primordial del
matrimonio era la «procreación», de tal modo que se asegurara la
perpetuación del linaje. Por ello, la ley judía creó una
institución peculiar conocida con el nombre de «levirato», que
aparece regulada en el capítulo XXV, versículos 5 y 6 del
Deuteronomio:
5. Cuando unos hermanos vivan juntos y uno de ellos muera sin
tener un hijo, la mujer del difunto no habrá de casarse fuera con
hombre extraño; su cuñado se llegará a ella y la tomará por esposa
y cumplirá con ella la ley del levirato.
6. El primogénito que ella dé a luz deberá llevar el nombre del
hermano difunto, para que su nombre no sea borrado de
Israel.»
Asi pues, si una mujer quedaba viuda sin haber dado descendencia a
su marido, uno de los hermanos del difunto debía contraer
matrimonio con ella, una vez que hubieran transcurrido los tres
meses de duelo obligado, y siempre que hubiera uno que pudiera
cumplir con ello sin romper otro compromiso anterior.
Si habiendo un hermano del difunto en condiciones de contraer
matrimonio no lo hiciera, ni la viuda ni él mismo podrían casarse
en tanto ésta no le librara de la obligación mediante la ceremonia
de la «baliza», regulada en los versículos 7 a 10 del capítulo XXV
del Deuteronomio, y que tenía por objeto humillar públicamente al
hermano del difunto, que se negaba a perpetuar su linaje:
7. Pero si al hombre no le agrada tomar a su cuñada, ésta subirá a
la puerta adonde los ancianos, y dirá: "Mi cuñado se niega a
perpetuar el nombre de su hermano en Israel; no quiere cumplirme
la ley del levirato."
8. Entonces los ancianos de aquella ciudad le llamarán para
interpelarle. Si se presenta y dice: "No me agrada desposarme con
ella".
9. Su cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le
quitará el zapato de su pie y le escupirá a la cara, y, tomando la
palabra, dirá: "iAsí se hace con el hombre que rehusa edificar la
casa de su hermano!"
10. Y se le apodará en Israel: "Familia del descalzado"». Pese a
que no existe documentación suficiente que permita asegurar que el
levirato se practicaba frecuentemente en las comunidades hebreas
hispanas, todo hace pensar que así debía ser, ya que en los
escritos de los rabinos españoles hay frecuentes alusiones al
levirato, otorgándole siempre prioridad sobre la «baliza»
La esterilidad de un matrimonio podía ser causa de la ruptura del
vínculo contractual. Así, la ley permitía que al cabo de diez años
de relaciones infecundas el marido otorgara a su mujer «carta de
repudio» o de «guete».
Pese a esta permisividad de la ley, los autores rabínicos
medievales —como hemos visto antes, abiertamente partidarios de la
monogamia— consideran el divorcio como un atentado contra el
matrimonio monogámico, incluso en los casos de ausencia de hijos.
La ley judía condena sin paliativos el «adulterio» pero, por el
contrario, tolera el «concubinato», justificado por sus
relativamente frecuentes referencias en la Biblia. Algo similar
sucede en la sociedad cristiana medieval, en la que asimismo se
toleraba.
El Talmud no resuelve con claridad el tema del concubinato, pero
sí existe alguna alusión a él en los autores rabínicos; para éstos
una concubina es una mujer con la que se cohabita y con la que
existe una promesa matrimonial, pero a la que todavía no se ha
otorgado la «ketubah», por lo que no se trata de la esposa
legítima. Diferente del concubinato era la simple «cohabitación»,
no regulada por la ley y que entraba en el ámbito de la moral.
En estos casos la mujer tenía plena libertad para abandonar al
hombre cuando lo deseara. En el caso de relaciones de este tipo
entre amo y criada, la familia de ésta podía solicitar en
cualquier momento la anulación del contrato de servicio doméstico
que la ligaba a su amo. Precisamente fue la posibilidad de abusos
sexuales de los señores con sus criadas, así como el temor al
proselitismo religioso judío, lo que motivó las reiteradas
prohibiciones de las autoridades eclesiásticas y de las Cortes
bajomedievales castellanas para que los judíos tuvieran en sus
casas criadas o nodrizas cristianas.
9. Hechiceras y Curanderas Judias en la Edad Media
La superstición y la magia ocuparon también un importante lugar
entre las costumbres y prácticas de los judíos hispanos, lo que
queda totalmente corroborado en el elevado número de judaizantes
que aparecen en los procesos inquisitoriales de hechicerías a lo
largo de los siglos XV y xvi, así como en la frecuencia con que en
dichos procesos se encuentran alusiones a manuscritos hebreos de
experimentos y prácticas mágicas, que generalmente tenían su
origen en libros supersticiosos y cabalísticos, en los que los
judíos obtenían fórmulas para la curación de todo tipo de males.
La influencia de los judíos en la hechicería hispana iba a ser,
además, de extraordinaria importancia, ya que junto con los
musulmanes sirvieron como transmisores de creencias y ritos
orientales.
En definitiva, hay que resaltar el elevado número proporcional de
judeoconversos que en relación con los cristianos aparecen en los
procesos de hechicerías a lo largo de los siglos xv y xvi.
A través de estos mismos procesos puede observarse también que es
mucho mayor el número de mujeres judías y judeoconversas dedicadas
a hechicerías y prácticas mágicas que el de hombres, lo que
indudablemente se encuentra en estrecha relación con el hecho de
que la mujer está siempre mucho más apegada a la tradición que el
hombre.
Esto se manifiesta entre los judeoconversos en que, por ejemplo,
la mujer es generalmente la que conserva más profundamente las
costumbres y ritos judíos. A ello podría unirse la afición y
atracción que, según el Talmud, siente la mujer hacia todo lo
oculto ''.
Así, pues, son bastante frecuentes las referencias documentales a
mujeres judías hechiceras y curanderas, que encontraban en la
adivinación del futuro, en el desaojamiento o en el curanderismo
su medio de subsistencia.
Aunque aparecen también mujeres jóvenes, en general eran pobres y
viejas, en muchos casos viudas o abandonadas por sus maridos, y
que con frecuencia a cambio de sus hechizos, sortilegios y
curaciones no recibían un pago en metálico sino un sustento
alimenticio que les permitía sobrevivir.
Normalmente debían incluso acudir a otros oficios de escasa
importancia, como el de lavanderas o hilanderas, o participar en
los trabajos del campo, especialmente en las épocas de la vendimia
y de la recolección. Las hechiceras y curanderas judías atendían
no sólo a los judíos sino también a judeoconversos, que acudían a
ellas en busca de remedio para sus males, males que con frecuencia
se achacaban al mal de ojo.
En resumidas cuentas, la mujer judía jugó un importantísimo papel
en las prácticas de hechicería, superstición y curanderismo en los
reinos hispánicos de la Edad Media, dejándose sentir su profunda
influencia en los primeros tiempos de la Edad Moderna a través de
las judeoconversas y judaizantes, que en buena medida conservaron
las costumbres y prácticas hebreas
10. Croquis de nuestra ruta en la Judería de Toledo
Desde la Judería primitiva o Madinat al-yahud, delimitada por
las aguas del río entre sus dos grandes llamadas, la puerta
emblemática del Cambrón y el llamado puente de San Martín. Luego
la Assuica, zoco o mercado, situado en la zona en torno a San
Juan de los Reyes y la calle del Ángel.
Tal vez, en aquella calle de Santo Tomé, en la actual plaza del
Conde y la primera parte de las calles de Alamillos y San Juan
de Dios, se cruzaban diariamente Joseph ibn Ezra, en el siglo
XII con las familias que, huyendo de los almohades, venían a
afincarse a esta ciudad, modelo y ejemplo de la convivencia
pacífica entre los pueblos.
Luego, en el Montichel, esa zona de paseo entre San Cristobal y
la calle de los Descalzos, sin olvidar los Caleros en torno a la
plaza de Valdecaleros y sus numerosas callejuelas que le dan
vida a su alrededor.
El barrio de Hamanzeite, el de Arriaza, cerca de las carnicerías
o el Alacava, muy habitado y popular, inducían al encuentro y
desencuentro.
Pero todos querían acercarse a la sinagoga de Samuel Ha-Leví o
bien llamada del Tránsito. Fue construida muy tarde, allá por el
siglo XIV. Hecha por artesanos de la piedra y sobre todo,
aquellos talladores venidos de Tudela, dominadores de ese estilo
gótico-mudéjar, por el tesorero del rey Pedro I, el Cruel.
Los grupos, según vivieran en uno u otro barrio, recorrían la
ciudad, visitaban a sus familias de artesanos, hablaban de la
Torá y sentaban todos sus planteamientos morales.
Tal vez, los de Caleros, se cruzaban con los cristianos que iban
a la iglesia de Santo Tomé, mientras ellos iban a su sinagoga
por el ajibillo de Caleros; quizás, dejando de lado las dos
sinagogas del siglo XII, la de Yosef ben Shoshan o Santa María
la Blanca, mudéjar también, o la de Soler, que era la del
escriba y que reunía a los maestros de las madrazas del barrio
de Alacava.
Paseo Judería
El Toledo judío me maravilla. Me hace sentirme pleno de alegría
por contemplar tanta riqueza arquitectónica entre el sentimiento
de una cultura eterna.
Pasar por la casa del judío en la actual Travesía de la Judería,
número 4, o por la llamada Calle Grande, esa actual bajada de
San Martín, o por el Degolladero, palabra que aludía al
“matadero judío”, cerca de ese horno de pan cuya aroma inundaba
todo el barrio.
Es increíble, porque aún ahora se mantiene vivo en la esperanza
de seguir inmerso en la grandeza de su cultura religiosa. Sus
pensadores, hombres grandes de periodos confusos, hicieron más
grande el Toledo medieval.
Samuel Ha-Leví dijo con voz pausada, mirando el mercado de la
Assuica, en la zona de San Juan de los Reyes:
– Me dormí y soñé que la vida era belleza; me desperté y ví que
era deber.
Todo era un pensamiento imbuido por sus sentimientos de la
ciudad que les había visto nacer y que les arropaba con orgullo.
Después, él y algunos más, bajaban hasta la actual Casa del
Greco donde antaño estaban sus baños, ene se barrio de
Hamanzeite, en ese segundo nivel, debajo de la alcoba del
antiguo palacio, al lado del aljibe. Allí, entre las aguas que
limpiaban impurezas mundanas, compartían sus ensayos,
pensamientos, vivencias y diatribas morales de alto fluir entre
los suyos. Eran los grandes de la Judería.

Baños del Caballel
Pero éste no era su único baño, pues daban a la limpieza del
cuerpo tanta importancia como a la limpieza del alma. Por eso,
el baño de Hamman, el de San Juan de Dios, el de la calle del
Ángel con sus cuatro salas, reutilizado después como baño
privado o litúrgico unido a las sinagogas de al lado; el baño
del callejón de Caños de Oro, el de la Alacava o el de Santa
Ana, debajo de esa capilla a la santa que después allí se
ubicase.
Todo en grandeza para sentirse plenos entre la ciudad universal,
reina de reyes.
Al final, cerca del llamado castillo viejo de los judíos, al
lado del jardín de San Juan de los Reyes, ibn Ferrusel dejaba
constancia de su labor, mientras en la Escuela de Traductores
Moshé Cohen, traduciría obras de astronomía del árabe al
romance, mientras entre tiempo de descanso dedicaba sus buenos
artilugios didácticos al tema de la magia de aquel conocido
Picatrix.
11. Lugares Imprescindibles a visitar
Juderia de Toledo
Qué ver en la judería de Toledo
Los lugares más destacados del barrio judío de Toledo son la
Judería primitiva; la calle Santo Tomé, que
constituía en el siglo XV la puerta mayor de la judería; el
barrio de la Assuica; el barrio de Arrianza; la
cerca de Montichel; el barrio Alacava, que era el
más habitado; y el barrio de Bab Alfarach.
También se pueden visitar algunos mercados o baños ubicados por
toda la zona, además de las seis sinagogas entre las que
destacan la del Tránsito y la de
Santa María la Blanca.
La sinagoga del Tránsito es excepcional y no solo por su belleza,
pues fue la única construida en el Reino de Castilla cuando ya
estaba prohibido erigirlas. Como agradecimiento al apoyo de los
judíos de Toledo y, en concreto, al poderoso tesorero Samuel
ha-Leví, Pedro I hizo esta excepción.
Actualmente es el Museo Nacional de Arte Hispanojudío y Sefardí.
Por su parte, la sinagoga de Santa María la Blanca se construyó a
finales del siglo XII, durante el reinado de otro monarca
simpatizante de la comunidad judía, Alfonso VIII. Se caracteriza
por su estilo mudéjar debido a la participación de arquitectos
islámicos en su construcción, con un entramado de columnas, arcos
de herradura y motivos geométricos y vegetales. Su pureza y
grandiosidad impresionan nada más entrar.

La judería más importante de España
Poetas, artesanos, hombres de letras, comerciantes y rabinos
hicieron de la comunidad judía de
Toledo la más
poblada y rica del Reino de Castilla en los siglos XII y XIII. La
convivencia con musulmanes y cristianos fue, más o menos, pacífica
durante siglos; pues los judíos vivieron épocas de paz pero
también se vieron perseguidos en muchas ocasiones.
En 1492 los Reyes Católicos decretaron su expulsión con lo que la
mayoría tuvo que abandonar la ciudad. Los conversos pudieron
quedarse pero siguieron siendo discriminados.
Para dar una nueva vida a la judería se han tomado una serie de
medidas, entre las que se encuentra la señalización de la misma a
través de más de 500 azulejos colocados en la suelo. Estas
baldosas marcan los límites de la judería así como los sitios y
monumentos más importantes.
Se trata de tres símbolos que se repiten constantemente: la Red de
Juderías de España; la menorá, que es el candelabro judío de
siente brazos; y la palabra jai, que significa vida en hebreo.
La judería de Toledo se encontraba en las calles pegadas al río Tajo más o menos en la zona oeste del casco antiguo.
En el mapa está coloreado con un tono más intenso la zona de la judería toledana y en marrón los edificios o monumentos más representativos de esta parte del casco antiguo.
Del Cambrón de la Puerta de los Judios de Toledo
Puerta del Cambrón o de los Judios, Toledo
Al oeste del recinto amurallado de Toledo, mirando por un lado al
Tajo y, al otro, abriendo paso por la calle donde hoy está el
instituto de bachillerato “Sefarad”, se erige la que hoy se conoce
como Puerta del Cambrón, que anteriormente fue conocida como
Puerta de los Judíos.
Esa puerta, así llamada por ser la única vía extramuros en la
judería toledana, no se sabe a ciencia cierta cuándo se
construyó.
Así de antigua es. Pero, aunque lo que hoy mayormente vemos es una
construcción del S. XVI, esto es , después de la expulsión de los
judíos, esa Puerta presenta elementos romanos y visigóticos.
Así también lo corrobora uno de los mayores estudiosos de la
historia toledana, Francisco de Pisa (amigo que fuera de El
Greco) quien dice que la Puerta en cuestión data de tiempos del
Rey Wamba (s. VII d.e.c.) el último monarca del esplendor
germano en Toletum.
Por eso se quitó su imagen de virgen y santa de la hornacina de
la Puerta del Cambrón, para que no la destruyeran o se la
llevaran.)
Según la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de
Toledo, la puerta es, más bien, musulmana, esto es del S XI, y
muy posiblemente fuera construida aprovechando restos del circo
romano que había en sus inmediaciones, como así lo atestiguan
parte de algunas cornisas clásicas empotradas en los muros bajos
del patio.
Las dimensiones del arco – por el cual para asombro de muchos
pasan automóviles e incluso autobuses con conductores de gran
pericia – son las adecuadas para que fuera la única puerta por
donde podían pasar carros llenos de mercancía, pues así se
aseguraba el pago de los aranceles: el portazgo.
Tras la expulsión de los judíos, quedó abandonada, hasta que
empezaron las remodelaciones institucionales de la arquitectura
de la ciudad, en el S XVI: el corregidor Gutiérrez Tello
acometió entonces una gran trasformación de la Puerta medieval,
manteniendo las cuatro torres y dos fachadas principales,
restauradas a partir de 1571, en las que intervinieron artistas
y arquitectos como Hernán González de Lara, discípulo de
Covarrubias , a quien sucedió en las obras del Hospital de
Tavera, Diego Velasco, Juan Bautista Monegro y Nicolás Vergara
el Mozo.

Fue entonces cuando cambió el nombre.
Máximo Martín Aguado, célebre escarbador de la historia toledana
(aun siendo catedrático en Ciencias Naturales) , además de
académico de número de la Real Academia de Bellas Artes y
Ciencias Históricas de Toledo, en uno de sus sabrosos escritos
cita a Fco. de Pisa -canónigo y catedrático de Escritura, quien
en 1600 redactara la descripción de la Toledo imperial-
explicando así por qué la antigua Puerta de los Judíos pasó a
llamarse Puerta del Cambrón.
Según Pisa, el término “cambrón” es de origen hebreo (o caldeo).
Martín Aguado lo desmiente y dice que es latino.
Y cierto es que en latín la zarza espinosa que se llamó cambrón
-hoy anacronismo- viene de cabro -onis, traduciendo por avispón,
esos insectos de aguijón con forma de espina. De ahí viene, por
ejemplo, escabroso. Y muchas palabras más.
Pero por una extraña tradición de los filólogos y gramáticos de
la romanística, las etimologías de las lenguas hispánicas se
quedan en lo latino, como si lo latino hubiera surgido por
generación espontánea, como si el latín no hubiera recibido
sobre sí mismo lo mismo que hicieron los romanos con todas las
culturas que conquistaron: asimilar lo que encontraron y
desarrollarlo a su convenio.
Cabro -onis – Francisco de Pisa, catedrático de Sagrada
Escritura, no decía algo errado- es un semitismo (aunque un
semitismo raro, porque la misma sustancia semántica aparece en
el proto indoeuropeo, con lo cual el profesor de ciencias
también tiene la razón. )
En hebreo, así como en árabe clásico, existe el término krav,
קרב, que significa “batalla” -de donde el nombre, por ejemplo,
de Krav Magá, la disciplina de autodefensa de las fuerzas de
Defensa de Israel, que tan popular es hoy en España.
En español antiguo al cangrejo se le llamaba cárabo. Hoy se le llama así, en bable, a un tipo de lechuza, esas aves nocturnas de pico afilado que usan para cazar, para batallar con sus presas.
En español antiguo al cangrejo se le llamaba cárabo. Hoy se le llama así, en bable, a un tipo de lechuza, esas aves nocturnas de pico afilado que usan para cazar, para batallar con sus presas.
Según Pisa… ” (…) pasó a llamarse así por una zarza llamada
cambronera, que dicen estaba en la torre allí nacida, y en
nuestra edad se llegó a ver; y ahora hay algunas de ellas por
las murallas de allí cerca, en la casa de Pedro de Silva,
alférez mayor de Toledo. Cambrón y cambronera dicen que son
términos hebreos o caldeos. ”
(Descripción de la Imperial Ciudad de Toledo, i Historia
de sus antigüedades, i grandeza, i cosas memorables; los Reies
que la an señoreado, o gobernado, i sus Arçobispos más
celebrados. Primera Parte repartida en cinco libros. Con la
historia de Sancta Leocadia. Toledo: Pedro Rodríguez, 1605; 2.ª
ed. Toledo: Diego Rodríguez, 1617.)
Es decir, que si la Puerta fue reconstruida en 1576 -casi tal
cual la vemos hoy- en los años que van desde 1492 a 1576 el
abandono al que se sometió la entrada principal a la judería
toledana era tal que hasta de entre los resquicios de sus
piedras antiquísimas se había llegado a abrir paso la maleza.
Luego, con la reforma de 1573, La Puerta del Cambrón se utilizó
como aduana donde se controlaba el abastecimiento de la ciudad,
aplicando los correspondientes aranceles del portazgo y depósito
de mercancías fiscalizadas.
La parte superior la utilizaba como vivienda el alcaide. En el patio se puede leer una placa en la que se recuerda que son libres de portazgo lo vecinos de Toledo y sus Montes.
La parte superior la utilizaba como vivienda el alcaide. En el patio se puede leer una placa en la que se recuerda que son libres de portazgo lo vecinos de Toledo y sus Montes.
Conserva las hojas originales de sus puertas reforzadas con
chapas de hierro. y en el S XX fue escuela de niños, refugio de
milicianos, hasta que sus desperfectos de la Guerra Civil fueron
arreglados por Franco.
y este es nuestro recorrido porel Toledo Judio, comenzamos en
el
Impresionante Puente de San Martín
El primer lugar impresionante que te vas a encontrar en esta
ruta por la judería de Toledo son las vistas del Puente de San
Martín. ¡Preciosas!
Puente de San Martín,Toledo
Para llegar tienes que ir por la Bajada de San Martín. Esta
calle era una de las más importantes de la judería y siempre
tenía mucho tránsito de personas y comercio.
Hoy vas a encontrar una calle más actual y hay pocas señales
que te ayuden a imaginar cómo sería en el pasado, aún así, es
un paseo muy bonito con el toque final del bonito mirador
junto al río Tajo.
El recorrido por el Barrio Judío de Toledo comienza por la Puerta
del Cambrón o Puerta de los Judíos que daba acceso a dicho barrio.
Es muy posible que esta puerta ya existiera desde muchísimo tiempo
antes, quizás de la época visigoda.
Algo muy curioso del nombre de esta puerta (vale sí!...
seguramente a todos nos entran ganas de quitarle la 'm' al nombre
jaja...) es que dicho nombre proviene de las plantas que crecen en
los alrededores de la puerta llamadas cambroneras.
Pues justo aquí, al cruzar la puerta empezaba la zona de la
judería de Toledo, un entramado de callejones estrechos de los que
hoy todavía podemos encontrar pequeños detalles y algunas calles,
pero no la esencia real de lo que debió ser.
Parte del Barrio Judío de Toledo era amurallado y contaba con
puertas. No era mu extenso y estaba todo muy concentrado.
Algunos judíos más influyentes vivían fuera del barrio.
De camino a la Sinagoga te va a llamar la atención el Monasterio de San Juan de los Reyes.
El monasterio es uno de los lugares más visitados de Toledo (se puede visitar por dentro) fue mandado construir por los Reyes Católicos a finales del s.XV.
Un detalle curioso, se cree que el espacio que ocupa el Monasterio de San Juan de los Reyes era un gran zoco del barrio judío, aquí se juntaban comerciantes y vendedores. Seguramente fuera así.
Si observamos bien el edificio desde lejos, nos daremos cuenta enseguida de que su perspectiva es idéntica a los catafalcos mortuorios de grandes personajes, de entre los siglos XV y XVI, sobre todo reales.
El edificio está concebido con su túmulo (naves laterales), féretro (nave central, más alta), andamia y corona (presbiterio, transeptos y cimborrio) y hachones o veleros (contrafuertes y pináculos). Una obra maestra, ejecutada por el arquitecto Juan Guas, que desplegó toda su imaginación para dar gusto a la reina Isabel I de Castilla.
Si has seguido más o menos este itinerario por la judería vas a llegar de nuevo muy cerca del Monasterio de San Juan de los Reyes (si no lo visitaste antes puedes hacerlo ahora).
Pero antes, te quiero enseñar un pequeño detalle o curiosidad. Busca el Arquillo del Judío
Arquillo de los Judios, Toledo
Este pequeño arco o puerta, que incluso puede pasar desapercibido, te lleva a la Travesía del Arquillo.
Esta parte era una de las entradas del barrio judío de Toledo, había muchas más, pero esta es la que mejor se conserva y la que te transmite una sensación más real.
Estas puertas que daban acceso al barrio durante muchos años se cerraban por la noche por seguridad.
Por toda la zona se han ido encontrando restos de baños hasta incluso lápidas y piedras procedentes del cementerio, pues con la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos en 1492 muchas piedras se usaron en la construcción de otros edificios.
Delante de este postigo islámico, cruzando la calle del Ángel y de tiempos hebreos, se han encontrado los restos de una sinagoga judía, que dicen ser la del “Sofer” o “Shofar”, cuerno de carnero usado en las ceremonias hebreas.
Calle del Angel: ¿Zoco Judio ?
Llévala anotada pues desde mi punto de vista es una de las calles más bonitas de Toledo y te transmite esa sensación que es la que estás buscando en una ruta de este estilo.
Una callecita estrecha, empedrada, casas de piedra...
Calle del Angel, Toledo
Fíjate también en los detalles, por ejemplo, las farolas. Incluso en unos azulejos que verás de vez en cuando en las fachadas de las calles del barrio judío, muestran símbolos hebreos como la palabra vida o el candelabro de siete brazos que se llama menorá.
Cuando veas alguno de estos detalles sabrás que estás en la judería.
Siguiendo por la misma calle, unos metros más adelante, podremos admirar uno de los adarves más originales que existen en la Judería, el denominado como “Callejón del Clavo”, usado posiblemente para uso defensivo o de intimidad por alguna familia hebrea.
Más arriba, al otro lado de esta misma calle, nos encontraremos tallado la figura de un ángel que da nombre a la esta calle.
Debajo se halla un baño que dicen ser islámico por su factura, pero es lógico que pudiera ser una “Mikváh” o baño ritual hebreo, abastecido por algún aljibe que debía de haber a más altura y que recogía el agua de lluvia, muy cerca de la Sinagoga de Sta. Mª. la Blanca.
Cada barrio de la antigua Toledo tenía su zoco y zona de comercio, pero se cree que había un gran zoco en el que comerciaban judíos y cristianos. Algo así como una zona fronteriza.
Esa zona, o calle que hacía de límite, es la calle del Ángel.
No quedan muchas en España y por suerte en Toledo podemos visitar dos de ellas.
La primera que verás en este recorrido por la judería es la Sinagoga de Santa María La Blanca
Para llegar pasarás por la calle del Cambrón y Reyes Católicos.
Seguimos dirección a la sinagoga.
Sinagoga de Santa Maria la Blanca
La Sinagoga de Santa María La Blanca es del s.XII y se cree que
fue la mayor de toda la ciudad de Toledo.
Cuando digo que fue la mayor no te esperes un gran templo, en
realidad son sinagogas pequeñitas.
Se entra a un pequeño patio y a la izquierda se encuentra una
pequeña tienda y dónde se puede comprar las entradas (2.50 euros
por adulto).
El interior es muy bonito, es cierto que es pequeña, pero no deja
de ser interesante. Sin duda, es una parada obligatoria si estás
haciendo una ruta por la judería de Toledo.
¿Nos vamos a otra sinagoga?
Sinagoga del Tránsito
Continuamos hacía la Sinagoga del Tránsito y lo hacemos por la
Travesía de la Judería.
La Sinagoga del Tránsito es del año 1355 y fue construida por
Samuel Ha-Leví que era el tesorero del rey Pedro I.
Hoy en el interior de la sinagoga se encuentra el Museo Sefardí
dónde a través de unas agradables salas se muestran objetos y
detalles de la cultura hebrea.
La zona más interesante desde mi punto de vista es el pasillo de
los balcones superiores que era la zona dónde se situaban las
mujeres.
Museo del Greco y Restos del Palacio de Samuel Leví
Por cierto, justo al lado de la sinagoga se encuentra el Museo del
Greco, un lugar imprescindible para visitar en Toledo.
Y aunque no te guste mucho la pintura del Greco (yo tampoco es que
fuera muy seguidora) el museo merece mucho la pena y me encanto.
En realidad es una recreación de una antigua casa toledana.
Y ahora te cuento su relación con los judíos.
Durante las obras de restauración del Museo del Greco se
encontraron unas cuevas del siglo XIV que son el único resto del
palacio del judío Samuel Leví (tesorero del rey Pedro I del que os
hemos dicho antes que mandó construir la Sinagoga del
Tránsito).
También se conoce como la Casa del Judío.
Los dos espacios de mayor interés son el patio, que
conserva multitud de yeserías, y, sobre todo, el sótano que
posiblemente fuera un baño litúrgico judío o miqva, cuya
función era la purificación espiritual y preparación para
algún suceso importante en la vida de un judío. Durante su
restauración se han descubierto en estancias adyacentes
enfoscados hidráulicos a la almagra y un aljibem que ayudan a
apoyar la teoría sobre su uso.
Otro elemento de gran relevancia para su estudio arqueológico es
una pieza de madera utilizada como dintel de acceso al sótano,
donde se puede observar el trabajo de tallado con motivos
florales, a base de tímpanos y roleos, acompañando un repertorio
epigráfico cuya transcripción dice:
“Gracias Te doy, porque me has respondido”; texto relacionado
con el versículos 21 del salmo 18: “Aquí está la puerta de
Yahveh, por ella entran los justos. 21 gracias. Te doy, porque
me has respondido, y has sido para mí la salvación”, que da la
bienvenida a todos aquellos fieles y puros al interior de la
casa.
La leyenda dice que esta casa perteneció al judío Ishaq, quien
prestó dinero a la reina Isabel la Católica a cambio de sus
joyas para financiar el viaje en el que se produciría el
descubrimiento de América.
Iglesia de Santo Tomé - Torre Mudejar
Siguiendo el itinerario por el barrio judío de Toledo hay que
incluir una de las torres de arte mudéjar que mejor se conservan
en la ciudad, se encuentra en la Iglesia de Santo Tomé .
Para llegar una bonita ruta sería pasear por la calle de San Juan
de Dios hasta plaza del Conde.
Torre Mudejar de la Iglesia de SantoTomé
Toda esta calle y las cercanas era la zona de los judíos más
acomodados y contaban con palacios o grandes casas.
Para ser realistas, es muy probable que te encuentres con muchos
turistas en esta Iglesia... en realidad, no van a visitar la torre
si no el cuadro "El entierro del Conde Orgaz" del Greco que se
encuentra en su interior.
Antiguo Barrio Judio de Santo Tomé, Toledo
El barrio de Santo Tomé era un barrio de judíos más acomodados, donde también moraban cristianos.
Comprendía buena parte de la calle de Santo Tomé, la actual plaza del Conde y la primera parte de las calles de Alamillos y San Juan de Dios.
En documentos del siglo XV, es mencionada la puerta mayor de la judería en este barrio.
La iglesia de Santo Tomé, donde se expone el mítico cuadro de El Greco
El entierro del Señor de Orgaz, o el convento de San Antonio, en
cuya portería se pueden adquirir unos deliciosos dulces, son dos
referencias monumentales de esta calle en la que desembocan
algunos callejones, como el de la Campana o el de la Soledad, que
dan una idea de la forma en que el dédalo judío se articulaba
alrededor de las vías principales de la madinat
12. Las Sinagogas en el Toledo Judío
De las doce sinagogas existentes en Toledo a comienzos del siglo
XV solo nos restan dos, las conocidas paradójicamente con los
nombres de Santa María la Blanca y
Nuestra Señora del Tránsito, construcciones que nos
trasladan fundamentalmente a los siglos XIII y XIV, fecha de su
construcción.
Este elevado número de templos judíos en el Toledo bajomedieval
nos indica que la población hebrea era, por entonces, numerosa,
aunque sea difícil cuantificar su n˙mero con exactitud Porres
Martín-Cleto.
Como es sabido, la población toledana a partir de la reconquista
de la ciudad estaba integrada por gentes de las tres grandes
religiones monoteistas, cristianos, judios y musulmanes. Pero la
disparidad de la sociedad de Toledo era más acusada porque cada
uno de esos grupos carecía de homogeneidad.
A pesar de todo ello existió una convivencia que se ha considerado
en cierto modo modélica. Contribuyó a ella la actitud de ciertos
monarcas y el comportamiento de la Iglesia toledana. En cambio el
pueblo fue más intolerante con respecto a la población judÌa.
La población cristiana estaba integrada por tres colectivos. En
primer lugar los mozárabes o cristianos viejos que, a lo largo de
generaciones, desde 711 a 1085, habían vividos sometidos a la
dominación musulmana, conservando su fe, pero a la vez inmersos en
la cultura, el idioma y las costumbres musulmanas. Gran cantidad
de mozárabes, a lo largo de los siglos XII y XIII, mucho después
de la Reconquista, seguÌan llevando nombres musulmanes e, incluso,
sus documentos notariales seguían redactándose en árabe.
Por otra parte estaba la población cristiana foránea, instalada en
la ciudad a partir de Alfonso VI: castellanos, leoneses, gallegos,
etc. Población que, a su vez, tampoco fue siempre homogénea,
debido a la separación de León y Castilla a partir del testamento
de Alfonso VII que no verÌa su fin hasta el reinado de Fernando
III (1217-1252), rey de León por la herencia paterna Alfonso IX y
rey de Castilla por la herencia materna doña Berenguela la Grande,
primogénita de Alfonso VIII.
Esa disparidad se había concretado ya en las luchas entre los
Castro y los Lara en la minorÌa de edad de Alfonso VIII. Por otro
lado hay que contar también con la población franca, ligada
estrechamente, en su origen, a la Borgoña cluniacense, rectora
espiritual de los toledanos desde la silla primada.
Al restablecer Urbano II dicha silla en Toledo (1086) el rito
mozárabe fue sustituido por el latino y la clerecÌa mozárabe quedó
de momento postergada. Esta situación se mantuvo hasta fines del
siglo XIII, Època en la que es designado arzobispo don Gonzalo
Pétrez Gudiel (m. 1299), miembro de uno de los más importantes
linajes mozárabes de la ciudad.
Recordemos que los primeros arzobispos fueron francos, Bernardo de
Sedirac, Raimundo de Sauvetat iniciador de la famosa Escuela de
Traductores, Juan de Castellmorum y Cerebruno de Poitiers (m.
1180), y que en el centro de la ciudad, cerca de la Iglesia de
Santa María la Catedral, estaba el llamado barrio de los francos,
testimonio de que el numero de estos era también importante.
Un barrio, por otra parte, de cambistas, contiguo al de las
alcaicerías, donde se vendían las mejores sedas, y eminentemente
comercial, en el que los judíos tenían numerosas tiendas. Zona que
en buena parte desapareció al construirse, a fines del siglo XIV,
el claustro catedralicio que hoy admiramos, por iniciativa del
arzobispo don Pedro Tenorio (m.1399), quien construyó allí su
capilla funeraria, puesta bajo la advocación de San Blas.
Sabemos por la documentación que en el llamado arrabal de los
francos tuvieron un mesón don Lamberton el francés y su hermano
Domingo, situado cerca de la mezquita de los musulmanes,
posiblemente la de las TornerÌas.
Finalmente estaba la población mudejar "mudaggan", integrada por
los musulmanes toledanos sometidos, descendientes de los invasores
del 711, si bien no hay que olvidar la emigración de los mismos
tras la reconquista de Toledo y, por otra parte, la inmigración
posterior de población andalusÌ musulmana que, debido a ciertas
circunstancias polÌticas acaecidas en Al-Andalus, buscó refugio
posteriormente en la ciudad.
El protagonismo social de este núcleo de población mudéjar en el
Toledo bajomedieval fue, sin duda, inferior a la de los otros
grupos citados, aunque su lengua siguiera utilizándose
habitualmente, como hemos dicho, entre los mozárabes, en muchos
casos de nombre arabe.
Esta población mudéjar toledana que, a diferencia de los hebreos,
no vivía marginada en barrios aislados, no ha sido estudiada aún
sistemáticamente, aunque sus nombres aparezcan en diversos
documentos relativos a la compraventa de propiedades urbanas y
rústicas, tasando, como alarifes, ciertas obras arquitectónicas y,
asimismo, desempeñando diversos oficios, entre ellos el de
alfarero.
Contamos con datos interesantes al respecto. Por ejemplo, sabemos
que en 1403, dos alarifes moros, Ali Aparicio y Abadía, hijo del
maestro Ali el Moro, valoraron las casas principales construidas
por Fernán Alvarez de Toledo, señor de Higares, y su esposa,
Teresa de Ayala. Estas casas aparecen en los documentos con el
nombre de la casa genenalralmente llamada Palacio del rey don
Pedro, con motivo del pleito entre la citada Teresa y su hermana
Inés de Ayala, hijas ambas de Pero Suarez de Toledo y nietas de
Diego Gómez e Inés de Ayala, la que fuera famosa propietaria de
las alcaicerías.
Igualmente el maestro Alí testifica en la herencia de las llamadas
casas de San Román, propiedad a la sazón de los Alvarez de Toledo
1406. Hubo moros con propiedades urbanas. Abdalla el Sarco tenía
una casa en la colación de San Vicente, contigua a la plaza do
juzgan los alcaldes, lindante con las casas principales de doña
MarÌa Meléndez, esposa del famoso alguacil-alcalde Suer Téllez de
Meneses, heredadas de su padre, y donde, al enviudar, fundó el
Monasterio de Santa Clara, lindante también con casas de Rodríguez
de Viedma y Mencía de Orozco.
Sabemos igualmente que Yucaf el especiero, hijo de Albdalla el
Sarco, y su mujer Xanci, hija del alfaquí Xarafi, moros moradores
de Toledo, venden unas casas a doña Teresa de Ayala, priora de
Santo Domingo el Real (m. 1426), contiguas al citado
monasterio.
Es interesante también la referencia documental a esclavos moros
"maml uck" pertenecientes a los principales linajes de la ciudad.
Don Gonzalo Alfón Cervatos y su mujer Sancha DÌaz, pertenecientes
a dos importantes linajes mozárabes, tenían unos esclavos morenos,
llamados Abrahem, moro, y David b. Sulaiman, MartÌn y Ahmed el
Herrero, cuyas esposas Aixa, Marina y Onza, hija del albañil Said
el de Orihuela, prestan fianza por si sus maridos huyen.
Incluso el arzobispo don Gutierre Gómez de Toledo (1310-1319),
hermano del conocido Fernán Gómez, propietario de las casas de San
Antolín y cuya lápida se conserva en el coro de Santa Isabel de
los Reyes, tuvo uno de esos esclavos, llamado Mahmad, casado con
Aixa hija de Mariota, y nieta de Cacim el Pergaminero.
Según documento del Instituto de Valencia de Don Juan, Aixa y
Mariota se hicieron fiadoras del citado moro, comprometiéndose, en
caso de que éste huyera del poder del arzobispo, a devolverlo vivo
o muerto y en caso de no cumplirlo se obligaban a pechar 1500 mrs
y si no los pagaban a entrar en prisión. Esta es una fórmula
habitual en diversos documentos del Toledo bajomedieval.
Con esta población toledana, tan variopinta, convivieron los
judíos, confinados en dos barrios, el llamado Barrionuevo,
orientado al suroeste, y el denominado Alcaná·, próximo a la
Iglesia de Santa MarÌa, zonas en la que construyeron hasta doce
sinagogas que sepamos.
La juderÌa por antonomasia fue la primera, la de Barrionuevo,
llamada por los musulmanes Medina al-Yahudî, que llegó a
extenderse desde la Alacava y el entorno de la desaparecida
iglesia de San MartÌn situada en tiempos entre el actual
monasterio de San Juan de los Reyes y la Puerta del Cambrón hasta
las actuales calles de los Reyes Católicos y del Angel, donde
estaba el arco de los JudÌos, restaurado hace poco tiempo, hasta
llegar a Santo Tomé y a San Román.
En esa zona, en la calle llamada hoy de los Reyes Católicos, es
donde se alzan todavía las dos únicas sinagogas conservadas, Santa
María la Blanca y Nuestra Señora del Tránsito y es posible que
estuviera también una tercera, la del Sofer -Passiniñ- contigua al
lugar donde hoy se alza San Juan de los Reyes.
Es inevitable la comparación.
¿Cuantas eran por entonces las mezquitas existentes,
aunque, por supuesto, sin posibilidad de culto?
Tenemos constancia de dos, la de Bib al Mardún, llamada hoy
del Cristo de la Luz, de época califal, a la que se añadió un
ábside mudéjar a fines del siglo XII, y la llamada de las
TorneríÌas, de época taifa. Las demás desaparecerían con la
Reconquista quedando convertidas en muchos casos en parroquias
latinas después de ser reconstruidas en estilo mudéjar.
Cuantas eran las parroquias de los mozárabes, las de los
cristianos viejos? Seis: Santa Justa y Rufina, Santa Eulalia, San
Sebastián, San Marcos, San Lucas y San Torcuato. Según esto cabe
pensar que el colectivo mozárabe era inferior en número al de la
población judía. Sin embargo, hay que tener en cuenta que,
curiosamente, no todos los linajes mozárabes eran feligreses de
las parroquias mozárabes. No pertenecÌan a ellas, por ejemplo, ni
los Illán, ni los ben Furón, feligreses respectivamente de San
Román y de Santa Leocadia de dentro de Toledo, parroquias latinas.
Mucho mas numerosas fueron, por el contrario, estas últimas,
contabilizadas por Parro, construidas a partir del siglo XII. Su
número indica que por esa época Toledo estaba habitado
preferentemente por cristianos afincados allí a partir de la
Reconquista. Esa inmigración, que se concretó en numerosos
matrimonios mixtos, entre los recien llegados y las toledanas
mozárabes, entre ellos el de Suero Téllez de Meneses y doña María
Meléndez, por ejemplo, continuaría en siglos posteriores.
Recordemos a los Ayala y a los Silva que, a fines de la Edad Media
y comienzos del siglo XVI, fueron los protagonistas, siempre
enfrentados, en el gobierno de la ciudad. Sin embargo, esos
inmigrantes procedentes del norte, no fueron capaces de introducir
en Toledo ni el estilo románico ni el cisterciense. Como tampoco
lo fueron los primeros arzobispos citados, tan ligados a la
reforma de Cluny y, por lo tanto, a la aparición del románico.
Estas parroquias latinas, datables a partir del siglo XII, se
construyeron, como las mozárabes, en estilo mudéjar, demostrando
que, desde el punto de vista estético, Toledo seguía marcado por
Al-Andalus, si bien creando un estilo peculiar, integrado no sólo
por vivencias del pasado califal y taifa, sino también por las
innovaciones almorávides, almohades y nazaríes que fueron
reelaborando.
La marginada ciudadanía mudéjar toledana acabó, pues, imponiéndose
desde el punto de vista artístico, como en una venganza soterrada,
en una ciudad que era, nada menos, que la sede del primado. Y
hasta consiguió infiltrarse sutilmente en la Catedral como
demuestran la arquería polilobulada de la cabecera y el sepulcro
de Fernando Gudiel.
Es cierto que no todas las obras que consideramos de estilo
mudéjar fueron realizadas por mudéjares, ya que intervinieron
alarifes cristianos también, pero éstos, desde el punto de vista
estético, habían sido captados por el mudejarismo y demostraron en
sus obras que estaban al tanto de las corrientes estéticas de
Al-Andalus, constantemente renovadas, que ellos iban asumiendo e
interpretando de inmediato.
El estilo gótico de la Catedral, que se seguía construyendo, era
un intruso que no tendría eco en Toledo hasta la Època de los
Reyes Católicos con el estilo llamado hispanoflamenco, en el que,
por otra parte, se aceptan elementos mudéjares, como se percibe en
San Juan de los Reyes.
La claudicación de la población hebrea ante el empuje del arte
mudéjar era también inevitable y más comprensible aún, si cabe,
porque los judÌos nunca tuvieron un estilo arquitectónico propio,
haciendo suyas las corrientes estéticas imperantes en el donde y
en el cuando.
Ya en el siglo XII, Yehuda al-Harizi en su Tahkemoni se admiraba
por el número y la belleza de las sinagogas toledanas -Cantera
Burgos-.
Dichas sinagogas que, en principio, admiramos por su belleza
-impresión -presque feerique- que dijera Lambert, constituyen una
fuente histórica importante ya que, especialmente a través de su
decoración, son a modo de un libro abierto a través del cual,
mediante una labor paciente de análisis, podemos constatar las
tradiciones y las sucesivas novedades que fueron concretándose en
el preciosismo de las abigarradas yeserÌas, mudas para aquel que
no conozca en detalle el arte medieval de Oriente y de Occidente
que, a pesar del enfrentamiento secular, se fusionaron de forma
admirable en Toledo, engendrando una modalidad artÌstica nueva.
Con la citada población cristiana y mudéjar convivió, por lo
tanto, una importante comunidad judía capaz de construir numerosas
sinagogas, y que, a pesar de ciertos momentos duros de fricción,
como el pogrom de 1391, siguió en Toledo hasta su expulsión,
decretada por los Reyes Católicos el 31 de marzo de 1492.
Sinagoga de Golondrinos, Toledo
El primero lindaba con el barrio cristiano de San Román,el
segundo desembocaba en el pasaje que sube hacia la plaza de
Santo Tomé por la puerta de la Assueca o Asieca.
Pero López de Ayala, cuando narra las luchas entre Pedro I y su
hermano Enrique, refiere que en Toledo una judería apartada fue
destruida en 1355 por las tropas de don Enrique, pero que la
Judería Mayor, “que estaba serrada e mucha gente a dentro”,
resistió.
La “judería apartada” estaba en la colina del Alacava,
cercana a la de San Román.
Era un barrio separado de la gran judería.
La calle del Ángel era su límite más cercano a la judería mayor.
La palabra “alacava”, trascripción del árabe “al-‘aqaba”,
significa “colina”. En el barrio judío del Alacava había dos
edificios públicos:
Una escuela rabínica, llamada “Midrach de las Vigas”, y una
sinagoga.
En la segunda mitad del siglo XV se menciona la sinagoga
utilizándola como punto de referencia en la descripción de dos
casas en la parroquia de San Román, en una manzana de la parte
más alta del cerro del Alacava.
La primera casa, que pertenecía a don Abraham batidor, se
levantaba en el adarve de Sancho Padilla
(actual callejón de Esquivias).
En 1469 un juez autoriza a vender un censo, en la colación de
San Román, sobre unas casas lindantes
con casas de Diego López sedero, con casas de Juan Gómez de
Guadamur, y a las espaldas, con una sinagoga de judíos; el
censo, de 1.300 maravedíes, tenía que ser pagado anualmente a
don Abrahem Abenrabí, batidor, y a doña Lumbre su mujer, judíos
moradores en Toledo.
La segunda casa, en 1488 pertenecía a un judío converso, Lope de
Acre.
Se la describe en el adarve de los Golondrinos, medianera con un
corral que solía ser sinagoga de los judíos.
El 24 de junio de 1492, Moisés y Samuel Anacagua, dos hermanos
joyeros judíos, vendieron a las religiosas del monasterio de
Santo Domingo el Real “unas casas en la colación de la iglesia
de san Román al alacava, dentro del adarve que dicen de los
Golondrinos,c on unas almacrías”.
Los dos hermanos eran los últimos representantes de la familia
judía Anacagua, conocida en el siglo XIV porque uno de sus
miembros construyó una casa de estudio en Toledo, que Albaneh
menciona en su poema como “madrisa de Ben An-neqawa”.
Esta madrisa estuvo en la casa que hace esquina en el adarve de
Golondrinos, adosada a la sinagoga.
Lope de Acre se comprometió a entregar anualmente el tributo de
500 maravedíes que recibía por esta casa al monasterio de los
agustinos, para la construcción de una capilla:
“Dio este convento un pedazo de su cementerio a Lope de Acre,
vecino de esta ciudad, para edificar una capilla de Santa
Catalina...

Casa de las Cadenas, en la calle Bulas
El Libro de Capellanías, fechado en 1577,informa que la casa
estaba en la esquina calle de las Bulas - callejón de
Golondrinos:
“Dichas casas alindan de la una parte con el dicho adarue de los
golondrinos a la parte del poniente del sol
e por la otra parte con la calle Real hacia la parte hacia el
pozo de aisco con la calle real que sube de hacia la plazuela
del alacaba para ir a la plaçuela de los caleros”.
El corto tramo correspondiente a la calle de las Bulas Viejas
se designaba hasta 1440 como “adarbe que dicen de Abenasa (Ysaq
Abenasa)”, después “callejón de los Golondrinos” y en 1864
“callejón del Obelisco”, nombre que llevaba aún en 1926.
Los títulos de propiedad de esta casa desde el siglo XVII se
conservan en los archivos del convento de los Agustinos:
“Estando a la parroquia de san Roman en la calle que llaman de
las bulas viejas frente de la casa que llaman de las
golondrinas”.
“Dos casas principales que estan en la calle de las bulas
parrochia de san Roman de la ciudad de toledo y alindan con un
corral que esta adjunto de ellas y con un callejon sin salida
que llaman de los golondrinos y por delante con la calle real
que baja a la plazuela de valdecaleros las cuales dichas casas
tienen un sótano que esta debajo de ella con su puerta a la
calle de las Bulas”.
Los títulos de propiedad del convento precisan, pues, que debajo
de la casa había un sótano con su puerta a la calle de las Bulas
(puerta que existió hasta 2009).
Donde estuvo la casa de Lope de Acre se construyó otra que tenía
un patio bajo el que se hicieron dos aljibes que sustituyeron al
sótano.
La sinagoga estaba pared con pared con la casa de Lope de Acre.
En la parcela de la antigua sinagoga se edificó una casa hacia
1930.
Jean Passini. "La Alacava, barrio alto de la judería de Toledo"
En 2005 el propietario de la casa situada en el número 29 de la
calle de las Bulas, junto a la entrada al callejón de
Golondrinos, proyectó la rehabilitación del edificio.
Como siempre que se van a hacer obras en el Casco, se efectuó la
previa intervención arqueológica.
Con ocasión de la misma, se descubrió “una esquina” de una
construcción medieval (un muro de 6 metros de ancho por 8 de
alto, con tipología mudéjar similar a la del Taller del Moro)
así como un pequeño adarve y un pilar de ladrillos.
Restos que se han identificado con la sinagoga mencionada en los
textos, que estuvo adosada a la casa que fue propiedad de Lope
de Acre.
Según el arqueólogo, “probablemente el edificio continúe por el
subsuelo y por las casas vecinas” pero no se ha podido proseguir
la investigación al tratarse de propiedades privadas.
Bajo la sinagoga, se han encontrado restos de un baño ritual o micvé, un espacio cerrado, de sólidos muros, arcos de piedra y canalización para el agua, una sala pequeña con bóveda de cañón, accesible desde la calle por una puerta independiente.
Una red subterránea, cuya existencia viene respaldada por la
existencia en las cercanías de un pozo llamado de Aizco,
suministraba el agua corriente necesaria.
Un corredor lateral interior facilitaba el paso de la sala
abovedada a la sinagoga. Según los propietarios, uno de los
aljibes se llena de agua de manera natural.
A esta sinagoga recién descubierta se le ha dado el nombre de
“sinagoga de los Golondrinos” porque junto a ella vivió una
familia que a la que llamaban “los Golondrinos” porque había
decorado paredes y techos con dibujos de golondrinas,
motivo que figuraba también en su escudo.
Sinagoga del Sofer, Toledo
Los soferim eran expertos en caligrafía hebrea y seguían normas
de escritura muy precisas tanto en el trazo como en los
materiales empleados).
La llamada Sinagoga del Sofer fue construida hacia 1190.
Desaparecida hace siglos, había constancia documental de su
existencia y de su localización aproximada, pero su exacta
ubicación, hasta hace poco, era una incógnita.
Probablemente dejó de ser utilizada como sinagoga en 1391, tras
los tumultos antijudíos.
Es citada entre 1397 y 1480 en documentos relativos a las
casas vecinas conocidas como de la Higuera y de la Atahona.
El judío Don Sulemán Jarada poseía en 1391 una casa llamada de
la Higuera, entre la casa de la Atahona y la sinagoga del Sofer.
La sinagoga del Sofer, la casa de la Atahona y la casa de la
Higuera formaban un conjunto urbano.
En 1397, la casa de la Higuera es objeto de venta judicial a
causa de una deuda de 993 maravedíes que su propietario, don
Çulemán Jarada, dejó pendiente al abandonar Toledo en 1391.
La casa se hallaba “cerca de los tintores”, entre una casa de
don Mose Izrael y la sinagoga “que dizen del Sofer”.

Se trata de una casa en la judería, “la qual dizen de la
Figuera, que se tiene con casas que dicen del Atahona e con la
sinoga que dizen del sofer, las cuales eran en suelos de soror
doña maria, hija del rey don Pedro”.
Un año después, otro documento menciona de nuevo que don Çulemán
poseía en la judería, “en la calle que llaman Abendonja”, una
casa llamada de la Higuera, entre la “atahona” de don Alvar
Pérez y la sinagoga del Sofer (la atahona era una panadería).
La sinagoga vuelve a aparecer en documentos de 1446 y 1447,
relativos a un inmueble que estaba junto a la casa de la Higuera
y las “casas de la xinoga que llaman el Sofer”; un inmueble “que
lindaba con la sinagoga que disen del Sofer”; situado en la
colación de Santo Tomé, “fondón de la puerta de la judería de
parte de fuera”.
En 1460, la casa de la Higuera presenta dos puertas: la
principal, calle abajo, abre “a la juderia”, “a los tintores
cerca de la puerta de la juderia”; la de arriba “sale a la calle
principal”.
El inmueble se imbrica en unas casas “que eran xinoga” y ofrece
una puerta al nivel del entresuelo que da a la casa de la
Atahona. Esta última “linda de una parte con casa de la Higuera
y de la otra la xinoga que disen del sofer”.
Un documento posterior a 1477 registra una casa de la hija del
rey, doña María de Toledo, situada en la parroquia de Santo
Tomé, “cerca de la puerta de la juderia a la mano izquierda como
entran por la puerta de la juderia cerca del monasterio de San
Juan de los Reyes”; esta casa, llamada “casas de la higuera”, se
alzaba junto a otra llamada “de la tahona”.
No se sabe qué fue de la sinagoga, pues no se la vuelve a
mencionar desde 1480.
En 1507 se menciona una casa en la colación de Santo Tomé
“cerca de la puerta de la juderia y tiene las puertas
principales en un adarve que esta cerca de la dicha puerta a la
mano izquierda como entran por la dicha puerta de la juderia
cerca del dicho monasterio de San Juan de los Reyes.
Las cuales dichas casas alindan con otras casas que dicen las
casas de atahona. Y a esta casas solían decir las casas de la
higuera y la calle donde se deian la calle de los tintoreros”.
A finales del siglo XVI la casa de la Higuera aparece mencionada
como “casa del arquillo”. La “calle principal”, a la que daba la
puerta alta de la casa de la Higuera, era la calle que desciende
“del arquillo para San Juan de los Reyes”.

y la Atahona estaba “fondón de la puerta de la judería de parte
de fuera”,
así que el contacto entre estas dos casas coincidía con el
límite entre la judería y el exterior.
La existencia de una fuente algo más arriba de la casa de la
Higuera hace plausible la presencia de tintoreros en las
cercanías de la puerta de la judería.
Ese manantial, que se mantiene todavía en una casa llamada “de
la fuente”, alimentaba una canalización de ladrillo que
descendía hacia el “degolladero” por la sinagoga del Sofer.
La sinagoga se situaba cerca de una puerta de la judería, lo que
le otorgaba un papel importante.

Lo que quedaba del bloque fue destruido en 1984, cuando fueron
demolidos dos inmuebles: el número 23 de la calle del Ángel y el
número 6 de la calle de los Reyes Católicos.
Excavaciones de urgencia realizadas tras el derribo de la
manzana revelaron la existencia en el subsuelo de varias
estructuras.
Durante años, el espacio quedó abandonado, un solar privado,
cercado y sin uso.
A comienzos del siglo XXI el Ayuntamiento abordó el proyecto de
convertirlo en plaza empedrada.

Las obligadas exploraciones arqueológicas previas determinaron
un cambio de planes, ante el hallazgo de estructuras
relacionadas con diversos edificios. Se había encontrado el
emplazamiento de la sinagoga del Sofer.
En un primer nivel, hay dos aljibes, una fuente y una entrada al
subsuelo.

Un pozo excavado en la roca de más de siete metros de hondo, que
puede relacionarse con el espacio de la sinagoga dedicado al
baño ritual, conducciones en ladrillo del agua subterránea que
baja por la calle del Ángel y atraviesa el solar para desaguar
más allá del jardín de la Escuela de Artes y Oficios, y un
fuerte muro en la parte superior de la calle del Ángel que
podría pertenecer al cierre de la judería.
Se han hallado también fragmentos de cerámica y una moneda de un
dinar fatimí.

con la judería mayor. (Se dice que en esta travesía tuvo lugar
la venta de las joyas de la reina Isabel para financiar la
empresa americana de Colón).
Se hallaba en la confluencia de las calles del Ángel y de los
Reyes Católicos, frente a lo que después fue Monasterio de San
Miguel de los Reyes.

En 2012 se inauguró la plaza del Sofer, en la que, bajo un suelo
de madera, se hallan los restos sacados a la luz. Ese mismo año,
por un acuerdo entre Ayuntamiento y Consorcio, éste asumió la
gestión del lugar, que sigue siendo desconocido para la mayoría.
Sinagogas Subterráneas de Judios Conversos
Jean Passini destapa el Toledo subterráneo
El investigador francés ha descubierto en la Judería hasta 15
sótanos que albergaban sinagogas de judíos conversos
Jean Passini lleva 25 años trabajando como arqueólogo del urbanismo de Toledo y especialmente en casas de la Judería, donde se sitúa su último descubrimiento, al que ha llegado gracias a unos documentos medievales y a la crónica escrita por judíos que se marcharon a la isla de Creta (Grecia) en los siglos XV y XVI. Esta documentación le interesa porque «ofrece un conocimiento de Toledo en la época medieval para tener una planimetría del siglo XV y entender e interpretar el urbanismo judío e islámico».
Tal y como señala, se han descubierto 15 sótanos de este tipo
en la Judería y estos datos recabados durante los diez últimos
años pueden confrontarse ahora con la información dada por
estos judíos. Esos documentos hablan de sótanos con sinagogas
donde podían llegar a reunirse hasta 20 personas y su
conclusión es que hay dos tipos de estos sótanos: cuando el
patio es pequeño se hace con una cúpula octogonal y cuando es
grande en forma de paraguas, es decir, una bóveda a partir de
un pilar central.
Ejemplos de este tipo de sótanos se encuentran en la Casa
de Samuel Ha Leví dos, en la Casa del Judío, dos en
la calle de las Bulas, en la plaza de la Alacava, debajo del
Museo del Tránsito y en la calle San Juan de Dios. «Investigar
estos sótanos es en algunos casos muy complicado, ya que se
encuentran en manos de propietarios privados», manifiesta.
Por lo que se refiere al caso concreto de los sótanos de la
casa de Samuel Ha Leví, tesorero judío del rey Pedro I,
gracias a la crónica de esos judíos huidos a Grecia se ha
podido identificar su sinagoga y cuentan que la vivienda se
vendió en 1377, durante el reinado de Enrique II de Castilla,
y fue comprada por Gonzalo de Mendoza.
Señala que la parcela está muy bien delimitada y llega a la
antigua iglesia de san Benito, lo que hoy en día es la
Sinagoga del Tránsito, justo hasta la calle que separa la casa
del Marqués de Villena, que ha desaparecido en su totalidad.
Todo ello, en una manzana que linda con los Baños del Zeid o
del Ángel.
El investigador francés cuenta que todos estos elementos
coinciden en una misma estructura subterránea que hay en esta
zona de Toledo, donde existían palacios y casas principales
hechas con una misma técnica basada en hacer una plataforma
muy grande a partir de reunir cuatro casas sobre una
pendiente.
Este es el caso de la casa de Samuel Ha Leví, que se construye
sobre una plataforma y con sótanos debajo, según los
documentos y los restos analizados de los edificios, de las
calles y de los portales. «Hasta ahora tenemos documentados el
60% de la planta y del cuerpo», afirma.
13. Para Comer en el Barrio Judio deToledo
Restaurante La Orza
Calle Descalzos 5,
45002 Toledo España
+34 925 22 30 11
La Fábrica de Harinas
45002 Toledo España
+34 925 28 35 49
Calle Alamillos Del Paseo Tránsito, 9,
45002 Toledo España
+34 677 87 96 33
Teteria Dar Al-Chai
45002 Plaza de Barrionuevo 5,
Lo Nuestro - Tapería & Restaurante
Calle Juan de Dios, 7,
45002 Toledo España
+34 625 06 20 90
45002 Plaza de Barrionuevo 5,
45002 Toledo España
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