jueves, 2 de junio de 2022

En Ruta por el Madrid Medieval


Así debieron ser las Murallas de Madrid

Maqueta del Madrid Medieval

Torre de los Lujanes, Madrid

Muralla Arabe, Madrid

Murallas de Madrid 

Cava alta y Cava baja, Madrid




La ciudad medieval de Madrid con las 10 iglesias del Fuero

1: Santa María. 
2: San Nicolás. 
3: San Salvador. 
4: San Juan. 
5: San Miguel de la Sagra. 
6: San Pedro. 
7: San Andrés. 
8: San Miguel de los Octoes. 
9: San Justo. 
10: Santiago

Cuando pensamos en el Madrid histórico y monumental casi siempre tendemos a imaginarnos una ruta por el Madrid de los Austrias o, incluso, la zona más borbónica con lugares como el Palacio Real. Por supuesto, no se entendería un Madrid cultural sin su multitud de museos. 

Sin embargo, la historia de Madrid se remonta muchos más allá, a unos siglos que siempre se han interpretado como oscuros y, quizá, son menos conocidos. 

La Edad Media también dejó sus huellas y rastros en la capital de España y hoy nos vamos de ruta por el Madrid medieval. Una ruta sorprendente que recorre algunos puntos de interés cultural para la ciudad.

Indice: 


1. Madrid durante la Edad Media

La historia de Madrid como lugar poblado ser remonta a época prerromana, cuando aparece el asentamiento de la zona de la actual Catedral de la Almudena. 

En el siglo IX, en una zona bajo ocupación musulmana es cuando se convierte en un pequeño asentamiento a modo de fortaleza junto al río. En este pequeño asentamiento se sitúa el posible origen, siempre según algunas teorías, del nombre Mayrīţ precedente de Madrid.

 La línea defensiva de Madrid no sólo era la propia fortaleza hoy ciudad, sino diversas torres y atalayas en torno a las sierras de Guadarrama y Somosierra.




El madrid musulmán del siglo X presentaba dos áreas urbanas bien diferenciadas por su funcionalidad. 

La fortaleza y el barrio noble estaban ubicados en la almudaina y los dos barrios residenciales con que contaba entonces la ciudad estaban ubicados en la Medina.

La Almudaina estaba resguardada del exterior por un perímetro amurallado de 1273 metros de longitud, formado por lienzos de cantería y torres defensivas, y al que se tenía acceso a través de tres puertas, llamadas de la Vega, de Santa María y de la Sagra. 

El edificio más importante era el alcázar o castillete, situado más o menos donde hoy se encuentra el Palacio Real, y en él tenía su residencia el gobernador (cadí). 

Delante del Alcázar se situaría una plaza de armas donde se reunía la tropa y también los vecinos cuando la necesidad lo requería. 

Otro de los edificios importantes era la mezquita o aljama, seguramente construida en tiempos de Abderramán III, que estuvo situada sobre la actual calle Mayor esquina a la calle Bailén. Según la tradición, después de la conquista cristiana se convirtió en parroquia cristiana bajo la advocación de Santa María de la Almudena.

La medina estaba constituida por dos barrios residenciales, uno poblado por musulmanes y el otro por cristianos, constituyendo un tejido social heterogéneo (artesanos, comerciantes, labradores, clases populares). En el barrio cristiano, que era el más pequeño, se ubicaba el templo parroquial de San Andrés .

Lamentablemente, apenas se conservan restos de esta época, todo lo más, alguna parte de la muralla situada en la Cuesta de la Vega, descubierta por el arabista J. Oliver Asín en 1950 y declarada Monumento Nacional en 1954.

El Madrid Medieval era conocida como Mayrit y tan sólo era un pequeño núcleo urbano, que crecía en torno al alcázar mandado construir por el emir de Córdoba, Mohamed I (hijo de Abderramán II) a finales del siglo IX y estaba protegido por una muralla que rodeaba todo el recinto. 

La población cristiana se ubicaba extramuros, dando lugar a un arrabal mozárabe en torno a la iglesia de San Andrés. En 1083 las tropas del rey cristiano Alfonso VI conquistaron la ciudad. De esta manera la ciudad islámica de Mayrit pasó a ser la Madrid cristiana.

Con la llegada de los cristianos la ciudad cambió. Las mezquitas pasaron a ser iglesias como es el caso de san Pedro, de san Salvador y la iglesia de san Nicolás. 

Esta última está considerada la más antigua de Madrid.


Los musulmanes fueron desplazados a la morería, situada cerca de las Vistillas, y Madrid comenzó a crecer con pobladores que venían de los reinos cristianos. Debido a ello se tuvo que crear un nuevo recinto amurallado, que englobase los diferentes arrabales que habían surgido extramuros. 

Poco a poco se fueron instalando en la ciudad familias nobiliarias que la fueron engrandeciendo. Por Madrid pasaron la dinastía de los Trastámara, los cuales ampliaron el alcázar hasta convertirlo en un complejo palaciego en el que habitarían posteriormente los reyes Austrias.

De la época medieval se conservan algunos restos de las murallas tanto árabe como cristiana con sus torres defensivas, también se conservan antiguos minaretes y restos de los famosos viajes del agua o qanats y silos de almacenaje.

Su creación obedecía al lugar estratégico que tenía el asentamiento, puesto que estaba ubicado en la llamada Marca Media que dividía la península ibérica en reinos cristianos al Norte y el emirato omeya al Sur; por lo que el carácter defensivo de la ciudad marcó su crecimiento y su historia.


Esa pequeña fortaleza musulmana se convertiría ya en el siglo X en una población con varias áreas diferenciadas: la Almudina, la Medina y las zonas residenciales. 

En la zona más alta de Madrid, la actual zona del Palacio, estarían situadas las tropas musulmanas, junto a una especie de alcázar rodeador por una primera línea de muralla. Años después este recinto amurallado se ampliaría a zonas más residenciales, o lo que conocemos como el actual Madrid de los Austrias.

En el final del siglo XI el rey Alfonso VI consiguió arrebatar Madrid a las fuerzas musulmanas, aunque durante los siguientes años hubo algunas acometidas de los ejércitos árabes. 

Madrid entró a formar parte del Reino de Castilla tras la victoria cristiana en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212).


La Plaza de los Carros forma parte del entramado medieval de Madrid

Durante estos primeros siglos de la reconquista cristiana en Madrid, concretamente en el siglo XII, la localidad fue nombrada Villa, gracias al título recibido en 1123. 

En la segunda mitad del siglo XII se alza la muralla de Madrid con puerta a la vega del Manzanares, encerrando una superficie entre 35 y 36 hectáreas. Descienden sus muros hacia la calle de Segovia, bajo el Viaducto, donde se levantó la primitiva Puerta de Segovia, continúan hacia el cerro de las Vistillas para torcer hacia Puerta de Moros. 

Continúa por la calle del Almendro hasta Puerta Cerrada y asciende a la Puerta de Guadalajara, acceso principal ubicado en la calle Mayor, y se dirige al barranco de las Hontanillas, Puerta de Valnadú y tuerce hasta el Alcázar (actual Palacio). Fuera de la muralla pronto surgieron los arrabales: Plaza de las Descalzas, San Ginés y San Martín.


Primer recinto (s. IX) y segundo recinto (s.XI), de la época musulmana; tercer recinto intermedio, y cuarto recinto el de la cerca del arrabal . 

En la imagen se muestra el plano del Madrid medieval con sus puertas por orden de construcción A hasta M: Alvega, Santa María, Xagra, Segovia, Moros, Cerrada, Guadalajara, Valnadú, San Millán, Santa Cruz o Tocha, Sol, Postigo de San Martín, Santo Domingo.

Nosotros visitaremos desde A hasta la H., el núcleo medieval con la medina, la medinilla y las diez colaciones o parroquias siguiendo el trazado de la muralla.

Dejamos fuera los arrabales de san Martín (s. XII), santo Domingo (s. XIII), san Ginés (s. XIII al XIV) y Santa Cruz de comienzos del s.XV.

Un siglo más tarde el rey Alfonso VIII de Castilla le otorga el Fuero, es decir, una serie de leyes que administrarían la vida en la villa. Otro de los acontecimientos fundamentales de esta época medieval fue la celebración de las Cortes de Castilla en 1309. En ellas se reunieron todos los personajes significativos de la política de la época entre ellos el rey Fernando IV.

Durante estos siglos la necesidad religiosa de los cristianos provocó la edificación de algunas iglesias como la de San Ginés o la de Santa Cruz, o monasterios como el de San Martín. La ciudad comenzaba a tener un aspecto de villa medieval con ciertas jerarquías y algunas diferencias sociales entre sus vecinos. 

Además de cristianos, una creciente élite social que comenzó a construir sus casonas y palacios, existían en madrid grupos sociales minoritarios, judíos y moriscos. 

Será en esta época a partir del siglo XV cuando se construye la segunda muralla de la ciudad y algunas de sus famosas puertas como la del Sol o la de Santo Domingo.


Torre y palacio de los Lujanes

En el final del siglo XV Madrid ya contaba con unos 12.000 habitantes y se había convertido en un importante centro comercial y artesanal. Había zonas dedicadas al comercio y a los mercados, algunos en el interior del cerco y otros extramuros como el de la plaza del Arrabal. 

Al final del siglo e inicio del XVI comienzan a surgir numerosas fundaciones religiosas como el Convento de Santa Clara, la de la Concepción Jerónima o San Jerónimo el Real. 


El antiguo alcázar fortaleza musulmana se fue convirtiendo a lo largo de las centurias en una residencia palaciega, hasta llegar a la época de los Reyes Católicos con cierta importancia para los monarcas.

Podríamos decir que es en esta época, en el cambio entre el siglo XV y XVI cuando termina la historia del Madrid medieval y se da paso a un Madrid renacentista convertido en Corte a partir de 1561. 

Un año en el que Felipe II decide nombrar a la ciudad residencia habitual para él y su séquito, convirtiéndola en una ciudad moderna y centro de su Estado. Pero… ¿Qué podemos ver en Madrid de toda esta historia?
 



2. Historia y evolución de calles y plazas

Para la población musulmana la calle es esencialmente un lugar de paso público en el entorno de la mezquita, que conduce a un punto determinado que no necesariamente tiene que estar trazada en cuadrícula sino que por el contrario suele ser laberíntica. 

Es además un componente urbano al servicio de la comunidad y deben cumplir ciertas normas como conservar la limpieza, evitar y reparar los posibles baches, que no se establezcan los vendedores ambulantes y que no pasen por ellas las caballerías. 

Los primeros nombres que definen las calles islámicas son del tipo de «calle que va a» «calle entre esto y lo otro»​ por eso las calles secundarias, los callejones y los adarves se conciben únicamente para el tránsito de las personas que quieran llegar a su casa; sin embargo para la población cristiana su trazado debe ser regular, de calles rectas, salvo en las rondas que rodean la muralla y que pueden ser externas o internas.​

Surgieron en primer lugar las calles-camino, las grandes calles que iban de puerta a puerta de la muralla y que conducían a las poblaciones más cercanas como Alcalá, Guadalajara o Segovia y a los pueblos del alfoz. Cuando traspasaban las puertas de la medina pasaban a ser caminos en lugar de calles. De estas calles-camino nacieron otras y todas juntas fueron formando los barrios llamados también collaciones.​

Topografía de la Villa de Madrid descrita por Don Pedro Texeira en 1656. Con el número 50 se ve la fuente de la plaza de Puerta de Moros

 Estas collaciones nacieron como agrupaciones generalmente en torno a las parroquias que se iban construyendo y cada una tenía sus jurados con sus principios jurídicos propios porque las gentes que los habitaban podían tener costumbres y estilo de vida distintos.​ Muchas de estas agrupaciones estaban compuestas por gremios que a la larga dieron nombre propio a determinadas calles.

Además de las vías de paso o calles se fueron configurando las plazas, unos lugares abiertos que invitaban al transeúnte a quedarse, a charlar y a vender o comprar. 

Generalmente se formaban por el cruce de dos o más calles; otras veces se creaban en los grandes espacios que habían tenido anteriormente otro cometido como fue el caso de la que apareció en el Campo del Rey (plaza de armas del alcázar), que se extendía desde la antigua puerta de Alvega (conocida como puerta de la Vega) hasta el alcázar.​

 La Laguna del Arrabal no fue espacio urbano hasta el siglo xv; pasó después a denominarse plaza del Arrabal para finalmente en el siglo xvi convertirse en la plaza Mayor.​ 

Y aparecieron también las plazas delante de las puertas de la muralla, algunas con gran actividad comercial como la que se formó delante de la puerta de Guadalajara. 

Hubo plazas en la puerta de Santa María, puerta de Alvega y puerta de Moros, esta última de poca extensión porque se topaba con el cementerio de la iglesia de San Andrés.​ También surgieron plazas junto a las parroquias de las collaciones.​

La medina fue cambiando su aspecto y por necesidad de la vida cotidiana fue separándose de la ciudadela. Es posible que así surgiera el interesante centro en la antigua plazuela de El Salvador. 

Por otra parte y pasados los siglos surgió otro centro trascendental especialmente para el comercio; fue la plaza del Arrabal que a su vez se transformaría en la muy importante plaza Mayor.
Adarves

Corral del Conde en Sevilla, herencia de antiguo adarve

Un adarvea​ es en la urbanización hispano-musulmana un callejón sin salida de dominio semiprivado. Los musulmanes lo llaman también «durub». 

Sin ser calles propiamente dichas cumplen perfectamente con su misión de conducir a las personas a su vivienda.​ 

El adarve es frecuentemente más que un callejón y llega a ser una especie de plazuela o ensanchamiento —que a veces se multiplica en forma laberíntica—, con perfil cerrado que derivó en los llamados corrales y después en los patios de vecindad. 

En Madrid no quedó ejemplo de estos corrales aunque sí de algunos adarves incluidos en manzanas en las que todavía se pueden intuir, como ocurre con la manzana 445 en el barrio o collación de Santa María​ compuesta y delimitada por las calles de Malpica, Santa Ana la Vieja, calle de Pumar, la plaza de Caballerizas y Arco de Palacio y las plazuelas de los Pajes y del Postigo.

​ Esta manzana existía todavía en el siglo xix; con el tiempo fueron desapareciendo las calles y en su lugar se extiende la plaza de la Armería.

Plazuela de San Javier, ejemplo de adarve

La plaza de San Javier es otro vestigio de lo que fue un adarve. 

Situada en la manzana 181 frente a la manzana 183, en el barrio del Sacramento puede verse dibujado aunque no rotulado, en el plano de Texeira de 1656 y todavía se ve en los planos del siglo xix. 

En las cercanías de la iglesia de San Miguel de los Octoes se encontraban formas laberínticas que fueron adarves.
Arrabales

Vista de la fachada del convento de Santo Domingo el Real, en El Museo Universal (1869), a cuyo alrededor se fue formando el arrabal que llevó su nombre

Los arrabales eran los núcleos que se formaban extramuros. En el Códice de los Fueros no se hace ninguna mención sobre ellos. 

Durante años y en los documentos conocidos no se nombran los arrabales siendo la primera vez que aparece la palabra y su concepto en el Códice de San Isidro o de Juan Diácono en el que el autor narra la vida de San Isidro Labrador. 

El autor describe también el arrabal de San Martín en torno a la iglesia de este nombre. El arrabal se formó gracias a la repoblación llevada a cabo por este antiguo monasterio en los primeros años del siglo xii, una repoblación compuesta en su mayor parte por francos que llegaron a organizar un barrio conocido como vicus Sancti Martini.​

El arrabal de Santo Domingo tuvo su origen en otra fundación religiosa a principios del siglo xiii. El monasterio se había construido fuera de la puerta de Balnadú. Los dos espacios se llamaron arrabal de San Martín conjuntamente. Crecieron tanto que en tiempos de Alfonso VIII fue necesario incluirlos en la población y rectificar la nueva cerca para que los rodease. En general el caserío creció mucho desde la puerta de Guadalajara hasta la puerta del Sol y hacia el prado de Atocha.

3. Leyendas e historias del Madrid medieval

Madrid tiene un importante pasado medieval repleto de secretos y aventuras

Dragones, murallas de fuego, gatos escalando murallas e intrépidos viajeros protagonizan estas leyendas


Un dragón en el escudo de Madrid

Madrid está repleta de misterios, leyendas y relatos que han ido viajando a través de los años y que han dotado a la ciudad de un fantástico pasado.

La Edad Media fue una época muy importante y simbólica para Madrid y es por eso que existen infinidad de mitos y de historias. 

Dragones, murallas de fuego, gatos escalando murallas e intrépidos viajeros son los protagonistas de algunas de estas leyendas.



San Isidro «Labrador» y su Pozo de los Milagros

Milagro de San Isidro

Cuenta la historia que San Isidro, patrón de la ciudad de Madrid, nació a finales del siglo XI en esta ciudad, de una familia muy humilde, por lo que tuvo que dedicarse a trabajar el campo para propietarios de tierras. 

Juan de Vargas es el más conocido de ellos; tenía sus tierras al otro lado del puente de Segovia, en un espacio que viene a coincidir con el lugar donde está hoy su ermita.

¿Quién era San Isidro?

La tradición habla de San Isidro «Labrador» como un hombre muy piadoso, que rezaba siempre antes de iniciar sus tareas, lo que le valió acusaciones de vago ante su patrón. 

Pozo de los milagros de San Isidro

Éste, escondido entre unos arbustos, observó cómo, mientras Isidro rezaba, los ángeles guiaban a los bueyes para que arasen solos.

Manantial de San Isidro en Madrid

En una ocasión, reinando una gran sequía, Isidro golpeó con una vara unas rocas y de ellas brotó un generoso riachuelo. Ese es el agua que aún hoy se conserva, como una fuente, en su ermita, que los devotos van a beber —y a llenar con ella garrafas y botellas— haciendo cola durante varias horas. 

Manantial de San Isidro en Madrid

Dios le protegió tanto que, cuando su hijo cayó a un pozo, le puso a salvo. Esta relación con el agua es característica de San Isidro, a quien aún hoy en día se saca en procesión para que haga llover cuando la sequía es extrema.

Colegiata de San Isidro

Se casó con María de la Cabeza y ambos estuvieron viviendo en Torrelaguna. Al morir Isidro, le enterraron en la iglesia de San Andrés. 

Cuarenta años después, se le exhumó y se descubrió que su cuerpo estaba incorrupto, lo que extendió peticiones de santidad. Sin embargo, no fue hasta el siglo XVII cuando, tras haber curado la presencia de sus restos milagrosamente al rey Felipe III, se inició el proceso que llevaría a su santidad.

San Isidro descansa hoy en la colegiata situada en la calle de Toledo (junto a Puerta Cerrada), que, por cierto, fue catedral de Madrid desde 1.885 hasta 1.993, año en que la Almudena pasó a desempeñar este papel.

Los madrileños somos gatos


¿Por qué a los madrileños se les llama ‘gatos’? Para conocer esta historia hay que remontarse a la conquista de la ciudad de Madrid, que sucedió en 1085 por parte de Alfonso VI. Una leyenda de esta época puede darnos la respuesta:

"En el año 1085, uno de los soldados que acompañaban a Alfonso VI, un soldado joven y muy valeroso, cogió una daga y se lanzó a escalar la muralla islámica. Cuando llegó arriba, cambió la bandera de la media luna (que no existía) por una bandera cristiana. El rey quedó impresionado y dijo: "Este hombre ha escalado como un gato". El soldado decidió adoptar el apellido gato como si fuera un título nobiliario, con escudo y heráldica propios".

De esta historia deriva el madrileño sobrenombre de 'gato', que es como se conocía tradicionalmente a los madrileños más valientes.

Pero ojo, porque no a todos los que viven en Madrid se les puede llamar por este felino mote, ya que para merecerlo se necesitan una serie de condiciones: que tú hayas nacido en Madrid, que tus padres hayan nacido en Madrid y que tus abuelos también hayan nacido en la capital.

La Virgen de La Almudena

La muralla medieval de Madrid es la protagonista de una famosa leyenda de la capital. Según esta historia, en el 712, los cristianos que estaban en la ciudad escondieron una imagen de la Virgen de la Almudena en la muralla ante la llegada de los musulmanes.

Cuatro siglos después, tras conquistar la ciudad a los musulmanes, Alfonso VI descubrió esta imagen: se desmoronó una parte de la muralla y en un recoveco estaba la patrona de Madrid, con unas velas encendidas.

Leyenda de la Virgen de La Almudena |Redacción

Sin embargo, esta leyenda tiene más de mito que de verdad, puesto que en el siglo VIII no existía la ciudad, por lo que ni podría haber ni madrileños ni, mucho menos, muralla. Esto se debe a que había que crear una nueva historia para Madrid, de base católica, para que la ciudad fuera la capital defensora de la fe.

Una campana que se mueve sola

En pleno Madrid de los Austrias está la plaza de la Paja, una de las zonas más populares del barrio de La Latina. Esta plaza era el centro neurálgico de la villa en la Edad Media (algo parecido a la actual Puerta del Sol), junto a una de las sus entradas principales.

En los siglos XIII y XIV fue la plaza más importante y espaciosa de la ciudad, un lugar de recreo en el que también estaba el gran mercado de Madrid. Sin embargo, entró en decadencia a partir del siglo XV, cuando el rey Juan II de Castilla mandó construir la plaza del Arrabal (precedente de la Plaza Mayor), a donde se desplazó la actividad comercial.

Entre otros edificios de relevancia, aquí se encuentra la iglesia de San Pedro el Viejo y su torre mudéjar. Según cuentan las crónicas antiguas, la primera campana de su torre se colocó sola, ¡sin ayuda humana!

La leyenda narra que, cuando los hombres cargaban con ella para subirla a la torre, la campana se quedó atascada. Incapaces de moverla, decidieron volver al día siguiente. Su asombro fue enorme cuando volvieron: la campana lucía en su lugar.

El Marco Polo madrileño

La vida de Ruy González de Clavijo bien podría dar para una serie, una serie de muchas temporadas y más capítulos. Y es que las aventuras que vivió y los viajes que realizó le valen de sobra el sobrenombre de ‘el Marco Polo madrileño’.

Este vecino de la ‘villa’ fue embajador del rey castellano Enrique III, que le encomendó la tarea de establecer una embajada en la corte de Tamerlán, uno de los hombres más poderosos del mundo a finales del siglo XIV.

El imperio de Tamerlán se extendía por gran parte de Asia central y con esta alianza Enrique III pretendía crear una unión para luchar contra los turcos

González de Clavijo partió del Puerto de Santa María (Cádiz) el 22 de mayo de 1403 en compañía de un fraile y un escudero. Tras pasar por Rodas (en el mar Egeo), Constantinopla y Trebisonda, siguió su viaje a través de los actuales Turquía, Irak e Irán. Y ahí no quedó el asunto: se adentró en el actual Uzbekistán, en cuya capital Samarcanda, estaba la corte de Tamerlán.

A su vuelta, sirvió al rey y murió en Madrid. Fue enterrado en la antigua iglesia de San Francisco el Grande y su casa se encontraba al lado de la plaza de la Paja.

Un dragón en el escudo de Madrid

Seguro que todos conocen a la osa rampante y el madroño que aparecen en el escudo de Madrid. Pero… ¿Sabías que compartieron espacio con un animal mitológico? Nada más y nada menos que un dragón.
Entre 1850 y 1967 el escudo de Madrid incluía un dragón y una corona cívica

Este animal fantástico (algunos dicen que se trataba de un grifo: la parte superior del cuerpo de águila y la inferior de león) se asoció con la ciudad durante tres siglos.

La historia se remonta a un relato del humanista y cronista de Madrid Juan López de Hoyos, que en 1569 afirmó que, al derribar la muralla de Puerta Cerrada, se encontró una piedra con un dragón grabado sobre una dovela de la puerta.

La Posada del Dragón

“Por desembarazar la Puerta Cerrada, derribaron, y estaba en lo más alto de la Puerta, en el lienzo de la muralla labrado en piedra berroqueña, un espantable y fiero dragón, el cual traían los griegos por armas y las usaban en sus banderas”.

La narración fue cobrando fama y, en 1850, las Cortes decidieron incorporar el dragón al escudo de la capital. De hecho, incluso llegó a acompañar a la diosa Cibeles y de su boca salía agua para que los madrileños pudieran llenar sus cántaros.

Sin embargo, en 1967, tras un informe de la Real Academia de la Historia, se consensuó que la presencia del dragón no estaba justificada históricamente y se procedió a su retirada. Aun así, todavía se pueden ver repartidos por la ciudad algunos escudos con la osa y el dragón de acompañante.
4. Denominaciones de las Vías de Tránsito

Con la conquista de Alfonso VI y la repoblación de grupos cristianos la villa fue extendiéndose sobre todo hacia el este y el sur y las vías fueron apareciendo conformando el espacio. Surgieron grandes calles, calles que organizaban barrios, rondas, plazas de todo tipo y necesidad; todo ello en suelo público y suelo privado.

 Se fue haciendo distinción según el tipo del trazado y así surgió la carrera, el carral, el carril, la vía, la calle, hasta que más tarde todos estos espacios llegaron a tener su nombre propio, nombre que en un principio fue descriptivo para que el viandante se entendiera y le entendieran: «Calle de la Puerta de Guadalfajara», «Calle de los Traperos», «Calle tras las casas de Don Pedro de Castilla», etc.1



Vista de Madrid: dibujo preparatorio (1562) (detalle con el Real Alcázar de Madrid y el famoso Barranco con lo que sería la cuesta de la Vega). Dibujo realizado por Antón van der Wyngaerde. Se conserva en la National-bibliothek de Viena (Ms. Min. 4178)

Aquel Madrid medieval estaba configurado por dos importantes barrancos: 

el Barranco propiamente dicho, escrito con mayúsculas en los documentos y a cuyos pies se deslizaba el arroyo de las Fuentes de San Pedro (que con el tiempo se convertiría en la calle de Segovia), delimitado al norte por el cerro donde se había establecido la medina y su desplome a poniente que luego fue la Cuesta de la Vega

El barranco de Hontanillas, que fue después la plaza de Isabel II, delimitado por el arroyo del Arenal. 

Estaban también los llamados Altos de Rebeque de 650 m de altura y las dos colinas, la del Alcázar y la de las Vistillas.

 Los arrabales importantes eran los de Santo Domingo al norte y San Martín y San Ginés al noreste.

 En 1430 se unieron los de Santa Cruz y San Millán al sureste y sur que durante un tiempo habían estado alejados del núcleo.

​ El arrabal de San Francisco se fue configurando en torno al convento de San Francisco en el siglo xiii pero no se integró en la Villa hasta después de la mitad del siglo xvi.

















Carrera de San Jerónimo en el siglo XVII

Las vías de tránsito, el espacio público que conduce al transeúnte de un lugar a otro o «calles por do andan las gentes» tuvieron distintas denominaciones hasta unificarse el nombre de «calle». 

Aunque las vías del núcleo musulmán tuvieron casi desde el principio denominación, Madrid tardó mucho en asignar nombre propio a sus calles.​

Carrera

Fue en su origen un camino o una vía para carros

En la Alta Edad Media se equiparó a la vía de la ciudad como ocurrió con la Carrera de San Jerónimo que todavía conserva el nombre. Se observan algunas expresiones como «ir de carrera» que es sinónimo de «ir de viaje» es decir recorrer el espacio que va de una población a otra. La palabra camino empezó a utilizarse desde el siglo xiii y acabó sustituyendo a carrera.

Carral

Es este un nombre que se mantuvo indistintamente con carrera durante el siglo ix y siglo x y que al llegar el siglo xii desaparece.

Carril

Siempre relacionado con los carros y los caminos carreteros y con su estrechura.​ En Madrid se mencionaba un carril en el barrio de la Almudena hacia 1483 que comenzaron llamando Carril a la Huesa del Raf, un sendero abrupto y lleno de lodo de cuyo trazado tuvieron que ocuparse los ediles municipales «para su adecentamiento».

​Corredera

Esta denominación no es muy frecuente en los documentos medievales. A veces se considera sinónimo de «carrera». En cuanto a su trazado es posible que algunas tuvieran un cierto desnivel en cuyo caso el nombre de «corredera» puede darse al lecho de una corriente

Hay dos antiguas correderas conocidas: la Corredera de Ropas Viejas en el arrabal de San Martín, en los terrenos correspondientes al convento de Santo Domingo y la Corredera de San Pablo (Alta y Baja), dos calles, una continuación de la otra que todavía conservan su antiguo nombre.​

Cavas

Eran fosos naturales extramuros acondicionados para la defensa; en determinadas ocasiones fue necesario cegarlos o desecarlos. 

Hasta bien entrado el siglo xvi no llegaron a considerarse como calles a pesar de que en el siglo xv muchas de estas cavas estaban ya bastante pobladas, por lo que recibieron denominación propia, como fue el caso de la Cava baja de San Francisco.​

Cavas con denominación propia


Cuando las cavas se fueron urbanizando y dejaron de ser un simple foso o mina adquirieron un apelativo necesario para el buen entendimiento tanto de ciudadanos como concejil. 

Al principio se dejó por delante la palabra «cava» y después se fueron conformando en calle, nombre que se antepuso al de cava.


«Cava de la Puerta de Guadalaxara». 

Situada en el antiguo barrio de Santiago llegó a evolucionar con dos nombres, calle del Mesón de Paños y su continuación hacia el norte como calle de la Escalinata. Esta última se conocía en el siglo xix con el nombre de ‘calle de los Tintes’.​

La cava propiamente dicha llegaba hasta la calle Mayor en el sentido sur. Se conocen concesiones de solares desde el año 1449 siendo los últimos otorgados en tiempo de los Reyes Católicos que es cuando quedó configurada su parte oriental que tomó el nombre de Camino de las Fuentes; (siglos más tarde fue calle de las Fuentes).

​«Cava de Puerta Cerrada», desde Puerta Cerrada a la calle Mayor. Con el tiempo daría lugar a tres vías: calle de la Travesía de Bringas —que en el siglo xvii era el callejón llamado Pasadizo de San Miguel ​—; cavas de San Miguel y de Cuchilleros. En 1453 ya estaba bien organizada la acera oriental sobre la muralla y el Concejo dio permisos a los propietarios para construir corrales hasta el foso.
Calle de la Cava Baja (Madrid)
«Cavas más abajo de Puerta Cerrada».

Así llamadas en años medievales y convertidas con el tiempo en «Cava Baja», «Plaza del Humilladero», «Plaza de los Carros»​ y «Calle de Don Pedro». 

De la Cava Baja escribe Mesonero Romanos y dice que toda la manzana con el número de 150 en el barrio de San Andrés ocupó parte de la muralla del segundo recinto murado de Madrid. 

Se llamó Cava de San Francisco y su continuación Cava de San Miguel hasta la Cava de Cuchilleros. Explica que fue un foso defensivo al pie de la muralla, un barranco y una alcantarilla.​

En el plano de Martínez de la Torre dicha manzana se describe entre la calle del Almendro (línea quebrada) y la Cava Baja.

​ Hacia 1440 y cercanas a la Cava Baja hubo huertas y algunas viviendas. A finales del siglo xv dio vida a la zona el Hospital de La Latina y años más tarde comenzó a llenarse de viviendas el entorno de la Puerta de Moros.​«Cava del Arraval (sic) o de la Puerta del Sol». 

El único espacio de esta cava que se nombra en los documentos es el tramo que se corresponde con la actual Calle de Preciados. Se cita en legajos de 1438, 1478 y 1481. Se dice que en ella hubo «hornos de los texares».

Vía

Esta denominación era muy amplia y podía tener el significado de camino, calzada, senda o ruta. En época romana una vía correspondía a cualquier tipo de camino y por eso quedó fijada para definir una calle. Las vías podían estar dentro o fuera del poblado. Cuando la palabra vía lleva el apellido de «pública» o de «regis» indica una contraposición con «vía privada».Vía regis o vía pública

Las calles se consideraban siempre públicas pero cuando una de ellas se destacaba en importancia venía a denominarse vía Real (vía Regis); en un momento determinado se cambió el nombre de vía por calle, es decir calle Real.​ Al principio en localidades de repoblación ni siquiera existen las calles. Se construían casas unas junto a otras o enfrentadas o unidas por un simple sendero para facilitar el tránsito a los vecinos. 

Ese sendero casi siempre terminaba en una pared o en alguna tapia y no se consideraba como calle a no ser que se trasformara y que sí llevase a alguna parte en cuyo caso se ensanchaba y se dignificaba (cometido que llevaban a cabo las autoridades municipales en su misión de regular y obtener impuestos) y pasaba a ser calle pública.​

Para poder llamarse vía Real la calle tenía que cumplir con determinados requerimientos: Debía tener un tamaño importante o representar un papel significativo y debía ser además muy frecuentada. Estas vía regis o públicas aparecieron en Madrid al principio del siglo xiii. Cuando las calles empiezan a adquirir un nombre propio pasan a llamarse regis todas las demás y por eso en Madrid uno de los rasgos característicos es la abundancia de vías regis, entre otras cosas por la institución tardía de nombres propios precisos.​

En Madrid hubo varias calles con título de «calle Real» o «cal del Rey» en una misma collación. Una de ellas fue la llamada a partir del siglo xvi «calle Real de la Almudena», vía importante de la que ya se tiene abundante noticia por los documentos de compraventa y propiedad del año 1220. Sus casas habitadas por personajes ilustres estarían en la manzana 443, frente a la calle del Arco del Palacio.

​ Se trata de lo que fue el primer tramo de la futura calle Mayor. 

Al ser un lugar tan preferente estuvo habitada por gente de prestigio en época medieval. Contaba además con la primitiva iglesia mayor de Santa María,​ y frente a esta parroquia se encontraba la casa principal de la familia Bozmediano —o Vozmediano—, de la aristocracia madrileña.c​ Cuando desapareció esta casa en su solar se edificó el palacio del duque de Uceda que después fue palacio de los Consejos y Capitanía General.​

La calle Real de la Almudena continuaba su recorrido en un segundo tramo hasta la puerta de Guadalajara. Se cita este tramo como calle Real en documentos de compra venta y propiedades de los primeros años del siglo xv. Se dispuso en este espacio el gobierno municipal, gobierno de la villa y se abrió una plazuela con ese nombre, «plaza de la Villa». En el siglo xvi la importancia adquirida por la calle hizo que se rotulara con nombre propio: «calle Mayor». Antes de esta fecha ya había demostrado ser un centro significativo con vecinos comerciantes, prestamistas, judíos, burócratas, letrados y demás.​

Otra calle que en sus orígenes fue «vía regis» es la calle de Luzón que se extendía hacia el norte y que fue la ronda exterior de la medina. Era un lugar poblado de huertas y arroyuelos en que la «vía regis» era el eje,​, denominándose indistintamente calle de San Juan, calle de San Gil y en un ensanche junto a la parroquia de San Juan comenzaba la bifurcación de esta vía angosta hacia el sur: calle de Santiago y Milaneses por un lado; calle de los Señores de Luzón por el otro

​Calle

Se define como «espacio que se extiende entre dos aceras formadas a su vez por alineación de casas».
Esta voz se impuso en el siglo xiii. Cuando la palabra calle vino a sustituir la palabra vía esta última volvió a tomar el significado de «camino», «senda», «carretera». 

Por lo que se aprecia en los documentos medievales la palabra vía llegó a indicar un gran camino mientras que calle (callis) sería un camino menos importante y más pequeño.

Rúa

Voz foránea del latín vulgar (latín popular) derivada de ruga, muy utilizada sobre todo en Castilla y en León.​ También fue muy utilizada en el norte de la península especialmente en el trascurso del Camino de Santiago. 

Es una palabra introducida por los francos sobre todo a partir del siglo xi y con ella daban nombre a la vía principal por donde pasaban, una vía que la mayoría de las veces urbanizaban ellos mismos.
Calles sin denominación propia pero localizables

Son calles sin nombre concreto pero denominadas de forma que los ciudadanos pudieran localizarlas.«Carril a la huesa del Raf».

Fue en sus comienzos un sendero o carril casi intransitable llamado a veces «carril de las puertas de Alvega y Asagra» Se utilizaba para atravesar el barranco del Alcázar serpenteando por el costado de la cava desde la puerta de Alvega y posiblemente se extendió hasta la puerta de Valnadú. 

La zona conocida como «la huesa del Raf» era un cementerio (puede que judío), uno de cuyos límites estaba en la torre de los Huesos nombre referido igualmente al cementerio.​ 

La cerca estaba muy deteriorada lo mismo que la torre y ambas sufrieron continuos derrumbes, según denunciaban los documentos entre 1494 y 1513, por eso el Concejo decidió urbanizar el carril que podía servir como ronda exterior y evitar el paso por el relieve intrincado de la zona.

«Calle tras las casas de don Pedro de Castilla».

Don Pedro de Castilla fue un personaje del siglo xv, del linaje de los Lasso de Castilla. Fue propietario de un gran caserón​ construido en el barrio de San Andrés que tenía comunicación con la iglesia de San Andrés por medio de un pasadizo elevado y que daba a la plazuela de la Paja formando la manzana 130 en el barrio de las Vistillas.

​ Era famoso el caserón o palacio de los Lasso por las fiestas suntuosas que se celebraban con miembros de la alta sociedad. Incluso en más de una ocasión se alojaron en él los Reyes Católicos y su hija Juana con Felipe el Hermoso. 

 Esta casa fue protagonista de un hecho histórico bien conocido porque desde un balcón que alcanzaba a ver la explanada donde estaba apostada la tropa y la artillería lanzó el Cardenal Cisneros la famosa frase «estos son mis poderes».​ Pedro Lasso no se conformó con las dimensiones de su casa sino que le añadió una torre que sobresalía en demasía por encima de las demás alturas lo que provocó un pleito con el Ayuntamiento. 

Fue por estas fechas, en 1490, cuando pidió la propiedad de un espacio que estaba en la parte trasera de su palacio para ampliar sus dominios y a cambio ofreció otras casas cercanas para abrir una calle nueva más derecha. Después de estas permutas apareció el primer tramo de la calle de la Redondilla.

​«Callejuela junto a Pedro Díaz de la Torre»

Fue una callejuela en el barrio de San Miguel de los Octoes situada entre las casas de Rodrigo Alonso Armero y Pedro Díaz de la Torre. La callejuela tuvo una cierta importancia porque proporcionaba el único acceso entre la plaza del Arrabal y las cavas que discurrían entre la puerta de Guadalajara y la puerta Cerrada. Se mantuvo una parte con el aspecto de callejón hasta el siglo xvii.

​«Calle que va a la puerta de Guadalajara».

Fue una calleja muy transitada, a menudo mencionada en los documentos concejiles. Unía la zona de la plaza del Arrabal con la puerta de Guadalajara. Existió durante todo el siglo xv. Desapareció en tiempos de Felipe III para dar paso a la reestructuración de la plaza Mayor.​

«Calle nueva junto al hospital de La Latina»

Se menciona esta calle en los documentos de 1502, cuando Beatriz Galindo (La Latina) pidió al concejo de Madrid que se abriera esta vía. Corresponde a la parte final de la Cava Alta.
​«Calle como ba fazia la puerta de Santo Domingo (sic)»

Situada en el barrio de San Martín. Es una calle desaparecida que uniría la calle de Preciados con la calle de las Navas de Tolosa. La calle desapareció y en su solar se edificó un palacio y más tarde el convento de las Descalzas Reales (1559).​

«Calle Nueva»

Del barrio de San Martín aparece citada en la documentación de 1481. Era la continuación de una calle llamada de Peregrinos —por estar en ella el hospital de peregrinos— que a su vez salía de la llamada calle de la Zarza que junto con la calle de los Negros formaban un entramado; todo el conjunto desapareció para dar lugar a la actual calle de Tetuán.

​«Calle que ba a Sant Martin (sic)»

Situada también en el barrio de San Martín fue tomando distintos nombres como «calle de la subida de San Martín» en el siglo xix hasta denominarla calle de San Martín.
Aparición de calles con nombre

En la segunda mitad del siglo xv se manifiesta la aparición de las calles con nombre propio que se dan a conocer gracias sobre todo a los documentos de contratos entre particulares.

​«Calle de los Traperos»

Situada en el Vicus Francorum, arrabal de San Martín. En ella se desarrolló el comercio de ropas y se situaron los sastres desde el siglo xiii. Los llamados traperos eran los que vendían ropas y paños y tenían dos modalidades, los traperos de viejo (ropas viejas) y los traperos de nuevo.

​«Calle de la Ferrería»

En la collación de San Ginés. Comprendía el tramo desde lo que era el arroyo del Arenal hasta la plazuela de Herradores. Aquí vivieron y trabajaron los artesanos del metal. Hoy se conoce como calle de las Hileras.

​«Calle de la Puerta de Guadalfajara (sic)».

Aparece nombrada como tal en 1380 con motivo de la venta de unas casas en dicha calle y se hace referencia a la posterior calle Mayor en lo que fueron sus tramos segundo y tercero.​

«Calle de los Estelos»

Que fue en su origen el tramo final de la vía regis que iba desde la puerta de la Xagra a la plazuela del Salvador. Fue un tramo que se hizo independiente cuando se construyó la parroquia de Santiago. Perteneció a dos collaciones, San Nicolás y San Salvador. Tiempo más tarde en 1489 tomó el nombre de calle de los Señores de Luzón, el mismo año en que se empedró.​

«Calle del Pilar».

En este caso la palabra pilar se refiere a las pilas o abrevaderos distribuidos por distintos barrios; en alguna de las vías tuvieron la suficiente importancia como para dejar constancia con el nombre. Se conocen tres calles del Pilar, dos de ellas comunicadas pues no son sino la continuación la una de la otra. 

Estas dos se encontraban en la zona inferior del gran Barranco; la primera dio lugar a la plaza de la Cruz Verde, llamada así por una cruz de madera pintada de verde, cruz que presidió el último auto de fe de la Inquisición. En su lugar se puso en 1850 una fuente. 

Este tramo de calle del Pilar iba desde Puerta Cerrada hasta la «casa de Francisco Martínez». La documentación de 1492 indica que esta calle tuvo una continuación hacia el oeste desde la casa de Francisco Martínez hasta la «casa de Diego de Vera» junto al pilar. Este segundo tramo era muy estrecho y cenagoso y estaba en cuesta. 

Ese mismo año de 1492 los documentos concejiles exponen la necesidad de llevar a cabo obras de adoquinado.​

En la zona de los barrios de Santiago y de San Martín hubo otro pilar conocido que dio nombre a otra calle que corría desde la torre de Alzapierna, cruzando un puentecillo en el arroyo del Arenal hacia el arrabal de Santo Domingo. Sin embargo en la documentación no se nombra como calle sino como sendero o camino. 

Pasaba con dificultad por Hontanillas y por los Caños del Peral y no se sabe ciertamente donde terminaba. En un documento de 1495 se pone de manifiesto que «es necesario empedrar la calle que va de la calle empedrada al Pilar». La calle empedrada a que hace referencia es la de Valnadú. Esta senda o calle desapareció totalmente con la reforma que Felipe II hizo hacia 1567 en todo el entorno del alcázar.

​«Calle de Valnadú».

Existe una estimable confusión entre esta calle y la conocida como calle de Alzapierna pues por las descripciones es posible que sea la misma vía. La mención más antigua que se conoce es de 1494 donde el Ayuntamiento manda pagar a medias el pavimento que se estaba haciendo ante las puertas de las casas de Gonzalo de Ocaña y Alonso de Cetina

​«Calle de la Bodega de San Martín».

Al principio se llamó «calle de la puerta de la bodega dicha Sant Martin (sic)». Corresponde con el tramo superior de la calle de las Hileras. En el siglo xix todavía tenía este nombre de Bodega de San Martín

.​«Calle de las Cohítas».

Con esta palabra anticuada de «cohíta» se define una sección de manzanas con viviendas contiguas.​ En este caso parece ser que se trataba de una calle con una gran hilera de casas sin espacio entre sí; puede ser que se estuviera describiendo la calle de la Flora.​ 

En el siglo xv la calle finalizaba en el pequeño barranco de Santa Catalina (por la zona del arroyo de Arenal). En este lugar estaba la tapia que separaba el arrabal de Santo Domingo con el de San Martín.

«Calle grande de la Puerta del Sol».

Se llamó así al tramo que iba desde la Puerta de Guadalajara a la Puerta del Sol, es decir el último tramo hacia el este de la calle que con el tiempo sería calle Mayor. En 1498 comenzaron las obras de empedrado que duraron hasta 1501. Anteriormente había sido un simple camino.​

«Calle de Varrionuevo (sic)».

Situada en la collación de Santa Cruz. Se tiene conocimiento de esta calle gracias a la notificación concejil de su empedrado, en 1498. Posteriormente la calle se llamó del Conde de Romanones.

5. Casonas y Palacios Medievales

No son muchos tampoco los restos de las casas que las primeras élites sociales madrileñas construyeron a lo largo de la Edad Media. 

Entre los edificios más significativos está el 

Palacio de los Lujanes

en la Plaza de la Villa, cuya portada todavía guarda el encanto y los elementos decorativos medievales.

El Palacio de los Lujanes es uno de los edificios más antiguos de la ciudad, aunque sufrió diferentes reconstrucciones y modificaciones a lo largo del tiempo. El inicio de la construcción se remonta a los primeros años del siglo XV, de cuya época es la torre principal y elemento más llamativo del conjunto. 

 La construcción se realiza en estilo mudejar, para ser una residencia principal y se decora con diferentes elementos en sus puertas. La parte original de la fachada, la más antigua, es el arco de herradura que se sitúa justo en la parte derecha del edificio y que daría paso al hospital de La Latina.

 La portada principal, también de la época, aunque con más modificaciones, es una entrada gótica con el escudo de la familia Luján.

Fachada medieval del Palacio de los Lujanes

La Casa del Pastor fue un edificio principal en el Madrid medieval que desapareció completamente en los años 80. 

El edificio medieval tuvo cierta importancia ya que se considera que fue la sede del primer Ayuntamiento de Madrid y que ya existía cuando en el inicio del siglo XVI se abrió la calle de la actual calle de Segovia. La Casa del Pastor tenía adosada en una de sus paredes la fuente de los Caños Viejos, que hoy se encuentra justo al lado del edificio y del escudo más antiguo de Madrid.

Es precisamente ese escudo el elemento distintivo y lo único que queda de aquel edificio medieval. 

Sin embargo, no vamos a mentir aquí, el escudo no es medieval, sino que pertenece al siglo XVII, momento en el que se adosó al antiguo edificio. 

Es la representación más antigua de la osa y del madroño, en el centro, enmarcados por una hornacina ciega y protegidos con la corona real.

Escudo de la Casa del Pastor en la Calle Segovia

Otro de los edificios más antiguos de Madrid es la llamada Casa de Cisneros que se encuentra en la calle del Sacramento. 

Cierto es que no se puede definir como un edificio medieval, si no ya renacentista porque se construye en los años 30 del siglo XVI. 

Tiene en su parte posterior, la que da a esta calle, una bonita portada con arco de medio punto y escudos, un friso decorativo con estcudo y angelotes y una venta también decorada. La fachada principal a dia de hoy fue la trasera en el siglo XVI, asoma a la Plaza de la Villa y en la actualidad pertenece al Ayuntamiento.

6. Las Iglesias Medievales y sus Restos

En el Madrid medieval, como hemos comentado anteriormente, hubo numerosas edificaciones religiosas y fundaciones de tipo conventual y monacal. El devenir del tiempo y los diferentes acontecimientos, entre ellos el paso de las tropas francesas o las remodelaciones urbanísticas de la ciudad, hicieron que la mayoría de estos lugares de culto desaparecieran. La actividad constructiva fue tal que en el Fuero de Madrid ya aparecen citadas 10 parroquias diferentes.

Dos de las iglesias más antiguas de Madrid todavía tienes partes en pie. 

Una de esllas es la de San Nicolás de Bari

cuyo origen pudo estar en una mezquita musulmana y cuya torre mudejar es del siglo XII. El resto del edificio medieval prácticamente desapareció y fue rehecho en el siglo XV y posteriormente modificado y restaurado en el XIX.

La Iglesia de San Pedro el Viejo 

habría sido construida en la época del monarca Alfonso XI y es la iglesia medieval que mejor se conserva. El elemento principal del edificio es la torre mudéjar que todavía hoy se puede ver y fotografiar. En aquel Madrid medieval incluso la construcción de este edificio se vio rodeado de cierta magia y leyenda, ya que, según cuentan la campana se habría instalado sola en lo alto de la torre.


Iglesia y torre de San Pedro el Viejo

No queda apenas nada de la Iglesia de San Miguel, San Justo y San Pastor, situada en pleno centro del Madrid Medieval y hoy convertida en una magnífica Basílica de fachada imponente. 

Tampoco queda mucho de la escultura medieval de la época, sin embargo, si os acercáis a la Capilla del Obispo (Capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán). 

Es un ejemplo único, ya que no hay más iglesias góticas en Madrid (época Reyes Católicos). Además de su estructura, planta y decoración gótica tiene algunos restos escultóricos del siglo XVI.



La actual Basílica de San Miguel, antiguo templo medieval

7. Calles y Rincones del Madrid Medieval

No quedan muchos rincones del Madrid medieval por los que podamos pasear en esta ruta. Una de las calles más antiguas, al lado justo de la calle de la Pasa, es el 

Pasadizo del Panecillo

Aunque es un pasaje privado que va desde La Pasa a la Basílica de San Miguel, es una de las travesías más antiguas de Madrid.


Muy cerca de este callejón, están la Plaza del Conde de Miranda con el convento de Las Carboneras y la estrecha Calle del Codo. Todas ellas están en el entorno de la Plaza de la Villa, donde, como ya hemos comentado, está el Palacio de los Lujanes.

 Quedan muchos vestigios del Madrid medieval en los nombres de las antiguas calles y plazas, aunque sólo sean un recuerdo.

 La Plaza del Alamillo, la de la Paja (donde está la Capilla del Obispo), la de Los Carros (donde se situaba la Puerta de los Moros), las Cavas Alta y Baja o el Arco de Cuchilleros, son algunos de los lugares que recuerdan la Madrid más antigua.

Entre el entramado medieval de Madrid jugaba un papel importante la judería

Estaba situada en la zona del alcázar, cerca de la actual Cuesta de la Vega. En el siglo XIV los judíos tuvieron que dispersarse y ocupar diferentes lugares en la ciudad, pero en el final del siglo XV volvieron a ser reagrupados, hasta el momento que fueron expulsados de España. 

De la judería de Madrid no queda ningún resto.


Plaza del conde de Miranda, en el siglo XV ya existía una carbonería que daría origen a Las Carboneras

No son muchas las huellas del Madrid medieval que podemos visitar, sin embargo, sí que se puede realizar esta pequeña ruta histórica por calles, murallas e iglesias. 

Madrid es una más de las villas históricas de la Comunidad y merece la pena una visita.

8. Murallas y Cercas de Madrid


Mayrit, nombre árabe de Madrid, ha tenido a lo largo de su historia varias murallas y cercas. Unas tenían fines defensivos y otras servían para control fiscal y sanitario.

En principio podemos hablar de las siguientes:

- Muralla árabe.
- Muralla cristiana.
- Cerca del Arrabal.
- Cerca de Felipe II.
- Cerca de Felipe IV.

Muralla árabe 

Muralla árabe de Madrid

La primera muralla, y quizás la fundación de Mayrit, se puede situar en el siglo IX, cuando el Emir Mohamed  ordenó construir una atalaya en el lugar donde hoy tenemos el Palacio Real. 

Madrid formaba parte del sistema defensivo de atalayas a lo largo del valle del Tajo que controlaban el posible paso de los cristianos por Somosierra, Tablada y La Fuenfría hacia Segovia, Zaragoza o Toledo. 

Asimismo, ordenó también construir una muralla que protegiera la villa ya existente alrededor de la atalaya. 


Muralla árabe de Madrid, detrás de la Catedral de la Almudena 

El lienzo que se conserva en la Cuesta de la Vega, catalogado como Bien de Interés Cultural, permite apreciar que los muros de la fortificación musulmana estuvieron sólidamente construidos con cantería de sílex y piedra caliza. 

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Restos de la muralla musulmana al lado de la Catedral de la Almudena

La segunda cinta de muralla se fue extendiendo poco a poco y en el siglo XII estaría prácticamente amurallada toda la ciudad, quedando en la zona de extramuros algunos barrios y arrabales. 

Dicha muralla, construida en pedernal y abarcando una extensión de 9 hectáreas de terreno, tenía 3 puertas, además de un portillo que se ha descubierto recientemente en las excavaciones cercanas a la Plaza de la Armería:

La Puerta de la Sagra, o de la Xagra, estaba situada en el lienzo Norte de la muralla árabe, en el Campo del Rey, frente a lo que hoy es la Plaza de la Armería. Luego, con la primera ampliación cristiana, la que se construyó al Este adoptó el mismo nombre. 

Ésta se ubicó en el nuevo trozo de muralla que unía la almudena con el Alcázar, a la altura de la intersección de las calles Rebeque y Requena, siendo derribada en 1548.

El Arco de Santa María, llamado así por estar cerca de la Iglesia de Santa María, era también conocido como "de la Almudena" por comunicar la antigua almudena con la Medina. 

Se derribó en 1570 con objeto de ensanchar la calle para el paso de Ana de Austria, última esposa de Felipe II, construyéndose en 1672 una nueva puerta a la que también se llamó Arco de Santa María.

La Puerta de la Vega,
quizás muy parecida a la Puerta de Bisagra, en Toledo y una de las dos puertas por donde se dice que entró Alfonso VI a Madrid; la otra posible entrada es por la de Guadalajara. 

 Tenemos los cimientos de su torre defensiva derecha en el lienzo de muralla existente en la Cuesta de la Vega, en el parque de Mohamed I. 

 Este lienzo, visible parte de él, tiene unos 120 metros de largo, 8 de alto y 2 de ancho. 

Cuenta con un portillo y se pueden adivinar en él 6 torres, de las que 4 aún están en pie. 

En el parque, también podemos observar la maqueta de las murallas árabe y cristiana que vemos en la fotografía de la izquierda.

En las excavaciones que se están realizando en la zona comprendida entre la Plaza de la Armería del Palacio Real y la Catedral de la Almudena, donde se está construyendo el futuro Museo de las Colecciones Reales, han aparecido restos de la muralla y torres árabes que, por su disposición, muestran que el castillo árabe y la muralla no estaban unidos, siendo aquel externo a ésta. 

Asimismo, se han encontrado restos de casas musulmanas, las primeras que aparecen en Madrid y que nos permiten descubrir cómo eran. Tenían unos 90 metros cuadrados y disponían de sótano, planta baja con pozo y planta alta.

La Torre de los Huesos es una atalaya islámica que podemos observar en los aparcamientos subterráneos de la Plaza de Oriente. 

Su misión durante la dominación árabe era la vigilancia del entonces existente barranco del Arroyo del Arenal.

Con la conquista cristiana, fue incorporada como torre albarrana a la muralla cristiana para proteger la Fuente de los Caños del Peral (en la hoy Plaza de Isabel II) y asegurar la Puerta de Valnadú (situada en la confluencia de las calles Unión y Vergara).

Muralla cristiana 

Muralla cristiana de Madrid

La segunda muralla de Madrid fue construida por Alfonso VII en el siglo XII y era el triple de extensa que la primera, rodeando 35 hectáreas de terreno. 

Constaba de 4 puertas, hoy inexistentes al haber sido derribadas en diferentes momentos: 

Puerta de Valnadú, Puerta de Guadalajara, Puerta Cerrada y Puerta de Moros.

Se conservan los siguientes restos de la muralla:

Calle de los Mancebos. En los números 3 a 5, como antigua pared medianera, se conserva un trozo corto y deteriorado.

Aquí llegamos al lugar donde estaba la Puerta de Moros sobre la actual Plaza del Humilladero, entre las calles Almendro y Cava Baja. Esta puerta fue demolida en el siglo XVII.

Calle del Almendro. 

En los números 15 a 17, existe un lienzo de 16 metros de largo y 11 de alto que se conserva en muy mal estado en el fondo de un solar.

En la Cava Baja quedan los siguientes restos:

- En el número 30, existe un lienzo de 19 metros de largo por 11,5 de alto en un patio interior.

- En el número 22, tenemos restos de los cimientos de la muralla y de un torreón circular. No son visitables.
 
- En el número 10, bajo la escalera del edificio, encontramos un lienzo de 7 metros de largo con una altura de 1 a 4 metros y un torreón semicircular. Sí son visitables.

- En la Plaza de Puerta Cerrada, en los números 4 a 6, dentro de viviendas particulares, existe un trozo de la muralla entera hasta la coronación, incluido el adarve o camino de ronda, así como su pretil y un torreón semicircular.

El nombre de la plaza le viene dado, evidentemente, por ser el lugar donde antiguamente se encontraba la desaparecida Puerta Cerrada, así llamada por estar normalmente en esa situación ya que, al ser una puerta con muchos recovecos donde podían esconderse malhechores y debido al alto grado de desgracias allí ocurridos, se decidió cerrarla. 

Así se mantuvo hasta poblarse el otro lado de la muralla. Se demolió en 1569, al entrar en la ciudad Isabel de Valois, esposa de Felipe II.

Desde ésta, la muralla continuaba hasta la que quizás era la puerta principal de la ciudad: la Puerta de Guadalajara. Para llegar a ella, la muralla recorría un trayecto paralelo a lo que ahora son la Calle de Cuchilleros y la Cava de San Miguel y que entonces eran su foso. Esta puerta se destruyó en un incendio fortuito y no se reconstruyó al no tener ya utilidad.

Calle del Espejo. Desde la Puerta de Guadalajara, la muralla continuaba paralela a las que hoy son calles del Mesón de Paños y de la Escalinata para llegar a la Puerta de Valnadú y, desde ésta, hasta el Alcázar para finalizar allí su perímetro.

Hay restos de esta parte de la muralla (o quizás de una posible ampliación de ella que describimos mas adelante) en:

- Calle del Mesón de Paños, en los números 11-13 y 15.
- Calle del Espejo, en el número 14, donde tenemos un trozo de lienzo de 2,5 metros de altura.
- Calle del Espejo, en el número 10, en el que hay un torreón semicircular sobre el que se ha construido posteriormente y que es el que vemos en la fotografía de la izquierda.


Plaza de Isabel II. Finalmente, tenemos en el número 3 de la Plaza de Isabel II, en los sótanos de un local de restauración, un trozo de muralla con un portillo. Y es aquí donde podemos observar los cambios realizados en el terreno a lo largo de la historia ya que lo que es sótano a un lado de la puerta es superficie al otro lado, en la Calle de la Escalinata.
 
Antes de llegar a la Puerta de Valnadú, existía una torre albarrana llamada de Alzapierna, o también Gaona, que tendría como misión proteger el abastecimiento de agua desde la Fuente de los Caños del Peral. 

A continuación teníamos la Puerta de Valnadú, demolida en 1567, y la Torre de los Huesos, ya mencionada al principio; además, continuaba la muralla hasta unirse al Alcázar y terminar su recorrido.

Como ya mencionamos antes, existe la posibilidad de que la muralla cristiana se ampliase de tal forma que, donde giraba siguiendo el recorrido hoy marcado por la Calle del Espejo, se prolongara hasta el final de la Calle de la Escalinata, convirtiendo las torres albarranas en torres de la muralla, uniéndose primero a la Torre de Alzapierna y adelantando la Puerta de Valnadú para continuar por la Torre de los Huesos hasta el Alcázar.

La muralla cristiana en esa época tenía varias puertas, de las que no queda nada excepto, si os fijáis en los carteles conmemorativos podéis encontrar la Puerta de Valnadú entre las calles Vergara y Unión (Teatro Real). 

Poco queda de la propia muralla ya que en los siglos posteriores cuando se asentó la Corte fueron prácticamente demolidas en su totalidad. Los restos de la muralla cristiana se pueden ver en algunos lugares:En la calle de los Mancebos nº 3-5, justo donde se curva la calle, formando parte de un edificio actual.

Muralla cristiana en la Calle de Los Mancebos

Cerca del Arrabal 

Cerca del Arrabal,Madrid

Es muy posible que esta cerca se construyera en 1438 por una epidemia de peste en la ciudad. Debido a ella, se decidió construir un hospital y una cerca que uniese los arrabales a la villa. El hospital se situó junto a la Puerta de Guadalajara y sería luego el Hospital del Buen Suceso, que permaneció en la Puerta del Sol hasta 1854, año en que fue derribado.

Según otros autores, algunos de los arrabales ya contaban con su propia cerca y lo que se hizo fue unirlos todos a la villa en el año de la peste. Tenía ocho puertas y postigos:

- La Puerta de Santo Domingo estaba situada en la plaza del mismo nombre, viniendo ambos del Convento de Santo Domingo el Real, fundado por Santo Domingo de Guzmán en 1212.

- El Postigo de San Martín, nombrado así por el cercano convento del mismo nombre. Estaba enclavado originariamente en el cruce de las calles San Martín y Navas de Tolosa; posteriormente, fue trasladado hasta la altura de la actual Plaza del Callao.

- La Puerta del Sol, cuyo nombre proviene, según algunos historiadores, de un Sol dibujado en el castillo construido durante la guerra de las Comunidades de Castilla para defender la villa de los comuneros. 

 Posteriormente, en 1539, se construyó una puerta en su lugar que perduró hasta 1570. Durante un tiempo, se la conoció como "la puerta de la pestilencia" por el cercano Hospital del Buen Suceso.

- La Puerta de Atocha, primera de este nombre. Estaba situada donde la actual Plaza de Jacinto Benavente.

- El Postigo de San Millán, que tenía este nombre por la cercana ermita del mismo nombre, estaba situado en la hoy plaza de Cascorro.

- La Puerta de La Latina estaba en la Calle de Toledo, frente a la Plaza de la Cebada. En un principio, se llamaba Puerta de San Francisco por llegar hasta el convento del mismo nombre, en la hoy Basílica de San Francisco el Grande, para luego tomar el nombre de La Latina al tener al lado el hospital homónimo. 

Éste, al igual que el Convento de la Concepción Jerónima, fue fundado por Beatriz Galindo "La Latina", preceptora de Isabel "la Católica" y de sus hijos y considerada una de las mujeres más cultas de su época. El barrio de La Latina se llama así por haber vivido ella en él.
- La Puerta de Moros era la misma puerta ya existente de la muralla cristiana.

- La Puerta de la Vega, sobreviviente de la muralla árabe.

9. Lugares de la Epoca Medieval Musulmanes y Cristianos



La visita debe comenzar en el parque que lleva el nombre del emir Mohamed I situado en la cuesta de la Vega. 


El parque del emir Mohamed I mantiene al fondo un lienzo de la muralla árabe de 120 metros de longitud y de 11 metros de altura. 

En la imagen, detalle de arcos en el lienzo de la muralla. 


Los demás restos árabes no están señalizados, así que su búsqueda se asemeja a un juego de encontrar las pistas.

      

Detrás del parque, en el número 5 de la cuesta de Ramón, puede verse otro trozo del mismo lienzo de la muralla que permanece casi escondido en el acceso al garaje de un edificio de viviendas, justo debajo del puente de Bailén. 


En la plaza de Oriente hay que bajar al aparcamiento público para encontrar la atalaya islámica del siglo XI que se encuentra en el primer piso subterráneo. 

“Fue edificada en su momento para controlar el arroyo Arenal y cualquier punto muerto de vigilancia que pudiera tener el recinto árabe original”, señala Juan Cortés. 


La Torre de la iglesia de San Nicolás,  “pudo ser el minarete de una antigua mezquita madrileña que daba servicio a un arrabal situado fuera de la muralla árabe” y luego se le añadió un campana

rio. En la imagen, recreación de la torre como minarete. 


Otros expertos consideran que la torre de la iglesia de San Nicolás nació ya como iglesia con un estilo mudéjar, si bien su esencia árabe es innegable. 

En la fotografía, aspecto de la torre desde el patio interior

Iglesia de San Nicolás de los Servitas - abc

Situada en la plaza de San Nicolás y declarada Monumento Nacional en 1931, la iglesia de San Nicolás de los Servitas es la más antigua de Madrid. Conserva una bella torre mudéjar del siglo XII, construida en ladrillo, que constituye sin duda uno de los más valiosos legados del Madrid medieval. 

La torre, que bien pudo ser el minarete árabe original de alguna antigua mezquita, es de planta cuadrada y presenta tres filas de arcos ciegos de herradura; el campanario superior y el rotundo chapitel de pizarra que lo remata se añadieron ya en el siglo XVI.

La construcción de la iglesia que sustenta la torre está fechada en el siglo XV; de una sola nave, mantiene una bóveda gótica central que convive en el interior del templo con el único modelo de albañilería y decoración mudéjar que existe en Madrid; así, los arcos de herradura, las armaduras y las yeserías mudéjares –restos quizá de la antigua mezquita que ocupó el emplazamiento–, se combinan con las típicas nervaduras góticas.

La iglesia, que durante la guerra de la Independencia fue cuartel de las tropas francesas, ha experimentado diversas restauraciones, la más importante de ellas tras la guerra civil. Entre las riquezas del templo destacan sus libros de archivo, en los que se recogen partidas de nacimientos, matrimonios y defunciones que se remontan hasta el siglo XV.



Recreación del interior de la mezquita Aljama de Madrid que más adelante se convirtió en iglesia (ya derribada) bajo el reinado de Alfonso VI, pasando a ser conocida como Santa María de La Almudena. 

Ilustración incluida en el libro 'Mayrit, guía ilustrada del Madrid medieval'. 


Las obras del futuro Museo de las Colecciones Reales sacaron a la luz otros 70 metros de lienzo de la muralla islámica, que quedarán integrados en el museo, cuya apertura está prevista para 2020. 

En la imagen, la muralla que puede verse en el parque del Emir Mohamed I.





Mapa con las zonas donde los distintos historiadores sitúan la alcazaba o recinto emiral, el arrabal islámico y el arrabal mozárabe del Madrid medieval,



Iglesia de San Pedro el Real, también conocida como San Pedro el Viejo 


Iglesia de San Pedro el Real, también conocida como San Pedro el Viejo 

La pequeña iglesia de San Pedro el Real se ubica en la calle del Nuncio y fue mandada construir en el siglo XIV por Alfonso XI, en recuerdo de la victoria obtenida en la batalla de Algeciras de 1344. ..Como elemento de principal interés San Pedro el Real conserva una esbelta torre mudéjar que es de las más antiguas de Madrid –tras la de la iglesia de San Nicolás de los Servitas–, y que podría tratarse del minarete reutilizado de una mezquita anterior.

En el siglo XVII el templo sufrió una reconstrucción al gusto de la época, de la que sólo se salvaron algunos elementos de la edificación medieval, entre ellos la torre y la nave central, con su cabecera gótica nervada del siglo XV. 

A los pies de la torre, en la fachada sur, se conserva asimismo una portada renacentista. El templo, que fue restaurado en 1980 y cuenta con un retablo mayor churrigueresco, da cobijo además a la imagen de Jesús el Pobre, uno de los grandes protagonistas en las procesiones de la Semana Santa madrileña.

Iglesia del Cementerio de Carabanchel

Iglesia de Santa María la Antigua del cementerio de Carabanchel - abc

La iglesia del cementerio de Carabanchel, ubicada en el camino del Cementerio y también conocida como ermita de Santa María la Antigua, fue contemporánea posiblemente de los dos más antiguos templos de la capital, es decir, los de San Nicolás de los Servitas y San Pedro el Real.

Podría datarse pues entre los siglos XIII y XIV y es la única construcción de estilo mudéjar de Madrid que se conserva completa. 

Su planta, de una sola nave, ha sufrido múltiples alteraciones a lo largo del tiempo, pero mantiene elementos muy característicos, como el arco lobulado de su portada de ladrillo, y la torre, también de ladrillo y mampostería.

Iglesia y convento de San Jerónimo el Real


Iglesia de San Jerónimo el Real, conocido popularmente como los Jerónimos

El convento de San Jerónimo, en la calle de Ruiz de Alarcón, fue mandado construir a finales del siglo XV por los reyes Católicos en el paraje que se conocía como el Prado de Madrid, a las afueras de la ciudad. 

Junto al convento y su iglesia se construyó un palacio anexo, y el enclave –concluido en 1505–, se convirtió pronto en un lugar de retiro para los reyes y en escenario habitual de diversas ceremonias monárquicas. Posteriormente, cuando en el siglo XVII el viejo palacio original –que comunicaba con la iglesia–, fue reemplazado por el complejo palaciego del Buen Retiro, el templo conservó su calidad de capilla real.

Lo que hoy conocemos popularmente por «los Jerónimos» constituye tan sólo un vestigio del gótico tardío propio del periodo en que se construyó el edificio primitivo, porque ha sufrido importantísimas transformaciones. De hecho, tras la guerra de la Independencia quedó prácticamente en ruinas, por lo que la iglesia actual es ante todo el producto de las restauraciones neogóticas que se afrontaron en el siglo XIX. Su significación como escenario de actos solemnes sí se ha mantenido hasta tiempos recientes.

La escalinata exterior, por ejemplo, fue construida en 1905 para la boda de Alfonso XIII; allí tuvo lugar asimismo la ceremonia religiosa que inició el reinado de Juan Carlos I. El edificio fue declarado Monumento Nacional en 1925 y su interior alberga obras de notable interés artístico, como un monumento funerario de Benlliure y una escultura de Juan Pascual de Mena. Su claustro forma parte de la última ampliación del Museo del Prado




10. Comer en el Madrid Medieval


Restaurante Algarabía
Calle de la Union 8 Cerca Del Metro De Ópera, 
28013 Madrid España
+34 915 42 41 31

Meson Restaurante La Mi Venta
Plaza Marina Española, 7, 
28013 Madrid España
+34 915 59 50 91

Arbonaida Bar
Santiago 11, 
28013 Madrid España
+34 639 50 00 68

Cervecería La Mayor
Calle Mayor nº 77 Calle Mayor nº 77, 
28005 Madrid España
+34 911 30 24 35

Restaurante Gloria Bendita Madrid
Calle de Santiago 3, 
28013 Madrid España
+34 915 48 83 75

Me gustas MXO
Calle de la Villa 3, 
28005 Madrid España
+34 918 32 49 99

y algo mas económicos:

Casa Revuelta
Calle Latoneros 3, 
28005 Madrid España
+34 913 66 33 32

Bar La Campana
Calle de Botoneras, 6, 
28012 Madrid España
+34 913 64 29 84

El miniBAR
Mesón de Paños, 1 cerca de Plaza Mayor, 
28013 Madrid España
+34 696 05 51 94

El Rey de los Tacos
Cuesta Santo Domingo 8 28013 Local derecha, 
28013 Madrid España

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