Hacía tiempo que conocíamos esta iniciativa y teníamos muchas ganas de
viajar por esta comarca próxima al Cerrato palentino pero en Valladolid, y
descubrir en Trigueros del Valle la rehabilitación de su castillo, para
transformarlo en el Castillo Encantado.
La experiencia es muy interesante, y si como a nosotros, además el día
ayuda generando una atmósfera nebulosa, el lugar queda completamente
envuelto en el misterio.
Indice:
1. Como Llegar:
2. Algo de Historia:
Juan II concede privilegio a Fernán Alfonso de Robles para fundar
mayorazgo (1427) incluyendo Trigueros y su valle, pero ese mismo año es
encarcelado por alzarse contra el valido real y muere asesinado tres
años más tarde.
Su hijo Gutierrez de Robres con su mujer, María de Guevara, realizan
obras en el castillo: sus escudos pueden verse sobre la puerta, junto a
la fecha (1453). En 1469 mandan hacer el crucero y sus capillas
funerarias en la iglesia de San Miguel.
A la muerte de Gutierrez, su hijo, Fernán, no acata las disposiciones
testamentarias que favorecían a su madre, y toma el castillo.
3. Trigueros del Valle
Trigueros del Valle, Valladolid
Esta población linda directamente con Palencia; desde la capital
vallisoletana dista escaso 26 kilómetros.
Es un pueblo castellano se caracteriza por estar entre campos de labranza
de cereal y campos viñedos. En sus bodegas tradicionales se elaboraba el
famoso vino clarete de Cigales, aunque actualmente solo exista una bodega
de elaboración de vinos a nivel comercial.
Esta población, con casas construidas en una mezcla de piedra y adobes,
posee algunos rincones de especial belleza, aunque lo que más destacable
son las dos iglesias, especialmente la Iglesia de San Miguel Arcángel, de
una mezcla de estilo románico con añadidos posteriores;
la plaza mayor, las casas cuevas en la loma que corona la Iglesia de Santa
María del Castillo; y por supuesto, sin olvidarnos del icono de esta
población, del que ya te hablamos en una ocasión en nuestra ruta por los
castillos de Valladolid.
El Castillo de Trigueros del Valle.
Esta población reúne un conjunto curioso de arquitectura civil
tradicional, con casas de piedra, ladrillo, adobes mampostería,
que en general se conserva bastante bien.
Una curiosidad pueden ser las calles colgadas que se adaptan a
la orografía de la ladera de la colina. Para los amantes de la
heráldica, varias casas solariegas decoradas con sus blasones de
hidalguía.

Barrio de bodegas de Trigueros del Valle
Otro elemento atractivo de esta población son los palomares;
lamentablemente muchos en ruinas, pero aún se conservan muchos
con un estado bueno de conservación o atentamente
rehabilitados.
Igualmente, los campos de labranza, aún conservan algunos chozos
de pastor, construcciones pequeñas para acoger a los pastores
que llevaban sus ovejas de un campo a otro.

Palomares de la zona de Trigueros del Valle
4. Iglesia de San Miguel Arcángel
En el centro de la población, y a mitad de camino entre el
castillo y la plaza mayor se encuentra esta preciosa iglesia de
origen medieval construida en piedra, aunque con algunos
añadidos posteriores.

Ábside de San Miguel de Trigueros del Valle
Esta iglesia se encuadra en un estilo románico tardío, con
varias fases muy diferenciadas. La primera del siglo XII, donde
se ejecuta la mayor parte de la construcción de su única nave y
su precioso ábside.

Y en una segunda etapa, durante el siglo XV, se le añaden las
capillas laterales a ambos lados del presbiterio; con un cambio
el estilo, hacia una arquitectura gótica tardía.
Estas construcciones fueron promocionadas por la familia que
poseía esta tierra y que fueron los señores del Castillo, los
Robres de Guevara, para acoger los sepulcros familiares.
Portada de entrada de San Miguel de Trigueros del
Valle
En estas capillas se conservan aún las esculturas que
representan es posición yacente a estos señores de la villa.

Interior de la Iglesia de San Miguel de Trigueros del
Valle
En un tercer momento, se le añade una segunda nave lateral; en
una gran reforma en el siglo XVIII. Durante esta obra, se adecua
la cubierta para hacer un único plano de tejas, adaptando la
altura de las bóvedas nuevas a las de la nave románica.

San Miguel de Trigueros del Valle
5. Iglesia de Santa María del Castillo
Popularmente se le llama “El Castillo”, por lo que al visitante ocasional
puede llevarle a confusión; pues el castillo de Trigueros del Valle es
conocido como “La Fortaleza”.
Las casas cuevas y las bodegas tradicionales en la ladera de la colina
Este cerro se encuentra horadado por bodegas y casas cuevas. Al menos debe
haber una visitable, pero imaginamos que con reserva previa, ya que no se
anuncia en ninguna parte.

Subida a Santa María del Castillo, Trigueros del Valle
Este cerro estuvo habitado desde épocas ancestrales por ermitorios
medievales excavados en esta ladera; según se cuenta, incluso persistieron
hasta inicios del siglo XX.
La zona debió estar fortificada, pues la denominación “del castillo” suele
hacer referencia a una construcción militar previa. Este hecho se
corrobora con restos de una muralla bajo medieval.
El arco de entrada, posee un arco de herradura, al estilo mozárabe; al que
se le data del siglo X. Sobre la puerta, empotrado en el muro de
mampostería, se ve un pequeño relieve decorado con motivos vegetales.
En lugar de una torre campanario, las campanas de esta ermita se alojan en
una espadaña orientada al oeste. Esta espadaña fue el lugar que acogió
desde el siglo XIX un reloj, fabricado en Reino Unido cuyo mecanismo
original aún se conserva y se puede ver en el sotocoro. Sus carrillones
que avisan de las horas siguen siendo los originales.
6. Castillo Encantado de Trigueros del Valle
Este castillo, que como hemos contado es conocidos como “La Fortaleza”,
data del siglo XV y fue construido por Gutierre de Robles y su mujer,
María de Guevara en 1453. Sus escudos nobiliarios decoran la puerta de
acceso a la fortaleza. Son los mismos que mandan la ampliación de la
iglesia de San Miguel Arcángel.
Historia de este castillo
A la muerte de Gutierre, su hijo Fernán de Robles y Guevara, no acata el
testamento que favorecía a su madre, y asedia y toma la villa y el
castillo.
Su actitud despótica especialmente durante el principio del siglo
XVI hace que los habitantes asalten el castillo dentro del marco de la
Guerra de las Comunidades.
Este hecho es recreado cada año, como una fiesta cada vez más popular.
Tras este hecho, se reparan los daños y se crea una segunda barrera
defensiva ahora sí adaptada para el uso y la defensa de la artillería del
momento; no obstante se conserva la estructura interior, consistente en
varias dependencias abovedadas subterráneas y un pequeño palacio vivienda
con sus caballerizas.

Castillo de Trigueros del Valle
El paso de los siglos hace que poco a poco se vaya deteriorando y se
pierdan partes de los lienzos exteriores.
Desde el siglo XX, el castillo pasa a manos municipales que lo restauran.
Desde inicios del siglo XXI, el escultor Juan Villa capitanea una
reapertura como atracción turística, El Castillo Encantado, que
actualmente es parte de la Ruta del Vino de Cigales.
El Castillo Encantado reabrió las puertas como atracción turística el 30
de marzo de 2019, siendo desde entonces todo un atractivo para esta
pequeña población de Trigueros del Valle.

Se le permitió realizar una transformación del lugar para alojar a unos
inquilinos muy peculiares, dragones, arañas gigantes, monstruos y un
sinfín de criaturas que nuestra imaginación siempre ha asociado a un
castillo medieval.
El Castillo Encantado en la niebla
Esta es una atracción interesante tanto para familias como para
grupos.
Como cuenta la organización, se han dado casos de niños pequeños que no se
han asustado lo más mínimo y otros más mayores que no han podido aguantar
mucho tiempo en las salas de esta exposición.
¿Qué te puedes encontrar en el Castillo Encantado?
El castillo está dividido en 5 grandes estancias, además del propio patio
y el paso de adarve.

Siempre aprovechando los espacios originales del castillo de Trigueros del
Valle, para no alterar los restos de la construcción conservados.
A partir de aquí, se encuentran varias zonas temáticas con pasadizos
ocultos, mazmorras y hasta un laboratorio de un doctor chiflado
Araña gigante al acecho en el patio de armas
Las zonas visitables
Creemos que hay algunas zonas que no se han podido incluir en la visita
por no ser totalmente estables o bien por estar protegidas o pendientes de
seguir estudiando.
No obstante, la visita se comprenden 5 grandes zonas. No os vamos a contar
todo lo que podréis ver, porque queremos animaros a venir y pasar un buen
rato.

Patio de armas del Castillo de Trigueros del Valle
El mismo patio de armas ya sirve como marco en el que enfrentarse a los
primeros “bichos”, algunos tan simpáticos, como la cría de dragón e icono
del castillo,.. Otras, menos atractivas,.. como una gran araña…
La Mazmorra del Dragón
Esta es la primera sala que visitamos, y tras descender a una sala que se
hunde bajo las murallas, encontramos una sala dedicada a los dragones.
Incluso podréis ver un gran dragón europeo dormido,.. cuidado, no lo
despertéis. Y para los amantes de la serie Juego de Tronos, una réplica
del Trono de Hierro.

Mazmorra del Dragón
El Salón de la Cryptozoología
Esta sala alberga una gran colección de seres extraño, fantásticos,
misteriosos,.. duendes, hadas o incluso auténticos monstruos. Aunque la
joya es una sirena varada, que por culpa de nuestra contaminación en los
mares ha perdido su sentido de la orientación.

Sala de crytozoología
El Gabinete de curiosidades
Traído directamente de Cuarto Milenio, la colección de los Señores del
Castillo, los Roble y Guevara han acumulado gran variedad de objetos y
piezas de todo el mundo llenos de leyendas, misterios o rarezas
singulares; obtenidas de multitud de civilizaciones de todo el planeta.

El Gabinete de curiosidades
El laboratorio
Esta parte del castillo puede resultar la más similar a este singular
programa de televisión. En una sala pequeña y abarrotada de cacharros de
todo tipo, los experimentos de todo tipo llevado a cabo por duendes y
goblings llenan la estancia.

El
Laboratorio del Castillo Encantado- Destino Castilla y León
La Torre encantada
Dejamos este espacio para el final,.. por ser el mayor y el
que más miedo puede dar. La Torre del homenaje, con sus varias
plantas alberga la gran colección de espantos y misterios.
Algunos llegan a ser horripilantes. Pero igualmente, alberga
un misterioso pasadizo secreto, que permite llegar a la
habitación de los muñecos malditos y a la biblioteca.

Interior de la Torre del homenaje del Castillo
encantado
Y para los más audaces, en la parte más alta,.. el nido del
dragón con sus jóvenes crías, casi recién nacidas.
Paso de adarve y torre puerta
Al salir de la torre del homenaje por la puerta de arriba, es
posible discurrir por parte de las murallas defensivas del
castillo de Trigueros. En este recorrido exterior, además de
disfrutar de unas vistas magníficas del propio patio de armas
del castillo y también del pueblo de Trigueros del Valle,
pasaréis por una torre que protege el acceso al patio de
armas.
7. Para comer en la zona:
Clandestino
Calle del Fray Antonio Alcalde 1,
47270 Cigales España
+34 983 66 30 69
Calle de San Pedro 0 S/N,
47260 Cabezón de Pisuerga España
+34 983 50 01 56
La Dama de la Motilla
Travesia MOTILLA, 2 LOCAL,
Posada El Cazador
Ctra Burgos-Portugal, Km-102 Carretera A62, Cubillas de
Santa Marta España
+34 942 74 53 19
Travesia MOTILLA, 2 LOCAL,
47194 Fuensaldaña España
+34 665 18 34 19
y en los alrededores:
8. Bodegas Subterráneas
Bodega Subterránea
Volvemos a cruzar de orilla para entrar en el pueblo que
da nombre al vino y a la ruta, Cigales. Imposible perderse.
Las dos torres de la iglesia de Santiago se ven en leguas
a la redonda. La llaman “la catedral del vino”, pues
gracias a él pudo costearse; pero también ayudó, y mucho,
un obispo de México, hijo del pueblo, que envió plata en
abundancia.
Mucha plata hizo falta para levantar aquellas naves
catedralicias, y unos retablos imponentes, de la escuela
de Gregorio Fernández
9. Canal de Castilla Esclusa nro.40
La construcción del Canal de Castilla respondió esencialmente al afán
de los políticos españoles de la Ilustración de luchar contra la
decadencia española superando el aislamiento físico y económico de los
antiguos reinos de Castilla y León con el resto del país, con las
colonias americanas y con otros países europeos.
Tras algunos estudios hechos en siglos precedentes, el Canal de
Castilla toma forma como tal en 1751, fecha en la que Fernando VI, a
instancia del Marqués de la Ensenada, crea una Comisión de Estudios
que trabajará sobre la viabilidad de la navegación interior,
sucediéndose a partir de entonces una serie de ambiciosos proyectos.
Las obras de construcción empiezan en 1753, dirigidas por el
ingeniero Carlos Lemaur, bajo la supervisión de Antonio de Ulloa, y
no se terminan hasta 1849, casi un siglo después.
Se suceden constantes problemas, fundamentalmente económicos,
múltiples interrupciones y distintos cambios de directores y
encargados de obra.
Asimismo, su construcción, iniciada por el Estado, pasó en 1831 a
manos de una empresa privada que explotaría todos sus recursos hasta
1919, cuando de nuevo revierte al Estado. En 1959 finaliza su uso
como transporte quedándose únicamente como abastecimiento y riego.
Desde el primer momento, el Canal se convierte en un importante
elemento reactivador de la economía de las comarcas por donde pasa,
primero proporcionando trabajo e ingresos a campesinos y jornaleros
con las obras, y después con el aprovechamiento de sus recursos: la
negación, fuerza motriz y el riego.
Los primeros datos sobre la fábrica de harinas de la esclusa 40 son
de 1840, cuando se construyó un molino sobre la esclusa del canal
que constaba de un sótano y 2 plantas.
Después en el siglo XX se añadió una planta más y un sistema de
motores eléctricos. Durante los años 70 cambió de propiedad y en
1996 se abandonó definitivamente después de más de 150 años de
funcionamiento.
Descripción:
El Canal de Castilla destaca por su trazado y por las numerosas
obras de fábrica e ingeniería que se construyen a lo largo de su
recorrido. El trazado tiene forma de Y invertida con 207 kms de
recorrido por las provincias de Palencia, Valladolid y Burgos, con
tres ramales.
La esclusa nº 40 se halla en Corcos del Valle por donde pasa el
Ramal Sur.
La esclusa es un ingenio en forma de balsa, cuya función es
facilitar la navegación y salvar el desnivel existente en su trazado
del Canal. Tipológicamente hay dos modalidades, siendo esta del tipo
rectangular.
El conjunto constaba, además, de la Fábrica de Harinas “Las Luisas”,
edificio de tres alturas que presenta siete ventanales por planta en
cada fachada, perfectamente alineados con dinteles curvos y jambas
abocinadas, la vivienda del esclusero, construcción más modesta y de
ladrillo, y una serie de cuadras, aguas abajo, (ya desaparecidas) y
un puente que conecta ambos márgenes del cauce, uniendo Corcos con
la Finca de Aguilarejo.
10. Monasterio Cisterciense de Santa Maria de Palazuelos
Los monasterios de la Orden del Cister fueron un elemento
imprescindible de colonización de tierras, así como un elemento de
control y ordenación territorial, que se convirtieron enseguida en
señoríos feudales bajo la autoridad del abad.
Monasterio Cisterciense de Santa Maria de Palazuelos
A las donaciones iniciales de nobles y reyes para la instalación del
complejo monacal, se sumaron otras realizadas por fieles, además de
la incorporación de bienes por compras o cambios, por iniciativa
particular de cada centro.
Así pasaron a convertirse en centros económicos que englobaban
tierras de labor, viñas, pastos, montes, fuentes, molinos y gentes
de las que recibían el 10% de la cosecha (el diezmo), el pago de
impuestos, etc. Los recursos eran muy variados y abarcaban
explotaciones agrícolas, ganaderas, la producción de vino, la
piscicultura, la explotación maderera, la minería de la sal o el
hierro, etc.
El templo del desaparecido Monasterio Cisterciense de Santa María de
Palazuelos es Monumento histórico Artístico (BIC) desde el 3 de
junio de 1931.
Sus restos se localizan al nordeste de Valladolid, a unos 19 km de
la capital, y a 2,5 km al norte de Cabezón de Pisuerga, junto al
Canal de Castilla. Se ubica en la margen derecha del río Pisuerga.
Historia del Monasterio
Alfonso Téllez de Meneses, hijo de Don Tello Pérez y de Gontroda
García, y biznieto del Conde Ansúrez, fue II Señor de Meneses y I de
Alburquerque. Además de gobernador de Valladolid ostentó el señorío
de diversas villas del entorno vallisoletano, como Cabezón, Tudela,
Portillo o San Román.
Su brillante actuación al lado de Alfonso VIII en la batalla de las
Navas de Tolosa en 1212 motivó que el monarca les entregase a él y a
su segunda mujer Teresa Sánchez (hija de Sancho I de Portugal), la
villa de Palazuelos el 28 de julio de 1213.
Unos días más tarde, el susodicho matrimonio cedió dichas tierras al
convento cisterciense de San Andrés de Valvení, con la condición de
que trasladase su convento a este lugar. El mismo Alfonso Téllez
sería enterrado en el templo del monasterio, así como su mujer,
hijos y nietos.
En 1226 se llevó a cabo la consagración del altar.
El resto de los edificios estuvieron acabados en 1254, cuando la
comunidad de Valvení se trasladó definitivamente al nuevo
monasterio.
Planta de Santa Maria de Palazuelos
Este lugar fue testigo de la celebración de hechos históricos de
diferente envergadura:
– Alfonso XI en 1313contaba con 6 años de edad cuando en el claustro
del monasterio se dieron cita los concejos de Castilla para
establecer su regencia y tutoría hasta su mayoría de edad doce años
después. Dichas responsabilidades recayeron en su abuela, Dña. María
de Molina, su tío el Infante D. Juan, y su tío-abuelo el Infante D.
Pedro. Este suceso se conoce como “Acuerdos de Palazuelos”.
– Carlos I, en su retiro hacia Yuste, hizo parada en Cabezón, donde
conoció a su nieto Don Carlos. Ambos visitaron Palazuelos y allí
escucharon misa. Era el 20 de octubre de 1556.
– Felipe II realizó numerosas visitas al monasterio. Entre las más
relevantes, cabe destacar la que realizó durante el viaje que le
llevó de Madrid a Tarazona ( Zaragoza) para celebrar las Cortes,
pernoctando en la abadía el 25 de agosto de 1592.
– Felipe IV, durante la Guerra de los 30 años, reunió allí a sus
tropas en julio de 1638 para marchar a Fuenterrabía, donde el
ejército español conseguiría poner fin al asedio francés el 8 de
septiembre del mismo año.
Al ser cabeza de la Orden del Císter en Castilla, en el Monasterio
se celebraban cada tres años los denominados “Capítulos Generales”
en los que se acordaba la gestión de las finanzas y de los bienes
inmobiliarios de las abadías.
El monasterio continuó próspero hasta bien entrado el siglo XIX,
pues fue víctima de un incendio provocado por los franceses durante
la Batalla de Cabezón en 1808. Pero su declive definitivo fue
propiciado por las desamortizaciones decimonónicas, especialmente la
de Mendizábal (1834-1854).
Fue la más importante de todas, no sólo por su volumen y la rapidez
con que se llevó a cabo, sino también porque a partir de ese momento
la desamortización fue un proceso irreversible y afectó a los bienes
eclesiásticos. El monasterio pasó a convertirse en una explotación
agrícola.
Tras este suceso, la iglesia pasó a ser parroquia abierta al culto
los días festivos hasta la primera mitad del siglo XX. Desde
entonces, su abandono propició el expolio y el vandalismo de forma
continuada, por lo que el Obispado, durante los años 90, rescató del
templo los bienes más valiosos y la iglesia fue desacralizada.
Se hicieron llamamientos a las distintas instituciones públicas y
eclesiásticas, así como avisos a la prensa para reforzar sus
peticiones.
Abside, visto desde Nave Central
Pero el paso del tiempo fue implacable y no perdonó la lentitud
burocrática: en enero de 1998 se derrumbó un tramo del tejado
llevándose consigo la espadaña gótica y buena parte de la bóveda del
ábside.
Posteriormente, se le proporcionó al templo una cubierta nueva,
aunque se relegó nuevamente una restauración en profundidad,
quedando el templo temporalmente cerrado para su contemplación.
DESCRIPCIÓN DEL MONASTERIO
La austeridad, la sencillez y la sobriedad definen esta edificación.
Al principio, las construcciones cistercienses solían ser de madera,
adobe o se levantaban con sencilla mampostería de piedra.
Las grandes realizaciones en sillería formando potentes muros y
amplias bóvedas que han llegado hasta nosotros, son obras de la
época de esplendor de la Orden y aún así, se advierte la falta de
ornamentación, la carencia de elementos superficiales y una
característica desnudez de los muros en un intento de que nada
pudiera distraer a los monjes de sus rezos: ni pinturas, ni
esculturas, ni coloridas vidrieras cerrando las ventanas.
Al margen de las dependencias ocupadas por los laicos, el núcleo
monacal propiamente dicho lo componían las dependencias
residenciales y la iglesia, que venían a formar lo que se denomina
el cuadrado monástico que solía estar integrado por:
El claustro.
Es una galería de cuatro lados, de entre 25 y 35 m de longitud, que
se abre a un patio central mediante arquerías. En los monasterios
cistercienses suele haber dos claustros. El reglar es el que se
construye inicialmente, a la vez que la iglesia y siempre junto a
ella. En torno a éste se distribuyen las dependencias propias de la
vida de los monjes (sacristía, sala capitular, locutorio,
dormitorios, refectorio, cocinas, pasillo de conversos,
bodegas…).
Desde él se accedía directamente a la iglesia. El claustro de las
hospedería se construye cuando el monasterio ya está en uso y se
dedica a la atención de los peregrinos que acuden al monasterio en
busca de cobijo. El cuidado de peregrinos, viajeros y enfermos
pobres forma parte del espíritu cisterciense. Se levanta más alejado
del templo y sin acceso directo, normalmente al oeste del claustro
reglar.
En su entorno se encuentran las dependencias necesarias para el
cuidado a los peregrinos que eran atendidas por los hermanos (la
portería donde se les recibía, la botica que se surtía de productos
naturales, la enfermería o los dormitorios…) y las propias de los
criados que se ocupaban de dar estas atenciones a los huéspedes. Con
esta disposición se conseguía que la acogida y el cuidado a los
peregrinos se realizara en el monasterio de forma independiente al
desarrollo de la vida monástica, por lo que no se perturbaban así
las actividades diarias de los monjes.
La sacristía.
Se sitúa en el claustro reglar, junto al brazo meridional del
crucero. Esta sala tenía acceso directo desde la iglesia y el
claustro.
La fuente.
Se sitúa en el claustro reglar, normalmente en posición central,
aunque también puede hallarse junto a una panda. El agua era un
elemento indispensable en la vida monástica por lo que todos los
cenobios se fundaban en zonas con abundancia de agua.
La sala capitular.
Es la más importante de todo el monasterio lo que suele conllevar
que sea la sala que presenta una arquitectura más bella. Es una
habitación de planta cuadrada con columnas que subdividen el espacio
y que sustentan bóvedas de arista. Presenta un banco corrido
alrededor de tres de sus lados en el que los monjes se sentaban
cuando leían capítulos de la Regla o discutían asuntos relativos al
orden interno del monasterio. Se abre al claustro reglar en su
galería este, con tres arcadas, de las cuales la central es el
acceso y las laterales, ventanas.
El dormitorio de los monjes.
Se solía ubicar en la segunda planta del claustro reglar, en la
panda del capítulo, y era un espacio diáfano, de planta rectangular,
en el que la comunidad dormía. Estaba comunicada con el claustro por
la escalera de día y con la iglesia, por la escalera de maitines,
que desembocaba en el crucero, para así acceder directamente en el
momento de la oración nocturna. Hasta el siglo XV los dormitorios
cistercienses son una gran sala con camas corrida imponiéndose, a
partir de entonces, el uso de celdas individuales.
El dormitorio de los novicios.
Era el lugar donde éstos dormían, separados de la comunidad
monástica y situados fuera del claustro reglar.
Las dependencias de los conversos se localizan en la panda
occidental del claustro reglar. Agrupaban áreas para el uso de este
grupo como el dormitorio o la cocina, amén de otras zonas de
servicio, tales como el almacén o cilla y la bodega. Además de una
pasillo paralelo a la galería del claustro, por el que los conversos
podían pasear sin interferir en la vida de la comunidad religiosa y
que desembocaba en la puerta por la que entraban al templo, la
huerta de conversos.
Es una serie de dependencias en las que este grupo que vivía y
trabajaba en el monasterio, realizaba sus actividades diarias
apartado de la comunidad religiosa.
El armalorium.
Es un nicho excavado en el brazo sur del crucero que se abre al
claustro, donde se depositaban los libros que los monjes usaban en
los ratos destinados a la lectura, practicada normalmente en la
galería oriental del claustro.
La cárcel.
Era una pequeña estancia que se situaba en el hueco de la escalera
que daba acceso al segundo piso del claustro reglar, al dormitorio
de los monjes. Este pequeño espacio se provechaba como prisión donde
los monjes cumplían penas impuestas por el abad.
El locutorio.
Se encuentra en la panda del capítulo, junto a la sacristía y la
escalera. Es una pequeña sala de planta rectangular, la única en que
se permitía hablar. En ella se organizaba el trabajo diario de los
monjes.
Las letrinas.
Se localizaban junto al dormitorio de los monjes. Son muy pocos los
restos que se conservan de éstas y lógicamente se situaban junto a
las canalizaciones, donde desaguaban.
El calefactorio.
Se situaba en la panda sur del claustro. Es la única sala con
calefacción del monasterio, a la vez que la mejor iluminada por el
mayor número de ventanas abiertas en ella. Era donde los monjes se
encargaban de copiar textos y pasaban largas jornadas.
El refectorio.
Es el comedor de los monjes en el que se disponía un púlpito para la
lectura de obras piadosas durante la comida. Se encontraba en la
planta baja con acceso desde el claustro reglar, en la panda sur, y
en comunicación con la cocina.
La cocina.
Se situaba también en la panda meridional del claustro, con
comunicación directa con el refectorio y cerca del almacén y la
bodega, que se localizan en la galería oeste del claustro reglar
La Iglesia.
El templo tiene planta basilical, con tres naves de cuatro tramos
cada una de ellas.La cabecera, orientada al este, se compone de tres
capillas con tramo recto que termina en cabecera poligonal, en el
caso de la central dedicada a la Virgen, y semicircular en las dos
laterales.
Esta diversidad en la cabecera del ábside principal, poligonal, y
los laterales, semicircular, es un hecho singular dentro de la Orden
del Cister. Adosada al ábside central existe una especie de girola,
construida en el siglo XVI y utilizada como sacristía que aparece
decorada con frescos.
El crucero de la iglesia no destaca en planta pero sí en alzado.
Está compuesto por tres tramos, el central, cubierto con bóveda de
crucería, más otro en cada uno de sus brazos, con bóvedas de cañón.
Estos restos, cabecera y crucero, del siglo XIII, son los más
antiguos conservados siendo, el resto del templo, fruto de la
reforma clasicista realizada en el siglo XVI por Juan de Nantes,
motivada por el hundimiento que sufrió buena parte del edificio a
causa de un rayo.
En el primer tramo de la nave sur se abre la puerta de los monjes
que conducía al claustro y que actualmente se encuentra tapiada. En
el extremo oeste del último tramo de esta misma nave se practica la
puerta de conversos que en la actualidad se encuentra parcialmente
cegada.
En cuanto a las dependencias monásticas, del claustro reglar,
situado al sur del templo, sólo podemos ver dos arranques de arcos
junto a la puerta de los monjes y la de los conversos, y otro en el
muro occidental de la sacristía.
Su construcción data del siglo XVI.
Las dependencias en torno al claustro también han desaparecido,
pudiéndose sólo ver la sacristía y su pequeña capilla aneja, ambas
medievales.
Lápida que da fe de la consagración del altar mayor de la
iglesia abacial, conservada en el muro norte del tramo recto del
ábide.
La sacristía es una sala de planta ligeramente rectangular, de
un solo tramo y cubierta con bóveda de crucería cuatripartita, cuya
construcción es contemporánea a la iglesia, de mediados del siglo
XIII.
Los capiteles interiores, muy elaborados y elegantes, poseen
decoración vegetal estilizada en forma de hojas cuyos tallos se
ajustan a la parte inferior, más estrecha, del capitel, mientras que
en la superior se avolutan y rizan con un notable ensanchamiento.
Además de la arquitectura, este templo atesora un magnífico conjunto
de sepulcros. Al menos han podido catalogarse diez.
De estos sepulcros, los tres mejor conservados se trasladaron en
1964 al Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid.
Los restantes, en avanzado estado de deterioro, se encuentran
recogidos en la capilla de Santa Inés (situada en la nave del
Evangelio y a la que se accede por una puerta en el brazo norte del
crucero, junto a la cabecera).
Interior de la capilla de Santa Inés
Son sarcófagos elevados del suelo mediante sillares tallados
frecuentemente en forma de león o de animal fantástico.
Es el tipo de sepulcro preferido por las grandes familias
nobiliarias en estos territorios de Castilla durante la segunda
mitad del siglo XIII y principios del XIV, con la figura yacente
sobre la tapa y escenas del entierro en las caras. Aquí están
enterrados el fundador Alfonso Téllez de Meneses (†1230) y su
segunda mujer Teresa Sánchez de Castro.
La documentación del monasterio insiste en que allí está enterrada
la madre de María de Molina, doña Mayor Alfonso, nieta del
fundador.
En uno de los sepulcros hay una inscripción que dice «cembris obit
Allefonso decimo». Esta referencia alude a Alfonso infante de
Molina, hijo del rey de León, Alfonso IX, fallecido en 1252.
“HOC ALTARE EST CONSTRUCTUM IN HONORE BEATE VIRGINS MARIE SU ERA M
CC LXIIII”
“ESTE ALTAR SE HA LEVANTADO EN HONOR DE SANTA MARÍA VIRGEN EN LA ERA
DE 1264”
En la capilla mayor encontramos los monumentales escudos de armas de
Carlos V situados en los laterales de la capilla mayor. También
aparecen restos de otras pinturas referentes a escudos de la Orden
del Císter. Al lado del evangelio del presbiterio se localiza la
lápida conmemorativa de la construcción del altar de Santa María. En
ella se lee:
Existen restos de figuras esculpidas de leones. En el arte románico,
la imagen del león se presentaba como el guardián del templo.
Representaba la fuerza justiciera de Dios y su implacable poder de
justicia, castigando al infiel y pecador.
Ya en el exterior, podemos observar el mismo estilo sobrio y
sencillo característico del románico. Podemos observar capiteles
distintos a los de interior: capiteles de amplias hojas lisas y
carnosas rematadas en brotes vegetales, capiteles de hojas planas
desplegándose en ramificaciones florales, capiteles de crochets con
tallos anchos y nervios marcados, capiteles de hojas con múltiples
lóbulos dispuestos en dos niveles y, por último, capiteles figurados
en los que encontramos parejas de dragones afrontados que cruzan
cuellos y colas, abriendo sus fauces para morderse; o bien,
sirenas-pájaro provistas de caperuza y largas colas de serpiente
entrelazadas.
11. Otras Rutas Cercanas:
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