sábado, 25 de enero de 2020

Escapada de Fin de Semana a Pamplona

Guía de Pamplona
Pamplona, Capital de Navarra

Catedral de Santa Maria la Real, Pamplona


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Plaza del Castillo, Pamplona

Palacio Real de Olite, Navarra

Pamplona, capital de la provincia de Navarra, es una ciudad del norte de España. 

Es conocida principalmente por la celebración de encierros de toros (fiesta de San Fermín) que tiene lugar en julio. 

Durante esta legendaria fiesta que dura varios días, los toros persiguen a corredores atrevidos por las calles de la ciudad. Pamplona, que es una de las principales paradas del Camino de Santiago (ruta de peregrinación de la época medieval).         


Todos los precios aquí mostrados están actualizados a fecha diciembre del 2019.

Avión a Pamplona

A tan sólo 6 kilómetros de la ciudad está el Aeropuerto de Pamplona, concretamente en la localidad de Noáin.

Únicamente hay vuelos regulares a Madrid, pero a lo largo de al año operan vuelos estacionales a Barcelona, León, Málaga, Valencia, Palma de Mallorca, Gran Canaria o Frankfurt.


No hay trenes ni autobuses que lleven directamente desde el Aeropuerto de Pamplona hasta el centro de la ciudad.

La única opción es viajar en taxi, el trayecto ronda los 15€.

Tren a Pamplona

El tren es la forma más utilizada para llegar a Pamplona en transporte público, además es cómodo y barato.

Hasta la Estación de Pamplona-Iruña llegan trenes desde Madrid y las principales capitales de provincia del norte de España.

Es el caso de Barcelona, Zaragoza, La Coruña, San Sebastián o León.

Desde Madrid se tarda a Pamplona en AVE poco más de 3 horas, el precio de los billetes empieza en 17,85€.

Desde Barcelona son poco menos de 4 horas de viaje, los billetes empiezan en 18,05€. 

Puedes consultar todas las rutas disponibles y reservar tu billete en la web de Renfe.

Autobús a Pamplona

Otra alternativa es viajar en autobús, la Estación de Autobuses de Pamplona está ubicada junto a la Ciudadela.

La conexión con las grandes ciudades de España es mucho más variada, llegando por ejemplo hasta Jaén, Soria, Oviedo, Alicante o Bilbao.

El viaje desde Madrid a Pamplona dura entre 5 y 7 horas, dependiendo del punto de partida.

Los billetes empiezan en 22,27€.

Coche a Pamplona

Por último está la opción de viajar en transporte particular, la más recomendada si además de Pamplona queremos recorrer otros lugares de interés de Navarra.

La autopista de peaje AP-15 es la más importante y transitada de cuantas pasan por Pamplona.

A través de ella se llega a San Sebastián y la zona sur de Navarra, donde se puede conectar con Zaragoza o Logroño.

Además están las siguientes carreteras nacionales:

N-121, conecta directamente con Zaragoza.
N-111, con Logroño.
N-240, con Jaca y Huesca
N-240A, con Vitoria y San Sebastián.
N-121B, N-135 y N138, con las que se llega hasta Francia.

Rodeando Pamplona hay tres autopistas de circunvalación, estas son:

NA-30, también llamada Ronda Norte
NA-32 o Ronda Este
A-15 o Ronda Oeste

A través de ellas se puede enlazar con los barrios periféricos de la ciudad y con el casco histórico.

2. Algo de Historia

El primitivo poblado vascón, de nombre Iruña, ya en la Edad del Hierro estaba asentado,para su defensa, en una zona de terrazas sobre el río Arga. Llegaría en el año 75 a.C. el general romano Pompeyo, quien se dirigía a la guerra contra Sertorio.

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 El primitivo asentamiento militar dio lugar a la ciudad romana de Pompaelo. 

Por esta misma época, el insigne geógrafo griego Estrabón dejó citada, en su obra Geographia, la más antigua referencia sobre la ciudad que se conserva: “después, por encima de la Jacetania, en dirección al norte, está la nación de los vascones, que tiene por ciudad principal a Pompelon; como quien dice, la ciudad de Pompeyo”.

Visigodos

En el siglo V el poder romano es sustituido por el visigodo, pero estos, al contrario de los romanos, no consiguieron lograr una buena relación con los vascones. La ciudad fue sede episcopal de la iglesia visigoda, y en ella residieron visigodos por las necrópolis de la época que se han hallado.

En el siglo V, la pequeña Iruña estuvo bajo dominio de los visigodos, que lograron incluso establecer un obispado. Ya en el 711, fueron los musulmanes quienes invadieron la ciudad, asentándose en ella. 

En el 778, Carlomagno arrasó las murallas de Pamplona, hecho que dio lugar a la Batalla de Roncesvalles, que ha sido interpretada como germen del pequeño 

Reino de Pamplona. 

Su primer rey fue Eneko Aritza.

La mala relación entre vascones y visigodos ha dado pie a una cierta polémica sobre la presencia de estos en la ciudad.

Tras los episodios visigodos, musulmanes y carolingios, en la segunda mitad del siglo IX la ciudad se afianza en el emergente núcleo cristiano. 

La dinastía Jimena, en el siglo X, vertebra este movimiento social y político y da lugar al Reino de Pamplona, así llamado originariamente perviviendo esta denominación los dos siglos siguientes, hasta que en 1164 tomó el título de Reino de Navarra. 

Con este cambio nominal se pretendía subrayar la soberanía del territorio, del conjunto de Navarra, y marcar distancias frente a la poderosa corona de Castilla. La expulsión de los musulmanes y la formación del reino de Pamplona atrajo a nuevos pobladores (siglo X).

Las Guerras de los Burgos

En el entorno de la ciudad originaria (Navarrería, donde se encontraban los vascones) surgieron nuevos núcleos de población (San Nicolás, cuya población era más heterogénea y San Cernin mayoritariamente francos), todos ellos con administración y privilegios propios, aunque bajo la autoridad del obispo.

Esta estructura provocó frecuentes desavenencias y enfrentamientos desde 1213, que culminarían con la destrucción de la "Navarrería" y la masacre de su población en septiembre del año 1276. 

Este terreno quedó totalmente abandonado durante casi 50 años.

Posteriormente, al repoblarse volvieron a producirse enfrentamientos, hasta que las disputas fueron zanjadas tras la proclamación del Privilegio de la Unión por el rey Carlos III "el Noble" en 1423, unificando la ciudad y destruyendo las murallas que separaban a los burgos.

La Pamplona Medieval

Resultado de imagen de Historia pamplonaEn época medieval, la ciudad creció dividida en tres poblaciones distintas, amuralladas y muchas veces enfrentadas entre sí:

Primero, los vestigios de los antiguos núcleos originarios -vascón y romano- fueron formando la ciudad de la Navarrería. 

Sus habitantes, que eran navarros, se dedicaban principalmente a labores agrícolas. .

Al amparo del Camino de Santiago, numerosos ciudadanos francos fueron llegando a Pamplona atraídos por las ventajas que los reyes navarros ofrecían en el marco de una política repobladora. Fue así como nació el burgo de San Cernin o San Saturnino. Estos nuevos habitantes eran en su mayoría artesanos y comerciantes, y su lengua común era la occitana.

Por último, navarros venidos de otras poblaciones y otros extranjeros formaron un tercer núcleo poblacional, el de San Nicolás. Al igual que en la Navarrería, su población se dedicaba tanto al campo como a oficios gremiales. 

Cada una de estas tres ciudades estaba completamente amurallada y separada de sus vecinos por sus correspondientes fosos o barrancos. Sus iglesias eran sus bastiones defensivos. En 1276, en la Guerra de la Navarrería, las poblaciones de San Nicolás y San Cernin unieron fuerzas contra la Navarrería, que quedó completamente arrasada. 

No llegó la paz definitiva hasta el 8 de septiembre de 1423 cuando el rey Carlos III el Noble promulgó el Privilegio de la Unión: los tres núcleos se integraron “en una sola universidad, un concejo y una comunidad indivisible”. En tierra de nadie y donde confluían las tres ciudades, se alzó la Jurería, hoy Casa Consistorial.

La Capital Después de la Conquista Castellana

A las puertas del siglo XVI, el Reino de Navarra resultaba una pieza apetecible para las vecinas coronas de Castilla, Aragón y Francia. Comenzaba a gestarse además un conflicto interno que llevaría a una guerra civil entre linajes navarros. 
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Carlos III el Noble había creado el título de Príncipe de Viana para su nieto, el futuro Carlos IV, hijo de Blanca de Navarra y Juan II de Aragón. Sin embargo, este último impidió que el Príncipe reinase tras la muerte de su madre.

A raíz de este hecho, se crearon dos bandos: el de los agramonteses y el de los beaumonteses. Juan II de Aragón contrajo segundas nupcias con Juana Enríquez, de cuya unión nacería Fernando el Católico. Cuando, años después, se aliara Fernando con la corona inglesa oponiéndose a la francesa, los reyes navarros optarían, en cambio, por el bando francés. En este contexto, Fernando el Católico envió a sus tropas en 1512, con el Duque de Alba a la cabeza. 

Los últimos reyes navarros, Juan de Albret y Catalina de Foix abandonaron sus territorios para trasladar la Corte a sus dominios del otro lado de los Pirineos, y desde allí tratar de recuperar el reino. Tras varios intentos, la batalla decisiva tuvo lugar en junio de 1521 en Noáin, cayendo los navarros derrotados. 

Su situación estratégica respecto a Francia hizo que se pusiera un gran empeño en fortificar la ciudad convenientemente, con las murallas renacentistas y la ciudadela.

El Siglo XVIII

La distribución económica de los pamploneses a principios del siglo XVIII era la tradicional de una ciudad de esa época, un cuarto de sus habitantes se dedicaban a la agricultura y ganadería, un tercio eran artesanos y otra buena parte de ellos pertenecían a la aristocracia y al clero. Había una fábrica de paños, otra de papel y un molino de pólvora entre otras industrias.

A partir de 1750 se produce una modernización de la ciudad, se construye un nuevo ayuntamiento y servicios de agua potable y saneamiento así como una nueva fachada para la catedral, esta vez de estilo neoclásico.
Invasión francesa
Durante la Guerra de la Convención, en 1794, la ciudad sufrió el cerco del ejército francés que no pudo entrar en la misma. En 1808 las tropas de Napoleón la controlaron desde febrero, e hicieron de Pamplona una de sus principales plazas manteniéndola en su poder hasta 1813. 

En 1814 se produjo el primer "pronunciamiento" liberal encabezado por Francisco Espoz y Mina. En 1823 también sufrió los bombardeos del ejército invasor de los Cien Mil Hijos de San Luis.

El Siglo de las Luces supuso la edad de oro de la ciudad. Con la Ilustración y la aparición de conceptos como el bienestar del ciudadano, los habitantes conocieron una serie de mejoras urbanísticas sustanciales: las calles se adoquinaron, se mejoró el sistema de alcantarillado y llegó el alumbrado público con candiles. Aun con todo, el proyecto más significativo fue el de la traída de aguas a la ciudad mediante el acueducto de Noáin, diseñado por Ventura Rodríguez. 

Con este motivo, Luis Paret y Alcázar, pintor de la Corte, diseñó sus emblemáticas fuentes neoclásicas. Este siglo vio también la partida de muchos navarros, algunos a la Corte de Madrid y otros hacia América: los indianos. Destacados en sus posiciones, regresaron muchos de ellos a la ciudad y construyeron magníficas casas principales de mayorazgo, así como casas nobiliarias.

El Siglo XIX: La Ciudad Burguesa y su Ensanche

El siglo XIX se caracterizó por sus guerras: la de la Independencia (1808-1814), la Realista (1822-1823) y las Carlistas (1833-1840, 1872-1876). En 1841 Navarra dejaba de ser un reino: la Ley Paccionada la degradaba a provincia. Fue también la época del nacimiento de la burguesía local y de una incipiente industrialización. 

En 1860 el ferrocarril llegó a Pamplona. El siglo XIX fue muy destacado en la vida cultural pamplonesa. La ciudad conoció los éxitos mundiales del violinista Pablo Sarasate y del tenor roncalés Julián Gayarre. Nacieron instituciones musicales indispensables, como el Orfeón Pamplonés, La Pamplonesa o la Orquesta Santa Cecilia, la más antigua del Estado.

En este siglo conoció la ciudad un gran aumento demográfico, inexorablemente reñido con su carácter fortificado. El hacinamiento había convertido a Pamplona en una ciudad insalubre. Para la inaplazable construcción del Primer Ensanche de la ciudad fue necesario el derribo, en 1888, de los dos baluartes interiores de la Ciudadela. 

Este pequeño barrio de 6 manzanas apenas resolvió el problema de vivienda, pero nos regaló sus notables edificios modernistas. No sería hasta 1915 cuando se aprobó el derribo del Frente de la Tejería, que posibilitó por fin la construcción del Segundo Ensanche y la expansión de la ciudad hacia el sur. Los Jardines de la Taconera y el Parque de la Media Luna se convirtieron en el lugar de esparcimiento predilecto de la ciudad.

La Ciudad de Hoy

Pamplona y su cuenca han ido creciendo paulatinamente hasta convertirse en la ciudad que vemos hoy, con una población de 203.000 habitantes -350.000 en su área metropolitana-; una ciudad que mira al futuro junto al importante cinturón industrial y de servicios que la rodea. En la década de los 50 se fundó la Universidad de Navarra, y en la de los 80, la Universidad Pública de Navarra. 

Sus servicios médicos y hospitalarios son también de referencia: el Complejo Hospitalario de Navarra perteneciente al Servicio Navarro de Salud - Osasunbidea, así como a la Clínica Universidad de Navarra y el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA). 

Pamplona cuenta con una competitiva industria que gira principalmente en torno a la automoción, a la industria farmacéutica y a las energías renovables.

3. Que ver en Pamplona


¡Mucho más que Sanfermines y Pintxos!

Es decir Pamplona y pensar en los sanfermines y, desde hace unos años, en sus pintxos, que la están convirtiendo en la “nueva San Sebastián”. Pero, ¿no hay nada más en la capital de Navarra?

Tras recorrerla y “patearla” a fondo durante unos días, podemos asegurarte que hay muchísimo que ver en Pamplona y que, seguramente, si estás solo de paso en una visita por la región, te quedarás con ganas de más.

Su muralla renacentista, el legado del Camino de Santiago, su catedral gótica, los parques, sus edificios con historia, el recorrido del encierro –aunque no la visites en fiestas–…  ya había estado en San Fermín, pero descubrió una ciudad totalmente diferente.

Te llevamos de la mano por ella. ¡Viva San Fermín! 

4. Plaza Consistorial y Ayuntamiento

Lo primero que hay que ver en Pamplona

Seguro que has visto más de una vez en la tele alguna imagen del chupinazo en la plaza Consistorial de Pamplona. Cada año, el 6 de julio a las 12 en punto, es desde aquí –desde el balcón central del segundo piso del ayuntamiento para ser exactos– desde donde se prende la mecha del cohete al grito de “¡Viva San Fermín!”.

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Es el momento en que estalla la locura de los sanfermines. Unas 12.500 personas, cada una con su pañuelo rojo, celebran el inicio de las fiestas en una plaza… de 2.500 metros cuadrados.

Resultado de imagen de Plaza Consistorial pamplona Sí, ¡5 personas por metro cuadrado! Y aquí es también donde el 14 de julio, a las 12 de la noche, se cierran oficialmente las fiestas con velas y pañuelos rojos al aire, entonando el “Pobre de mí”.

Si, como nosotros, no vas a en sanfermines, tendrás la misma reacción que todo el mundo: te preguntarás cómo puede caber ahí tanta gente.

La plaza te parecerá mucho más pequeña. Pero, eso sí, no menos espectacular.

Sin la emoción de las fiestas tendrás más tiempo para fijarte en la fachada del ayuntamiento, con sus esculturas del siglo XVIII. Y podrás “saludar” a la Prudencia, a la Justicia, a la Fama y al mismísimo Hércules.

5. Catedral de Pamplona

Una Sorpresa gótica, tras una fachada Neoclásica

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Si la imagen del ayuntamiento de Pamplona es tan conocida gracias a su fachada, protagonista en los sanfermines, la catedral de Pamplona es una gran desconocida, tal vez justamente por su fachada.

Resultado de imagen de mausoleo Catedral de PamplonaTras esa fachada neoclásica –realizada siguiendo un diseño de Ventura Rodríguez– se “oculta” una de las joyas más preciosas del gótico de estilo francés de toda España.

Sus altas naves, su enorme claustro –uno de los claustros góticos más importantes de Europa–, sus capillas… ¡tendrás que dedicarle más tiempo del que pensabas!

Y, cuando te encuentres cara a cara con Carlos III el Noble y su esposa doña Leonor, en su mausoleo de alabastro del siglo XV, tendrás que pararte a tomar aire.

 Exposición Occidens en el Museo diocesano

Resultado de imagen de exposición occidens en pamplonaEl complejo de Santa María la Real –llamada así porque aquí se celebraban las coronaciones reales– incluye también la exposición Occidens, del museo Diocesano.

Visitamos la sala capitular, el refectorio, la cocina y otros espacios del complejo catedralicio, donde nos encontramos con restos arqueológicos y grandes obras de arte.

Eso sí, nada de un museo diocesano “viejuno”, nosotros no somos muy amantes de ellos. Es muy entretenido, se nota que es moderno.

Subida a la Torre de la Catedral:  Pamplona desde el Cielo

En la página web oficial de la catedral de Navarra tienes información sobre su visita. Ahí leímos, antes de llegar, que solo una vez al día, a las 11:15, es posible subir a la torre de la campana María –por el mismo precio, 5 €, junto con la catedral y el museo Diocesano– ¡y allá que fuimos!

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La campana María, construida en 1540, es la campana en uso más grande de España. Pesa unas 10 toneladas –¡solo el badajo son 300 kg!– y cuando, en ocasiones especiales, se toca, su sonido se escucha hasta 12 km alrededor, lo que se conoce como la cuenca de Pamplona.

Como curiosidad, la campana la Gorda, de la catedral de Toledo, con sus casi 18 toneladas, es más grande, pero está rota, así que no está en uso.

La vista sobre Pamplona y las montañas que se tiene desde la torre merece mucho la pena. Pero también los documentales y las pantallas interactivas sobre el uso de las campanas –¡podrás escuchar todos los toques que se daban, cada uno con su significado!– y sobre la construcción de la fachada neoclásica.

Sin olvidar la visita a la vieja casa del campanero y, sobre todo, pasar sobre el techo de una de las naves góticas de la iglesia.

                           

6. Ruta de la Muralla

Desde el Rincón del Caballo a Los Jardines de la Taconera…

Al pasear por el casco histórico de Pamplona no te darás cuenta de que estás rodeado por murallas. ¿Por qué? Porque la ciudad está encima de ellas… Es un poco complicado de explicar, pero lo entenderás en cuanto pongas pie en el camino de ronda y te asomes.

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Jardines de la Taconera, Pamplona

Y no puedes irte de Pamplona sin hacerlo. Disfrutarás de vistas privilegiadas sobre la ciudad –fuera del casco histórico–, de sus alrededores y de la misma muralla, con sus baluartes, revellines o contraguardias. Todo el recorrido por la muralla está señalizado y hay carteles para conocer datos históricos y curiosos.

El recorrido por las murallas hasta la ciudadela de Pamplona es de ¡más de 5 kilómetros!

Es uno de los complejos militares renacentistas más significativos y mejor conservados de Europa.

Del Parque de la Media Luna al Rincón del Caballo Blanco

Nosotros empezamos la vuelta, aunque todavía no estuviéramos en el camino de ronda, por el parque de la Media Luna, con sus vistas sobre la catedral.

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Rincón del Caballo Blanco

De ahí nos fuimos hacia el fortín de San Bartolomé, donde está el Centro de interpretación de las fortificaciones, cerrado cuando pasamos.

Cruzando hacia el palacio arzobispal, subimos por el baluarte de Labrit, pasamos por detrás de la catedral y llegamos hasta uno de los lugares más pintorescos de Pamplona.

Hablamos del baluarte del Redín y el rincón del caballo blanco, con su mesón, su cruz del Mentidero –en realidad, una picota, un lugar de ajusticiamiento– y, detrás, el pasadizo que las carmelitas descalzas de San José utilizaban para no romper la clausura.

Del Portal de Francia al Jardín de La Taconera

Después, seguimos hacia el portal de Francia –el único de los seis que se abrían en la muralla que queda en su emplazamiento original–, el antiguo palacio de los reyes de Navarra y bajamos para volver a subir hacia el camino de ronda, con sus altas y estrechas casas de colores.

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Portal de Francia, Pamplona

Tras el Portal Nuevo, nos esperaba una sorpresa más: el jardín de la Taconera. ¿Quién esperaba encontrarse con un jardín de estilo francés integrado entre las fortificaciones con la muralla y el baluarte de la taconera como marco?

Y normal encontrarnos con estatuas –la más conocida es la de la “Mari Blanca”–, pero ¿y con pavos reales y ciervos?


Los jardines de la Taconera, de 1830, son los más antiguos de Pamplona. Pero no son, ni mucho menos, los únicos. ¡El 15% de la superficie de la ciudad es zona verde!

Y los pamploneses son unos verdaderos enamorados de sus parques. Se lanzan a ellos en cuanto hay un poco de sol.


Muralla de Pamplona, vista desde abajo

Para apreciar en toda su grandiosidad la muralla de Pamplona, tienes que verla también desde abajo. Nosotros bajamos en ascensor desde el camino de ronda –en realidad porque teníamos que hacerlo para ir al hotel– y la vista desde abajo de sus casas, que parecen colgadas, es única.

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Muralla de Pamplona

También salimos del portal de Francia para dar una vuelta alrededor de la muralla al nivel del río. Desde ahí aseguramos que la muralla se ve aún más imponente.

7. La Ciudadela y el Parque de la Vuelta del Castillo

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La Ciudadela de Pamplona

Tras el jardín de la Taconera, seguimos camino hacia la ciudadela: la guinda de la fortificación de Pamplona.

Resultado de imagen de ciudadela pamplonaFue uno de esos momentos en los que deseamos tener un dron.

La foto desde arriba es espectacular, mientras que desde abajo no llegas a hacerte una idea de su magnitud.

e lo que sí nos hicimos una idea fue de la belleza del parque que la rodea, la Vuelta del Castillo, en los antiguos glacis de la fortificación.

Nuestro parque favorito de la ciudad y uno de sus rincones más bonitos.

La ciudadela es sede del Centro de Cultura Contemporánea – Hiriartea y, además de en sus pabellones, hay esculturas contemporáneas también en sus jardines.

Resultado de imagen de ciudadela pamplona esculturas contemporáneasPasear por los fosos, admirar todos los detalles de esta antigua construcción militar –revellines, contraguardias, puentes levadizos, troneras, baluartes… – y pararse en uno de los bancos de la Vuelta del Castillo a ver los pamploneses pasar caminando o en bici es otro de los imprescindibles de la ciudad.

La ciudadela de Pamplona, diseñada en 1571 por orden de Felipe II, es la ciudadela pentagonal en pie más antigua del mundo. Dos de sus cinco baluartes se dirigían hacia el interior de la ciudad.

Como decía su ingeniero: “deberá servir para defenderse del peligro extrínseco, pero también intrínseco”.

 Al fin y al cabo, la conquista del Reino de Navarra era muy reciente, y no faltaban los intentos de reconquista…

8. Hacer el Recorrrido del Encierro

¡A CORRER POR LA ESTAFETA!

Te gusten o no los toros, la pasión por los sanfermines en Pamplona es contagiosa.

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Nosotros, desde luego, no pudimos evitar pasear –que no correr– por el recorrido del encierro, sin toros, ¡claro!

Resultado de imagen de calle estafeta pamplonaNo dejes de entrar en la oficina de turismo, en la plaza Consistorial, y hazte con un folleto y un mapa.

A nosotros nos vinieron genial para seguir los diferentes recorridos por la ciudad: por la muralla, por los parques, por el Camino de Santiago y, por supuesto, por la ruta del encierro.

Cada recorrido está indicado con un color y es muy fácil de seguir.

Subir la cuesta de Santo Domingo –¡sí que es empinada la cuestita!–; saludar a San Fermín delante de su hornacina –nos resistimos a la tentación de entonar el cántico y de gritar “¡Viva San Fermín! Gora San Fermin!”–; pasar por la plaza consistorial; llegar a la calle Mercaderes y a su mítica curva; a la más mítica aún calle Estafeta; al tramo de Telefónica y, finalmente, al callejón –cerrado, eso sí– delante de la plaza de toros… es toda una experiencia.


¡Si hasta hay carteles con cuentas atrás hasta el siguiente chupinazo! Y, como no, una escultura dedicada al encierro.

9. Iglesias Medievales de San Saturnino y San Nicolás

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Iglesia San Saturnino, Pamplona

Pero para iglesias, además de la catedral, las que no deberías perderte son las de San Saturnino –o San Cernin– y de San Nicolás.

En la Edad Media el actual casco histórico de Pamplona estaba dividido en tres poblaciones distintas, cada una amurallada: el burgo de la Navarrería, el de San Cernin o San Saturnino y el de San Nicolás.

Cada uno tenía su gran iglesia, que también funcionaba como bastión defensivo.

La catedral era la de la Navarrería y las otras dos… pues puedes imaginarlo.

Cerca de la iglesia de San Saturnino dimos con los restos de la antigua muralla del burgo de Saturnino en la Belena Portalapea. 

Los proyectiles de catapulta de la Guerra de la Navarrería –que, en 1276 enfrentó a los burgos de San Nicolás y San Cernin unidos contra la Navarrería– recuerdan ese pasado “dividido” de Pamplona.

La iglesia de San Saturnino la reconocerás por sus torres –miden 55 metros–, que dibujan uno de los perfiles más característicos de Pamplona.

Delante de la iglesia está el “pocico” que habría utilizado el santo obispo para bautizar a los primeros habitantes de Pamplona.

Y dentro darás con la mezcla de un edificio gótico y de una gran capilla barroca, construida donde se levantaba el claustro.

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Iglesia de San Nicolas, Pamplona

La iglesia de San Nicolás tiene una mezcla de diferentes estilos, con rasgos cistercienses, góticos, capillas y un gran órgano barroco.

10. Museo de Navarra

De Goya a la Arqueta de Leyre o Los Capiteles Románicos de la Catedral

Si solo tienes tiempo para visitar un museo en Pamplona –además del de la catedral–, deberías visitar el museo de Navarra.

Aunque no entres, merece la pena que te acerques para admirar la fachada renacentista del edificio que lo acoge, un antiguo hospital.

El museo no es muy grande y ha sido reformado hace poco así que, además de tener grandes piezas, es muy ameno de recorrer.

Ahí encontramos joyas de la prehistoria, como el curiosísimo mapa de Abauntz, considerado el mapa más antiguo de Europa; piezas romanas como los mosaicos de antiguas domus de la actual Navarra.

La arqueta de Leyre, un preciosa arca de marfil tallada en Medina Azahara a principios del siglo XI; los capiteles románicos de la antigua catedral y sus increíbles relieves; el Retrato del marqués de San Adrián, obra maestra de Goya, o una exposición de arte contemporáneo en la capilla renacentista del antiguo hospital.

Para nosotros, un imprescindible. Además, solo cuesta 2 € y el sábado por la tarde y los domingos es gratuito.

 En su página oficial tienes horarios y precios en detalle.


OTRO IMPRESCINDIBLE QUE VER :

11. Plaza del Castillo y Hemingway

Hay dos plazas que tienes que ver en Pamplona sí o sí: la plaza Consistorial y la plaza del Castillo, llamada así por el castillo que la ocupaba en la Edad Media. Las dos plazas tienen algo en común: hasta 1941 era desde la plaza del Castillo desde donde se lanzaba el cohete el 6 de julio.

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Esta plaza es, desde la Edad Media, el centro de la vida de Pamplona: lugar de espectáculos, de encuentro y de acceso a las calles más características, y hoy más fiesteras, de la ciudad. Cuando fuimos de pintxos, la cruzamos unas cuantas veces.

Resultado de imagen de Café IruñaCerca de la plaza se encuentra la mítica tienda de Las tres ZZZ, la marca de las botas de vino artesanales más famosas de Pamplonas.

Ya sabes, “a Pamplona hemos de ir con una bota y un calcetín”.

En la plaza del castillo, en 1888, se abrió el precioso Café Iruña que, como curiosidad, fue el primer establecimiento con luz eléctrica de Pamplona.

Merece la pena entrar para admirar su decoración original: las lámparas de época, grandes espejos, escudos policromados…

Resultado de imagen de rincon de hemingwayPero también por la atmósfera tan relajada que se sigue respirando ahí, con los pamploneses tomando café y leyendo su periódico. ¡Parecen ir con la decoración!

El Café Iruña era también el favorito de visitantes ilustres como Ava Gardner y Ernest Hemingway.

Este último es particularmente querido en la ciudad, a la que hizo popular a nivel mundial con su libro Fiesta –The Sun Also Rises, su título original–.

Aunque nosotros no seamos muy amantes de la literatura de Hemingway –JAAC leyó Fiesta justo antes de llegar a Pamplona y digamos que “no le emocionó”–, no podíamos evitar visitar el “rincón Hemingway” del café, con estatua y todo

Hotel La Perla y La Antigua Habitación de Hemingway

Al lado del Café Iruña se encuentra otro lugar mítico para los amantes de Hemingway: el hotel La Perla, hoy Gran Hotel La Perla.

Aquí es donde se hospedó en sus últimos viajes a Pamplona, siempre en la misma habitación con vistas a Estafeta.

Si eres un apasionado del autor norteamericano y pides visitar la habitación de Hemingway, puedes tener la suerte de que esté libre y conocerla.

Su decoración, a pesar de la reforma del resto del edificio para convertirlo en cinco estrellas, se ha mantenido como la original –bueno, se ha restaurado bastante, claro…–. ¡

Hasta está el teléfono original!

Y dos vitrinas con Fiesta en ¡80 idiomas! Da igual de donde vengas, podrás leértelo o, por lo menos, ojearlo

Nosotros fuimos a visitarla y, de paso, nos enteramos de unos cuantos datos históricos y curiosos. Como que el hotel, fundado en 1881, es el segundo en activo más antiguo de España, tras el hotel Oriente de Barcelona. O que durmieron en él muchos más personajes famosos: de Orson Welles a Charles Chaplin, pasando por Pablo Sarasate o Imperio Argentina.


12. Archivo Real de Navarra

Antiguo Palacio de los Reyes de Navarra 

El paseo por la muralla nos llevó a conocer uno de los edificios más emblemáticos de Pamplona: el antiguo palacio de los reyes de Navarra, hoy archivo real y general de Navarra.

Del edificio original, mandado construir por el rey Sancho VI el Sabio a finales del siglo XII, queda muy poco, pero la reforma de Rafael Moneo le ha dado una nueva vida. No dejes de entrar al patio. Además, ahí darás con una maqueta de la Pamplona del 1900.

Resultado de imagen de Archivo Real y General de Navarra

Tampoco dejes de bajar a la cripta protogótica, de lo poco que se conserva de la construcción original del siglo XII. Nosotros disfrutamos de ella en solitario y dimos, además, con una exposición sobre los primeros textos en euskera de Navarra. ¡Muy interesante!

13. El Palacio de Navarra y El Monumento a los Fueros

Al otro lado del casco histórico está otro de los edificios más emblemáticos de Pamplona: el neoclásico palacio de Navarra, sede del Gobierno Foral. Por lo visto, sus salones interiores, especialmente el del Trono, son magníficos.

.Pero se pueden visitar solo en ocasiones especiales, por ejemplo alrededor del día de Navarra, el 3 de diciembre.


Todos los días a las 12 del mediodía el reloj del palacio interpreta el himno de Navarra, escuchándose en casi todo el casco histórico. En Navidad y en sanfermines interpreta villancicos y estampas navarras.

Delante del palacio está el monumento a los Fueros, de principios del siglo XX. La mujer que lo corona, con las cadenas en su mano derecha y la Ley Foral en la izquierda, simboliza a Navarra.

Resultado de imagen de Palacio de Ezpeleta 14. Edificios Singulares en el El Casco Viejo

Son muchos más los edificios llamativos que nos encontramos paseando por “lo viejo”, como llaman los pamploneses al casco histórico.

Palacio de Ezpeleta

Tres de nuestros favoritos son el Palacio de Ezpeleta, con su fachada barroca; el edificio modernista del número 72 de la calle San Nicolás y el Palacio de Comptos, el único edificio civil de estilo gótico de la ciudad, con su patio del siglo XIII.

Buscando edificios con historia, dimos con un rincón muy curioso: un huerto urbano. Sí, ¡en pleno casco viejo! Y con construcciones muy peculiares.

15. El Camino de Santiago a través de Pamplona

El último día de nuestro viaje por Pamplona decidimos dedicarlo a recorrer el Camino de Santiago por la ciudad.

Nos fuimos hasta uno de los puentes medievales de Pamplona, el Puente de la Magdalena.

Resultado de imagen de Puente de la Magdalena.Pamplona

 Desde allí, siguiendo las flechas amarillas y las constantes señales en forma de placas en el suelo –¡qué bien indicado está el Camino en la ciudad!– , recorrimos sus 4 km.

Pamplona es la primera ciudad del Camino francés desde Roncesvalles. Antes solo te encontrarás con pueblos y pedanías.

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Las murallas desde abajo; el portal de Francia y la calle del Carmen; la catedral; la plaza Consistorial; la iglesia de San Saturnino; la calle Mayor con el palacio de Ezpeleta; la iglesia de San Lorenzo con el busto de San Fermín; la Vuelta al Castillo… volvimos a recorrer la ciudad y algunos de sus rincones más bonitos, pero esta vez como dos peregrinos más.


Tras pasar por la la Vuelta al Castillo, nos alejamos del casco histórico y cruzamos una Pamplona más moderna hasta llegar al Campus de la Universidad de Navarra, que despide a los peregrinos de la ciudad.

Solo fueron 4 km, pero nos volvieron a transportar a nuestro Camino

 ¿Haremos algún día el Camino francés desde Roncesvalles y volveremos a cruzar la ciudad?

16. Sanfermines

Los Sanfermines son sus fiestas que celebra desde hace siglos entre el 6 y 14 de julio en honor a San Fermín, copatrono de Navarra y patrón de la diócesis pamplonesa. Antiguamente las fiestas eran celebradas el 10 de octubre, pero en 1591 se trasladaron a las actuales fechas.​ 

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Según la tradición, Fermín, hijo del senador Firmus que gobernó Pamplona en el siglo III, se convirtió al cristianismo y fue bautizado por San Saturnino en el lugar que hoy se llama popularmente "Pocico de San Cernin". 

Patrono de las cofradías de boteros, vinateros y panaderos, San Fermín da nombre y es la excusa para que durante 204 horas Pamplona se transforme en una permanente fiesta en la que todos los asistentes acostumbran a vestir de blanco y rojo, recogida literariamente por Ernest Hemingway, en la novela titulada Fiesta.

Una de las actividades más famosas de los Sanfermines es el encierro, que tiene siglos de antigüedad y con el primer bando municipal que reglamentaba la carrera en 1867.​ Consiste en una carrera de unos 800 metros delante de los toros y que culmina en la plaza de toros.

 Los encierros tienen lugar a diario entre el 7 y el 14 de julio y comienzan a las ocho de la mañana, con una duración que ronda los tres minutos, si no se rezagan las reses. Estos encierros conllevan un riesgo de graves heridas e incluso de muerte. 

El último corredor fallecido fue en los sanfermines de 2009,​ siendo el decimoquinto registrado desde 1922. Estos astados, de gran porte como corresponden en la Feria del Toro, son lidiados por la tarde en la plaza.

Resultado de imagen de Comparsa de gigantes pamplonaEl rey Europeo, que junto con la reina, convenció al ayuntamiento para crear los Gigantes de Pamplona para los Sanfermines de 1860.

Para los pamploneses, especialmente los más pequeños, la Comparsa de gigantes es muy apreciada y uno de los símbolos más emblemáticos de la fiesta. 

Realizados por Tadeo Amorena, los gigantes tienen 159 años de historia, y su porte altivo no tiene parangón. 

Son cuatro parejas de reyes de los continentes de Europa, Asia, África y América (estos curiosamente con vestimenta india y tez negra), no existiendo pareja que represente a Oceanía. 

y no podemos marcharnos de Pamplona sin haber degustado sus

17. Increibles Pinchos

Pintxos de Pamplona:

· «MOSKOVITA» de la Hostería del Temple

(c/ Curia 3)

Me recomendaron probar alguno de los fritos del Temple pero, si pasas más de 5 minutos en el interior, te darás cuenta de que casi todas las comandas que salen son Moskovitas. 

El Moskovita no es otra cosa que un frito de huevo, jamón serrano y queso. 

Sencillo pero espectacular. 

· «ERIZO CON TXAPELA DE ALGAS MARINAS» del Bar Gaucho

(c/ Espoz y Mina 7)

El Bar Gaucho es uno de mis bares favoritos de pintxos de Pamplona. 

En cada una de mis visitas a Pamplona he acabado en el Gaucho y he acabado probando, entre otros, el «Foie», el «Huevo trufado a baja temperatura», el «Brick de magret de pato con bechamel» y el «Erizo con txapela de algas marinas». 

Este último es su pintxo estrella pero solo lo recomiendo para los MUY amantes del mar. 

«GARROTICOS» del Beatriz

(c/ Estafeta, 22)

Los «Garroticos» del Beatriz no son pintxos, pero a partir de ahora voy a terminar todas mis rutas de pintxos de Pamplona con una cajita (o bolsita) de ellos. 

El garrotico es una especie de mini napolitana, pero la masa no es la de una napolitana en sí. 

El garrotico puede estar relleno de manzana, de cabello de ángel, de crema, de chocolate blanco y/o de su top venta: garroticos de chocolate negro. 

Los garroticos de Beatriz son tan famosos en Pamplona que se forman unas colas impresionantes y los hornos no dan a basto. 

En esta cola, todo el mundo esperaba para comprar garroticos. 

Sí, algunos de ellos se llevaron alguna cosa más, pero las bandejas de garroticos volaban pocos minutos…

«ANCHOAS CON TXANGURRO, MENUDA LATA!!!» de La Cocina de Alex Múgica

(c/ Estafeta, 24)

La Cocina de Alex Múgica es uno de los bares más modernos de la capital navarra. 

No solo por su decoración, sino por la elaboración de sus pintxos. Destacan sobre el resto los premiados «Zurrukutuna» y «Markalao» y la archifamosa «Lata» . 

· «CAPRICHO ESCOMBRO» del Bodegón Sarría

(c/ Estafeta, 50)

El olor a ibérico cuando entras al Bodegón Sarría te dará una pista de qué género se trata aquí. 

Entre sus especialidades, el «Capricho escombro» (un bollete tostado al momento y relleno de virutas ibéricas 5J de jamón, chorizo y lomo). 

· «TOSTA DE ATÚN ROJO» del Bar Fitero

(c/ Estafeta, 58)

Iba al Bar Fitero con la intención de pedirme una croqueta de calamares en sus tinta, pero el camarero me recomendó que probase una «Tosta de atún rojo» y, como me la vendió tan bien, la tuve que probar. 

Debo confesar que no me gustó tanto como su nombre… 

· «TORTILLA CON JAMÓN Y ALI OLI» del Iruñazarra

(c/ Mercaderes, 15)

La barra de pintxos del Iruñazarra es espectacular. 

Tanto que no tenía este bar en mi listas de bares de pintxos de Pamplona que visitar, pero acabé entrando solo por la barra. 

Probé sus tostas y croquetas ganadoras, pero me enamoró este pintxo de tortilla con jamón con ali oli. Con este pintxo cené. 

· «CALAMARES BRAVOS» de la Calle

(c/ Navarrería 12)

Los Calamares bravos de la Meji son uno de los pintxos de San Sebastián que más frecuento. 

Me sorprendió cuando me enteré que había más Cervecerías 

La Mejillonera repartidas por ahí. No dudamos en entrar y comparar los Calamares Bravos… 

· «TOSTADICA DE PULPO A LA GALLEGA» de La Mandarra de la Ramos

(c/ San Nicolás 9)

La Mandarra de la Ramos es un bar que se ha especializado en tostadicas. 

No solo está buena la «Tostadica de pulpo a la gallega», sino que nos encantó también la «Tostadica de gulas» y su «Torrija de pan brioche» (a la plancha y caramelizada). 

Ah, y tiene una de las tortillas de patatas más gordas que he visto nunca… 

· Baserriberri

(c/ San Nicolás 32)

Quiero volver a probar más pintxos de Pamplona y, sobre todo, quiero volver a Pamplona para probar el Restaurante Baserriberri. Varias personas me han hablado muy bien de sus pintxos, pero me han hablado mejor de su menú. Cuando vaya, ¡intentaré probar ambos! ;)- 

· «CHAMPIÑÓN RELLENO DE FOIE CUBIERTO DE ALI OLI» del Bar Kiosko

(Plaza del Castillo 14)

El pintxo de «Champiñón relleno de foie cubierto de fina salsa de ali-oli» del Kiosko estaba muy bueno, pero no sé si todo lo que tuvimos que esperar por él mereció la pena. 

Leo en Tripadvisor que es una práctica habitual y se ha centrado demasiado en el turismo. Una pena. 

· «FOIE CON CREMA DE MANGO» del Café Iruña

(Plaza del Castillo 44)

Más que la calidad de los pintxos, el Café Iruña es famoso por su local en sí: es un café navarro del siglo XIX que mantiene todo su encanto (lámparas de época, columnas de hierro forjado y grandes espejos). 

Aquí pasaba muchas horas escribiendo Hemingway, aunque no creo que probase el pintxo de «Foie con crema de mango». 


      

18. Y Para comer en Pamplona

Restaurante Alma
Calle Beloso Bajo 11 | En el Hotel Alma Pamplona Muga de Beloso, 
31006 Pamplona, España
+34 948 29 33 80

Rodero
Calle Emilio Arrieta 3, 
31002 Pamplona, España
+34 948 22 80 35

La Fogoneta Culibar
c/ Francisco Bergamin 31, 
31003 Pamplona, España
+34 948 23 94 89

Bar Gaucho
Calle Espoz y Mina 7 | Plaza del Castillo, 
31002 Pamplona, España
+34 948 22 50 73

y algo mas economicos

Bar Monasterio
C/ Espoz Y Mina, 11 | bajo, 31002 Pamplona, España
+34 948 77 47 58

Bar Casa Jesus Mari
Calle San Agustin 21, 
31001 Pamplona, España
+34 948 22 93 96

y en los alrededores, es imprescindible acercarnos hasta el

          

19. Palacio Real de Olite
El Palacio Real es la obra cumbre del rey Carlos III “el Noble” (1387-1425) y el emblema más representativo del viejo Reino de Navarra.

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Carlos III y su esposa doña Leonor van a ser los artífices de la construcción del Palacio Real “que tenía tantas habitaciones como días el año”. El derroche económico, creatividad y capricho va a convertirlo en un palacio de ensueño, uno de los palacios más esplendidos de Europa en su época.

El Palacio es un complejo conjunto irregular de torres, estancias, galerías, jardines y patios que le confieren un aspecto anárquico y una singular silueta que sobresale sobre el caserío de la ciudad. A pesar de esa aparente anarquía el aspecto exterior es majestuoso.

Destacamos en las obras a Martín Périz de Estella, maestro mayor de mazonería y director de la obra de cantería, y al moro tudelano Lope el “Barbicano” encargado de las obras de carpintería. 

Acompañaron al monarca y conocieron los castillos franceses de la familia de Carlos III y los castellanos de la familia de la reina Leonor. 

Mención especial merece Jehan Lome de Tournay, tallador de imágenes, que sería el escultor más destacado en las obras del palacio y en todo el reino de Navarra. 

Numerosos artistas y de muy diversa procedencia se encargaron de decorar elegantemente el Palacio: así, moros y franceses realizaron hermosas yeserías, moros tudelanos se encargaron de cocer ladrillos barnizados y azulejos, pintores catalanes decoraron las estancias, además de otros artesanos entre los que se encontraban vidrieros, tapiceros, bordadores, argenteros, relojeros y armeros.

Comienzan las obras a impulsos de doña Leonor en 1399, que mandó construir junto a la iglesia de Santa María la capilla de San Jorge y la “Cambra et morada” de la reina. 

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Iglesia de Santa María la Real, Olite

A partir de 1400 Carlos III continuará las obras y seguirá de cerca el proceso constructivo. 

Primero se levanta el núcleo central donde se alojaba la gran cámara del rey y a partir de él se fueron añadiendo las principales construcciones: las cámaras del Rey y de la Reina, la galería de yeserías mudéjares, el Mirador del Rey de elegante tracería gótica, la torre del Homenaje, la torre del Aljibe, la torre Ochavada o de las Tres Coronas, la torre de los Cuatro Vientos y la torre de la “Joyeuse Garde”, atalaya, o del vigía.

 Especial cuidado se pone en la adecuación de cuidados jardines, como el Jardín de la Reina adosado a las cámaras reales, los patios inferiores de los Toronjales y la Pajarera, y amplios jardines exteriores con vides, frutales y exóticas flores.

Destaca el complejo hidráulico que dotaba de agua a los jardines.

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 El agua venía por conducciones desde el Cidacos y era remontada a la Torre del Aljibe por medio de un mecanismo con cangilones para ser distribuida por tuberías de plomo a las fuentes y jardines.

Jardines colgantes, toronjales (naranjos), gayolas (jaulas) de pájaros y ardillas, el estanque de la “taillada” con cisnes, aves de rapiña (azores y halcones) y jaurías de perros para las cacerías, y un verdadero zoológico: leones, un lobo cerval, un camello, varios gamos, un avestruz … incrementándose en tiempos del Príncipe de Viana con jabalíes, lobos, una jirafa, un papagayo y varios búfalos, completaban la imagen colorista y llena de vida y agitación de la Corte del rey Noble dándole un toque exótico.

Durante el reinado de Carlos III Olite gozó de paz, prosperidad y fastuosidad palaciega. Se celebraron varias veces Cortes del Reino. Aquí muere la reina doña Leonor en 1415 y diez años más tarde su esposo Carlos III. 

Grandes fiestas con muchos comensales y suculentos manjares, amenizadas por músicos y juglares, tenían lugar en las estancias del Palacio. 

El Archivo General de Navarra – sección de Comptos Reales conserva los libros de cuentas de las obras del Palacio que nos hablan de los artistas y artesanos, materiales empleados, motivos decorativos, precios y salarios.

Además de Carlos III y doña Leonor otros personajes ligados a la vida en palacio fueron su hija Doña Blanca y su nieto Carlos Príncipe de Viana. El Príncipe pasó su infancia y aquí se celebró con suntuosidad su boda con la joven flamenca Agnes de Clèves. 

Una bella estampa nos proporciona el viajero alemán Muncer que se detiene aquí al tiempo de contraer matrimonio el Príncipe de Viana con Agnes de Clèves (1439).

“Caminando pues por dicho reyno, llegue a una buena ciudad llamada Olite en la cual estaba el principe que por entonces era Rey de Nabarra, puesto que el reyno entero le obedecia mas que a su mismo padre el cual andaba siempre enemistado con su pueblo. 

Llebome un heraldo ante dicho principe o Rey el cual era muy joben; tratome amistosamente; hizo lo que yo le pedi y mando que me condujesen al aposento de su mujer, que era de nacimiento de la casa de Clebes. 

El heraldo me hizo ber el palacio; seguro estoy que no hay rey que tenga palacio ni castillo mas hermoso, de tantas habitaciones doradas. Vilo yo entonces bien; no se podria decir ni aun se podria siquiera imaginar cuan magnifico y suntuoso es dicho palacio”.

El Palacio fue residencia ocasional de don Francisco Febo y su madre doña Magdalena, así como la de don Juan de Labrit y doña Catalina, los últimos reyes de Navarra. En 1512 se entregó al Duque de Alba.

EDAD MODERNA:

Tras la conquista de Navarra en 1512 el palacio se convertirá en residencia de los virreyes al cuidado de un conserje o alcaide, según lo acordado en las cortes que Fernando el Católico convocó en Burgos en 1515. Durante la Edad Moderna fue mansión ocasional de los virreyes y escala esporádica de los monarcas españoles en sus visitas a Navarra.

Por merced real se había autorizado (1556) a los marqueses de Cortes para ocuparlo por una renta anual de 50.000 maravedís y los oportunos gastos de reparación; su alcaldío fue concedido luego por juro de heredad a los Ezpeleta de Beire, que lo ostentaron hasta el siglo XIX.

Con el declive de la importancia política de Olite su uso va a ser menor y le va a llevar a una fase de deterioro continuo debido al abandono y lo costoso de su mantenimiento. Muchas de las notas de ésta época se refieren a los gastos de las reparaciones y arreglos sucesivos.

En 1542 para en Olite el propio Emperador Carlos, en momento delicado para las fronteras, amenazadas por Francia. Posteriormente hará estancia en Palacio Felipe II (1592) y otros monarcas visitarán la ciudad en sus desplazamientos por el norte: Felipe IV en 1646 y Felipe V en 1719. Alfonso XII y Alfonso XIII conocieron el Palacio en ruinas.

En 1718 el virrey de Navarra hizo la propuesta de enajenar los palacios de Olite y Tafalla con sus tierras anejas. Su objetivo era recaudar fondos debido a la gran penuria de la hacienda después de la Guerra de Sucesión. Ofrecía como aliciente los privilegios de los palacios de cabo de armería, exención de cuarteles, asiento en cortes y demás beneficios de que gozaban estos solares. La venta no prosperó.

En 1739 con motivo de la visita de la reina viuda doña Ana de Neoburg se realizan diversas reparaciones. A los pocos meses llega a Navarra la infanta francesa Luisa Isabel de Borbón, hija de Luis XV, que, en virtud de uno de los pactos entre ambas monarquías, iba a casar con el infante don Felipe y ser futura Duquesa de Parma.

Durante la Guerra de la Convención el Palacio es utilizado como almacén por el ejército y contribuye a su deterioro. Un incendio, provocado durante la preparación del rancho de los soldados instalados en la Torre de la Prisión (Torre de las Tres Coronas), destruye buena parte de los ricos artesonados y techumbres. Es el preámbulo de próximas desgracias.

EDAD CONTEMPORÁNEA:

Es en la Guerra de la Independencia cuando recibe el golpe de gracia que le llevará a su casi completa destrucción.


En febrero de 1813 el general Francisco Espoz y Mina ordena prenderle fuego y destruirlo con pretexto de que los franceses no se hicieran fuertes en él. El parte que dirigió al general Mendizábal en 16 de febrero de 1813 dice:

“Así ha fenecido el sitio y la plaza de Tafalla, y tal ha sido el resultado de su guarnición, después de tres años de pacífica posesión, a la que jamás pude oponerme por falta de artillería. Concluida esta operación he mandado demoler el fuerte y destruir todas las obras de fortificación, así un convento inmediato que fue de recoletas y un palacio contiguo por considerarlo el enemigo.

Lo que igualmente he execuitado con otro Convento y palacio de Olite, a fin de tener expedita la carretera desde Pamplona a Tudela, y obviar que el enemigo pueda cobijarse”.

Por espacio de más de un siglo el palacio estuvo expuesto al abandono y buen número de sillares pasaron a formar parte de edificios y obras particulares. El conde de Ezpeleta siguió en posesión del Palacio Real y su administrador Señor Lacalle, con un taller de carpintería, un granero, dos bodegas y un corral de ganado lanar en su interior.

El pintor Jenaro Pérez Villaamil plasma en sus grabados el Palacio en ruinas y anota la saca diaria de ocho carretas de piedra por él presenciada.

El palacio fue adquirido en 1913 por la Diputación Foral de Navarra. En 1923 convocó un concurso entre arquitectos resultando ganador el proyecto de los hermanos José y Javier Yárnoz Larrosa y en 1937 comenzó su reconstrucción de la mano José Yarnoz.

Fue declarado Monumento Nacional (conjuntamente con la iglesia de Santa María) el 17 de enero de 1925.

http://guiartenavarra.com/PALACIO/

  

20. para Comer cerca de Olite

Restaurante Túbal Tafalla
Plaza Francisco de Navarra, 6, 
31300 Tafalla, España
+34 948 70 08 52

Restaurante Merindad de Olite
Rua de la Juderia, 11, 
31390 Olite, España
+34 948 74 07 35

Parador de Olite. Restaurante Teobaldos
Plaza Teobaldos 2, .
31390 Olite, España
+34 948 74 00 00

y algo mas económico

Meson El Sol en Olite
Plaza Carlos III El Noble S/N, 
31390 Olite, España
+34 948 74 03 25

21. Otras Rutas Cercanas:

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